Rechazo del Congreso al plan de rescate desata colapso mundial de las bolsas
Antes del rechazo del plan oficial en el Congreso, demasiadas dudas, demasiada campaña electoral USA, demasiada "iliquidez" en el mercado, demasiados números en rojo en la macro economía de EEUU, llenaban de incertidumbre a los "inversores" (especuladores privados e institucionales) y generaban pánico internacional a la transmisión (vía dólar y sistema financiero) del colapso económico-financiero de EEUU.
Con Europa y China en primera línea (la segunda y tercera economía mundial) el conjunto de los países (periféricos y desarrollados) ya rezan para que la crisis del crédito y del consumo no los introduzca en el túnel del tiempo de la recesión que ya se expande por todo el planeta. Pero los intereses económicos del "gran negociado" financiero que se abre con el mega-rescate hicieron fracasar el plan en su primera votación en el Congreso, donde sectores republicanos acompañaron el rechazo demócrata.
Contra la mayoría de los pronósticos, la Cámara baja rechazó el proyecto de rescate bancario por US$ 700.000 millones, generando un derrumbe histórico en Wall Street. El mensaje del presidente de EEUU, George W. Bush, para intentar calmar a la plaza financiera no alcanzó y las bolsas mundiales volvieron a derrumbarse. La votación final quedó en 228 por el no y 205 por el si.
Wall Street cerró ayer con fuertes descensos presionado por el rescate de dos grandes bancos europeos y por la compra de Wachovia por parte de Citigroup, reavivándose así los temores a la crisis crediticia. El índice Dow Jones cayó más del 6%, un récord histórico, con pérdidas de US$ 1,2 billones en valores de mercado mientras que el tecnológico Nasdaq se acercaba al 6% de caída.
En tanto, en Europa hubo fuertes pérdidas. El Ibex de Madrid, un 3,88%, el S&P/Mib de Milán un 4,98%, el CAC de Francia un 5,04% y el FTSE de Londres un 5%. Una de las más pronunciadas fue la de Bélgica, que finalizó un 7,9% abajo, impulsada por la nacionalización del banco belga-holandés Fortis.
Las bolsas asiáticas también habían cerrado con pérdidas. Tokio cayó 1,26%, Seúl 1,35% y Hong Kong 4,3%, tras el aumento de las tasas a los préstamos inmobiliarios anunciada por el gigante bancario HSBC, que tendrá previsibles efectos en el mercado de la construcción.
El colapsso bursátil mundial también impactó en América Latina con un derrumbe muy pronunciado en Buenos Aires y en Sao Paulo, donde incluso llegaron a suspenderse las operaciones. El escenario brasileño mostró tanto dramatismo que las operaciones en la Bolsa de Sao Paulo fueron suspendidas cuando la cotización del Bovespa alcanzó una baja del 10,2 por ciento.
Ya cerca del final de la rueda, la Bolsa de Buenos Aires caía un 8,54 por ciento, con un derrumbe de las acciones que más ponderan en el principal indicador local: Tenaris y Petrobras Brasil, que se desplomaban 14,79 y 15,31% respectivamente, aunque las bajas eran generalizadas y abultadas.
El domingo, para evitar un nuevo desplome de los mercados, los legisladores estadounidenses habían anunciado un acuerdo para aprobar el plan de salvataje. No obstante, los legisladores votaron en contra por miedo "de verse arrastrados" por la Casa Blanca y "quieren mantener un cierto control" sobre el proyecto.
Dos tercios de los republicanos votaron en contra del plan, que implica una fuerte intervención estatal en la economía. Ahora se reunirán los líderes de las dos bancadas mayoritarias para tratar de llegar a un texto consensuado. El hundimiento del proyecto es un gigantesco revés para el gobierno Bush y específicamente para el Departamento del Tesoro, así como para los legisladores que trabajaron en el la semana pasada.
La Casa Blanca expresó su disgusto con la derrota del proyecto de ley y dijo que el presidente se reunirá con su equipo económico en la tarde del lunes para determinar el curso a seguir.
El paquete, que contaba con el respaldo del gobierno, enfrenta un futuro incierto, aunque los líderes de ambas bancadas seguramente considerarán el revisar la iniciativa, de la cual Bush afirmó que era necesaria para "evitar que la crisis en nuestro sistema financiero se expanda por nuestra economía".
Después de la votación, el líder de las minorías de la Cámara, John Boehner dijo que habrá un esfuerzo para presentar otro proyecto con más cambios. "Tenemos que encontrar un punto medio", dijo. "Necesitamos que todos se calmen, se relajen y vuelvan a trabajar". Por el momento tanto inversionistas como analistas coinciden en que los mercados esperan más noticias que les permitan saber si ya pasó lo peor. La mirada está puesta ahora en las megacompañías que tienen altos niveles de endeudamiento y que requieren liquidez para salir adelante.
El problema es que, en el contexto actual, la desconfianza entre los bancos ha detenido el que se presten dinero los unos a los otros, enfriando así el mercado crediticio global. Y si el crédito no vuelve a fluir, las empresas con deudas podrían entrar en problemas poniendo miles de puestos de trabajo en peligro, puntualiza la BBC.
El desplome financiero con epicentro en USA ya abrió un frente de crisis en Europa.
El temor ya se expandió a Europa: Bélgica, Holanda y Luxemburgo acudieron al rescate del banco Fortis para evitar que la entidad se vea arrastrada por la crisis financiera que se extiende peligrosamente por Europa y para tranquilizar a los mercados europeos.
Los ministros de finanzas de estos tres países acordaron inyectar más de US$15.000 millones en la entidad bancaria -una de las más grandes del continente europeo- para evitar un posible colapso luego de que el valor de sus acciones comenzara a desplomarse el viernes.
Los tres Estados del Benelux (Bélgica, Holanda y Luxemburgo) van a nacionalizar en parte el banco-aseguradora Fortis con una aportación de 11.200 millones de euros para tratar de salvar de la quiebra a la entidad. Las acciones de Fortis, primera entidad bancaria en Bélgica y segunda en Holanda, perdieron más de dos tercios de su valor en las dos últimas semanas por las dudas de los mercados sobre su solvencia y su capacidad para encontrar fondos y absorber la compra de su ex rival, el banco holandés ABN Amro.
Bajo el acuerdo, Bélgica aportará US$6.700 millones, Holanda US$5.700 millones y Luxemburgo US$3.600 millones explicó el primer ministro belga, Yves Leterme.
Los europeos, que desde hace meses hacen llamamientos para reforzar su coordinación en materia de supervisión financiera, logrando hasta ahora sólo avances modestos, se enfrentan por primera vez a un caso concreto de un banco afectado directamente por la crisis.
Pero no sólo en el corazón de Europa se sienten los remezones del vendaval financiero. En el Reino Unido, se anunció la nacionalización de los préstamos e hipotecas del banco Bradford and Bingley (B&B, por sus siglas en inglés), por un valor superior a los US$100.000 millones.
En Alemania se informó que un consorcio de bancos intervendrá una hipotecaria, Hypo Real State, para evitar su quiebra. Aún no se conoce el nombre de los bancos que lo rescatarán, ni el monto oficial de la transacción, aunque la BBC tiene información de que la cifra sería superior a los US$50.000 millones.
Los bancos centrales europeos se unieron el lunes a los bancos asiáticos al inyectar millones de dólares en los mercados, pero los bancos comerciales prefirieron acaparar efectivo en vez de prestarse entre sí mientras la crisis financiera se propaga a Europa.
Con el fin del trimestre financiero agravando los problemas de liquidez, el Banco Central Europeo anunció que pondría a disposición de los bancos una serie extra de fondos a 38 días y que mantendría el efectivo adicional disponible hasta al menos comienzos de 2009.
El Banco de Inglaterra inyectó el lunes 40.000 millones de libras (unos 50.735 millones de euros) en fondos a tres meses para mejorar las condiciones de los mercados tras un fin de semana de quiebras bancarias en Europa y en medio de las negociaciones en Estados Unidos para aprobar un plan de rescate.
En la misma línea, el Banco de Japón inyectó 1,5 billones de yenes a su sistema bancario, en el noveno día consecutivo en el que realiza ese tipo de operación.
Después, inyectó otros 400.000 millones de yenes en el mercado al contado, mientras que el banco central australiano aportó 2.700 millones de dólares australianos.
Pero el costo interbancario de la financiación en dólares, euros o libras a tres meses subió, después de que una serie de nacionalizaciones de bancos europeos evidenciara que la crisis financiera está lejos de terminar.
El viernes, Jean Claude Juncker, el presidente de los ministros de Finanzas de la zona euro, exhortó a Estados Unidos a ponerse de acuerdo rápidamente sobre su plan de rescate porque "los bancos europeos, que comienzan a navegar en aguas turbias, sufren de esa incertidumbre".
Escepticismo en EEUU
Según el emblemático e influyente The Wall Street Journal, el vocero más calificado de Wall Street, el plan que el Congreso estadounidense esbozó durante el fin de semana para rescatar al sistema financiero ofrece un "bálsamo", pero "es poco probable que pueda evitar que la mayor economía del mundo caiga en una recesión".
Las últimas noticias económicas han sido poco alentadoras., según el diario. En una señal de que el mercado inmobiliario sigue deteriorándose, las ventas de casas nuevas cayeron abruptamente el mes pasado, informó la semana pasada el departamento de Comercio de EEUU, añade.
De acuerdo con el Journa, la confianza de los consumidores sigue en declive y los indicadores semanales de ventas minoristas muestran que los compradores están reduciendo los gastos. Los expertos anticipan que el informe de desempleo del viernes indique que la economía perdió 150.000 empleos este mes.
Los estadounidenses están lidiando con un desempleo creciente y con precios de combustible y de alimentos más altos. En medio de una crisis financiera protagonizada por la caída de los precios inmobiliarios y la quiebra de los mercados hipotecarios, un auge del refinanciamiento hipotecario al estilo de 2001 no es una opción.
"Desafortunadamente, las personas están en lo cierto al esperar una recesión en estos momentos", dice Barry Eichengreen, un economista de la Universidad de California en Berkeley.
"El plan no puede prevenir una recesión", dijo Douglas Elmendorf, un investigador de Brookings Institution. "Lo que le importa a la gente es cuánto durará y cuán profunda será la desaceleración económica".
En este escenario, y sin una acción más extensa por parte del gobierno, los participantes de los mercados de crédito habrían quedado sumidos en la preocupación de saber qué institución iba a ser la siguiente en caer.
Este lunes, mientras Bush hablaba por cadena ancional, una serie de rescates bancarios tomaba forma en Europa y los mercados seguían en un clima de nerviosismo a la espera de que el Congreso vote el paquete.
Los "inversores" estaban atentos a cada detalle de las negociaciones en Washington, mientras en Europa y Asia los bancos centrales inyectaban dinero en el sistema para suavizar la crisis crediticia.
En Washington, los republicanos de la Cámara de Representantes eran el principal obstáculo para aprobar el plan, alegando reparos a gastar tanto dinero público en un año electoral.
Los líderes parlamentarios republicanos y demócratas anunciaron que habían llegado a un acuerdo provisional el domingo sobre un plan que utilizaría fondos de los contribuyentes para comprar deuda hipotecaria "tóxica" para restablecer la confianza.
La situación quedó graficada por la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, cuando dijo con rostro demacrado ante las cámaras: "La fiesta se acabó".
martes, 30 de septiembre de 2008
La crisis del capitalismo y la importancia actual de Marx 150 años después de los Grundrisse
Entrevista a Eric Hobsbawm
"Para cualquier interesado en las ideas, sea un estudiante universitario o no, es patentemente claro que Marx es y permanecerá como una de las grandes mentes filosóficas y analistas económicas del siglo diecinueve y, en su máxima expresión, un maestro de una prosa apasionada. También es importante leer a Marx porque el mundo en el cual vivimos hoy, no puede entenderse sin la influencia que los escritos de este hombre tuvieron sobre el siglo XX. Y, finalmente, debería ser leído porque como él mismo escribió, el mundo no puede ser cambiado de manera efectiva a menos que sea entendido, y Marx permanece como una soberbia guía para la comprensión del mundo y los problemas a los que debemos hacer frente."
Eric Hobsbawm es considerado uno de los más grandes historiadores vivientes. Es Presidente de la Birkbeck College (London University) y profesor emérito de la New School for Social Research (New York). Entre sus muchos escritos se encuentran la trilogía acerca del "largo siglo XIX": The Age of Revolution: Europe 1789-1848 (1962); The Age of Capital: 1848-1874 (1975); The Age of Empire: 1875-1914 (1987) y el libro The Age of Extremes: The Short Twentieth Century, 1914-1991 (1994) traducidos a varios idiomas. Le entrevistamos cuando la publicación del volumen Karl Marx's Grundrisse. Foundations of the Critique of Political Economy 150 Years Later y con motivo de la nueva actualidad que están teniendo en los últimos años los escritos de Marx y después de la nueva crisis de Wall Street. Nuestro colaborador Marcello Musto lo entrevistó para Sin Permiso.
1) Marcelo Musto. Profesor Hobsbawm, dos décadas después de 1989, cuando fue apresuradamente relegado al olvido, Karl Marx ha regresado al centro de atención. Libre del papel de intrumentum regni que le fue asignado en la Unión Soviética y de las ataduras del "marxismo-leninismo", no solo ha recibido atención intelectual por la nueva publicación de su obra sino que también ha sido el centro de un mayor interés. De hecho, en 2003, la revista francesa Nouvel Observateur dedicó un número especial a Karl Marx. Le penseur du troisième millénaire? Un año después, en Alemania, en una encuesta organizada por la compañía de televisión ZDF para establecer quien eran los más importantes alemanes de todos los tiempos, más de 500.000 televidentes votaron por Karl Marx; quien obtuvo el tercer lugar en la clasificación general y primero en la categoría de "relevancia actual". Luego, en 2005, el semanario Der Spiegel le dedicó una portada con el título de Ein Gespenst Kehrt zurük (Un espectro ha vuelto) mientras los escuchas del programa In Our Time de Radio 4 de la BBC votaron por Marx como el más grande filósofo.
En una conversación recientemente publicada con Jacques Attalí, usted dijo que paradójicamente "son los capitalistas, más que otros, quienes han estado redescubriendo a Marx" y usted habló de su asombro, cuando el hombre de negocios y político liberal, George Soros, le dijo a usted que: "He estado leyendo a Marx y hay muchas cosas interesantes en lo que él dice". Aunque sea débil y más bien vago ¿cuáles son las razones de este renacimiento? ¿Es probable que su obra sea de interés solamente para los especialistas e intelectuales, para ser presentada en cursos universitarios como un gran clásico del pensamiento moderno que no debería ser olvidado? o ¿también podría venir una nueva "demanda de Marx" en el futuro desde el lado político?
Eric Hobsbawm. Hay un indudable renacimiento del interés público en Marx en el mundo capitalista, sin embargo, probablemente no todavía en los nuevos miembros de la Unión Europea de Europa del Este. Este renacimiento, fue probablemente acelerado por el hecho de que el 150 aniversario de la publicación del Manifiesto del Partido Comunista coincidió con una crisis económica internacional particularmente dramática en medio de un período de ultra-rápida globalización del libre mercado.
Marx predijo la naturaleza de la economía mundial en el comienzo del Siglo XXI, sobre la base de su análisis de la "sociedad burguesa", ciento cincuenta años antes. No es sorprendente que los capitalistas inteligentes, especialmente en el sector financiero globalizado, fueran impresionados por Marx, ya que ellos fueron necesariamente más concientes que otros de la naturaleza y las inestabilidades de la economía capitalista en la cual ellos operaban. La mayoría de la izquierda intelectual ya no supo que hacer con Marx. Fue desmoralizada por el colapso del proyecto social-demócrata en la mayoría de los Estados Atlánticos del Norte en los ochenta y la conversión masiva de los gobiernos nacionales a la ideología de libre mercado así como por el colapso de los sistemas políticos y económicos que afirmaban ser inspirados por Marx y Lenin. Los así llamados, "nuevos movimientos sociales" como el feminismo, tampoco tuvieron una conexión lógica con el anti-capitalismo (aunque como individuos sus miembros pudieran estar alineados con él) o cuestionaron la creencia en el progreso sin fin del control humano sobre la naturaleza que tanto el capitalismo como el socialismo tradicional habían compartido. Al mismo tiempo, "el proletariado", dividido y disminuido, dejó de ser creíble como el agente histórico de la transformación social de Marx. Es también el caso que desde 1968, los más prominentes movimientos radicales han preferido la acción directa no necesariamente basada sobre muchas lecturas y análisis teóricos. Claro, esto no significa que Marx dejara de ser considerado como un gran y clásico pensador, aunque por razones políticas, especialmente en países como Francia e Italia, que alguna vez tuvieron poderosos Partidos Comunistas, ha habido una ofensiva intelectual apasionada contra Marx y los análisis marxistas, que probablemente llegaron a su más alto nivel en los ochenta y noventa. Hay signos de que ahora el agua retomará su nivel.
2) M. M. A través de su vida, Marx fue un agudo e incansable investigador, quien percibió y analizó mejor que ninguno otro en su tiempo, el desarrollo del capitalismo a escala mundial. Él entendió que el nacimiento de una economía internacional globalizada era inherente al modo capitalista de producción y predijo que este proceso generaría no solamente el crecimiento y la prosperidad alardeados por políticos y teóricos liberales sino también violentos conflictos, crisis económicas e injusticia social generalizada. En la última década hemos visto la Crisis financiera del este asiático, que empezó en el verano de 1997; la crisis económica argentina de 1999-2002 y sobre todo, la crisis de los préstamos hipotecarios, que empezó en Estados Unidos en 2006 y ahora ha devenido la más grande crisis financiera de la post-guerra. ¿Es correcto decir entonces, que el regreso al interés en Marx está basado en la crisis de la sociedad capitalista y sobre su perdurable capacidad de explicar las profundas contradicciones del mundo actual?
E. H. Si la política de la izquierda en el futuro será inspirada una vez más en los análisis de Marx, como lo fueron los viejos movimientos socialistas y comunistas, dependerá de lo que pase en el mundo capitalista. Pero esto aplica no solamente a Marx sino a la izquierda como un proyecto y una ideología política coherente. Puesto que, como usted dice correctamente, la recuperación del interés en Marx está considerablemente –yo diría, principalmente- basado sobre la actual crisis de la sociedad capitalista, la perspectiva es más prometedora de lo que fue en los noventa. La presente crisis financiera mundial, que bien puede devenir en una mayor depresión económica en Estados Unidos, dramatiza el fracaso de la teología del libre mercado global incontrolado y obliga, inclusive del Gobierno norteamericano, a considerar optar por tomar acciones públicas olvidadas desde los treinta. Las presiones políticas están ya debilitando el compromiso de los gobiernos neoliberales en torno a una globalización incontrolada, ilimitada y desregulada. En algunos casos (China) las vastas desigualdades e injusticias causadas por una transición de modo general a una economía de libre mercado, plantea ya problemas importantes para la estabilidad social y dudas inclusive en altos niveles de gobierno.
Es claro que cualquier "retorno a Marx" será esencialmente un retorno al análisis de Marx del capitalismo y su lugar en la evolución histórica de la humanidad —incluyendo, sobre todo, sus análisis de la inestabilidad central del desarrollo capitalista que procede a través de crisis económicas auto-generadas con dimensiones políticas y sociales. Ningún marxista podría creer por un momento que, como argumentaron los ideólogos neoliberales en 1989, el capitalismo liberal se había establecido para siempre, que la historia tenía un fin o, en efecto, que cualquier sistema de relaciones humanas podría ser para siempre, final y definitivo.
3) M. M. No piensa usted que si las fuerzas políticas e intelectuales de la izquierda internacional, que se cuestionan a sí mismas con respecto al socialismo en el nuevo siglo, renunciaran a las ideas de Marx, ¿no perderían una guía fundamental para el examen y la transformación de la realidad actual?
E. H. Ningún socialista puede renunciar a las ideas de Marx, en tanto que su creencia de que el capitalismo debe ser sucedido por otra forma de sociedad está basada, no en la esperanza o la voluntad sino en un análisis serio del desarrollo histórico, particularmente de la era capitalista. Su predicción real de que el capitalismo sería re-emplazado por un sistema administrado o planeado socialmente todavía parece razonable, aunque él ciertamente subestimó los elementos de mercado que sobrevivirían en algún sistema(s) post-capitalista. Puesto que él deliberadamente se abstuvo de especular acerca del futuro, no puede ser hecho responsable por las formas específicas en que las economías "socialistas" fueron organizadas bajo el "socialismo realmente existente". En cuanto a los objetivos del socialismo, Marx no fue el único pensador que quería una sociedad sin explotación y alienación, en que los seres humanos pudieran realizar plenamente sus potencialidades, pero sí fue el que la expresó con mayor fuerza que nadie, y sus palabras mantienen el poder para inspirar.
