Presentación del libro de Sergio Bacchi "La crisis final del Capitalismo. El hombre y la máquina" *
Ernesto Carmona
Hoy cayeron todas las bolsas de valores. La de Nueva York regresó a los niveles de hace más de dos años. Algo parecido ocurrió en la bolsa española, en Francfort, París, Londres, Milán, Tokio, etcétera. El barril de petróleo crudo para entrega en agosto, a las 4 de esta tarde en Nueva York estaba por encima de los 140 dólares, exactamente 140,05. La civilización del automóvil y autopistas privadas está en crisis. Su deterioro es un proceso que está en pleno desarrollo y va camino a convertir el modelo de vida con automóvil propio nada más que en un bonito recuerdo.
"Un nuevo capitalismo está por nacer", escribió Mario Soares, hoy columnista de Inter Press Service (IPS), ex presidente y ex primer ministro de Portugal. "Hace unos días, en Portugal, España, Francia y en parte en Gran Bretaña se presentó un fenómeno nuevo que los diarios, impropiamente, denominaron huelga de camioneros. Impropiamente porque era más bien un lock out, una paralización de actividades ordenada por patrones pequeños y grandes y no de los camioneros contra sus patrones, escribió Soares. Y nosotros, que vivimos en América Latina, tendríamos que agregar a Chile y Argentina, país hermano donde hoy existe un conflicto que ya va para los cuatro meses, en tanto los medios de noticias como CNN, El Mercurio y, entre muchos otros, los enviados especiales de Televisión Nacional de Chile también llaman impropiamente "rebelión del campo" o "protesta campesina", ocultando que no es más que otro lock out, esta vez, de la oligarquía agraria. Me pregunto para que gastar dinero "de todos los chilenos" en mandar periodistas de TVN a Buenos Aires para que al fin de cuentas no hagan más que repetir la visión de CNN..., que si podemos pagar podemos verlas a cada rato por el monopolio VTR. Este lockout patronal argentino se parece demasiado al que los camioneros y sectores como la oligarquía financiera, latifundista, industrial, comercial y los monopolios chilenos le hicieron al presidente Salvador Allende, quien hoy podría estar celebrando con nosotros su cumpleaños número cien.
Volviendo al portugués Soares, éste asegura que "esta manifestación colectiva –allá en Europa– no tuvo como origen la política de ninguno de los gobiernos de los países afectados sino que fue la consecuencia directa de una crisis múltiple, relacionada sobre todo con el encarecimiento energético y alimentario, además de otras causas, provenientes de Estados Unidos y de la globalización neoliberal anglosajona y especulativa que golpea al mundo y particularmente a una Europa carente de hidrocarburos.
Es claro –prosiguió Soares– que la crisis global no ha sido causada sólo por el encarecimiento del petróleo, el gas y los alimentos. Es también una crisis política, financiera, económica, social y ambiental. Es una crisis de civilización, estructural, tiene su epicentro en los Estados Unidos de George W. Bush, quien ya está en las postrimerías de su mandato y ya está haciendo sentir sus efectos en el resto del mundo. Y también llegará al Viejo Continente, como ya lo advierten las personas conscientes". (Fin de la cita)
El diario El País de Cataluña, España, dice que "la crisis económica avanza a tal velocidad que las previsiones son más sombrías cada semana. El ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, asumió ayer que el año próximo la tasa de desempleo se acercará al 11%, la misma que se encontró José Luis Rodríguez Zapatero al llegar al poder en 2004. La crisis económica elevará la cifra de cesantes a 2,5 millones en 2009. El ministro del Trabajo prevé un 11% de desempleo, en tanto rechaza las prejubilaciones y advierte que en un año habrá 375.000 desempleados más.
Y hasta Fernando Arredondo, el vocalista de la banca punk rockera chilena Tío Lucho asegura que "el sistema caerá por su propio peso". Según La Nación del último domingo, el artista rockero dijo "nuestras canciones apelan a la muerte de un sistema de consumo que caerá por su propio peso, aunque sea en 20, 100 o 5.000 años más".
