La Liga Comunista Revolucionaria francesa de tendencia trotskista y miembro de la IV Internacional se disolvió este viernes para fundar el Nuevo Partido Anticapitalista. “Una página que marcó la historia de la izquierda en Francia, mucho más allá de las filas de la extrema izquierda”, escribía la semana pasada, el severo Le Monde.
“Es la tercera vez que la LCR es disuelta” (dos veces la proscribieron y reprimieron gobiernos franceses por sus posiciones revolucionarias y anticaplitalistas, en 1969 y 1973), declaró Alain Krivine, uno de sus fundadores y dirigentes históricos. El dirigente de la organización fundada un año después de los días revolucionarios de Mayo 1968, agregó enseguida: “esta vez lo hacemos nosotros, pero para continuar el combate revolucionario con un instrumento más adaptado, porque un partido, a diferencia de una secta, no es un fin en sí”.
La LCR tenía 3.200 militantes y el NPA ya tiene 9.000 inscritos. Uno de sus portavoces es el popular Olivier Besancenot (32), joven dirigente sindical de los correos postales de Francia, diplomado en historia (DEA), quién —según las encuestas recientes— es considerado el mejor político de izquierda por la opinión pública gala. El mediático Besancenot fue el candidato a las últimas presidenciales y obtuvo más votos que el candidato comunista.
La LCR demostró una capacidad extraordinaria para sortear los peores años para una organización que se reclamaba del socialismo revolucionario. Desde hace algunos años, la Liga, profundamente inserta en las movilizaciones estudiantiles y obreras empezó cada vez más a tener llegada entre los sectores de la izquierda desencantada, los ecologistas y los trabajadores inmigrantes. Contribuyó a aquello tanto la deriva derechista del PS francés como el electoralismo estrecho del PC galo.
Las intervenciones de su joven dirigente contribuyeron a colocarlo como una seria alternativa de izquierda frente a una socialdemocracia que se derechizaba cada vez más.
Hoy, el discurso anticapitalista, la práctica de defensa irrestricta de los intereses de los asalariados, de los inmigrantes, del pueblo palestino y la participación de sus militantes en las luchas estudiantiles, lo han situado en una óptima posición para construirse como partido de masas. Sus intelectuales orgánicos también han contribuido al prestigio de la organización que recluta en los ghettos franceses.
En un artículo de la periodista Sylvia Zappi, en Le Monde, Alain Krivine declaraba: “Ante el fracaso del capitalismo y la declinación del Partido Comunista Francés (PCF), el NPA, que ya no será más miembro de la IV Internacional trotskista, será una fuerza insoslayable de mañana”. “Se trata de tomar lo mejor de las tradiciones del movimiento obrero, ya sean trostkistas, socialistas, comunistas, libertarias, guevaristas o de aquellas má recientes salidas de la ecología radical, declaraba Olivier Besancenot en el mismo reportaje. Éste afirmaba que no siente “ni emoción ni nostalgia” por el “entierro de la LCR”, creada en 1969 por un grupo de militantes estudiantiles que durante los 80 dieron “un viraje al proletariado” transformándose muchos de ellos en dirigentes del movimiento sindical francés.
Durante el Congreso fundador, que tendrá lugar en la Plaine-Saint-Denis, este viernes 6 hasta el domingo 8, 750 delegados del NPA tendrán que decidir acerca del nombre de la nueva organización y de su eventual participación en un “Frente de Izquierda” para las elecciones del Parlamento Europeo con el Partido Comunista Francés y el recién formado Partido de Izquierda (Parti de Gauche) del ex socialista Mélenchon.
El NPA postula una independencia total ante el Partido Socialista Francés (PSF) de Martine Aubry y de Ségolène Royal. El partido Socialista Francés ya no plantea la necesidad de luchar por el Socialismo del siglo XXI, es decir, la autogestión democrática por las mayorías de la producción, la socialización de los medios de producción en manos del capital privado, la satisfacción de las necesidades de las mayoría y por lo tanto la redistribución de la riqueza.
Los intelectuales de la Liga y del NPA como Krivine y el filósofo Daniel Bensaïd consideran que la brutal crisis del capitalismo le han dado la razón a los análisis de Marx. De ahí la imperiosa necesidad de construir en el país de la Revolución Francesa una alternativa socialista al capitalismo.
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