Sin embargo, Marx no regresará como una inspiración política para la izquierda hasta que sea entendido que sus escritos no deben ser tratados como programas políticos, autoritariamente, o de otra manera, ni como descripciones de una situación real del mundo capitalista de hoy, sino más bien, como guías hacia su modo de entender la naturaleza del desarrollo capitalista. Ni tampoco podemos o debemos olvidar que él no logró una presentación bien planeada, coherente y completa de sus ideas, a pesar de los intentos de Engels y otros de construir de los manuscritos de Marx, un volumen II y III de El Capital. Como lo muestran los Grundrisse. Incluso, un Capital completo habría conformado solamente una parte del propio plan original de Marx, quizá excesivamente ambicioso.
Por otro lado, Marx no regresará a la izquierda hasta que la tendencia actual entre los activistas radicales de convertir el anticapitalismo en anti-globalismo sea abandonada. La globalización existe y, casi un colapso de la sociedad humana, es irreversible. En efecto, Marx lo reconoció como un hecho y. como un internacionalista, le dio la bienvenida, teóricamente. Lo que él criticó y lo que nosotros debemos criticar es el tipo de globalización producida por el capitalismo.
4) M. M. Uno de los escritos de Marx que suscitaron el mayor interés entre los nuevos lectores y comentadores son los Grundrisse. Escritos entre 1857 y 1858, los Grundrisse son el primer borrador de la crítica de la economía política de Marx y, por tanto, también el trabajo inicial preparatorio del Capital; contiene numerosas reflexiones sobre temas que Marx no desarrolló en ninguna otra parte de su creación inacabada. ¿Por qué, en su opinión, estos manuscritos de la obra de Marx, continúan provocando más debate que cualquiera otro, a pesar del hecho de que los escribió solamente para resumir los fundamentos de su crítica de la economía política? ¿Cuál es la razón de su persistente interés?
E. H. Desde mi punto de vista, los Grundrisse han provocado un impacto internacional tan grande sobre la escena marxista intelectual por dos razones relacionadas. Permanecieron virtualmente no publicados antes de los cincuenta y, como usted dice, conteniendo una masa de reflexiones sobre asuntos que Marx no desarrolló en ninguna otra parte. No fueron parte del largamente dogmatizado corpus del marxismo ortodoxo en el mundo del socialismo soviético, de ahí que el socialismo soviético no pudiera simplemente desecharlos. Pudieron, por tanto, ser usados por marxistas que querían criticar ortodoxamente o ampliar el alcance del análisis marxista mediante una apelación a un texto que no podría ser acusado de ser herético o anti-marxista. Por tanto, las ediciones de los setenta y los ochenta antes de la caída del Muro de Berlín, continuaron provocando debate, fundamentalmente porque en estos manuscritos Marx plantea problemas importantes que no fueron considerados en el Capital, como por ejemplo, las cuestiones planteadas en mi prefacio al volumen de ensayos que usted recolectó (Karl Marx's Grundrisse. Foundations of the Critique of Political Economy 150 Years Later, editado por M. Musto, Londres-Nueva York, Routledge, 2008).
5) M. M. En el prefacio de este libro, escrito por varios expertos internacionales para conmemorar el 150 aniversario desde su composición, usted escribió: "Quizá este es el momento correcto para regresar al estudio de los Grundrisse menos constreñidos por las consideraciones temporales de las políticas de izquierda entre la denuncia de Nikita Khrushchev de Stalin y la caída de Mikhail Gorbachev". Además, para subrayar el enorme valor de este texto, usted establece que los Grundrisse "contienen análisis y la comprensión, por ejemplo, de la tecnología, que lleva al tratamiento de Marx del capitalismo mas allá del siglo XIX en la era de una sociedad donde la producción no requiere ya mano de obra masiva, de automatización, de potencial de tiempo libre y de las transformaciones de alienación en tales circunstancias. Este es el único texto que va, de alguna manera, más allá de los propios indicios de Marx del futuro comunista en la Ideología Alemana. En pocas palabras, ha sido correctamente descrito como el pensamiento de Marx en toda su riqueza. Por tanto ¿cuál podría ser el resultado de la re-lectura de los Grundrisse hoy?
E. H. No hay probablemente más que un puñado de editores y traductores que han tenido un pleno conocimiento de esta gran y notoriamente difícil masa de textos. Pero una re-re-lectura o más bien lectura de ellos hoy puede ayudarnos a repensar a Marx: a distinguir lo general en el análisis del capitalismo de Marx de lo que fue específico de la situación de la "sociedad burguesa" en la mitad del siglo XIX. No podemos predecir qué conclusiones de este análisis son posibles y probablemente solamente que ellos ciertamente no llevarán a acuerdos unánimes.
6) M. M. Para terminar una pregunta final ¿Por qué es importante leer hoy a Marx?
E. H. Para cualquier interesado en las ideas, sea un estudiante universitario o no, es patentemente claro que Marx es y permanecerá como una de las grandes mentes filosóficas y analistas económicas del siglo diecinueve y, en su máxima expresión, un maestro de una prosa apasionada. También es importante leer a Marx porque el mundo en el cual vivimos hoy, no puede entenderse sin la influencia que los escritos de este hombre tuvieron sobre el siglo XX. Y finalmente debería ser leído porque como él mismo escribió, el mundo no puede ser cambiado de manera efectiva a menos que sea entendido, y Marx permanece como una soberbia guía para la comprensión del mundo y los problemas a los que debemos hacer frente.
Eric Hobsbawm es el decano de la historiografía marxista británica. Uno de sus últimos libros es un volumen de memorias autobiográficas: Años interesantes, Barcelona, Critica, 2003.
Traducción para www.sinpermiso.info: Gabriel Vargas Lozano
Enlace a Sin Permiso
"Para cualquier interesado en las ideas, sea un estudiante universitario o no, es patentemente claro que Marx es y permanecerá como una de las grandes mentes filosóficas y analistas económicas del siglo diecinueve y, en su máxima expresión, un maestro de una prosa apasionada. También es importante leer a Marx porque el mundo en el cual vivimos hoy, no puede entenderse sin la influencia que los escritos de este hombre tuvieron sobre el siglo XX. Y, finalmente, debería ser leído porque como él mismo escribió, el mundo no puede ser cambiado de manera efectiva a menos que sea entendido, y Marx permanece como una soberbia guía para la comprensión del mundo y los problemas a los que debemos hacer frente."
Eric Hobsbawm es considerado uno de los más grandes historiadores vivientes. Es Presidente de la Birkbeck College (London University) y profesor emérito de la New School for Social Research (New York). Entre sus muchos escritos se encuentran la trilogía acerca del "largo siglo XIX": The Age of Revolution: Europe 1789-1848 (1962); The Age of Capital: 1848-1874 (1975); The Age of Empire: 1875-1914 (1987) y el libro The Age of Extremes: The Short Twentieth Century, 1914-1991 (1994) traducidos a varios idiomas. Le entrevistamos cuando la publicación del volumen Karl Marx's Grundrisse. Foundations of the Critique of Political Economy 150 Years Later y con motivo de la nueva actualidad que están teniendo en los últimos años los escritos de Marx y después de la nueva crisis de Wall Street. Nuestro colaborador Marcello Musto lo entrevistó para Sin Permiso.
1) Marcelo Musto. Profesor Hobsbawm, dos décadas después de 1989, cuando fue apresuradamente relegado al olvido, Karl Marx ha regresado al centro de atención. Libre del papel de intrumentum regni que le fue asignado en la Unión Soviética y de las ataduras del "marxismo-leninismo", no solo ha recibido atención intelectual por la nueva publicación de su obra sino que también ha sido el centro de un mayor interés. De hecho, en 2003, la revista francesa Nouvel Observateur dedicó un número especial a Karl Marx. Le penseur du troisième millénaire? Un año después, en Alemania, en una encuesta organizada por la compañía de televisión ZDF para establecer quien eran los más importantes alemanes de todos los tiempos, más de 500.000 televidentes votaron por Karl Marx; quien obtuvo el tercer lugar en la clasificación general y primero en la categoría de "relevancia actual". Luego, en 2005, el semanario Der Spiegel le dedicó una portada con el título de Ein Gespenst Kehrt zurük (Un espectro ha vuelto) mientras los escuchas del programa In Our Time de Radio 4 de la BBC votaron por Marx como el más grande filósofo.
En una conversación recientemente publicada con Jacques Attalí, usted dijo que paradójicamente "son los capitalistas, más que otros, quienes han estado redescubriendo a Marx" y usted habló de su asombro, cuando el hombre de negocios y político liberal, George Soros, le dijo a usted que: "He estado leyendo a Marx y hay muchas cosas interesantes en lo que él dice". Aunque sea débil y más bien vago ¿cuáles son las razones de este renacimiento? ¿Es probable que su obra sea de interés solamente para los especialistas e intelectuales, para ser presentada en cursos universitarios como un gran clásico del pensamiento moderno que no debería ser olvidado? o ¿también podría venir una nueva "demanda de Marx" en el futuro desde el lado político?
Eric Hobsbawm. Hay un indudable renacimiento del interés público en Marx en el mundo capitalista, sin embargo, probablemente no todavía en los nuevos miembros de la Unión Europea de Europa del Este. Este renacimiento, fue probablemente acelerado por el hecho de que el 150 aniversario de la publicación del Manifiesto del Partido Comunista coincidió con una crisis económica internacional particularmente dramática en medio de un período de ultra-rápida globalización del libre mercado.
Marx predijo la naturaleza de la economía mundial en el comienzo del Siglo XXI, sobre la base de su análisis de la "sociedad burguesa", ciento cincuenta años antes. No es sorprendente que los capitalistas inteligentes, especialmente en el sector financiero globalizado, fueran impresionados por Marx, ya que ellos fueron necesariamente más concientes que otros de la naturaleza y las inestabilidades de la economía capitalista en la cual ellos operaban. La mayoría de la izquierda intelectual ya no supo que hacer con Marx. Fue desmoralizada por el colapso del proyecto social-demócrata en la mayoría de los Estados Atlánticos del Norte en los ochenta y la conversión masiva de los gobiernos nacionales a la ideología de libre mercado así como por el colapso de los sistemas políticos y económicos que afirmaban ser inspirados por Marx y Lenin. Los así llamados, "nuevos movimientos sociales" como el feminismo, tampoco tuvieron una conexión lógica con el anti-capitalismo (aunque como individuos sus miembros pudieran estar alineados con él) o cuestionaron la creencia en el progreso sin fin del control humano sobre la naturaleza que tanto el capitalismo como el socialismo tradicional habían compartido. Al mismo tiempo, "el proletariado", dividido y disminuido, dejó de ser creíble como el agente histórico de la transformación social de Marx. Es también el caso que desde 1968, los más prominentes movimientos radicales han preferido la acción directa no necesariamente basada sobre muchas lecturas y análisis teóricos. Claro, esto no significa que Marx dejara de ser considerado como un gran y clásico pensador, aunque por razones políticas, especialmente en países como Francia e Italia, que alguna vez tuvieron poderosos Partidos Comunistas, ha habido una ofensiva intelectual apasionada contra Marx y los análisis marxistas, que probablemente llegaron a su más alto nivel en los ochenta y noventa. Hay signos de que ahora el agua retomará su nivel.
2) M. M. A través de su vida, Marx fue un agudo e incansable investigador, quien percibió y analizó mejor que ninguno otro en su tiempo, el desarrollo del capitalismo a escala mundial. Él entendió que el nacimiento de una economía internacional globalizada era inherente al modo capitalista de producción y predijo que este proceso generaría no solamente el crecimiento y la prosperidad alardeados por políticos y teóricos liberales sino también violentos conflictos, crisis económicas e injusticia social generalizada. En la última década hemos visto la Crisis financiera del este asiático, que empezó en el verano de 1997; la crisis económica argentina de 1999-2002 y sobre todo, la crisis de los préstamos hipotecarios, que empezó en Estados Unidos en 2006 y ahora ha devenido la más grande crisis financiera de la post-guerra. ¿Es correcto decir entonces, que el regreso al interés en Marx está basado en la crisis de la sociedad capitalista y sobre su perdurable capacidad de explicar las profundas contradicciones del mundo actual?
E. H. Si la política de la izquierda en el futuro será inspirada una vez más en los análisis de Marx, como lo fueron los viejos movimientos socialistas y comunistas, dependerá de lo que pase en el mundo capitalista. Pero esto aplica no solamente a Marx sino a la izquierda como un proyecto y una ideología política coherente. Puesto que, como usted dice correctamente, la recuperación del interés en Marx está considerablemente –yo diría, principalmente- basado sobre la actual crisis de la sociedad capitalista, la perspectiva es más prometedora de lo que fue en los noventa. La presente crisis financiera mundial, que bien puede devenir en una mayor depresión económica en Estados Unidos, dramatiza el fracaso de la teología del libre mercado global incontrolado y obliga, inclusive del Gobierno norteamericano, a considerar optar por tomar acciones públicas olvidadas desde los treinta. Las presiones políticas están ya debilitando el compromiso de los gobiernos neoliberales en torno a una globalización incontrolada, ilimitada y desregulada. En algunos casos (China) las vastas desigualdades e injusticias causadas por una transición de modo general a una economía de libre mercado, plantea ya problemas importantes para la estabilidad social y dudas inclusive en altos niveles de gobierno.
Es claro que cualquier "retorno a Marx" será esencialmente un retorno al análisis de Marx del capitalismo y su lugar en la evolución histórica de la humanidad —incluyendo, sobre todo, sus análisis de la inestabilidad central del desarrollo capitalista que procede a través de crisis económicas auto-generadas con dimensiones políticas y sociales. Ningún marxista podría creer por un momento que, como argumentaron los ideólogos neoliberales en 1989, el capitalismo liberal se había establecido para siempre, que la historia tenía un fin o, en efecto, que cualquier sistema de relaciones humanas podría ser para siempre, final y definitivo.
3) M. M. No piensa usted que si las fuerzas políticas e intelectuales de la izquierda internacional, que se cuestionan a sí mismas con respecto al socialismo en el nuevo siglo, renunciaran a las ideas de Marx, ¿no perderían una guía fundamental para el examen y la transformación de la realidad actual?
E. H. Ningún socialista puede renunciar a las ideas de Marx, en tanto que su creencia de que el capitalismo debe ser sucedido por otra forma de sociedad está basada, no en la esperanza o la voluntad sino en un análisis serio del desarrollo histórico, particularmente de la era capitalista. Su predicción real de que el capitalismo sería re-emplazado por un sistema administrado o planeado socialmente todavía parece razonable, aunque él ciertamente subestimó los elementos de mercado que sobrevivirían en algún sistema(s) post-capitalista. Puesto que él deliberadamente se abstuvo de especular acerca del futuro, no puede ser hecho responsable por las formas específicas en que las economías "socialistas" fueron organizadas bajo el "socialismo realmente existente". En cuanto a los objetivos del socialismo, Marx no fue el único pensador que quería una sociedad sin explotación y alienación, en que los seres humanos pudieran realizar plenamente sus potencialidades, pero sí fue el que la expresó con mayor fuerza que nadie, y sus palabras mantienen el poder para inspirar.
Sin embargo, Marx no regresará como una inspiración política para la izquierda hasta que sea entendido que sus escritos no deben ser tratados como programas políticos, autoritariamente, o de otra manera, ni como descripciones de una situación real del mundo capitalista de hoy, sino más bien, como guías hacia su modo de entender la naturaleza del desarrollo capitalista. Ni tampoco podemos o debemos olvidar que él no logró una presentación bien planeada, coherente y completa de sus ideas, a pesar de los intentos de Engels y otros de construir de los manuscritos de Marx, un volumen II y III de El Capital. Como lo muestran los Grundrisse. Incluso, un Capital completo habría conformado solamente una parte del propio plan original de Marx, quizá excesivamente ambicioso.
Por otro lado, Marx no regresará a la izquierda hasta que la tendencia actual entre los activistas radicales de convertir el anticapitalismo en anti-globalismo sea abandonada. La globalización existe y, casi un colapso de la sociedad humana, es irreversible. En efecto, Marx lo reconoció como un hecho y. como un internacionalista, le dio la bienvenida, teóricamente. Lo que él criticó y lo que nosotros debemos criticar es el tipo de globalización producida por el capitalismo.
4) M. M. Uno de los escritos de Marx que suscitaron el mayor interés entre los nuevos lectores y comentadores son los Grundrisse. Escritos entre 1857 y 1858, los Grundrisse son el primer borrador de la crítica de la economía política de Marx y, por tanto, también el trabajo inicial preparatorio del Capital; contiene numerosas reflexiones sobre temas que Marx no desarrolló en ninguna otra parte de su creación inacabada. ¿Por qué, en su opinión, estos manuscritos de la obra de Marx, continúan provocando más debate que cualquiera otro, a pesar del hecho de que los escribió solamente para resumir los fundamentos de su crítica de la economía política? ¿Cuál es la razón de su persistente interés?
E. H. Desde mi punto de vista, los Grundrisse han provocado un impacto internacional tan grande sobre la escena marxista intelectual por dos razones relacionadas. Permanecieron virtualmente no publicados antes de los cincuenta y, como usted dice, conteniendo una masa de reflexiones sobre asuntos que Marx no desarrolló en ninguna otra parte. No fueron parte del largamente dogmatizado corpus del marxismo ortodoxo en el mundo del socialismo soviético, de ahí que el socialismo soviético no pudiera simplemente desecharlos. Pudieron, por tanto, ser usados por marxistas que querían criticar ortodoxamente o ampliar el alcance del análisis marxista mediante una apelación a un texto que no podría ser acusado de ser herético o anti-marxista. Por tanto, las ediciones de los setenta y los ochenta antes de la caída del Muro de Berlín, continuaron provocando debate, fundamentalmente porque en estos manuscritos Marx plantea problemas importantes que no fueron considerados en el Capital, como por ejemplo, las cuestiones planteadas en mi prefacio al volumen de ensayos que usted recolectó (Karl Marx's Grundrisse. Foundations of the Critique of Political Economy 150 Years Later, editado por M. Musto, Londres-Nueva York, Routledge, 2008).
5) M. M. En el prefacio de este libro, escrito por varios expertos internacionales para conmemorar el 150 aniversario desde su composición, usted escribió: "Quizá este es el momento correcto para regresar al estudio de los Grundrisse menos constreñidos por las consideraciones temporales de las políticas de izquierda entre la denuncia de Nikita Khrushchev de Stalin y la caída de Mikhail Gorbachev". Además, para subrayar el enorme valor de este texto, usted establece que los Grundrisse "contienen análisis y la comprensión, por ejemplo, de la tecnología, que lleva al tratamiento de Marx del capitalismo mas allá del siglo XIX en la era de una sociedad donde la producción no requiere ya mano de obra masiva, de automatización, de potencial de tiempo libre y de las transformaciones de alienación en tales circunstancias. Este es el único texto que va, de alguna manera, más allá de los propios indicios de Marx del futuro comunista en la Ideología Alemana. En pocas palabras, ha sido correctamente descrito como el pensamiento de Marx en toda su riqueza. Por tanto ¿cuál podría ser el resultado de la re-lectura de los Grundrisse hoy?
E. H. No hay probablemente más que un puñado de editores y traductores que han tenido un pleno conocimiento de esta gran y notoriamente difícil masa de textos. Pero una re-re-lectura o más bien lectura de ellos hoy puede ayudarnos a repensar a Marx: a distinguir lo general en el análisis del capitalismo de Marx de lo que fue específico de la situación de la "sociedad burguesa" en la mitad del siglo XIX. No podemos predecir qué conclusiones de este análisis son posibles y probablemente solamente que ellos ciertamente no llevarán a acuerdos unánimes.
6) M. M. Para terminar una pregunta final ¿Por qué es importante leer hoy a Marx?
E. H. Para cualquier interesado en las ideas, sea un estudiante universitario o no, es patentemente claro que Marx es y permanecerá como una de las grandes mentes filosóficas y analistas económicas del siglo diecinueve y, en su máxima expresión, un maestro de una prosa apasionada. También es importante leer a Marx porque el mundo en el cual vivimos hoy, no puede entenderse sin la influencia que los escritos de este hombre tuvieron sobre el siglo XX. Y finalmente debería ser leído porque como él mismo escribió, el mundo no puede ser cambiado de manera efectiva a menos que sea entendido, y Marx permanece como una soberbia guía para la comprensión del mundo y los problemas a los que debemos hacer frente.
Eric Hobsbawm es el decano de la historiografía marxista británica. Uno de sus últimos libros es un volumen de memorias autobiográficas: Años interesantes, Barcelona, Critica, 2003.
Traducción para www.sinpermiso.info: Gabriel Vargas Lozano
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Eric Hobsbawm,
Marxismo Contemporáneo
lunes, 29 de septiembre de 2008
El Imperio del dólar en crisis
Las redes funcionales del capitalismo financiero: Cómo se llegó al colapso
Al contrario de lo que pregonan los analistas y autoridades del sistema, el colapso económico-financiero, originado en EEUU, y que ya se proyecta a las economías centrales y periféricas a escala global, no se trata de una "falla de las normas de regulación y control financiero", sino de una reestructuración económica-financiera global impulsada por la dinámica histórica de concentración del capital en pocas manos.
Manuel Freytas
Este proceso (donde se aprovechan tanto las "burbujas" como las "crisis" para generar rentabilidad capitalista) permite la consolidación de un puñado de conglomerados financieros globales "ganadores" de la crisis que se degluten a las instituciones quebradas mediante compras o fusiones forzadas.