¿Vivimos una crisis terminal del capitalismo o, simplemente, otra crisis cíclica más? ¿Estamos en presencia de otro fenómeno cíclico o de una crisis terminal, final, global, mundial...? ¿Vivimos un remake de la Gran Crisis cíclica de 1929, que condujo a la Segunda Guerra Mundial, o estamos presenciando la crisis final, global..., y el comienzo de una debacle planetaria, con nuevas guerras de rapiña e inéditas rebeliones populares contra el hambre y por la sobrevivencia de la especie humana?
Todos estos son los temas que queremos debatir en la presentación del libro La crisis final del capitalismo (El hombre y la máquina), de Sergio Bacchi.
En el prólogo de su libro escribí que “en la actual sociedad de mercado no hay cabida para todos. El autor estima que la desinformación y la propaganda en favor del capitalismo, más la ausencia de medios democráticos y plurales, impiden un debate serio sobre las cuestiones más trascendentales que afectan al hombre contemporáneo. Bacchi advierte que se incuba una rebelión planetaria por la sobrevivencia de la especie humana, quizás una explosión social mundial que sepultará a la sociedad de clases y dará asidero a la consigna “¡socialismo o barbarie!”.
Para el pensador brasilero todo esto ocurre mientras el mundo está sometido a la maldad guerrera del imperio estadounidense, cuyo jefe –George Bush– aceleró el cambio climático global y dio luz verde a la destrucción física del planeta, en tanto la injusticia, la opresión, la desigualdad y los grandes bolsones de pobreza extrema alcanzan su máxima expresión en todo el orbe. Bacchi afirma que no presenciamos una crisis más, sino la última. El verdadero fin de la historia. ¿Y qué vendrá después de la hecatombe? Simplemente, ¡socialismo o barbarie!
Harakiri del capitalismo
Bacchi expone cómo el capitalismo se está haciendo una suerte de harakiri al incrementar sus ganancias mediante la automatización y las máquinas computarizadas que cada vez desalojan más trabajo humano, aumentan el desempleo y generan así mucho dolor en la sociedad, pero también levantan un límite a la extracción de lucro de la mano de obra, o sea, de plusvalía, el valor que la clase trabajadora agrega a la producción sin ninguna retribución.
Y en el análisis de Bacchi –al igual que en Carlos Marx–, la extracción de ese plusvalor es la esencia misma del capitalismo. Y también su sostén, porque, entre otras razones, los trabajadores compran y consumen los productos elaborados por esas máquinas, a fin de reproducir su fuerza de trabajo, pero si están desempleados se abstienen de comprar y consumir. Por lo tanto, la economía de mercado funciona para una población cada vez más reducida. Beneficia a una minoría que lucra, pero …en esa sociedad no cabemos todos.
Y esto acaece por doquier, en todo el mundo, principalmente en EEUU, donde el capital financiero y la especulación le ganaron hace años la partida al capital industrial, como lo demuestra el autor con cifras contundentes, de fuentes estadounidenses irrefutables e “intachables” para el propio capitalismo, como la Reserva Federal, que es el banco central privado de EEUU. Esto significa que en la economía globalizada ya no predomina lo que se produce, la riqueza emanada de la producción industrial, sino que se crea riqueza ficticia mediante la especulación en las “burbujas financieras” y en las bolsas de valores como la de Wall Street.
Bacchi también vaticina que la hegemonía del capital financiero está al borde del colapso. La economía de EEUU funciona con un déficit comercial multimillonario, apenas sostenido por China, la India, Corea del Sur, Japón y otros países cuyas mercancías baratas, elaboradas con mano de obra sub-pagada, se exportan cada vez más a EEUU, donde eliminan fuentes de trabajo. Y esos países causantes y, a la vez, sostenedores del déficit comercial estadounidense compran sus bonos del Tesoro para postergar la caída de un sistema que también los arrastraría cuesta abajo. Sin embargo, en esas naciones crece el temor ante el inminente colapso del dólar, que está cayendo en picada sostenida desde hace varios años y amenaza convertir las reservas de los bancos centrales dolarizados –como el de Chile y de muchos países del mundo, incluida Venezuela– en simples trocitos de papel sin valor y sin importancia.
