jueves, 5 de febrero de 2009

La situación en Wall Street “es el infierno y empeorará”, advierte un alto ejecutivo

David Brooks

Nueva York.- “Cuidado cuando pasen por Wall Street, es una zona de alto índice de criminalidad. Si están por ahí, cuiden sus ahorros, que se los van a robar”, advierte el hombre bien vestido con saco y portafolio que se subió a un vagón del metro de la línea verde en dirección a esa peligrosa zona. Su discurso, el cual carecía de proselitismo y no estaba acompañado de ninguna propaganda política, fue escuchado por los trabajadores, estudiantes y otros, varios de los cuales, al salir en estaciones intermedias, pasaban frente a él para expresarle su acuerdo. Uno le dijo: “no me gusta que me tiren discursos en el metro, pero le tengo que decir que estoy de acuerdo con todo lo que dice”.


Y es que no pocos aquí creen que hasta la fecha, el gobierno se ha encargado de otorgar miles de millones a los banqueros y financieros para rescatarlos de su propio juego, mientras todos los demás pagan los costos del desastre. Tanto el economista premio Nobel Paul Krugman como Robert Reich, ex secretario de Trabajo, lo han llamado “socialismo chatarra” (lemon socialism): se privatizan las ganancias y se socializan los costos del sistema económico.

Irresponsabilidad

Peor aún, hace unos días se descubrió que los banqueros y financieros se premiaron al fin del año pasado con 18 mil millones de dólares en compensaciones adicionales a sus salarios, justo mientras habían devastado el sector financiero y detonado la peor crisis económica desde la gran depresión, algo que hasta el propio presidente Barack Obama deploró públicamente hace unos días. “Es la altura de la irresponsabilidad y es vergonzoso”, afirmó al aludir a estos ejecutivos.

Ante la creciente ira pública por esto, hoy el gobierno de Obama anunció que se impondrá un límite de 500 mil dólares en la compensación de todo ejecutivo de alto nivel en empresas que se benefician con fondos del rescate económico del gobierno federal. “Todos tenemos que tomar responsabilidad”, afirmó Obama al anunciar las restricciones de compensación. Los estadunidenses, dijo, repudian a “ejecutivos que son recompensados por fracasos” mientras todos los demás tienen que aguantar la carga de esos fracasos.

Su secretario de Tesoro, Timothy Geithner, quien apareció junto con el presidente, ligó esta práctica a la crisis financiera: “la crisis económica –dijo– fue causada en parte por una pérdida de confianza en nuestras instituciones financieras, y fue empeorada por una pérdida de fe en la calidad de las decisiones de algunos ejecutivos y juntas directivas” en otorgar estos pagos multimillonarios en medio de la crisis.

Sin embargo, esta medida sólo tiene un efecto simbólico y no resolverá una crisis que está medida en billones de dólares. El hecho de que ya se emplearon 350 mil millones del paquete de rescate financiero de 700 mil millones aprobado el año pasado, y que se autorizó el uso de los restantes 350 mil millones no ha nutrido la confianza pública de que la crisis ya está bajo control ni redujo sospechas de que todo sigue siendo un rescate de banqueros y no de sus víctimas.

Por ahora, a pesar de que el gobierno federal ha invertido casi 200 mil millones directamente en bancos estadunidenses en los últimos tres meses con el objetivo de reactivar los préstamos a consumidores y negocios, eso aún no sucede, reporta el Washington Post. Al contrario: los préstamos bancarios son cada vez menos y peor aún los bancos que recibieron fondos federales han reducido sus préstamos más.

“Podemos esperar que se tendrá que hacer más para fortalecer el sistema financiero”, advirtió Obama esta semana, e indicó que su gobierno está elaborando un plan para emplear los últimos 350 mil millones del paquete de rescate financiero.

La próxima semana se espera que el secretario del Tesoro Geithner revele la nueva estrategia de ampliar la intervención gubernamental para sostener el sistema financiero, la cual incluye algún tipo de limpia del sistema financiero, obligando a varios bancos a reconocer aún más deudas impagables en su contabilidad, y se supone que con ello habrá más bancos que fracasarán.

Pero todo esto implica algo que pocos políticos aquí desean llamar por su nombre: nacionalización (por lo menos parcial) de la banca. Una y otra vez, Obama y sus asesores han asegurado que el sistema financiero debe permanecer en manos privadas. “Nacionalización”, dicen algunos expertos aquí, no es una palabra en el diccionario político estadunidense.

Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes, preguntada en un programa de ABC News acerca de si la nueva estrategia implica un tipo de nacionalización de la banca, dijo que sí pero que no: “si los estamos fortaleciendo (a los bancos), entonces el pueblo estadunidense debería de obtener algo de ese fortalecimiento. Algunos llaman a eso nacionalización”, aunque inmediatamente agregó que “no estoy hablando de adueñarse por completo”. Pero expresando su asombro, compartido por muchos, apuntó, “¿quién hubiese pensado que veríamos el día en que estamos usando esa terminología? ¿Nacionalización de los bancos?”

Y es que algo parecido a una nacionalización parcial ya existe. Por ejemplo, el gobierno (o sea los contribuyentes) ya es el socio accionista más grande de los dos bancos más grandes del país, Bank of America y Citigroup. Y la intervención estatal en el sector financiero ya asciende a varios billones de dólares, entre inversiones directas, compra de deuda tóxica y garantías que se han extendido, o sea, el gobierno ya es inversionista directo en amplios segmentos de la banca, y todos pronostican que ampliará su papel aun más.

Por lo tanto, el intenso debate es justo sobre si el gobierno debe tomar ya expresamente el control de algunos bancos o si debería evitar ser dueño y buscar otras medidas para sanear el sector. Por ahora están bajo consideración opciones que van desde una mayor nacionalización de una amplia gama del sector banquero, hasta la creación de “bancos malos” para absorber los instrumentos financieros tóxicos que amenazan a todo el sector.

Un alto ejecutivo en una de las principales empresas financieras de Wall Street, entrevistado por La Jornada, tiene una sola palabra para responder si los capitanes de la industria y los políticos saben lo que hace: “no”. Y explica que las dimensiones y características de esta crisis “se salieron de los modelos” que se habían usado para pronosticar y evaluar los mercados financieros. “Estamos en un nuevo territorio sin mapas”, concluyó, solicitando el anonimato.

Mientras tanto, resumió a este diario cómo están las cosas en Wall Street por ahora: “es el infierno, y empeorará”.

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