No se trata (como quieren hacer creer las autoridades del sistema) de una "crisis involuntaria" sino de un proceso inducido de acumulación capitalista a través de la especulación financiera que terminó (como efecto no deseado) impactando en las variables de la economía real con las sociedades (sobre todo las más desprotegidas) pagando el costo del nuevo proceso de acumulación capitalista.
A) La red global
Imaginemos al sistema capitalista "globalizado" como una gran red tejida en los cuatro puntos cardinales del planeta, desde el Este al Oeste y del polo Norte al polo Sur.
Luego imaginemos las líneas (económicas-financieras-tecnológicas) de esa red convergiendo en dos puntos terminales: EEUU y Europa.
Una gigantesca telaraña de más de doscientos países, con sus correspondientes sistemas económicos productivos y sociedades de consumo nivelados en un mismo marco operativo y en un mismo "programa capitalista" y convergiendo en un centro geográfico imperial: Las metrópolis imperiales (los centros comerciales-financieros) de EEUU y la Unión Europea.
La existencia de esta red (fácil de comprobar investigando los sistemas económicos-productivos-financieros y los comercios exteriores de los países centrales y periféricos) se superpone a cualquier teoría macroeconómica o calificación "filosófica" a priori del sistema capitalista de la era de las computadoras.
Todo lo que sucede en la red planetaria del "capitalismo globalizado" se programa y nivela planetariamente desde ese centro estratégico (la "computadora madre") desde donde se diseña y exporta (a toda la red) desde "modelos económicos", "modelos jurídicos-institucionales", "modelos militares", hasta "modelos sociales" fundamentados en la ideología de consumo capitalista.
Hasta ahora, luego de la caída de la URSS y el advenimiento del "nuevo orden mundial" en la década pasada, a ese centro del dominio planetario capitalista se lo denominó "Imperio unipolar" (o reinado del Imperio del dólar), con EEUU cumpliendo el rol de "computadora madre" (servidor) y con el resto de las potencias "occidentales" acopladas como "terminales centrales" del sistema.
Fue durante el proceso de reestructuración macroeconómica y financiera (destinado a abrir las fronteras del mundo al capitalismo transnacional), el cual se inició en los primeros años de la década de 1980 y culminó en 1999 (la era de la "revolución bancaria") y cuando el Congreso estadounidense adoptó el Acta de Modernización de los Servicios Financieros durante la administración Clinton, que los conglomerados gigantes de Wall Street consolidaron su dominación financiera global.
De la mano de las "reformas económicas" impuestas planetariamente desde el FMI y la OMC, en la década del 90 en el mundo periférico, los mega-bancos de "inversión", las firmas de brokers, los inversores institucionales y las compañías de seguros podían "invertir" (léase depredar) libremente (exentos de impuestos) en cualquier negocio e integrar completamente sus operaciones financieras en Asia, África o América Latina.
Con la llamada doctrina del "Consenso de Washington" fueron destruidos sistemáticamente los Estados nacionales y sus legislaciones protectoras en nombre del "libre mercado" y la "apertura económica". Y -de la mano de las transferencias computarizadas- nació la era del "capitalismo sin fronteras" desde la matriz del sistema financiero imperial con asiento en Wall Street.
El modelo, impulsado en la década del 90 por el llamado Consenso de Washington (un foro en las sombras del lobby sionista de poder mundial), respondía a un nuevo proyecto estratégico de desarrollo y acumulación expansiva del capitalismo financiero transnacional, en la era de las comunicaciones digitales.
La combinación interactiva de las redes informáticas, el sistema satelital y las telecomunicaciones, posibilitaron la era de los mercados informatizados y sin fronteras.
Así nació la era de la globalización financiera. La industria del dinero especulativo en alta escala. El dinero como productor de dinero. Circulando sin barreras. El dinero como un producto en sí mismo. El dinero informático, reproduciéndose a velocidades increíbles a través de los continentes.
Mediante las redes planetarias de transacciones informatizadas (realizadas al segundo y en cualquier escala) el sistema "globalizado e interactivo" del capitalismo transnacionalizado fue nivelado como "único modelo de economía" a escala planetaria.
De esta manera se consumó el proceso de acumulación y concentración capitalista más asombroso de toda la historia. La llamada burbuja financiera o "exuberancia irracional" (el más alto nivel histórico de rentabilidad capitalista), con base territorial y operativa en Wall Street y en las metrópolis financieras de Europa (las terminales centrales de la red).
Destruidas las redes de los "Estados nacionales", "abiertas" sus economías y desmanteladas sus empresas públicas y legislaciones protectoras comenzó la "era del libre mercado" cuyas bases fueron establecidas por la "revolución bancaria" de Clinton (y del Consenso de Washington) en la década del 90.
En un ciclo de reproducción perversa del "dinero por el dinero mismo" (transferencias informatizadas a escala global) la dinámica de los grupos financieros súper-concentrados revela el predominio del capital especulativo (dinero sin fronteras) sobre el productivo, como dato más sobresaliente y distintivo de la llamada "globalización" del sistema capitalista en decadencia.
Como se sabe, y lo destacan una multitud de expertos, EEUU, la locomotora del sistema capitalista "globalizado", ha sustituido a la "economía real" por la "economía bancaria", o sea, ha sustituido a la "economía de los recursos genuinos" (respaldados por la producción) por la "economía de los papeles" (acciones de deuda sin respaldo) circulando por los mercados financieros globales.
A esta era siniestra de la depredación capitalista en alta escala, con base en la especulación financiera nivelada como industria a escala planetaria, se la denominó "Globalización".
En términos reales la "Globalización" no fue otra cosa que la incorporación institucional de los "ex Estados nacionales" como satélites dependientes de la red económica-productiva y financiera al sistema capitalista trasnacional dominante hegemonizado por EEUU y Europa.
Los "Estados nacionales" de Asia, África y América Latina fueron convertidos en "Estados transnacionales" y los países ya no tuvieron vida independiente sino dentro del modelo (la nivelación económica se complementó con la nivelación política, militar y social).
De esta manera, el "Estado nacional" (del capitalismo local) fue sustituido por el "Estado privatizado" al servicio del capitalismo transnacional dentro de un modelo de política y economía nivelados por la ideología de la sociedad de consumo.
Los países periféricos se convirtieron en "economías de enclave" y comenzaron a transferir (a través de la red global) enormes recursos financieros (producto de la depredación económica) a los países centrales.
Estos recursos, finalmente, fueron utilizados para una segunda fase complementaria de explotación y rentabilidad capitalista en alta escala: La especulación financiera sin fronteras a escala planetaria.
Y, como no podía ser de otra manera, en la década del 90, en la catedral imperial de Wall Street nació la "burbuja financiera", o el reinado de la "economía de papel".
Se trató (y se trata todavía) de la máxima abstracción de la rentabilidad capitalista: La reproducción del dinero por el dinero mismo, fijando reglas y dinámicas propias por encima del sistema productivo real.
En un salto cualitativo transformacional inédito, el sistema capitalista, dueño de los Estados (centrales y dependientes) y de sus sistemas económicos productivos, consumó lo que parecía imposible: La creación de una "economía de papel" sin respaldo de la economía real.
B) Los dueños de la red
En el tablero de la especulación y la concentración capitalista a alta escala el dinero durante las crisis financieras (como la que está sucediendo) no se evapora, solamente pasa de unas manos a otras en un mayor nivel de concentración.
De acuerdo con las leyes históricas del capitalismo, para que se produzca la concentración monopólica de la riqueza, debe generarse (a través de la competencia capitalista por el mercado y la rentabilidad ) un proceso de alta circulación de dinero y de ganancias (burbuja), primero, y otro de retracción de ganancias con escasez del dinero circulante (crisis) después.
A estas dos instancias rectoras se agrega, en la era de la globalización, la "regulación darwiniana" del mercado por medio de las "burbujas" (periodos expansivos) y las "crisis" (periodos depresivos), tras las cuales los grupos más poderosos y diversificados (y con mayor control político de la economía a través de los Estados capitalistas) absorben a los grupos más débiles y continúan con una nueva fase del proceso de rentabilidad y concentración de riqueza.
O sea, deben haber "burbujas" y "crisis" financieras, donde unos pierden y otros ganan, y donde los monopolios más súper-concentrados del sistema capitalista se degluten y/o absorben a los menos concentrados (el pez grande se come al chico).
Esta dinámica es la que ha posibilitado la existencia de bancos y trasnacionales (la mayoría abrumante con asiento en Wall Street) que facturan ganancias y tienen activos equivalentes a los presupuestos y al PBI de decenas de países juntos del llamado "mundo periférico" (los "mercados emergentes").
El actual colapso en EEUU posibilita una reestructuración del sistema financiero imperial (nivelado planetariamente) mediante compras de acciones y activos en bancarrota y oleadas de fusiones corporativas, donde el pez más grande (y diversificado) se come al chico, en una dinámica darwinista aplicada en el sector financiero.
Este proceso permite la consolidación de un puñado de conglomerados financieros globales "ganadores" de la crisis que se comen a las instituciones quebradas mediante compras o fusiones forzadas.
Una crisis, es antes que nada un reciclamiento del sistema: Lo que estaba en un casillero, se traslada a otro. Lo que estaba en Merrill Linch se recicló en el tablero contable de Bank Of América que compró a la entidad semiquebrada.
En el actual proceso, los que ya se perfilan como "grandes ganadores" son el Bank of America (que compró a Merril Lynch y se consolida como la mayor institución financiera del mundo) y JP Morgan Chase que acaba de comprar los activos del mayor banco de ahorro y préstamo de EEUU, Washington Mutual, vendidos en subasta después de que la institución fuera intervenida por las autoridades.
A su vez, las "crisis" están impulsadas por grupos que conocen información confidencial del movimiento monetario y de las decisiones de la Reserva Federal de EEUU lo que les permite predecir acontecimientos.
Las quiebras y las bajas accionarias, a su vez, se manejan con rumores e información manipulada (por ejemplo la "quiebra" anticipada de alguna institución) que generan temor y caos en los mercados.
Luego esos grupos, utilizando créditos multimillonarios sin respaldo real (sistema de apalancamiento) compran las acciones de las corporaciones quebradas a precio de ganga como sucedió con Merrill Linch, Washington Mutual, y está por suceder con Lehman Brothers y otros gigantes en "lista de espera".
Estas operaciones de ganancias con las "crisis" y las "burbujas" son controladas por los grupos súper-concentrados sionistas (con central operativa en Wall Street y en las metrópolis europeas) que controlan las redes del sistema capitalista globalizado, cuyas filiales y casas matrices pueden estar en Europa, Asia, o en cualquier continente, pero tienen su terminal en Wall Street.
La información preliminar de los movimientos y decisiones de la Reserva Federal, conforma la materia prima de estas gigantescas operaciones de depredación capitalista a escala planetaria con la especulación financiera que realizan los grupos sionistas súper-concentrados que controlan los resortes básicos del poder económico en el Imperio locomotora del capitalismo.
El complejo entramado de "vasos comunicantes" entre el capitalismo financiero, tecnológico, industrial, de servicios, informático y comunicacional (controlado mayoritariamente por grupos del lobby sionista estadounidense-europeo) revela un grado increíble de concentración, diversificación, e intereses comunes de las megacorporaciones transnacionales que se dividen el planeta como un gran mercado.
Su inserción en el Congreso y en la Casa Blanca, los contactos con la CIA y la inteligencia estadounidense, sus ramificaciones en el Pentágono y en el Complejo Militar Industrial de EEUU, le permite al lobby sionista de Nueva York (el dueño de la red global) tener conocimiento previo de las decisiones de política exterior y de seguridad nacional que influyen en los mercados globales de la red capitalista.
El lobby sionista no está solamente en la Casa Blanca sino que abarca todos los niveles de las operaciones del capitalismo trasnacional, cuyo diseño estratégico está en la cabeza de los grandes charmans y ejecutivos de bancos y consorcios multinacionales que se sientan en el Consenso de Washington y se reparten el planeta como si fuera un pastel.
En la práctica se trata de un poder mundial conformado por una estructura de estrategas y tecnócratas que operan las redes industriales, tecnológicas, militares, financieras y mediáticas del capitalismo trasnacional extendido por los cuatro puntos cardinales del planeta.
Son los dueños de la red: Los que deciden el destino del "capitalismo globalizado".
C) El estallido de la red
Proyectado en secuencia: El "lunes negro" de los mercados globales del 15 de septiembre pasado, que registró el mayor derrumbe de Wall Street desde el 11-S, trasformó la crisis hipotecaria en crisis crediticia e instaló oficialmente la crisis financiera con recesión proyectada desde las economías centrales a los países emergentes y periféricos del sistema capitalista a escala global.
Desde entonces, y ante la impotencia de la Casa Blanca y del establishment del poder estadounidense, la "burbuja financiera" del capitalismo especulador sin fronteras de Wall Street, la reproducción del dinero por el dinero mismo, estalló y se desmorona sobre las mismos cimientos de la red global que inventó.
De esta manera, lo que comenzó como crisis hipotecaria en septiembre de 2007, luego transformada en crisis crediticia y colapso bancario generalizado, hoy ya toca los umbrales de una crisis del sistema capitalista a escala global.
En consecuencia: El cóctel crisis del crédito-caída de la producción-desempleo masivo ya se proyecta como efecto inmediato de la crisis financiera con caída bancaria y derrumbe de bolsas a escala global con epicentro en EEUU y Europa.
Según las primeras autoridades del sistema capitalista (Reserva Federal USA, BCE, FMI, Banco Mundial; OCDE, G-8) EEUU y las quince naciones de la zona euro, países que en conjunto representan más de la mitad de la economía mundial, o ya están en recesión o enfrentan significativos riesgos de entrar en recesión en los próximos meses.
EEUU y Europa (el corazón del Imperio económico "unipolar") por lo tanto, se han convertido ya en el epicentro de la crisis crediticia emergente del derrumbe globalizado de los mercados que "institucionalizó" en la economía real la multiplicación y potencialización del proceso inflacionario-recesivo en las primeras potencias económicas del sistema.
La crisis que hizo estallar la red financiera global, como fue planteada hasta ahora, viró de lo "financiero" hacia lo "económico-.financiero": Tuvo un epicentro en la crisis hipotecaria de EEUU, se expandió a los mercados financieros globales (subdesarrollados y desarrollados), y ahora ya toca variables estructurales de la "economía real" por medio del proceso desatado por el cóctel suba del petróleo + suba de alimentos = proceso inflacionario, que ya padecen las economías centrales del sistema capitalista: EEUU, Unión Europea y China.
¿Porqué estalló la red?
La filosofía especuladora del "apalancamiento" (una economía virtual montada sobre el crédito y el endeudamiento) estalló cuando la "falta de confianza" de los tenedores de bonos y acciones (el dinero de papel) los llevó a "efectivizarlos" en dinero real.
Allí se destapó la mentira y la falta de respaldo de decenas de billones de dólares transferidos por asentamientos financieros y papeles que, cuando los tenedores quisieron convertirlos en dinero contante y sonante se encontraron con la sorpresa de que el efectivo no estaba donde debería estar: Los bancos.
En resumen, y como resultante del proceso, los tenedores de los bonos subprime "desvalorizados" decidieron venderlos en masa generando un colapso generalizado (de todos los índices y acciones) de los mercados financieros en EEUU, Europa, Asia y América Latina.
Los gigantes bancarios e hipotecarios comenzaron a derrumbarse arrastrando consigo a todo el sistema financiero imperial.
Hay expertos que sostienen que un equivalente billonario a más de un PBI de EEUU y Europa juntos circula en papeles sin respaldo de la "burbuja financiera" que se generó en Wall Street en la década del noventa desparramando ganancia especulativa a escala planetaria.
Las "súper-fortunas" personales, los "súper-activos" empresariales se nutrieron de este macro-robo monumental del capitalismo financiero especulador que inventó una economía paralela: La economía de papel.
Esa economía es la que hoy está estallando junto con los macrobancos y macroempresas que lideraron la depredación capitalista (a través de la red globalizada) y que hoy se encuentran con sus bóvedas sobrecargadas de papeles sin valor: La chatarra de la "burbuja financiera".
En un escenario marcado por el derrumbe bursátil y las quiebras de los gigantes bancarios del Imperio las autoridades monetarias de EEUU y Europa (la "computadora madre") iniciaron el mega rescate de los bancos para evitar que las turbulencias financieras contaminen la economía real y se proyecten por toda la red a escala global.
Hasta ahora (incluido el mega-rescate de la Casa Blanca) los esfuerzos han concluido en un fracaso mientras los países globalizados de la red, en un efecto dominó, comienzan a sentir las consecuencias del colapso financiero imperial en sus economías reales.
Y los expertos y macroeconomistas ya comienzan a barajar alternativas a la "crisis del Imperio del dólar" mientras surge una pregunta de fondo: ¿Podrá sobrevivir el sistema capitalista globalizado sin la hegemonía de EEUU?
Una pregunta clave que será materia de un próximo informe que estamos elaborando.
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(*) Manuel Freytas es periodista, investigador y analista, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
Enlace a IAR Noticias
Al contrario de lo que pregonan los analistas y autoridades del sistema, el colapso económico-financiero, originado en EEUU, y que ya se proyecta a las economías centrales y periféricas a escala global, no se trata de una "falla de las normas de regulación y control financiero", sino de una reestructuración económica-financiera global impulsada por la dinámica histórica de concentración del capital en pocas manos.
Manuel Freytas
Este proceso (donde se aprovechan tanto las "burbujas" como las "crisis" para generar rentabilidad capitalista) permite la consolidación de un puñado de conglomerados financieros globales "ganadores" de la crisis que se degluten a las instituciones quebradas mediante compras o fusiones forzadas.
No se trata (como quieren hacer creer las autoridades del sistema) de una "crisis involuntaria" sino de un proceso inducido de acumulación capitalista a través de la especulación financiera que terminó (como efecto no deseado) impactando en las variables de la economía real con las sociedades (sobre todo las más desprotegidas) pagando el costo del nuevo proceso de acumulación capitalista.
A) La red global
Imaginemos al sistema capitalista "globalizado" como una gran red tejida en los cuatro puntos cardinales del planeta, desde el Este al Oeste y del polo Norte al polo Sur.
Luego imaginemos las líneas (económicas-financieras-tecnológicas) de esa red convergiendo en dos puntos terminales: EEUU y Europa.
Una gigantesca telaraña de más de doscientos países, con sus correspondientes sistemas económicos productivos y sociedades de consumo nivelados en un mismo marco operativo y en un mismo "programa capitalista" y convergiendo en un centro geográfico imperial: Las metrópolis imperiales (los centros comerciales-financieros) de EEUU y la Unión Europea.
La existencia de esta red (fácil de comprobar investigando los sistemas económicos-productivos-financieros y los comercios exteriores de los países centrales y periféricos) se superpone a cualquier teoría macroeconómica o calificación "filosófica" a priori del sistema capitalista de la era de las computadoras.
Todo lo que sucede en la red planetaria del "capitalismo globalizado" se programa y nivela planetariamente desde ese centro estratégico (la "computadora madre") desde donde se diseña y exporta (a toda la red) desde "modelos económicos", "modelos jurídicos-institucionales", "modelos militares", hasta "modelos sociales" fundamentados en la ideología de consumo capitalista.
Hasta ahora, luego de la caída de la URSS y el advenimiento del "nuevo orden mundial" en la década pasada, a ese centro del dominio planetario capitalista se lo denominó "Imperio unipolar" (o reinado del Imperio del dólar), con EEUU cumpliendo el rol de "computadora madre" (servidor) y con el resto de las potencias "occidentales" acopladas como "terminales centrales" del sistema.
Fue durante el proceso de reestructuración macroeconómica y financiera (destinado a abrir las fronteras del mundo al capitalismo transnacional), el cual se inició en los primeros años de la década de 1980 y culminó en 1999 (la era de la "revolución bancaria") y cuando el Congreso estadounidense adoptó el Acta de Modernización de los Servicios Financieros durante la administración Clinton, que los conglomerados gigantes de Wall Street consolidaron su dominación financiera global.
De la mano de las "reformas económicas" impuestas planetariamente desde el FMI y la OMC, en la década del 90 en el mundo periférico, los mega-bancos de "inversión", las firmas de brokers, los inversores institucionales y las compañías de seguros podían "invertir" (léase depredar) libremente (exentos de impuestos) en cualquier negocio e integrar completamente sus operaciones financieras en Asia, África o América Latina.
Con la llamada doctrina del "Consenso de Washington" fueron destruidos sistemáticamente los Estados nacionales y sus legislaciones protectoras en nombre del "libre mercado" y la "apertura económica". Y -de la mano de las transferencias computarizadas- nació la era del "capitalismo sin fronteras" desde la matriz del sistema financiero imperial con asiento en Wall Street.
El modelo, impulsado en la década del 90 por el llamado Consenso de Washington (un foro en las sombras del lobby sionista de poder mundial), respondía a un nuevo proyecto estratégico de desarrollo y acumulación expansiva del capitalismo financiero transnacional, en la era de las comunicaciones digitales.
La combinación interactiva de las redes informáticas, el sistema satelital y las telecomunicaciones, posibilitaron la era de los mercados informatizados y sin fronteras.