Para demostrar el alcance mundial de esta crisis terminal, Bacchi cita a numerosos estudiosos y cientistas sociales contemporáneos. Por ejemplo, a Francisco de Oliveira y Lucio Kowarick, quienes en 1975 explicaron la marginalidad –y por consiguiente, la exclusión social– como "una forma peculiar de inserción de la población desempleada en la división social del trabajo", pero en el 2006 Mike Davis retrucó que "el 57% de los trabajadores de América Latina, el 40% de Asia y el 90% de África están excluidos en la informalidad y componen un vasto «proletariado informal»".
Para Davis y Bacchi, esa masa de desempleados excluidos no puede tipificarse como lumpen "ni mucho menos llamarse «ejército de reserva», pues ya no son reserva de nada y no hay un sistema económico capaz de absorber esa magnitud de desempleados". En resumen, y al contrario del discurso dogmático de la propaganda de los grandes medios a favor del capitalismo globalizado, su cacareada libertad de mercado no es sinónimo de libertad personal, individual, ni de derecho a la vida y, además, el sistema se muestra incapaz de resolver los problemas esenciales de los seres humanos que forman parte de la sociedad contemporánea, como lo aseguraron los teóricos fundacionales de este dogmatismo económico, entre otros Adam Smith, hace más de 200 años. Al contrario, su solución es la muerte de los pobres, como en Iraq y Afganistán, y ayer en Corea, Vietnam y Somalia, para citar unos pocos casos de invasiones estadounidenses a gran escala.
La guerra y la acumulación incesante de armamentos capaces de destruir varias veces el planeta, dejó de ser –además– el salvavidas cíclico de la economía estadounidense, gobernada por el llamado complejo militar industrial, que fabrica e innova de manera permanente los artilugios bélicos que sustentan la superioridad militar y tecnológica del imperio.
Bush recibió el gobierno hace 8 años con superávit fiscal, pero en 2008 el presupuesto de EEUU exhibe un déficit de más de 400 mil millones de dólares. Y el gasto "keynesiano" en las guerras de Iraq y Afganistán no dio el tiraje esperado a la chimenea de la economía, como tampoco lo hizo la "burbuja inmobiliaria" que sustituyó a la difunta "burbuja punto.com". Simplemente, los estadounidenses ya no tienen plata para salvar sus casas, el consumo cae y más de 40 millones de ciudadanos pobres no tienen ninguna protección de salud. La crisis del capitalismo ya está "en casa", con recesión e inflación.
El libro de Sergio Bacchi entrega herramientas para estudiar, analizar y pensar el momento histórico que estamos viviendo. El alerta es "¡socialismo o barbarie!", pero también se necesita definir ¿cuál socialismo? Acaso, ¿el socialismo del siglo XXI? Pero eso es un tema para muchos libros, todavía no escritos. Quizás Bacchi esté en eso.
¿Quién es Sergio Bacchi?
El autor reside en Chile por segunda vez en su vida. Es un luchador nato, de ascendencia italiana, nacido en 1939 en Santo André, Sao Paulo, Brasil. Sufrió un año de cárcel después del golpe militar que en 1964 depuso al presidente Joao Goulart y se fue a vivir como exiliado al Uruguay, donde consiguió una beca para estudiar en Bulgaria. Allí se recibió como ingeniero en electrónica especializado en construcción de computadores.
Trabajó en Chile hasta 1973, cuando lo aventó al doble exilio otro golpe militar, el que le costó la vida a Salvador Allende, cuyo centenario conmemoramos precisamente este día en que Bacchi presenta su libro. Tras el golpe chileno, vivió y trabajó en Cuba donde hizo un curso de post grado en construcción de compiladores para lenguajes de programación.
Regresó a Bulgaria para hacer un post grado en lenguaje de programación, sistemas operativos y computadores. Trabajó durante 6 años en Mozambique, África, y fue gerente de desarrollo de un sistema operativo para control automático industrial en Sao Paulo, donde vivió hasta 1997, año en que “retornó” a Santiago con su esposa chilena, Selva Aida Lascano Edelstein, y sus dos hijas brasileras.
* Presentación realizada el Jueves 26 de Junio en el Edificio del Círculo de Periodistas, Amunátegui 31
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