Así nació la era de la globalización financiera. La industria del dinero especulativo en alta escala. El dinero como productor de dinero. Circulando sin barreras. El dinero como un producto en sí mismo. El dinero informático, reproduciéndose a velocidades increíbles a través de los continentes.
Mediante las redes planetarias de transacciones informatizadas (realizadas al segundo y en cualquier escala) el sistema "globalizado e interactivo" del capitalismo transnacionalizado fue nivelado como "único modelo de economía" a escala planetaria.
De esta manera se consumó el proceso de acumulación y concentración capitalista más asombroso de toda la historia. La llamada burbuja financiera o "exuberancia irracional" (el más alto nivel histórico de rentabilidad capitalista), con base territorial y operativa en Wall Street y en las metrópolis financieras de Europa (las terminales centrales de la red).
Destruidas las redes de los "Estados nacionales", "abiertas" sus economías y desmanteladas sus empresas públicas y legislaciones protectoras comenzó la "era del libre mercado" cuyas bases fueron establecidas por la "revolución bancaria" de Clinton (y del Consenso de Washington) en la década del 90.
En un ciclo de reproducción perversa del "dinero por el dinero mismo" (transferencias informatizadas a escala global) la dinámica de los grupos financieros súper-concentrados revela el predominio del capital especulativo (dinero sin fronteras) sobre el productivo, como dato más sobresaliente y distintivo de la llamada "globalización" del sistema capitalista en decadencia.
Como se sabe, y lo destacan una multitud de expertos, EEUU, la locomotora del sistema capitalista "globalizado", ha sustituido a la "economía real" por la "economía bancaria", o sea, ha sustituido a la "economía de los recursos genuinos" (respaldados por la producción) por la "economía de los papeles" (acciones de deuda sin respaldo) circulando por los mercados financieros globales.
A esta era siniestra de la depredación capitalista en alta escala, con base en la especulación financiera nivelada como industria a escala planetaria, se la denominó "Globalización".
En términos reales la "Globalización" no fue otra cosa que la incorporación institucional de los "ex Estados nacionales" como satélites dependientes de la red económica-productiva y financiera al sistema capitalista trasnacional dominante hegemonizado por EEUU y Europa.
Los "Estados nacionales" de Asia, África y América Latina fueron convertidos en "Estados transnacionales" y los países ya no tuvieron vida independiente sino dentro del modelo (la nivelación económica se complementó con la nivelación política, militar y social).
De esta manera, el "Estado nacional" (del capitalismo local) fue sustituido por el "Estado privatizado" al servicio del capitalismo transnacional dentro de un modelo de política y economía nivelados por la ideología de la sociedad de consumo.
Los países periféricos se convirtieron en "economías de enclave" y comenzaron a transferir (a través de la red global) enormes recursos financieros (producto de la depredación económica) a los países centrales.
Estos recursos, finalmente, fueron utilizados para una segunda fase complementaria de explotación y rentabilidad capitalista en alta escala: La especulación financiera sin fronteras a escala planetaria.
Y, como no podía ser de otra manera, en la década del 90, en la catedral imperial de Wall Street nació la "burbuja financiera", o el reinado de la "economía de papel".
Se trató (y se trata todavía) de la máxima abstracción de la rentabilidad capitalista: La reproducción del dinero por el dinero mismo, fijando reglas y dinámicas propias por encima del sistema productivo real.
En un salto cualitativo transformacional inédito, el sistema capitalista, dueño de los Estados (centrales y dependientes) y de sus sistemas económicos productivos, consumó lo que parecía imposible: La creación de una "economía de papel" sin respaldo de la economía real.
B) Los dueños de la red
En el tablero de la especulación y la concentración capitalista a alta escala el dinero durante las crisis financieras (como la que está sucediendo) no se evapora, solamente pasa de unas manos a otras en un mayor nivel de concentración.
De acuerdo con las leyes históricas del capitalismo, para que se produzca la concentración monopólica de la riqueza, debe generarse (a través de la competencia capitalista por el mercado y la rentabilidad ) un proceso de alta circulación de dinero y de ganancias (burbuja), primero, y otro de retracción de ganancias con escasez del dinero circulante (crisis) después.
A estas dos instancias rectoras se agrega, en la era de la globalización, la "regulación darwiniana" del mercado por medio de las "burbujas" (periodos expansivos) y las "crisis" (periodos depresivos), tras las cuales los grupos más poderosos y diversificados (y con mayor control político de la economía a través de los Estados capitalistas) absorben a los grupos más débiles y continúan con una nueva fase del proceso de rentabilidad y concentración de riqueza.
O sea, deben haber "burbujas" y "crisis" financieras, donde unos pierden y otros ganan, y donde los monopolios más súper-concentrados del sistema capitalista se degluten y/o absorben a los menos concentrados (el pez grande se come al chico).
Esta dinámica es la que ha posibilitado la existencia de bancos y trasnacionales (la mayoría abrumante con asiento en Wall Street) que facturan ganancias y tienen activos equivalentes a los presupuestos y al PBI de decenas de países juntos del llamado "mundo periférico" (los "mercados emergentes").
El actual colapso en EEUU posibilita una reestructuración del sistema financiero imperial (nivelado planetariamente) mediante compras de acciones y activos en bancarrota y oleadas de fusiones corporativas, donde el pez más grande (y diversificado) se come al chico, en una dinámica darwinista aplicada en el sector financiero.
Este proceso permite la consolidación de un puñado de conglomerados financieros globales "ganadores" de la crisis que se comen a las instituciones quebradas mediante compras o fusiones forzadas.
Una crisis, es antes que nada un reciclamiento del sistema: Lo que estaba en un casillero, se traslada a otro. Lo que estaba en Merrill Linch se recicló en el tablero contable de Bank Of América que compró a la entidad semiquebrada.
En el actual proceso, los que ya se perfilan como "grandes ganadores" son el Bank of America (que compró a Merril Lynch y se consolida como la mayor institución financiera del mundo) y JP Morgan Chase que acaba de comprar los activos del mayor banco de ahorro y préstamo de EEUU, Washington Mutual, vendidos en subasta después de que la institución fuera intervenida por las autoridades.
A su vez, las "crisis" están impulsadas por grupos que conocen información confidencial del movimiento monetario y de las decisiones de la Reserva Federal de EEUU lo que les permite predecir acontecimientos.
Las quiebras y las bajas accionarias, a su vez, se manejan con rumores e información manipulada (por ejemplo la "quiebra" anticipada de alguna institución) que generan temor y caos en los mercados.
Luego esos grupos, utilizando créditos multimillonarios sin respaldo real (sistema de apalancamiento) compran las acciones de las corporaciones quebradas a precio de ganga como sucedió con Merrill Linch, Washington Mutual, y está por suceder con Lehman Brothers y otros gigantes en "lista de espera".
Estas operaciones de ganancias con las "crisis" y las "burbujas" son controladas por los grupos súper-concentrados sionistas (con central operativa en Wall Street y en las metrópolis europeas) que controlan las redes del sistema capitalista globalizado, cuyas filiales y casas matrices pueden estar en Europa, Asia, o en cualquier continente, pero tienen su terminal en Wall Street.
La información preliminar de los movimientos y decisiones de la Reserva Federal, conforma la materia prima de estas gigantescas operaciones de depredación capitalista a escala planetaria con la especulación financiera que realizan los grupos sionistas súper-concentrados que controlan los resortes básicos del poder económico en el Imperio locomotora del capitalismo.
El complejo entramado de "vasos comunicantes" entre el capitalismo financiero, tecnológico, industrial, de servicios, informático y comunicacional (controlado mayoritariamente por grupos del lobby sionista estadounidense-europeo) revela un grado increíble de concentración, diversificación, e intereses comunes de las megacorporaciones transnacionales que se dividen el planeta como un gran mercado.
Su inserción en el Congreso y en la Casa Blanca, los contactos con la CIA y la inteligencia estadounidense, sus ramificaciones en el Pentágono y en el Complejo Militar Industrial de EEUU, le permite al lobby sionista de Nueva York (el dueño de la red global) tener conocimiento previo de las decisiones de política exterior y de seguridad nacional que influyen en los mercados globales de la red capitalista.
El lobby sionista no está solamente en la Casa Blanca sino que abarca todos los niveles de las operaciones del capitalismo trasnacional, cuyo diseño estratégico está en la cabeza de los grandes charmans y ejecutivos de bancos y consorcios multinacionales que se sientan en el Consenso de Washington y se reparten el planeta como si fuera un pastel.
En la práctica se trata de un poder mundial conformado por una estructura de estrategas y tecnócratas que operan las redes industriales, tecnológicas, militares, financieras y mediáticas del capitalismo trasnacional extendido por los cuatro puntos cardinales del planeta.
Son los dueños de la red: Los que deciden el destino del "capitalismo globalizado".
C) El estallido de la red
Proyectado en secuencia: El "lunes negro" de los mercados globales del 15 de septiembre pasado, que registró el mayor derrumbe de Wall Street desde el 11-S, trasformó la crisis hipotecaria en crisis crediticia e instaló oficialmente la crisis financiera con recesión proyectada desde las economías centrales a los países emergentes y periféricos del sistema capitalista a escala global.
Desde entonces, y ante la impotencia de la Casa Blanca y del establishment del poder estadounidense, la "burbuja financiera" del capitalismo especulador sin fronteras de Wall Street, la reproducción del dinero por el dinero mismo, estalló y se desmorona sobre las mismos cimientos de la red global que inventó.
De esta manera, lo que comenzó como crisis hipotecaria en septiembre de 2007, luego transformada en crisis crediticia y colapso bancario generalizado, hoy ya toca los umbrales de una crisis del sistema capitalista a escala global.
En consecuencia: El cóctel crisis del crédito-caída de la producción-desempleo masivo ya se proyecta como efecto inmediato de la crisis financiera con caída bancaria y derrumbe de bolsas a escala global con epicentro en EEUU y Europa.
Según las primeras autoridades del sistema capitalista (Reserva Federal USA, BCE, FMI, Banco Mundial; OCDE, G-8) EEUU y las quince naciones de la zona euro, países que en conjunto representan más de la mitad de la economía mundial, o ya están en recesión o enfrentan significativos riesgos de entrar en recesión en los próximos meses.
EEUU y Europa (el corazón del Imperio económico "unipolar") por lo tanto, se han convertido ya en el epicentro de la crisis crediticia emergente del derrumbe globalizado de los mercados que "institucionalizó" en la economía real la multiplicación y potencialización del proceso inflacionario-recesivo en las primeras potencias económicas del sistema.
La crisis que hizo estallar la red financiera global, como fue planteada hasta ahora, viró de lo "financiero" hacia lo "económico-.financiero": Tuvo un epicentro en la crisis hipotecaria de EEUU, se expandió a los mercados financieros globales (subdesarrollados y desarrollados), y ahora ya toca variables estructurales de la "economía real" por medio del proceso desatado por el cóctel suba del petróleo + suba de alimentos = proceso inflacionario, que ya padecen las economías centrales del sistema capitalista: EEUU, Unión Europea y China.
¿Porqué estalló la red?
La filosofía especuladora del "apalancamiento" (una economía virtual montada sobre el crédito y el endeudamiento) estalló cuando la "falta de confianza" de los tenedores de bonos y acciones (el dinero de papel) los llevó a "efectivizarlos" en dinero real.
Allí se destapó la mentira y la falta de respaldo de decenas de billones de dólares transferidos por asentamientos financieros y papeles que, cuando los tenedores quisieron convertirlos en dinero contante y sonante se encontraron con la sorpresa de que el efectivo no estaba donde debería estar: Los bancos.
En resumen, y como resultante del proceso, los tenedores de los bonos subprime "desvalorizados" decidieron venderlos en masa generando un colapso generalizado (de todos los índices y acciones) de los mercados financieros en EEUU, Europa, Asia y América Latina.
Los gigantes bancarios e hipotecarios comenzaron a derrumbarse arrastrando consigo a todo el sistema financiero imperial.
Hay expertos que sostienen que un equivalente billonario a más de un PBI de EEUU y Europa juntos circula en papeles sin respaldo de la "burbuja financiera" que se generó en Wall Street en la década del noventa desparramando ganancia especulativa a escala planetaria.
Las "súper-fortunas" personales, los "súper-activos" empresariales se nutrieron de este macro-robo monumental del capitalismo financiero especulador que inventó una economía paralela: La economía de papel.
Esa economía es la que hoy está estallando junto con los macrobancos y macroempresas que lideraron la depredación capitalista (a través de la red globalizada) y que hoy se encuentran con sus bóvedas sobrecargadas de papeles sin valor: La chatarra de la "burbuja financiera".
En un escenario marcado por el derrumbe bursátil y las quiebras de los gigantes bancarios del Imperio las autoridades monetarias de EEUU y Europa (la "computadora madre") iniciaron el mega rescate de los bancos para evitar que las turbulencias financieras contaminen la economía real y se proyecten por toda la red a escala global.
Hasta ahora (incluido el mega-rescate de la Casa Blanca) los esfuerzos han concluido en un fracaso mientras los países globalizados de la red, en un efecto dominó, comienzan a sentir las consecuencias del colapso financiero imperial en sus economías reales.
Y los expertos y macroeconomistas ya comienzan a barajar alternativas a la "crisis del Imperio del dólar" mientras surge una pregunta de fondo: ¿Podrá sobrevivir el sistema capitalista globalizado sin la hegemonía de EEUU?
Una pregunta clave que será materia de un próximo informe que estamos elaborando.
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(*) Manuel Freytas es periodista, investigador y analista, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
Enlace a IAR Noticias
FMI: el fin de una era
La Jornada
El director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, afirmó ayer, en relación con la grave situación originada en la crisis del sector hipotecario estadunidense, que “hace falta reformar” el sistema financiero mundial y que es necesario “reglamentar detalladamente las instituciones y los mercados”. Asimismo, de manera por demás sorpresiva señaló que “el mercado no sana al mercado” y condenó “la irresponsabilidad de un sistema que se desarrolla sin una relación con la economía real”.
En una circunstancia distinta de la presente, habría sido casi imposible suponer que los asertos comentados pudieran provenir de un funcionario como Dominique Strauss-Kahn –conocido por una orientación económica profundamente neoliberal, no obstante su militancia en el Partido Socialista Francés–, y mucho menos de un organismo como el FMI, que ha defendido históricamente –sobre todo desde su adhesión al llamado Consenso de Washington en la década de los 80– todo lo contrario a lo que ahora evocan las declaraciones de su dirigente: la liberalización de capitales y mercancías, la desregulación financiera y la conducción del Estado a la languidez por vía de privatizaciones y la reducción del presupuesto estatal en áreas sociales; todos ellos postulados fundamentales del neoliberalismo. Desde esa perspectiva, la reacción del dirigente del FMI ante la crisis actual es indicador contundente de que el mundo asiste, en el momento actual, al fin de una etapa histórica y al colapso del modelo económico neoliberal, paradójicamente como consecuencia de la aplicación de sus propios preceptos ideológicos.
Por otra parte, las afirmaciones del funcionario no dejan de revestir por lo menos una profunda incongruencia en relación con lo que han sido las prácticas recientes del organismo que encabeza. Al insinuar la necesidad de una revisión de las directrices vigentes en el manejo de la economía mundial, ahora que en el centro de las turbulencias se encuentra la nación más poderosa del orbe, Strauss-Kahn omite que el FMI ha hecho todo lo contrario cuando las mismas normativas han causado severas catástrofes económicas, sociales y políticas en regiones del “mundo periférico”, como América Latina. De hecho, ante las agitaciones y debacles financieras en los llamados países en desarrollo, el FMI no ha tenido más receta que sacrificar a los sectores mayoritarios de la población, perseguir la tranquilidad de los inversionistas –sobre todo los extranjeros–, reducir el sector público y emprender acciones antipopulares como el congelamiento de los salarios y la liberalización de precios.
Significativamente, Estados Unidos se puede dar el lujo de desatender las “recomendaciones” del FMI sin temor a sufrir represalias –algo que no pueden hacer los llamados países del tercer mundo–, y posee poder de veto en cuanto a las decisiones estratégicas del organismo. En conjunto, estos elementos confirman el alineamiento de esa institución con los intereses del mundo industrializado occidental, intereses que por lo regular chocan con las necesidades de desarrollo de las llamadas economías emergentes y del conjunto de los países pobres.
En suma, la magnitud de la crisis financiera actual ha evidenciado, en efecto, las flaquezas de un modelo económico que debe ser sometido a revisión. Para ello, sin embargo, habría que empezar precisamente por reorientar el papel de organismos financieros internacionales que, como el propio FMI, han jugado un papel central en el avance mundial de una visión fundamentalista de libre mercado que hoy parece resquebrajarse.
El director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, afirmó ayer, en relación con la grave situación originada en la crisis del sector hipotecario estadunidense, que “hace falta reformar” el sistema financiero mundial y que es necesario “reglamentar detalladamente las instituciones y los mercados”. Asimismo, de manera por demás sorpresiva señaló que “el mercado no sana al mercado” y condenó “la irresponsabilidad de un sistema que se desarrolla sin una relación con la economía real”.
En una circunstancia distinta de la presente, habría sido casi imposible suponer que los asertos comentados pudieran provenir de un funcionario como Dominique Strauss-Kahn –conocido por una orientación económica profundamente neoliberal, no obstante su militancia en el Partido Socialista Francés–, y mucho menos de un organismo como el FMI, que ha defendido históricamente –sobre todo desde su adhesión al llamado Consenso de Washington en la década de los 80– todo lo contrario a lo que ahora evocan las declaraciones de su dirigente: la liberalización de capitales y mercancías, la desregulación financiera y la conducción del Estado a la languidez por vía de privatizaciones y la reducción del presupuesto estatal en áreas sociales; todos ellos postulados fundamentales del neoliberalismo. Desde esa perspectiva, la reacción del dirigente del FMI ante la crisis actual es indicador contundente de que el mundo asiste, en el momento actual, al fin de una etapa histórica y al colapso del modelo económico neoliberal, paradójicamente como consecuencia de la aplicación de sus propios preceptos ideológicos.
Por otra parte, las afirmaciones del funcionario no dejan de revestir por lo menos una profunda incongruencia en relación con lo que han sido las prácticas recientes del organismo que encabeza. Al insinuar la necesidad de una revisión de las directrices vigentes en el manejo de la economía mundial, ahora que en el centro de las turbulencias se encuentra la nación más poderosa del orbe, Strauss-Kahn omite que el FMI ha hecho todo lo contrario cuando las mismas normativas han causado severas catástrofes económicas, sociales y políticas en regiones del “mundo periférico”, como América Latina. De hecho, ante las agitaciones y debacles financieras en los llamados países en desarrollo, el FMI no ha tenido más receta que sacrificar a los sectores mayoritarios de la población, perseguir la tranquilidad de los inversionistas –sobre todo los extranjeros–, reducir el sector público y emprender acciones antipopulares como el congelamiento de los salarios y la liberalización de precios.
Significativamente, Estados Unidos se puede dar el lujo de desatender las “recomendaciones” del FMI sin temor a sufrir represalias –algo que no pueden hacer los llamados países del tercer mundo–, y posee poder de veto en cuanto a las decisiones estratégicas del organismo. En conjunto, estos elementos confirman el alineamiento de esa institución con los intereses del mundo industrializado occidental, intereses que por lo regular chocan con las necesidades de desarrollo de las llamadas economías emergentes y del conjunto de los países pobres.
En suma, la magnitud de la crisis financiera actual ha evidenciado, en efecto, las flaquezas de un modelo económico que debe ser sometido a revisión. Para ello, sin embargo, habría que empezar precisamente por reorientar el papel de organismos financieros internacionales que, como el propio FMI, han jugado un papel central en el avance mundial de una visión fundamentalista de libre mercado que hoy parece resquebrajarse.
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Neoliberalismo
domingo, 28 de septiembre de 2008
Nuevo orden geopolítico mundial: fin del Acto Primero
Immanuel Wallerstein
Sería un error subestimar la importancia del acuerdo que el 9 de septiembre tomaron Nicolas Sarkozy de Francia, en su capacidad de actual presidente de la Unión Europea (UE), y Dimitri Medvedev, presidente de Rusia. Es un acuerdo que marca el fin definitivo del Acto Primero del nuevo orden geopolítico mundial. ¿Qué se decidió? Los rusos accedieron a retirar todas sus tropas de lo que se conocen como “áreas centrales de Georgia”, o “Georgia, propiamente”, es decir, las partes de Georgia que los rusos reconocen como Georgia.
Estas tropas están siendo remplazadas por 200 monitores de la UE, y es algo que se emprende con base en las garantías ofrecidas por la UE de que no habrá ningún uso de fuerza contra Osetia del Sur y Abjazia.
El asunto del reconocimiento ruso a la independencia de Osetia del Sur y Abjazia se ha dejado abierto por completo. Sarkozy y el ministro de Relaciones Exteriores de la UE, Javier Solana, “esperan” que en el futuro Rusia permita que los monitores de la UE entren en estas áreas. El ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, dijo que no hacen tal promesa y que “todo arreglo de supervisión futura requerirá de la ratificación de los gobiernos de Osetia del Sur y Abjazia”. Lavrov dijo que las tropas rusas se mantendrían en ambas áreas “en el futuro previsible”. Y aunque el secretario del Consejo de Seguridad Nacional de Georgia, Alexander Lomaia, aplaudió las claras fechas límites para la retirada rusa de la Georgia “propiamente dicha”, anotó que era “mala noticia que [el acuerdo] no se refiriera a la integridad territorial [de Georgia]”.
Este acuerdo fue alcanzado por Europa y Rusia, y Estados Unidos no jugó ningún papel diplomático en lo absoluto. Medvedev acusó a Estados Unidos de haber dado su bendición a la acción original georgiana de invadir Osetia del Sur. Dijo que, por el contrario, los europeos son “nuestros socios naturales, nuestros socios clave”.
El presidente de Georgia recibió mucho aliento de John McCain, y el vicepresidente Cheney voló ahí para decir que Estados Unidos daría mil millones de dólares en asistencia para la reconstrucción de Georgia. Pero el secretario de Defensa, Robert Gates, al explicar por qué esta ayuda no incluía asistencia militar y por qué no habría sanciones económicas contra Rusia, dijo: “si actuamos muy precipitadamente, podemos ser nosotros quienes quedemos aislados”.
Así que, ¿cuál es el fondo del asunto? Rusia consiguió en Georgia más o menos lo que quiso. Su reconocimiento “irrevocable” de Osetia del Sur y Abjazia es algo que tal vez pueda canjear en el futuro por un viraje básico en las relaciones de Georgia con Rusia. Si no, no. El hecho es que Europa cree que necesita reconciliarse con Rusia y ha descartado reanudar lo que los chinos llaman “la guerra civil europea”.
Estados Unidos se percata de que no tiene cartas reales con qué jugar. Entre tanto, en Medio Oriente sus aliados más cercanos lo rechazan públicamente. En Irak, el primer ministro Maliki se ha vuelto un negociador muy rudo en torno a la continuada presencia de las tropas estadunidenses, y no es imposible que, si Estados Unidos no hace más concesiones importantes, los acuerdos actuales que terminan el 31 de diciembre simplemente se agoten.
En Afganistán, el presidente Karzai está tan exasperado con las misiones de bombardeo de las tropas especiales estadunidenses que ha exigido “una revisión de la presencia de tropas estadunidenses y de la OTAN en el país”, en lo que CBS News llama un “discurso de palabras ásperas”. La provocación inmediata fue un ataque aéreo en Azizabad que el ejército estadunidense alega que dejó pocas bajas y que estaba dirigido contra los talibanes. Los afganos insisten en que no había talibanes ahí y que un gran número de civiles fue asesinado. Cuando los funcionarios de Naciones Unidas y otros dieron credibilidad a la versión afgana, el general estadunidense de mayor rango en Afganistán, David McKiernan, se retractó de la posición estadunidense e hizo un llamado a que se emprendiera una investigación estadunidense de alto nivel, a cargo de un general venido de Estados Unidos.
Y en Pakistán, el presidente Bush autorizó la persecución álgida de los talibanes de Afganistán a Pakistán, contraviniendo la advertencia del Consejo Nacional de Inteligencia de que esto conllevaría “un alto riesgo de desestabilizar más al gobierno y al ejército paquistaníes”. La incursión consiguió lo que el New York Times llama “una declaración inusualmente fuerte” del jefe del ejército paquistaní, el general Asfaq Kayani, quien dijo que sus fuerzas defenderían la soberanía paquistaní “a toda costa”. Dado que el gobierno estadunidense ha considerado al general Kayani como su fuerte simpatizante en Pakistán, esto no es exactamente lo que Estados Unidos quería escuchar.
Así que, ignorado en Georgia, y atacado por sus aliados más cercanos en Irak, Afganistán y Pakistán, Estados Unidos se encuentra algo descontento por cómo entra en las realidades del mundo posterior a la guerra fría, en el cual tiene que jugar con reglas nuevas que le resultan muy poco de su agrado.
Entre tanto, como nota al margen, irónica y no carente de importancia, el 10 de septiembre se celebró en Ginebra un importante desarrollo de la física de partículas, cuando el laboratorio de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (conocido como CERN, por sus siglas en francés) logró un avance científico importantísimo después de 14 años de trabajo y un gasto de 8 mil millones de dólares. Fue un momento tan importante en la ciencia mundial que sus contrapartes estadunidenses en el Fermilab de Batavia, Illinois, abrieron botellas de champaña a las 4:38 de la mañana para celebrar. Sin embargo, Pier Oddone, el director del Fermilab, admitió que era un “momento agridulce”. Hasta 1993, Estados Unidos era la autoridad en la física de partículas. Ese año, el Congreso estadunidense, inundado de confianza en sí mismo por haber “ganado” la guerra fría, consideraba que resultaba muy costoso construir el tipo de supercolisionador necesario para este avance de la física de partículas –ahora que geopolíticamente era ya algo innecesario. Los europeos tomaron una decisión muy diferente y Estados Unidos se halla ahora en un segundo lugar aquí también.
Llamo a esto el fin del Acto Primero porque ha sellado la realidad de una arena geopolítica verdaderamente multilateral. Por supuesto, hay otros actos por venir. Y cualquier amante del teatro sabe que el Acto Primero meramente establece quiénes son los actores. Es en el Acto Segundo donde vemos lo que ocurre realmente. Y luego ocurre el Acto Tercero con el desenlace.
Immanuel Wallerstein
Traducción: Ramón Vera Herrera
Sería un error subestimar la importancia del acuerdo que el 9 de septiembre tomaron Nicolas Sarkozy de Francia, en su capacidad de actual presidente de la Unión Europea (UE), y Dimitri Medvedev, presidente de Rusia. Es un acuerdo que marca el fin definitivo del Acto Primero del nuevo orden geopolítico mundial. ¿Qué se decidió? Los rusos accedieron a retirar todas sus tropas de lo que se conocen como “áreas centrales de Georgia”, o “Georgia, propiamente”, es decir, las partes de Georgia que los rusos reconocen como Georgia.
Estas tropas están siendo remplazadas por 200 monitores de la UE, y es algo que se emprende con base en las garantías ofrecidas por la UE de que no habrá ningún uso de fuerza contra Osetia del Sur y Abjazia.
El asunto del reconocimiento ruso a la independencia de Osetia del Sur y Abjazia se ha dejado abierto por completo. Sarkozy y el ministro de Relaciones Exteriores de la UE, Javier Solana, “esperan” que en el futuro Rusia permita que los monitores de la UE entren en estas áreas. El ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, dijo que no hacen tal promesa y que “todo arreglo de supervisión futura requerirá de la ratificación de los gobiernos de Osetia del Sur y Abjazia”. Lavrov dijo que las tropas rusas se mantendrían en ambas áreas “en el futuro previsible”. Y aunque el secretario del Consejo de Seguridad Nacional de Georgia, Alexander Lomaia, aplaudió las claras fechas límites para la retirada rusa de la Georgia “propiamente dicha”, anotó que era “mala noticia que [el acuerdo] no se refiriera a la integridad territorial [de Georgia]”.
Este acuerdo fue alcanzado por Europa y Rusia, y Estados Unidos no jugó ningún papel diplomático en lo absoluto. Medvedev acusó a Estados Unidos de haber dado su bendición a la acción original georgiana de invadir Osetia del Sur. Dijo que, por el contrario, los europeos son “nuestros socios naturales, nuestros socios clave”.
El presidente de Georgia recibió mucho aliento de John McCain, y el vicepresidente Cheney voló ahí para decir que Estados Unidos daría mil millones de dólares en asistencia para la reconstrucción de Georgia. Pero el secretario de Defensa, Robert Gates, al explicar por qué esta ayuda no incluía asistencia militar y por qué no habría sanciones económicas contra Rusia, dijo: “si actuamos muy precipitadamente, podemos ser nosotros quienes quedemos aislados”.
Así que, ¿cuál es el fondo del asunto? Rusia consiguió en Georgia más o menos lo que quiso. Su reconocimiento “irrevocable” de Osetia del Sur y Abjazia es algo que tal vez pueda canjear en el futuro por un viraje básico en las relaciones de Georgia con Rusia. Si no, no. El hecho es que Europa cree que necesita reconciliarse con Rusia y ha descartado reanudar lo que los chinos llaman “la guerra civil europea”.
Estados Unidos se percata de que no tiene cartas reales con qué jugar. Entre tanto, en Medio Oriente sus aliados más cercanos lo rechazan públicamente. En Irak, el primer ministro Maliki se ha vuelto un negociador muy rudo en torno a la continuada presencia de las tropas estadunidenses, y no es imposible que, si Estados Unidos no hace más concesiones importantes, los acuerdos actuales que terminan el 31 de diciembre simplemente se agoten.
En Afganistán, el presidente Karzai está tan exasperado con las misiones de bombardeo de las tropas especiales estadunidenses que ha exigido “una revisión de la presencia de tropas estadunidenses y de la OTAN en el país”, en lo que CBS News llama un “discurso de palabras ásperas”. La provocación inmediata fue un ataque aéreo en Azizabad que el ejército estadunidense alega que dejó pocas bajas y que estaba dirigido contra los talibanes. Los afganos insisten en que no había talibanes ahí y que un gran número de civiles fue asesinado. Cuando los funcionarios de Naciones Unidas y otros dieron credibilidad a la versión afgana, el general estadunidense de mayor rango en Afganistán, David McKiernan, se retractó de la posición estadunidense e hizo un llamado a que se emprendiera una investigación estadunidense de alto nivel, a cargo de un general venido de Estados Unidos.
Y en Pakistán, el presidente Bush autorizó la persecución álgida de los talibanes de Afganistán a Pakistán, contraviniendo la advertencia del Consejo Nacional de Inteligencia de que esto conllevaría “un alto riesgo de desestabilizar más al gobierno y al ejército paquistaníes”. La incursión consiguió lo que el New York Times llama “una declaración inusualmente fuerte” del jefe del ejército paquistaní, el general Asfaq Kayani, quien dijo que sus fuerzas defenderían la soberanía paquistaní “a toda costa”. Dado que el gobierno estadunidense ha considerado al general Kayani como su fuerte simpatizante en Pakistán, esto no es exactamente lo que Estados Unidos quería escuchar.
Así que, ignorado en Georgia, y atacado por sus aliados más cercanos en Irak, Afganistán y Pakistán, Estados Unidos se encuentra algo descontento por cómo entra en las realidades del mundo posterior a la guerra fría, en el cual tiene que jugar con reglas nuevas que le resultan muy poco de su agrado.
Entre tanto, como nota al margen, irónica y no carente de importancia, el 10 de septiembre se celebró en Ginebra un importante desarrollo de la física de partículas, cuando el laboratorio de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (conocido como CERN, por sus siglas en francés) logró un avance científico importantísimo después de 14 años de trabajo y un gasto de 8 mil millones de dólares. Fue un momento tan importante en la ciencia mundial que sus contrapartes estadunidenses en el Fermilab de Batavia, Illinois, abrieron botellas de champaña a las 4:38 de la mañana para celebrar. Sin embargo, Pier Oddone, el director del Fermilab, admitió que era un “momento agridulce”. Hasta 1993, Estados Unidos era la autoridad en la física de partículas. Ese año, el Congreso estadunidense, inundado de confianza en sí mismo por haber “ganado” la guerra fría, consideraba que resultaba muy costoso construir el tipo de supercolisionador necesario para este avance de la física de partículas –ahora que geopolíticamente era ya algo innecesario. Los europeos tomaron una decisión muy diferente y Estados Unidos se halla ahora en un segundo lugar aquí también.
Llamo a esto el fin del Acto Primero porque ha sellado la realidad de una arena geopolítica verdaderamente multilateral. Por supuesto, hay otros actos por venir. Y cualquier amante del teatro sabe que el Acto Primero meramente establece quiénes son los actores. Es en el Acto Segundo donde vemos lo que ocurre realmente. Y luego ocurre el Acto Tercero con el desenlace.
Immanuel Wallerstein
Traducción: Ramón Vera Herrera
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Hegemonía y Dominación,
Immanuel Wallerstein,
Invasión a Osetia
sábado, 27 de septiembre de 2008
¿Se acabó el neoliberalismo?
Emir Sader
Carta Maior
El capitalismo, sucediendo al modelo regulador keynesiano o del bienestar social, como se lo quiera llamar. Hizo su diagnóstico de agotamiento del modelo anterior y se propuso reorganizar el sistema capitalista en su conjunto, de acuerdo a sus principios liberales reciclados para el nuevo período histórico del capitalismo.
Fue un modelo absolutamente hegemónico, logrando extenderse de la forma mas universal posible: de Europa Occidental a los Estados Unidos, de América Latina a China, de Europa Oriental a África, de Rusia al sudeste asiático. Tuvo crisis precoces – a lo largo de la década del 90, en México, en el sudeste asiático, en Rusia, en Brasil, en Argentina – pero se mantuvo hegemónico, sin ningún otro proyecto alternativo que le disputase hegemonía.
Suscitó grandes movilizaciones de oposición – como las iniciadas en Seattle, que desembocaron en los Foros Social Mundiales -, siguió tropezando, como en la OMC, en el debilitamiento del FMI y del Banco Mundial, pero continuó siendo el único modelo globalizado. Después de algún tiempo, la propuesta híbrida de China permitió que surgiera la expresión Consenso de Pekin, en lugar del de Washington, pero girando siempre en torno a las adecuaciones de las políticas de libre comercio.
Algunas potencias centrales del capitalismo ya habían sido víctimas de la desregulación y del poder de ataque del capital especulativo, entre ellas Gran Bretaña, en la década del 80, víctima del mega-especulador George Soros. Pero todo ataque especulativo tenía a los Estados Unidos como beneficiario, toda fuga de capitales tenía la Bolsa de Valores de Nueva York como refugio. Se sabía que esa parranda especulativa sólo podría encontrar un límite en el momento en que el principal beneficiario de ella fuese también su víctima. Ese momento llegó.
Las medidas de emergencia, como siempre, hieren la doctrina neoliberal, con intervenciones directas y masivas del Estado – como ya venía sucediendo desde la primera crisis neoliberal, la de México en 1994. Pero... ellas significan el fin del neoliberalismo? Es posible reanudar procesos regulatorios globales – un nuevo Bretton Woods - que frenen estructuralmente la libre circulación de capitales y reviertan los procesos de desregulación económica, esencia misma del neoliberalismo?
Nada indica que esto sea posible. No existe una lógica racional del sistema capitalista, que haga que sus agentes – desde las grandes corporaciones a los Estados dominantes – actúen de acuerdo a una lógica superior del sistema. Esa es una de sus contradicciones estructurales, aquella que existe entre la dominación global y la apropiación privada.
Se trata de una gran crisis capitalista, ya se dice que es la mayor desde 1929, que puede abrir camino a la construcción de un modelo alternativo. Pero por ahora no se vislumbra ningún modelo que pueda tener ese papel, ni siquiera de manera embrionaria. En el horizonte, hay como máximo versiones híbridas, como las políticas económicas de China o Brasil. La propia proliferación de gobiernos conservadores ( nada innovadores siquiera en sus políticas) en el centro del capitalismo, indica que nada de nuevo puede surgir de ellos en sustitución del modelo agotado.
Todo indica por lo tanto que, entre la crisis del modelo precozmente envejecido y las dificultades de surgimiento de uno nuevo, mediará un período mas o menos prolongado de inestabilidades, de sucesión de crisis, de turbulencias. Porque lo que se agota no es solo un modelo hegemónico, sino también la hegemonía política de los Estados Unidos – los dos pilares de sustentación del nuevo período político, que sustituyeron al modelo regulador y a la bipolaridad mundial. Y también en este plano, no surge en el horizonte una nueva potencia o un conjunto de ellas, en condiciones de ejercer una nueva hegemonía.
El neoliberalismo no termina, pero se agota, abriendo un período de disputa por alternativas, entre las que por ahora solo se ve América Latina, donde han aparecido propuestas de superación. La región gana de este modo un protagonismo – junto con China – en la proyección del futuro del mundo en toda la primera mitad del nuevo siglo, en la disputa entre lo viejo que se resiste a morir y produce crisis y sus consecuencias por todos lados, y lo nuevo, que comienza a anunciar el post neoliberalismo, un mundo solidario, desmercantilizado, humanista, de que lo que el Forum Social Mundial de Belém – del 27 de enero al 1° de febrero – será una muestra pluralista y vigorosa de las alternativas al neoliberalismo.
insurrectasypunto.org
Carta Maior
El capitalismo, sucediendo al modelo regulador keynesiano o del bienestar social, como se lo quiera llamar. Hizo su diagnóstico de agotamiento del modelo anterior y se propuso reorganizar el sistema capitalista en su conjunto, de acuerdo a sus principios liberales reciclados para el nuevo período histórico del capitalismo.
Fue un modelo absolutamente hegemónico, logrando extenderse de la forma mas universal posible: de Europa Occidental a los Estados Unidos, de América Latina a China, de Europa Oriental a África, de Rusia al sudeste asiático. Tuvo crisis precoces – a lo largo de la década del 90, en México, en el sudeste asiático, en Rusia, en Brasil, en Argentina – pero se mantuvo hegemónico, sin ningún otro proyecto alternativo que le disputase hegemonía.
Suscitó grandes movilizaciones de oposición – como las iniciadas en Seattle, que desembocaron en los Foros Social Mundiales -, siguió tropezando, como en la OMC, en el debilitamiento del FMI y del Banco Mundial, pero continuó siendo el único modelo globalizado. Después de algún tiempo, la propuesta híbrida de China permitió que surgiera la expresión Consenso de Pekin, en lugar del de Washington, pero girando siempre en torno a las adecuaciones de las políticas de libre comercio.
Algunas potencias centrales del capitalismo ya habían sido víctimas de la desregulación y del poder de ataque del capital especulativo, entre ellas Gran Bretaña, en la década del 80, víctima del mega-especulador George Soros. Pero todo ataque especulativo tenía a los Estados Unidos como beneficiario, toda fuga de capitales tenía la Bolsa de Valores de Nueva York como refugio. Se sabía que esa parranda especulativa sólo podría encontrar un límite en el momento en que el principal beneficiario de ella fuese también su víctima. Ese momento llegó.
Las medidas de emergencia, como siempre, hieren la doctrina neoliberal, con intervenciones directas y masivas del Estado – como ya venía sucediendo desde la primera crisis neoliberal, la de México en 1994. Pero... ellas significan el fin del neoliberalismo? Es posible reanudar procesos regulatorios globales – un nuevo Bretton Woods - que frenen estructuralmente la libre circulación de capitales y reviertan los procesos de desregulación económica, esencia misma del neoliberalismo?
Nada indica que esto sea posible. No existe una lógica racional del sistema capitalista, que haga que sus agentes – desde las grandes corporaciones a los Estados dominantes – actúen de acuerdo a una lógica superior del sistema. Esa es una de sus contradicciones estructurales, aquella que existe entre la dominación global y la apropiación privada.
Se trata de una gran crisis capitalista, ya se dice que es la mayor desde 1929, que puede abrir camino a la construcción de un modelo alternativo. Pero por ahora no se vislumbra ningún modelo que pueda tener ese papel, ni siquiera de manera embrionaria. En el horizonte, hay como máximo versiones híbridas, como las políticas económicas de China o Brasil. La propia proliferación de gobiernos conservadores ( nada innovadores siquiera en sus políticas) en el centro del capitalismo, indica que nada de nuevo puede surgir de ellos en sustitución del modelo agotado.
Todo indica por lo tanto que, entre la crisis del modelo precozmente envejecido y las dificultades de surgimiento de uno nuevo, mediará un período mas o menos prolongado de inestabilidades, de sucesión de crisis, de turbulencias. Porque lo que se agota no es solo un modelo hegemónico, sino también la hegemonía política de los Estados Unidos – los dos pilares de sustentación del nuevo período político, que sustituyeron al modelo regulador y a la bipolaridad mundial. Y también en este plano, no surge en el horizonte una nueva potencia o un conjunto de ellas, en condiciones de ejercer una nueva hegemonía.
El neoliberalismo no termina, pero se agota, abriendo un período de disputa por alternativas, entre las que por ahora solo se ve América Latina, donde han aparecido propuestas de superación. La región gana de este modo un protagonismo – junto con China – en la proyección del futuro del mundo en toda la primera mitad del nuevo siglo, en la disputa entre lo viejo que se resiste a morir y produce crisis y sus consecuencias por todos lados, y lo nuevo, que comienza a anunciar el post neoliberalismo, un mundo solidario, desmercantilizado, humanista, de que lo que el Forum Social Mundial de Belém – del 27 de enero al 1° de febrero – será una muestra pluralista y vigorosa de las alternativas al neoliberalismo.
insurrectasypunto.org
Crisis financiera: Decenas de bancos podrían desaparecer
David Brooks
Nueva York.- Mientras toda la atención se enfocaba en la negociación de un plan de rescate para el sector financiero en Washington, anoche se anunció el fracaso bancario más grande de la historia de este país y todo indica que no será el último. Washington Mutual fue incautado por el gobierno federal –en la mayor toma de control de un banco por las autoridades– y vendido inmediatamente a JP Morgan Chase por mil 900 millones de dólares en un arreglo rápidamente realizado en secreto, ni la junta directiva del banco o su recién nombrado ejecutivo en jefe se enteraron hasta el anuncio, para evitar que el costo fuera una vez más trasladado a los cofres públicos (lo cual podría haber implicado más de 30 mil millones) justo en momentos muy delicados al negociarse los 700 mil millones para el rescate del sector financiero.
Fue así el fracaso más grande de un banco en este país –sus activos son de 307 mil millones– sobrepasando por mucho el colapso del banco Continental Illinois de 40 mil millones en activos en 1984, el récord hasta ahora.
El hecho de que el gobierno tuvo que intervenir una vez más y que no había un comprador antes de esta dramática movida, dicen expertos, es muestra de qué tan deteriorada está la llamada “confianza” en un sector que hace no tanto festejaba su prosperidad. El colapso de esta institución de ahorros y crédito –la más grande del país– fue detonado por una ola de retiros de depósitos de clientes cada vez más preocupados por la estabilidad del banco, el cual había apostado mucho al mercado hipotecario y otro tipo de crédito.
Los reguladores federales tomaron posesión del banco anoche y simultáneamente realizó la venta a JP Morgan Chase, y aunque esa empresa tendrá que absorber más de 31 mil millones en pérdidas, se convertirá en el segundo banco “de menudeo” (con servicio a clientes de cuentas individuales) en el país, al contar con las más de 2 mil sucursales que WaMu tiene por todo el país. También es la segunda vez que JP Morgan funciona como comprador de último recurso de un banco en apuros con el apoyo del gobierno federal –en marzo adquirió Bear Stearns, con un respaldo de 29 mil millones del gobierno federal.
WaMu estaba tambaleando desde hace meses por ser uno de los bancos más inmiscuidos con la crisis hipotecaria, y su situación continuó en deterioro mientras buscaba un comprador o apoyo para sostenerse. Para el gobierno su derrumbe implicaba decenas de miles de millones en costos potenciales, ya que una agencia federal creada en 1934 que asegura hasta por 100 mil dólares cada cuenta en sus bancos afiliados, tendría cubrir los saldos de las cuentas.
Con su venta a JP Morgan, el fondo del gobierno para asegurar cuentas bancarias (el fondo contiene 45 mil millones) evita tener que desembolsar potencialmente 30 mil millones en ese caso.
Y es que necesitará esos fondos en el futuro, si las cosas siguen igual. Ningún banco quebró en 2005 o 2006, pero en 2007, al estallar los inicios de la crisis financiera, siete bancos fracasaron y hasta la fecha en 2008, 12 más, con activos totales de 42 mil millones, colapsaron en lo que ya es la peor ola de fracasos bancarios desde 1992, reportó Bloomberg News.
Algunos pronostican que decenas de bancos más podrían desaparecer en los próximos meses y en 2009. La agencia de seguros de depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés) tiene una “lista de observación” de 117 bancos que está monitoreando por sus situaciones potencialmente frágiles.
Si eso ocurre, el fondo federal se iría vaciando, y el Congreso tendrá que reponer esos fondos, lo cual incrementaría aún más el costo del paquete de rescate de 700 mil millones bajo negociación.
Nueva York.- Mientras toda la atención se enfocaba en la negociación de un plan de rescate para el sector financiero en Washington, anoche se anunció el fracaso bancario más grande de la historia de este país y todo indica que no será el último. Washington Mutual fue incautado por el gobierno federal –en la mayor toma de control de un banco por las autoridades– y vendido inmediatamente a JP Morgan Chase por mil 900 millones de dólares en un arreglo rápidamente realizado en secreto, ni la junta directiva del banco o su recién nombrado ejecutivo en jefe se enteraron hasta el anuncio, para evitar que el costo fuera una vez más trasladado a los cofres públicos (lo cual podría haber implicado más de 30 mil millones) justo en momentos muy delicados al negociarse los 700 mil millones para el rescate del sector financiero.
Fue así el fracaso más grande de un banco en este país –sus activos son de 307 mil millones– sobrepasando por mucho el colapso del banco Continental Illinois de 40 mil millones en activos en 1984, el récord hasta ahora.
El hecho de que el gobierno tuvo que intervenir una vez más y que no había un comprador antes de esta dramática movida, dicen expertos, es muestra de qué tan deteriorada está la llamada “confianza” en un sector que hace no tanto festejaba su prosperidad. El colapso de esta institución de ahorros y crédito –la más grande del país– fue detonado por una ola de retiros de depósitos de clientes cada vez más preocupados por la estabilidad del banco, el cual había apostado mucho al mercado hipotecario y otro tipo de crédito.
Los reguladores federales tomaron posesión del banco anoche y simultáneamente realizó la venta a JP Morgan Chase, y aunque esa empresa tendrá que absorber más de 31 mil millones en pérdidas, se convertirá en el segundo banco “de menudeo” (con servicio a clientes de cuentas individuales) en el país, al contar con las más de 2 mil sucursales que WaMu tiene por todo el país. También es la segunda vez que JP Morgan funciona como comprador de último recurso de un banco en apuros con el apoyo del gobierno federal –en marzo adquirió Bear Stearns, con un respaldo de 29 mil millones del gobierno federal.
WaMu estaba tambaleando desde hace meses por ser uno de los bancos más inmiscuidos con la crisis hipotecaria, y su situación continuó en deterioro mientras buscaba un comprador o apoyo para sostenerse. Para el gobierno su derrumbe implicaba decenas de miles de millones en costos potenciales, ya que una agencia federal creada en 1934 que asegura hasta por 100 mil dólares cada cuenta en sus bancos afiliados, tendría cubrir los saldos de las cuentas.
Con su venta a JP Morgan, el fondo del gobierno para asegurar cuentas bancarias (el fondo contiene 45 mil millones) evita tener que desembolsar potencialmente 30 mil millones en ese caso.
Y es que necesitará esos fondos en el futuro, si las cosas siguen igual. Ningún banco quebró en 2005 o 2006, pero en 2007, al estallar los inicios de la crisis financiera, siete bancos fracasaron y hasta la fecha en 2008, 12 más, con activos totales de 42 mil millones, colapsaron en lo que ya es la peor ola de fracasos bancarios desde 1992, reportó Bloomberg News.
Algunos pronostican que decenas de bancos más podrían desaparecer en los próximos meses y en 2009. La agencia de seguros de depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés) tiene una “lista de observación” de 117 bancos que está monitoreando por sus situaciones potencialmente frágiles.
Si eso ocurre, el fondo federal se iría vaciando, y el Congreso tendrá que reponer esos fondos, lo cual incrementaría aún más el costo del paquete de rescate de 700 mil millones bajo negociación.
viernes, 26 de septiembre de 2008
La ideología del libre mercado está lejos de su fin
Naomi Klein
The Guardian/Znet
Sea cual sea el significado de los eventos de esta semana, nadie debiera creer las afirmaciones exageradas de que la crisis del mercado representa la muerte de la ideología del “libre mercado.” La ideología del libre mercado ha servido siempre los intereses del capital, y su presencia sube y baja según su utilidad para esos intereses.
Durante los tiempos de la bonanza, es rentable predicar el laissez faire, porque un gobierno ausente permite que se inflen las burbujas especulativas. Cuando esas burbujas revientan, la ideología se convierte en un obstáculo, y se adormece mientras el gran gobierno parte al rescate. Pero tranquilizaos: la ideología volverá con toda su fuerza cuando los salvatajes hayan terminado. Las masivas deudas que el público está acumulando para rescatar a los especuladores pasarán entonces a formar parte de una crisis presupuestaria global que será la justificación para profundos recortes en programas sociales, y para un nuevo ímpetu para privatizar lo que queda del sector público. También nos dirán que nuestras esperanzas de un futuro verde son, lamentablemente, demasiado costosas.
Lo que no sabemos es como reaccionará el público, Hay que considerar que en Norteamérica todo el que tiene menos de 40 años creció mientras se le decía que el gobierno no puede intervenir para mejorar nuestras vidas, que el gobierno es el problema no la solución, que el laissez faire es la única opción. Ahora, repentinamente, vemos a un gobierno extremadamente activista, intensamente intervencionista, aparentemente dispuesto a hacer cualquier cosa que sea necesaria para salvar de ellos mismos a los inversionistas.
Este espectáculo provoca necesariamente la pregunta: ¿si el Estado puede intervenir para salvar a corporaciones que tomaron riesgos imprudentes en los mercados de la vivienda, por qué no puede intervenir para impedir que millones de estadounidenses sufran inminentes ejecuciones hipotecarias? De la misma manera, si 85.000 millones de dólares pueden ser puestos a disposición instantáneamente para comprar al gigante de los seguros AIG ¿por qué la atención sanitaria de pagador único – que protegería a los estadounidenses de las prácticas depredadores de las compañías de seguro de salud – parece ser un sueño tan inalcanzable? Y si cada vez más corporaciones necesitan fondos públicos para permanecer a flote ¿por qué no pueden los contribuyentes exigir a cambio cosas como topes a la paga de ejecutivos, y una garantía contra más pérdidas de puestos de trabajo?
Ahora, cuando quedó claro que los gobiernos pueden ciertamente actuar en tiempos de crisis, les será mucho más difícil pretender impotencia en el futuro. Otro cambio potencial tiene que ver con las esperanzas del mercado en cuanto a futuras privatizaciones. Durante años, los bancos globales de inversión han estado cabildeando a los políticos a favor de dos nuevos mercados: uno que provendría de la privatización de las pensiones públicas y otro resultante de una nueva ola de carreteras, puentes y sistemas de agua privatizados o parcialmente privatizados. Esos dos sueños acaban de hacerse mucho más difíciles de vender: los estadounidenses no están de humor para confiar una mayor parte de sus activos individuales y colectivos a los imprudentes tahúres de Wall Street, especialmente porque parece más que probable que los contribuyentes tendrán que pagar para recuperar sus propios activos cuando reviente la próxima burbuja.
Ahora, con el descarrilamiento de las conversaciones en la Organización Mundial de Comercio, esta crisis también podría ser un catalizador para un enfoque radicalmente alternativo a la regulación de los mercados y sistemas financieros mundiales. Ya estamos viendo un movimiento hacia la “soberanía alimentaria” en el mundo en desarrollo, en lugar de dejar el acceso a los alimentos a la merced de los caprichos de los negociantes de materias primas. El momento puede haber llegado finalmente para ideas como impuestos al comercio, que retrasaría la inversión especulativa, así como para otros controles del capital global.
Y ahora, cuando nacionalización ya no es una palabrota, las compañías de petróleo y gas debieran tener cuidado: alguien tendrá que pagar por el giro hacia un futuro más verde, y tiene mucho sentido que el grueso de los fondos provengan del sector altamente rentable que tiene la mayor responsabilidad por nuestra crisis climática. Ciertamente tiene más sentido que crear otra peligrosa burbuja en el comercio de carbono.
Pero la crisis que estamos presenciando pide cambios más profundos. El motivo por el que se permitió que proliferaran esos préstamos chatarra no fue sólo porque los reguladores no comprendieron el riesgo. Es porque tenemos un sistema económico que mide nuestra salud colectiva exclusivamente sobre la base del aumento del PIB. Mientras los préstamos chatarra alimentaban el crecimiento económico, nuestros gobiernos los apoyaron activamente. De modo que lo que hay que cuestionar realmente debido a la crisis es el compromiso indiscutido con el crecimiento a todo precio. Esta crisis debiera llevarnos a un camino radicalmente diferente en la forma en la que nuestras sociedades miden la salud y el progreso.
Nada de esto, sin embargo, sucederá sin una inmensa presión pública sobre los políticos en este período crucial. Y no se trata de un cabildeo cortés sino de una vuelta a las calles y al tipo de acción directa que produjo el Nuevo Trato en los años treinta. Sin eso, habrá cambios superficiales y un retorno, lo más rápido posible, a los negocios como si tal cosa.
Vía
Vía Rebelión
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
The Guardian/Znet
Sea cual sea el significado de los eventos de esta semana, nadie debiera creer las afirmaciones exageradas de que la crisis del mercado representa la muerte de la ideología del “libre mercado.” La ideología del libre mercado ha servido siempre los intereses del capital, y su presencia sube y baja según su utilidad para esos intereses.
Durante los tiempos de la bonanza, es rentable predicar el laissez faire, porque un gobierno ausente permite que se inflen las burbujas especulativas. Cuando esas burbujas revientan, la ideología se convierte en un obstáculo, y se adormece mientras el gran gobierno parte al rescate. Pero tranquilizaos: la ideología volverá con toda su fuerza cuando los salvatajes hayan terminado. Las masivas deudas que el público está acumulando para rescatar a los especuladores pasarán entonces a formar parte de una crisis presupuestaria global que será la justificación para profundos recortes en programas sociales, y para un nuevo ímpetu para privatizar lo que queda del sector público. También nos dirán que nuestras esperanzas de un futuro verde son, lamentablemente, demasiado costosas.
Lo que no sabemos es como reaccionará el público, Hay que considerar que en Norteamérica todo el que tiene menos de 40 años creció mientras se le decía que el gobierno no puede intervenir para mejorar nuestras vidas, que el gobierno es el problema no la solución, que el laissez faire es la única opción. Ahora, repentinamente, vemos a un gobierno extremadamente activista, intensamente intervencionista, aparentemente dispuesto a hacer cualquier cosa que sea necesaria para salvar de ellos mismos a los inversionistas.
Este espectáculo provoca necesariamente la pregunta: ¿si el Estado puede intervenir para salvar a corporaciones que tomaron riesgos imprudentes en los mercados de la vivienda, por qué no puede intervenir para impedir que millones de estadounidenses sufran inminentes ejecuciones hipotecarias? De la misma manera, si 85.000 millones de dólares pueden ser puestos a disposición instantáneamente para comprar al gigante de los seguros AIG ¿por qué la atención sanitaria de pagador único – que protegería a los estadounidenses de las prácticas depredadores de las compañías de seguro de salud – parece ser un sueño tan inalcanzable? Y si cada vez más corporaciones necesitan fondos públicos para permanecer a flote ¿por qué no pueden los contribuyentes exigir a cambio cosas como topes a la paga de ejecutivos, y una garantía contra más pérdidas de puestos de trabajo?
Ahora, cuando quedó claro que los gobiernos pueden ciertamente actuar en tiempos de crisis, les será mucho más difícil pretender impotencia en el futuro. Otro cambio potencial tiene que ver con las esperanzas del mercado en cuanto a futuras privatizaciones. Durante años, los bancos globales de inversión han estado cabildeando a los políticos a favor de dos nuevos mercados: uno que provendría de la privatización de las pensiones públicas y otro resultante de una nueva ola de carreteras, puentes y sistemas de agua privatizados o parcialmente privatizados. Esos dos sueños acaban de hacerse mucho más difíciles de vender: los estadounidenses no están de humor para confiar una mayor parte de sus activos individuales y colectivos a los imprudentes tahúres de Wall Street, especialmente porque parece más que probable que los contribuyentes tendrán que pagar para recuperar sus propios activos cuando reviente la próxima burbuja.
Ahora, con el descarrilamiento de las conversaciones en la Organización Mundial de Comercio, esta crisis también podría ser un catalizador para un enfoque radicalmente alternativo a la regulación de los mercados y sistemas financieros mundiales. Ya estamos viendo un movimiento hacia la “soberanía alimentaria” en el mundo en desarrollo, en lugar de dejar el acceso a los alimentos a la merced de los caprichos de los negociantes de materias primas. El momento puede haber llegado finalmente para ideas como impuestos al comercio, que retrasaría la inversión especulativa, así como para otros controles del capital global.
Y ahora, cuando nacionalización ya no es una palabrota, las compañías de petróleo y gas debieran tener cuidado: alguien tendrá que pagar por el giro hacia un futuro más verde, y tiene mucho sentido que el grueso de los fondos provengan del sector altamente rentable que tiene la mayor responsabilidad por nuestra crisis climática. Ciertamente tiene más sentido que crear otra peligrosa burbuja en el comercio de carbono.
Pero la crisis que estamos presenciando pide cambios más profundos. El motivo por el que se permitió que proliferaran esos préstamos chatarra no fue sólo porque los reguladores no comprendieron el riesgo. Es porque tenemos un sistema económico que mide nuestra salud colectiva exclusivamente sobre la base del aumento del PIB. Mientras los préstamos chatarra alimentaban el crecimiento económico, nuestros gobiernos los apoyaron activamente. De modo que lo que hay que cuestionar realmente debido a la crisis es el compromiso indiscutido con el crecimiento a todo precio. Esta crisis debiera llevarnos a un camino radicalmente diferente en la forma en la que nuestras sociedades miden la salud y el progreso.
Nada de esto, sin embargo, sucederá sin una inmensa presión pública sobre los políticos en este período crucial. Y no se trata de un cabildeo cortés sino de una vuelta a las calles y al tipo de acción directa que produjo el Nuevo Trato en los años treinta. Sin eso, habrá cambios superficiales y un retorno, lo más rápido posible, a los negocios como si tal cosa.
Vía
Vía Rebelión
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
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Neoliberalismo
Sucedió lo impensable
El Estado dejó de ser el problema para volver a ser la solución
Boaventura de Sousa Santos
Carta Maior
La palabra no aparece en los medios de comunicación norteamericanos, aunque se trata de eso: nacionalización. Ante las quiebras ocurridas, anunciadas o inminentes de importantes bancos de inversión, de las dos mayores sociedades hipotecarias del país [1] y de la mayor aseguradora del mundo [2], el Gobierno Federal de los Estados Unidos ha decidido asumir el control directo de una parte importante del sistema financiero. La medida no es inédita, pues el Gobierno intervino en otros momentos de profunda crisis: en 1792 (en el mandato del primer presidente del país), en 1907 (en este caso, el papel central en la resolución de la crisis tocó al gran banco de entonces, J.P. Morgan, hoy Morgan Stanley, también en riesgo), en 1929 (la gran depresión que duró hasta la Segunda Guerra Mundial: en 1933, en la que 1000 norteamericanos al día perdían sus casas a favor de los bancos) y en 1985 (la crisis de las sociedades de ahorro).
Lo que es nuevo en la intervención en curso es su magnitud y el hecho de ocurrir al fin de treinta años de evangelización neoliberal conducida con mano de hierro a nivel global por los Estados Unidos y por las instituciones financieras por él controladas, el FMI y el Banco Mundial (BM): mercados libres y, por ser libres, eficientes; privatizaciones; desregulación; Estado fuera de la economía por ser inherentemente corrupto e ineficiente; eliminación de las restricciones a la acumulación de riqueza y la correspondiente producción de miseria social. Fue con estas recetas que se «resolverían» las crisis financieras de América Latina y Asia y que se impusieron ajustes estructurales en decenas de países. Fue también con ellas que millones de personas fueron abocadas al desempleo, perdieron sus tierras o sus derechos laborales y tuvieron que emigrar.
A la luz de esto, ocurrió lo impensable: el Estado dejó de ser el problema para volver a ser la solución; cada país tiene el derecho de hacer prevalecer lo que entiende ser el interés nacional contra los dictámenes de la globalización; el mercado no es, de por sí, racional y eficiente, únicamente sabe racionalizar su irracionalidad e ineficiencia conforme éstas no alcancen el nivel de la autodestrucción; el capital siempre tiene el Estado a su disposición y, en consonancia con los ciclos, ora por la vía de la regulación, ora por la vía de la desregulación. Esta no es la crisis final del capitalismo y, aunque lo fuese, tal vez la izquierda no sabría qué hacer con ella, dada su conversión generalizada al evangelio neoliberal. Mucho seguirá como antes: el espíritu individualista, egoísta y antisocial que anima el capitalismo; el hecho de que la factura de las crisis es siempre pagada por quien nada contribuyó a ellas, la aplastante mayoría de los ciudadanos, ya que es con su dinero que el Estado interviene y muchos pierden el empleo, la casa y la pensión.
Pero mucho más cambiará. Primero, el declive de los Estados Unidos como potencia mundial alcanza un nuevo rango. Este país acaba de ser víctima de las armas de destrucción financiera masiva con las que agredió a tantos países en las últimas décadas y la decisión «soberana» de defenderse al final fue inducida por la presión de sus acreedores extranjeros (sobre todo chinos) que amenazaron con una fuga que sería devastadora para el actual american way of life.
En segundo lugar, el FMI y el BM dejarán de tener cualquier autoridad para imponer sus recetas, pues siempre usaron como medida una economía que ahora se revela fantasma. La hipocresía de los dobles criterios —unos válidos para los países del norte global y otros válidos para los países del sur global— queda expuesta con una crudeza chocante. De aquí en adelante, la primacía del interés nacional puede dictar no sólo protección y regulación específicas, sino también tasas de interés subsidiadas para apoyar a industrias en peligro (como las que el Congreso de los Estados Unidos acaba de aprobar para el sector automovilístico). No estamos ante una desglobalización, pero estamos ciertamente ante una nueva globalización posneoliberal internamente mucho más diversificada. Emergen nuevos regionalismos, ya hoy presentes en África y en Asia, pero sobre todo importantes en América Latina, como el ahora consolidado con la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y del Banco del Sur. A su vez, la Unión Europea, el regionalismo más avanzado, tendrá que cambiar el curso neoliberal de la actual Comisión bajo pena de correr el mismo destino que el de los Estados Unidos.
En tercer lugar, las políticas de privatización de la seguridad social quedan desacreditadas: es éticamente monstruoso que sea posible acumular lucros fabulosos con el dinero de millones de trabajadores humildes y abandonarlos a su suerte cuando la especulación falla.
En cuarto lugar, el Estado que regresa como solución es el mismo Estado que ha sido moral e institucionalmente destruido por el neoliberalismo, que ha hecho de todo para que su profecía se cumpliese: transformar al Estado en un antro de corrupción. Esto significa que si el Estado no es reformado y democratizado en breve será, ahora sí, un problema sin solución.
En quinto y último lugar, las transformaciones en la globalización hegemónica van a provocar cambios en la globalización de los movimientos sociales que ciertamente se van a reflejar en el Foro Social Mundial: la nueva centralidad de las luchas nacionales y regionales; las relaciones con los Estados y partidos progresistas y las luchas por la refundación democrática del Estado; contradicciones entre clases nacionales y transnacionales y las políticas de alianzas.
[1] Freddie Mac y Fannie Mae.
[2] American International Group (AIG).
Boaventura de Sousa Santos es sociólogo y profesor catedrático de la Facultad de Economía de la Universidad de Coimbra (Portugal).
Antoni Jesús Aguiló es colaborador de Rebelión y Tlaxcala. Àlex Tarradellas es miembro de Rebelión, Tlaxcala y Cubadebate. Esta traducción se puede reproducir libremente, a condición de respetar su integridad y mencionar a sus autores y la fuente.
Traducido por Antoni Jesús Aguiló y revisado por Àlex Tarradellas
Vía Rebelión
Enlace a texto original
Artículo original publicado el 25 de septiembre de 2008.
Boaventura de Sousa Santos
Carta Maior
La palabra no aparece en los medios de comunicación norteamericanos, aunque se trata de eso: nacionalización. Ante las quiebras ocurridas, anunciadas o inminentes de importantes bancos de inversión, de las dos mayores sociedades hipotecarias del país [1] y de la mayor aseguradora del mundo [2], el Gobierno Federal de los Estados Unidos ha decidido asumir el control directo de una parte importante del sistema financiero. La medida no es inédita, pues el Gobierno intervino en otros momentos de profunda crisis: en 1792 (en el mandato del primer presidente del país), en 1907 (en este caso, el papel central en la resolución de la crisis tocó al gran banco de entonces, J.P. Morgan, hoy Morgan Stanley, también en riesgo), en 1929 (la gran depresión que duró hasta la Segunda Guerra Mundial: en 1933, en la que 1000 norteamericanos al día perdían sus casas a favor de los bancos) y en 1985 (la crisis de las sociedades de ahorro).
Lo que es nuevo en la intervención en curso es su magnitud y el hecho de ocurrir al fin de treinta años de evangelización neoliberal conducida con mano de hierro a nivel global por los Estados Unidos y por las instituciones financieras por él controladas, el FMI y el Banco Mundial (BM): mercados libres y, por ser libres, eficientes; privatizaciones; desregulación; Estado fuera de la economía por ser inherentemente corrupto e ineficiente; eliminación de las restricciones a la acumulación de riqueza y la correspondiente producción de miseria social. Fue con estas recetas que se «resolverían» las crisis financieras de América Latina y Asia y que se impusieron ajustes estructurales en decenas de países. Fue también con ellas que millones de personas fueron abocadas al desempleo, perdieron sus tierras o sus derechos laborales y tuvieron que emigrar.
A la luz de esto, ocurrió lo impensable: el Estado dejó de ser el problema para volver a ser la solución; cada país tiene el derecho de hacer prevalecer lo que entiende ser el interés nacional contra los dictámenes de la globalización; el mercado no es, de por sí, racional y eficiente, únicamente sabe racionalizar su irracionalidad e ineficiencia conforme éstas no alcancen el nivel de la autodestrucción; el capital siempre tiene el Estado a su disposición y, en consonancia con los ciclos, ora por la vía de la regulación, ora por la vía de la desregulación. Esta no es la crisis final del capitalismo y, aunque lo fuese, tal vez la izquierda no sabría qué hacer con ella, dada su conversión generalizada al evangelio neoliberal. Mucho seguirá como antes: el espíritu individualista, egoísta y antisocial que anima el capitalismo; el hecho de que la factura de las crisis es siempre pagada por quien nada contribuyó a ellas, la aplastante mayoría de los ciudadanos, ya que es con su dinero que el Estado interviene y muchos pierden el empleo, la casa y la pensión.
Pero mucho más cambiará. Primero, el declive de los Estados Unidos como potencia mundial alcanza un nuevo rango. Este país acaba de ser víctima de las armas de destrucción financiera masiva con las que agredió a tantos países en las últimas décadas y la decisión «soberana» de defenderse al final fue inducida por la presión de sus acreedores extranjeros (sobre todo chinos) que amenazaron con una fuga que sería devastadora para el actual american way of life.
En segundo lugar, el FMI y el BM dejarán de tener cualquier autoridad para imponer sus recetas, pues siempre usaron como medida una economía que ahora se revela fantasma. La hipocresía de los dobles criterios —unos válidos para los países del norte global y otros válidos para los países del sur global— queda expuesta con una crudeza chocante. De aquí en adelante, la primacía del interés nacional puede dictar no sólo protección y regulación específicas, sino también tasas de interés subsidiadas para apoyar a industrias en peligro (como las que el Congreso de los Estados Unidos acaba de aprobar para el sector automovilístico). No estamos ante una desglobalización, pero estamos ciertamente ante una nueva globalización posneoliberal internamente mucho más diversificada. Emergen nuevos regionalismos, ya hoy presentes en África y en Asia, pero sobre todo importantes en América Latina, como el ahora consolidado con la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y del Banco del Sur. A su vez, la Unión Europea, el regionalismo más avanzado, tendrá que cambiar el curso neoliberal de la actual Comisión bajo pena de correr el mismo destino que el de los Estados Unidos.
En tercer lugar, las políticas de privatización de la seguridad social quedan desacreditadas: es éticamente monstruoso que sea posible acumular lucros fabulosos con el dinero de millones de trabajadores humildes y abandonarlos a su suerte cuando la especulación falla.
En cuarto lugar, el Estado que regresa como solución es el mismo Estado que ha sido moral e institucionalmente destruido por el neoliberalismo, que ha hecho de todo para que su profecía se cumpliese: transformar al Estado en un antro de corrupción. Esto significa que si el Estado no es reformado y democratizado en breve será, ahora sí, un problema sin solución.
En quinto y último lugar, las transformaciones en la globalización hegemónica van a provocar cambios en la globalización de los movimientos sociales que ciertamente se van a reflejar en el Foro Social Mundial: la nueva centralidad de las luchas nacionales y regionales; las relaciones con los Estados y partidos progresistas y las luchas por la refundación democrática del Estado; contradicciones entre clases nacionales y transnacionales y las políticas de alianzas.
[1] Freddie Mac y Fannie Mae.
[2] American International Group (AIG).
Boaventura de Sousa Santos es sociólogo y profesor catedrático de la Facultad de Economía de la Universidad de Coimbra (Portugal).
Antoni Jesús Aguiló es colaborador de Rebelión y Tlaxcala. Àlex Tarradellas es miembro de Rebelión, Tlaxcala y Cubadebate. Esta traducción se puede reproducir libremente, a condición de respetar su integridad y mencionar a sus autores y la fuente.
Traducido por Antoni Jesús Aguiló y revisado por Àlex Tarradellas
Vía Rebelión
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Artículo original publicado el 25 de septiembre de 2008.
miércoles, 24 de septiembre de 2008
¿Recesión global, crash del dólar e incumplimiento de pagos en EEUU?
Una de las consecuencias en el reajuste geopolítico del tsunami financiero en curso ha sido el espectacular acercamiento estratégico de China con Japón (People’s Daily, 22/09/08), lo cual beneficiará al yen nipón en detrimento del dólar e intentará minimizar el daño las pletóricas reservas de divisas del Banco del Pueblo de China.
Por Alfredo Jalife-Rahme - La Jornada, México
Un autor anónimo que se presenta en China Daily (19/09/09) como “director del Centro de Estudios de Seguridad Económica de los Institutos Chinos de Relaciones Internacionales Contemporáneas” comenta que “desafortunadamente las medidas de emergencia de EU, la Unión Europea (UE) y Japón alivian temporalmente (sic) la tensión en los mercados financieros” y expone las “reservas agotadas (¡súper sic!) del Tesoro de EU”, así como el “efecto dominó” de las quiebras.
Stephen Roach, jefe en Asia de la atribulada Morgan Stanley, realiza la “anatomía de la pulverización”. Por cierto, Roach fue uno de los principales previsores de las graves fallas de la Reserva Federal en la fase terminal del hoy universalmente vilipendiado Alan Greenspan, pero luego se equivocó rotundamente al darle demasiado crédito a las medidas preventivas de Ben Shalon Bernanke.
Desde su radar inigualable, tanto en Asia como en su atribulado banco (del que acaba de adquirir 20 por ciento el grupo financiero japonés Mitsubishi UFJ), aborda la próxima secuencia financiera y sus repercusiones económicas. Afirma que el crecimiento del PIB global, que promedió 5 por ciento de 2004 hasta 2007, se encamina a 3,5 por ciento que juzga “alejado del desastre”.
Aquí exhibe su primera contradicción cuando considera que el sistema financiero de EU “se encuentra fuera de control”. ¿Cómo puede un sistema descontrolado e incontrolable encontrarse “alejado del desastre”? No estamos incitando al desastre, pero es pertinente tener en el radar mental tal escenario indeseable, aunque sea como remota posibilidad.
Lo interesante de la secuencia de Stephen Roach, desde su perspectiva indomable sobre la vigencia de la globalización, es que marca el piso de los sucesos por venir en “tres fases distintas del proceso de ajuste”, en la interacción “entre los mercados financieros y la economía real”.
Su primera fase desmenuza la crisis crediticia: considera que el proceso de deglución de la mala deuda anda avanzado en 65 por ciento, lo que nos parece demasiado hiperoptimista, cuando lo peor está por ocurrir. Es probable que el sesgo de su análisis financiero provenga de su cargo.
Su segunda fase diagnostica la economía estadounidense: aduce correctamente que el “evento mayúsculo es la capitulación (sic) de los consumidores de EU”, sobrendeudados y cortos de ingresos, que habían llevado el frenesí consumista a 72 por ciento de su PIB. Considera que los ajustes en la economía de EU van apenas en 20 por ciento.
La tercera fase versa sobre la economía global y sus vínculos con EU: la manufactura de China y Japón ha empezado a reducir sus embarcaciones a EU, cuyas reverberaciones han golpeado a la UE. Recuerda que las exportaciones asiáticas, 45 por ciento del PIB regional en 2007, redundaron en su acelerado crecimiento que se volvió dependiente de la demanda externa en la que el consumidor de EU era el rey. Después de dos años de un crecimiento a 12 por ciento del PIB, China se desaceleró a 10.1 por ciento en el segundo trimestre de este año, mientras se han debilitado las economías de Japón y Europa que “representan colectivamente 30 por ciento del total de las exportaciones de China”.
Vaticina para el año entrante otra caída del PIB chino a 8 por ciento. Como se nota, Stephen Roach es más realista en economía que en finanzas y la caída de 4 por ciento del PIB chino en un lapso de dos años afectará notablemente la demanda del mercado de las materias primas (aunque no necesariamente su cotización, debido al desplome del dólar).
Juzga que la economía de Japón es todavía “más precaria”, ya que su economía se ha estancado a 2 por ciento en los años recientes, lo que hace probable una recaída en recesión. Se desprende que China exhibe un “inmenso colchón”, pese a todo.
Stephen Roach no pierde su entusiasmo por la globalización a la que señala como la causal del auge global, en particular el asiático de 2002 a la mitad de 2007. Nada más que ahora la “conectividad” está golpeando en la cabeza asiática.
Llama la atención el común denominador de la disminución de 2 por ciento del crecimiento global que Roach aplica indistintamente en los cuatro principales motores de la economía mundial (EU, UE, China y Japón) y ni siquiera se toma la molestia de escudriñar a los otros tres gigantes del BRIC, es decir, a Brasil, Rusia e India, ya no se diga a la despreciada Latinoamérica, a la que, por cierto, la Cepal vaticina un crecimiento de 6 por ciento, con la notable excepción de la mediocridad del “México calderonista” en plena degradación. ¿Y qué tal si el PIB global, al contrario del diagnóstico sesgado de Stephen Roach, disminuye mucho más, abajo del umbral de 3 por ciento que el Fondo Monetario Internacional define como “recesión global”, cuando el tsunami financiero apenas se encuentra en su fase preliminar?
Mientras el locuaz Jaques Attali, ex director del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo, augura una guerra inevitable como reajuste geopolítico a las turbulencia financieras globales, existen otros analistas a quienes por lo menos habría que tomarse la molestia de escuchar, por más sombrías que fuesen sus conclusiones.
John Taylor, presidente de la empresa neoyorquina International Foreign Exchange Concepts, la mayor firma de hedge-funds (fondos de cobertura de riesgos) de divisas del mundo, pronostica que el rescate colosal del gobierno bushiano “aplastará la cotización del dólar” (Yvette Essen, The Daily Telegraph, 21/09/08), escenario al que se adhiere Tim Bond, de Barclays Capital, quien vislumbra el “riesgo de una mayor inflación” (The Times, 21/09/08).
Después de exponer la transferencia de riqueza al BRIC y a las petromonarquías (nota: la tesis de Bajo la Lupa), Roger Cohen aborda el “despellejamiento (sic) de EU” y reporta una charla con el representante Barney Frank, jefe del Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes, quien confiesa que EU cesó de ser “el poder mundial dominante” (IHT, 21/09/08). ¡Como si no lo supiéramos!
Liam Halligan, jefe de los economistas de la londinense Prosperity Capital Management, considera que la inundación de liquidez por el gobierno bushiano no ha tenido efecto en las “tasas interbancarias de largo plazo que han permanecido neciamente (sic) altas”, lo que en su conjunto puede desembocar en el “incumplimiento de pagos” (¡súper sic!) de EU, lo que ha cesado de ser un escenario “impensable” (The Daily Telegraph, 21/09/08). ¿Quién va a rescatar ahora a la Reserva Federal y a la Secretaría del Tesoro de EU?.
Vía IAR Noticias
Por Alfredo Jalife-Rahme - La Jornada, México
Un autor anónimo que se presenta en China Daily (19/09/09) como “director del Centro de Estudios de Seguridad Económica de los Institutos Chinos de Relaciones Internacionales Contemporáneas” comenta que “desafortunadamente las medidas de emergencia de EU, la Unión Europea (UE) y Japón alivian temporalmente (sic) la tensión en los mercados financieros” y expone las “reservas agotadas (¡súper sic!) del Tesoro de EU”, así como el “efecto dominó” de las quiebras.
Stephen Roach, jefe en Asia de la atribulada Morgan Stanley, realiza la “anatomía de la pulverización”. Por cierto, Roach fue uno de los principales previsores de las graves fallas de la Reserva Federal en la fase terminal del hoy universalmente vilipendiado Alan Greenspan, pero luego se equivocó rotundamente al darle demasiado crédito a las medidas preventivas de Ben Shalon Bernanke.
Desde su radar inigualable, tanto en Asia como en su atribulado banco (del que acaba de adquirir 20 por ciento el grupo financiero japonés Mitsubishi UFJ), aborda la próxima secuencia financiera y sus repercusiones económicas. Afirma que el crecimiento del PIB global, que promedió 5 por ciento de 2004 hasta 2007, se encamina a 3,5 por ciento que juzga “alejado del desastre”.
Aquí exhibe su primera contradicción cuando considera que el sistema financiero de EU “se encuentra fuera de control”. ¿Cómo puede un sistema descontrolado e incontrolable encontrarse “alejado del desastre”? No estamos incitando al desastre, pero es pertinente tener en el radar mental tal escenario indeseable, aunque sea como remota posibilidad.
Lo interesante de la secuencia de Stephen Roach, desde su perspectiva indomable sobre la vigencia de la globalización, es que marca el piso de los sucesos por venir en “tres fases distintas del proceso de ajuste”, en la interacción “entre los mercados financieros y la economía real”.
Su primera fase desmenuza la crisis crediticia: considera que el proceso de deglución de la mala deuda anda avanzado en 65 por ciento, lo que nos parece demasiado hiperoptimista, cuando lo peor está por ocurrir. Es probable que el sesgo de su análisis financiero provenga de su cargo.
Su segunda fase diagnostica la economía estadounidense: aduce correctamente que el “evento mayúsculo es la capitulación (sic) de los consumidores de EU”, sobrendeudados y cortos de ingresos, que habían llevado el frenesí consumista a 72 por ciento de su PIB. Considera que los ajustes en la economía de EU van apenas en 20 por ciento.
La tercera fase versa sobre la economía global y sus vínculos con EU: la manufactura de China y Japón ha empezado a reducir sus embarcaciones a EU, cuyas reverberaciones han golpeado a la UE. Recuerda que las exportaciones asiáticas, 45 por ciento del PIB regional en 2007, redundaron en su acelerado crecimiento que se volvió dependiente de la demanda externa en la que el consumidor de EU era el rey. Después de dos años de un crecimiento a 12 por ciento del PIB, China se desaceleró a 10.1 por ciento en el segundo trimestre de este año, mientras se han debilitado las economías de Japón y Europa que “representan colectivamente 30 por ciento del total de las exportaciones de China”.
Vaticina para el año entrante otra caída del PIB chino a 8 por ciento. Como se nota, Stephen Roach es más realista en economía que en finanzas y la caída de 4 por ciento del PIB chino en un lapso de dos años afectará notablemente la demanda del mercado de las materias primas (aunque no necesariamente su cotización, debido al desplome del dólar).
Juzga que la economía de Japón es todavía “más precaria”, ya que su economía se ha estancado a 2 por ciento en los años recientes, lo que hace probable una recaída en recesión. Se desprende que China exhibe un “inmenso colchón”, pese a todo.
Stephen Roach no pierde su entusiasmo por la globalización a la que señala como la causal del auge global, en particular el asiático de 2002 a la mitad de 2007. Nada más que ahora la “conectividad” está golpeando en la cabeza asiática.
Llama la atención el común denominador de la disminución de 2 por ciento del crecimiento global que Roach aplica indistintamente en los cuatro principales motores de la economía mundial (EU, UE, China y Japón) y ni siquiera se toma la molestia de escudriñar a los otros tres gigantes del BRIC, es decir, a Brasil, Rusia e India, ya no se diga a la despreciada Latinoamérica, a la que, por cierto, la Cepal vaticina un crecimiento de 6 por ciento, con la notable excepción de la mediocridad del “México calderonista” en plena degradación. ¿Y qué tal si el PIB global, al contrario del diagnóstico sesgado de Stephen Roach, disminuye mucho más, abajo del umbral de 3 por ciento que el Fondo Monetario Internacional define como “recesión global”, cuando el tsunami financiero apenas se encuentra en su fase preliminar?
Mientras el locuaz Jaques Attali, ex director del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo, augura una guerra inevitable como reajuste geopolítico a las turbulencia financieras globales, existen otros analistas a quienes por lo menos habría que tomarse la molestia de escuchar, por más sombrías que fuesen sus conclusiones.
John Taylor, presidente de la empresa neoyorquina International Foreign Exchange Concepts, la mayor firma de hedge-funds (fondos de cobertura de riesgos) de divisas del mundo, pronostica que el rescate colosal del gobierno bushiano “aplastará la cotización del dólar” (Yvette Essen, The Daily Telegraph, 21/09/08), escenario al que se adhiere Tim Bond, de Barclays Capital, quien vislumbra el “riesgo de una mayor inflación” (The Times, 21/09/08).
Después de exponer la transferencia de riqueza al BRIC y a las petromonarquías (nota: la tesis de Bajo la Lupa), Roger Cohen aborda el “despellejamiento (sic) de EU” y reporta una charla con el representante Barney Frank, jefe del Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes, quien confiesa que EU cesó de ser “el poder mundial dominante” (IHT, 21/09/08). ¡Como si no lo supiéramos!
Liam Halligan, jefe de los economistas de la londinense Prosperity Capital Management, considera que la inundación de liquidez por el gobierno bushiano no ha tenido efecto en las “tasas interbancarias de largo plazo que han permanecido neciamente (sic) altas”, lo que en su conjunto puede desembocar en el “incumplimiento de pagos” (¡súper sic!) de EU, lo que ha cesado de ser un escenario “impensable” (The Daily Telegraph, 21/09/08). ¿Quién va a rescatar ahora a la Reserva Federal y a la Secretaría del Tesoro de EU?.
Vía IAR Noticias
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Crisis Financiera
No aceptemos atropelladamente un plan costosísimo que no parece capaz de enfrentarse al problema real.
Paul Krugman
¿Qué se supone que hará este rescate? ¿Servirá para lo que se propone? ¿Qué deberíamos hacer, si no? Hablemos
Primero, un análisis en cápsula de la crisis.
1) Todo empezó con el estallido de la burbuja inmobiliaria. Eso llevó a un drástico incremento de las tasas de morosidad y ejecución hipotecaria, lo que a su vez condujo a enormes pérdidas en lo títulos hipotecariamente respaldados.
2) Las pérdidas en esos títulos, a su vez, dejaron al sistema financiero subcapitalizado; tanto más, cuanto que los niveles de apalancamiento antes considerados aceptables ya no lo son.
3) El sistema financiero, en sus esfuerzos de desapalancamiento, está contrayendo el crédito, lo que pone presión sobre cualquiera que dependa del crédito.
4) Hay también, hasta cierto punto, un círculo vicioso de desapalancamiento: a medida que las empresas tratan de ajustar sus balances contables, presionan a la baja los precios de los activos, reduciendo así el capital y forzando un ulterior desapalancamiento.
Así pues, ¿en qué punto de todo este proceso ofrece su alivio el Plan de Alivio Temporal de Activos? La respuesta es que posiblemente ofrezca algún respiro en el punto 4: en los pasos dados por el Tesoro para comprar activos que el sistema financiero trata de vender, mitigando así, esperemos, la espiral bajista de los precios de los activos.
Pero cuanto más pienso en el asunto, más escéptico me vuelvo sobre la posibilidad de que esto arregle algo. Problemas:
Aunque el problema empezó con los títulos hipotecariamente respaldados, el abanico de activos cuyos precios se están derrumbando por el desapalancamiento es mucho más amplio que el de aquellos títulos. De manera que eso, a lo sumo, corta sólo una parte del círculo vicioso.
En cualquier caso, el aspecto de círculo vicioso es sólo una parte de un problema mucho mayor. Aun si no hubiera habido ventas de activos motivadas por el pánico, el sistema financiero estaría gravemente subcapitalizado, lo que provoca un desplome crediticio. Y el Plan no hace nada para corregir eso.
O Quizá debería decir que el Plan no hace nada para corregir la falta de capital, a menos que el Tesoro pague de más por los activos. Y si ese es el Plan real, el Congreso tiene todo el derecho a plantarse.
Bien; ¿qué debería hacerse? Reflexionemos un poco sobre el modo en que, hasta que Paulson apretó el botón del pánico, se suponía que el sector privado iba a enfrentarse a eso: se suponía que las empresas financieras se recapitalizarían por la vía de atraer a inversores foráneos a fin de ampliar su base de capital. Es decir, se suponía que el sector privado saldría del problema atacando el punto 2.
Lo que ahora parece es que eso no ocurrió, y que es necesaria la intervención pública. Pero en tal caso, ¿no debería también la intervención pública atacar el problema por el punto 2? ¿No debería tomar la forma de inyecciones públicas de capital a cambio de una apuesta en la cúspide?
No aceptemos atropelladamente un plan costosísimo que no parece capaz de enfrentarse al problema real.
__________________________________________
Paul Krugman es uno de los economistas más reconocidos académicamente del mundo, y uno de los más célebres gracias a su intensa actividad publicística y divulgativa desde las páginas del New York Times. Colaboró en su día con el grupo de asesores de economía del Presidente Clinton, pero la dinámica de la vida económica, social y política de los EEUU en el último lustro le ha llevado a diagnósticos tan drásticos como lúcidos del mundo contemporáneo.
Traducción para www.sinpermiso.info: Roc F. Nyerro
Vía Sin Permiso
¿Qué se supone que hará este rescate? ¿Servirá para lo que se propone? ¿Qué deberíamos hacer, si no? Hablemos
Primero, un análisis en cápsula de la crisis.
1) Todo empezó con el estallido de la burbuja inmobiliaria. Eso llevó a un drástico incremento de las tasas de morosidad y ejecución hipotecaria, lo que a su vez condujo a enormes pérdidas en lo títulos hipotecariamente respaldados.
2) Las pérdidas en esos títulos, a su vez, dejaron al sistema financiero subcapitalizado; tanto más, cuanto que los niveles de apalancamiento antes considerados aceptables ya no lo son.
3) El sistema financiero, en sus esfuerzos de desapalancamiento, está contrayendo el crédito, lo que pone presión sobre cualquiera que dependa del crédito.
4) Hay también, hasta cierto punto, un círculo vicioso de desapalancamiento: a medida que las empresas tratan de ajustar sus balances contables, presionan a la baja los precios de los activos, reduciendo así el capital y forzando un ulterior desapalancamiento.
Así pues, ¿en qué punto de todo este proceso ofrece su alivio el Plan de Alivio Temporal de Activos? La respuesta es que posiblemente ofrezca algún respiro en el punto 4: en los pasos dados por el Tesoro para comprar activos que el sistema financiero trata de vender, mitigando así, esperemos, la espiral bajista de los precios de los activos.
Pero cuanto más pienso en el asunto, más escéptico me vuelvo sobre la posibilidad de que esto arregle algo. Problemas:
Aunque el problema empezó con los títulos hipotecariamente respaldados, el abanico de activos cuyos precios se están derrumbando por el desapalancamiento es mucho más amplio que el de aquellos títulos. De manera que eso, a lo sumo, corta sólo una parte del círculo vicioso.
En cualquier caso, el aspecto de círculo vicioso es sólo una parte de un problema mucho mayor. Aun si no hubiera habido ventas de activos motivadas por el pánico, el sistema financiero estaría gravemente subcapitalizado, lo que provoca un desplome crediticio. Y el Plan no hace nada para corregir eso.
O Quizá debería decir que el Plan no hace nada para corregir la falta de capital, a menos que el Tesoro pague de más por los activos. Y si ese es el Plan real, el Congreso tiene todo el derecho a plantarse.
Bien; ¿qué debería hacerse? Reflexionemos un poco sobre el modo en que, hasta que Paulson apretó el botón del pánico, se suponía que el sector privado iba a enfrentarse a eso: se suponía que las empresas financieras se recapitalizarían por la vía de atraer a inversores foráneos a fin de ampliar su base de capital. Es decir, se suponía que el sector privado saldría del problema atacando el punto 2.
Lo que ahora parece es que eso no ocurrió, y que es necesaria la intervención pública. Pero en tal caso, ¿no debería también la intervención pública atacar el problema por el punto 2? ¿No debería tomar la forma de inyecciones públicas de capital a cambio de una apuesta en la cúspide?
No aceptemos atropelladamente un plan costosísimo que no parece capaz de enfrentarse al problema real.
__________________________________________
Paul Krugman es uno de los economistas más reconocidos académicamente del mundo, y uno de los más célebres gracias a su intensa actividad publicística y divulgativa desde las páginas del New York Times. Colaboró en su día con el grupo de asesores de economía del Presidente Clinton, pero la dinámica de la vida económica, social y política de los EEUU en el último lustro le ha llevado a diagnósticos tan drásticos como lúcidos del mundo contemporáneo.
Traducción para www.sinpermiso.info: Roc F. Nyerro
Vía Sin Permiso
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Más allá del colapso capitalista
Jorge Altamira
Prensa Obrera
Un par de ediciones atrás tuvimos la oportunidad de advertir acerca de las limitaciones insalvables de la tesis del editor principal del Financial Times, Martín Wolf, para quien la intervención del Estado como recurso último ante la crisis constituía "una ley de hierro" capaz de prevenir una desintegración de la economía capitalista. Este mismo señor, el lunes pasado, en el mismo diario, no tuvo reparo en admitir que "el valiente nuevo mundo del sistema financiero de los Estados Unidos se está disolviendo ante nuestros ojos".
Todo lo sólido se desvanece en el aire
Sencillamente, tres de los cinco bancos de inversión que forman parte de la jerarquía superior del capitalismo (Bear and Sterns, Lehman Brothers y Merril Lynch) han dejado de existir -en tanto que los dos restantes, Goldman Sachs y Morgan Stanley-, ya están ocupando las antesalas. Una aseguradora multipropósito, AIG -con deudas superiores al billón de dólares- era puesta en la sala de terapia intensiva con escasas posibilidades de supervivencia. Nada menos que el Citibank -‘enterrado' con créditos incobrables en el quebrado Lehman Brothers, por valor de cerca de 200.000 millones de dólares-, buscaba asociarse con otro de gran porte y aun mayores problemas, el Wachovia, para intentar un salvataje de a dos. Una buena parte de los bancos regionales norteamericanos se encuentran en las vísperas de la quiebra, pero el organismo encargado de asegurar a los depositantes se ha gastado la mayor parte de! los recursos para esa faena. Esto implica la perspectiva de un ‘corralito', al menos parcial, en los Estados Unidos -algo que ya están haciendo algunos Fondos monetarios (prestan a corto plazo), que manejan unos 3,5 billones de dólares. Pero donde la "ley de hierro" sufría su más duro golpe era en el anuncio del Tesoro norteamericano de que emitiría letras financieras para reforzar la capacidad de acción del Banco Central, la Reserva Federal. En otras palabras, la Reserva Federal se estaba quedando sin municiones para seguir socorriendo a los bancos con problemas y todavía más para rescatar a los bancos sin salida. Se estima que el Banco Central ha gastado ya más del 60% de las reservas de su balance -sustituyendo Letras del Tesoro norteamericano por títulos sin valor de los bancos en dificultades. Titulamos el número anterior de Prensa Obrera, "los yanquis en default", s&oacut! e;lo para enterarnos, cinco días más tarde, que los mercados de títulos estaban comenzando a descontar un default del Tesoro de los Estados Unidos (Financial Times, 15/9), algo sin precedentes.
George (Alfonsín) Bush
Ya nadie discute que la crisis financiera, con epicentro en Estados Unidos, se ha convertido en mundial. El Banco de Inglaterra acaba de salir al rescate de HBOS, el principal prestamista hipotecario, que tiene un agujero de 170.000 millones de dólares entre sus activos y sus pasivos. En China, la Bolsa ha perdido las dos terceras partes desde el pico de su suba, por la simple razón de que sus Fondos hipotecarios se encuentran sobreendeudados y deben enfrentar una crisis inmobiliaria, y de que, por otro lado, se manifiesta una considerable caída de los beneficios industriales. En el caso de Brasil, la salida de capitales se ha convertido en estampida, lo que tirará abajo el edificio caro y artificial de su enorme mercado de créditos al consumo. En Rusia, la Bolsa simplemente debió dejar de operar, como consecuencia de un derrumbe absolutamente extraordinario. Todo sumado, sin embargo, el punto fundamental es que se pone ! en cuestión la gestión de la crisis por parte del gobierno norteamericano. Las decisiones de nacionalizar grandes franjas del mercado financiero, o de rescatar a algunos bancos pero no a otros, ha sido abiertamente criticada en los círculos más altos de la burguesía. Existe el temor a un desbarranque del dólar - que debería ser la víctima natural de la utilización indiscriminada de recursos de la banca central y del fisco para rescatar a los bancos en quiebra. La necesidad de un endeudamiento público extraordinario para reponer, por parte del Tesoro, las agotadas reservas de la Reserva Federal plantea definitivamente un cambio del conjunto de la gestión de gobierno, porque la crisis financiera se ha convertido en un principio de debacle general. Se perfila para Bush un final a la Alfonsín: a saber, la entrega adelantada del gobierno luego de las elecciones previstas para principios de noviembre.!
Una etapa al abismo
Nos encontramos en una nueva etapa de la crisis, pero de características peculiares, porque no ha logrado encontrar sus propios límites. Hasta marzo, cuando quebró Bear and Sterns, e incluso en los meses siguientes, los bancos fueron reduciendo el valor contable de sus activos y anunciando, en forma correspondiente, pérdidas crecientes. Pero sólo en escasa medida liquidaban efectivamente esos activos y contraían efectivamente esas pérdidas. Actuaban con la expectativa de una normalización de la situación y de la posibilidad de evitar la venta con pérdidas gruesas de sus créditos o bonos. El cambio es que ahora no pueden pagar sus deudas sin vender realmente sus activos desvalorizados e incluso vender a pérdida parte de su propio capital (Lehman Brothers había desvalorizado sus activos en los libros a 85 centavos de dólar, pero ahora que los tiene que vender efectiva! mente, sólo le dan 30 centavos). Los socorros financieros de la Reserva Federal no sirvieron para normalizar nada; por lo tanto, se precipita la bancarrota. Los precios de la propiedad residencial y comercial siguen cayendo; el consumo se contrae, lo mismo que los créditos comerciales. Pero como lo demuestra lo ocurrido en los últimos días, tampoco se ha logrado contener el número o valor de las quiebras, que se van anunciando en cascada. Es toda la gestión de la crisis la que ha entrado en crisis, o sea que está planteada una crisis política en Estados Unidos.
Tanto los bancos que fueron rescatados como aquellos que fueron enviados al matadero son una contraparte de otros protagonistas en el mercado de capitales, sea como prestamistas o prestatarios de capitales, o sea que su suerte afecta a toda otra gama de inversores financieros: el mercado de seguros contra defaults -o sea los que protegen a los títulos públicos o privados contra el incumplimiento del emisor- (está valuado en 62 billones de dólares) es naturalmente la primera víctima de las quiebras bancarias como también de las nacionalizaciones de los bancos - porque muchos de los seguros fueron otorgados por bancos que han quebrado o han sido absorbidos. Pero cuando se le añaden otras operaciones de seguro, como la protección (seguro) de las tasas de interés que han sido pactadas, los valores en juego se estiman en 550 billones de dólares -el equivalente a diez veces el producto bruto mundial! . Una ruptura en este mercado, llamado de derivados, entrañaría una completa dislocación de la economía internacional. El frenesí especulativo ha llevado a que la mayor parte de los bancos aparezcan dando protección contra el default, o asegurando los intereses pactados, por títulos que ellos mismos han emitido. Algunos analistas estiman que este entrelazamiento infla en cincuenta veces, por operaciones que se superponen, el capital efectivamente comprometido en estas transacciones. Pero si esto disminuye mucho el saldo neto que está en juego, no es menos cierto que su desarmado es prácticamente imposible sin sucesivas crisis.
Dos caras de la misma moneda
La crisis de la gestión política del derrumbe financiero se manifestó en la decisión de dejar caer a Lehman Brothers, pero apoyar el rescate de Merril Lynch por el Bank of America, o de anunciar que no habría rescate para la aseguradora AIG para acabar metiendo 85 mil millones de dólares a cambio del 75% de su capital. El propósito del rescate como de la quiebra es siempre el mismo: evitar el hundimiento de los acreedores de los bancos siniestrados y el derrumbe del mercado de capitales y de la economía mundial. Por eso la declaración de quiebra de Lehman fue acompañada del anuncio de un financiamiento de la Reserva Federal, como si se tratara de un rescate, para que el remate de sus activos se haga en forma abrupta. Pero el rescate y la quiebra plantean dos gestiones diferentes, aunque con el mismo resultado. El rescate obliga a un banco en quiebra a continuar con operaciones deficitarias, in! cluso crecientes, nuevamente con la expectativa de una normalización de los mercados. En este caso, crece el tamaño y el alcance de la crisis potencial. Fue lo que hizo Japón, lo cual le ocasionó veinte años (1985-2005) de estancamiento y deflación. La quiebra, por el contrario, pretende cortar de cuajo con la progresión de la crisis, pero desata de inmediato otra crisis, cuyo alcance el poder político no es capaz de prever y cuando lo intuye se ve obligado a recular y a seguir saqueando las finanzas del Estado. El balance entre estas dos perspectivas contradictorias, pero con final idéntico, es decidido por las operaciones anárquicas del mercado. En los últimos días, ellas apuntan a una huída generalizada de las Bolsas y por lo tanto a una crisis financiera que afecta a los capitales industriales y comerciales, o sea al colapso. La crisis de gestión, o sea política, comienza a! afectar también a Europa, porque a pesar de su proclamada Unión la gestión de salvataje de las empresas y bancos en crisis o quebrados corre por cuenta de cada estado nacional - no de la llamadas ‘instituciones comunitarias'. En un cierto punto, esto debería llevar a un dislocamiento político e institucional.
No confundir catastrofismo con susto
Los diarios y los comentaristas, tan circunspectos hasta el momento, ahora rivalizan en títulos catastrofistas, pero no son capaces de diseñar una perspectiva. No tienen un análisis catastrofista, simplemente están asustadísimos; el problema no es el ‘viento de cola' o el ‘viento de frente' sino la combinación del derrumbe económico con las crisis políticas. Durante un par de años, el capital desafió a la ley del valor, inflando su valor más allá de su capacidad de reproducción real, pero la ley del valor se ha cobrado la afrenta a un precio enorme. Ha quedado de manifiesto que la ganancia capitalista es un objetivo muy estrecho para desenvolver productivamente la riqueza social acumulada. La crisis mundial plantea la reorganización social general sobre nuevas bases.
Vía Rebelión
Prensa Obrera
Un par de ediciones atrás tuvimos la oportunidad de advertir acerca de las limitaciones insalvables de la tesis del editor principal del Financial Times, Martín Wolf, para quien la intervención del Estado como recurso último ante la crisis constituía "una ley de hierro" capaz de prevenir una desintegración de la economía capitalista. Este mismo señor, el lunes pasado, en el mismo diario, no tuvo reparo en admitir que "el valiente nuevo mundo del sistema financiero de los Estados Unidos se está disolviendo ante nuestros ojos".
Todo lo sólido se desvanece en el aire
Sencillamente, tres de los cinco bancos de inversión que forman parte de la jerarquía superior del capitalismo (Bear and Sterns, Lehman Brothers y Merril Lynch) han dejado de existir -en tanto que los dos restantes, Goldman Sachs y Morgan Stanley-, ya están ocupando las antesalas. Una aseguradora multipropósito, AIG -con deudas superiores al billón de dólares- era puesta en la sala de terapia intensiva con escasas posibilidades de supervivencia. Nada menos que el Citibank -‘enterrado' con créditos incobrables en el quebrado Lehman Brothers, por valor de cerca de 200.000 millones de dólares-, buscaba asociarse con otro de gran porte y aun mayores problemas, el Wachovia, para intentar un salvataje de a dos. Una buena parte de los bancos regionales norteamericanos se encuentran en las vísperas de la quiebra, pero el organismo encargado de asegurar a los depositantes se ha gastado la mayor parte de! los recursos para esa faena. Esto implica la perspectiva de un ‘corralito', al menos parcial, en los Estados Unidos -algo que ya están haciendo algunos Fondos monetarios (prestan a corto plazo), que manejan unos 3,5 billones de dólares. Pero donde la "ley de hierro" sufría su más duro golpe era en el anuncio del Tesoro norteamericano de que emitiría letras financieras para reforzar la capacidad de acción del Banco Central, la Reserva Federal. En otras palabras, la Reserva Federal se estaba quedando sin municiones para seguir socorriendo a los bancos con problemas y todavía más para rescatar a los bancos sin salida. Se estima que el Banco Central ha gastado ya más del 60% de las reservas de su balance -sustituyendo Letras del Tesoro norteamericano por títulos sin valor de los bancos en dificultades. Titulamos el número anterior de Prensa Obrera, "los yanquis en default", s&oacut! e;lo para enterarnos, cinco días más tarde, que los mercados de títulos estaban comenzando a descontar un default del Tesoro de los Estados Unidos (Financial Times, 15/9), algo sin precedentes.
George (Alfonsín) Bush
Ya nadie discute que la crisis financiera, con epicentro en Estados Unidos, se ha convertido en mundial. El Banco de Inglaterra acaba de salir al rescate de HBOS, el principal prestamista hipotecario, que tiene un agujero de 170.000 millones de dólares entre sus activos y sus pasivos. En China, la Bolsa ha perdido las dos terceras partes desde el pico de su suba, por la simple razón de que sus Fondos hipotecarios se encuentran sobreendeudados y deben enfrentar una crisis inmobiliaria, y de que, por otro lado, se manifiesta una considerable caída de los beneficios industriales. En el caso de Brasil, la salida de capitales se ha convertido en estampida, lo que tirará abajo el edificio caro y artificial de su enorme mercado de créditos al consumo. En Rusia, la Bolsa simplemente debió dejar de operar, como consecuencia de un derrumbe absolutamente extraordinario. Todo sumado, sin embargo, el punto fundamental es que se pone ! en cuestión la gestión de la crisis por parte del gobierno norteamericano. Las decisiones de nacionalizar grandes franjas del mercado financiero, o de rescatar a algunos bancos pero no a otros, ha sido abiertamente criticada en los círculos más altos de la burguesía. Existe el temor a un desbarranque del dólar - que debería ser la víctima natural de la utilización indiscriminada de recursos de la banca central y del fisco para rescatar a los bancos en quiebra. La necesidad de un endeudamiento público extraordinario para reponer, por parte del Tesoro, las agotadas reservas de la Reserva Federal plantea definitivamente un cambio del conjunto de la gestión de gobierno, porque la crisis financiera se ha convertido en un principio de debacle general. Se perfila para Bush un final a la Alfonsín: a saber, la entrega adelantada del gobierno luego de las elecciones previstas para principios de noviembre.!
Una etapa al abismo
Nos encontramos en una nueva etapa de la crisis, pero de características peculiares, porque no ha logrado encontrar sus propios límites. Hasta marzo, cuando quebró Bear and Sterns, e incluso en los meses siguientes, los bancos fueron reduciendo el valor contable de sus activos y anunciando, en forma correspondiente, pérdidas crecientes. Pero sólo en escasa medida liquidaban efectivamente esos activos y contraían efectivamente esas pérdidas. Actuaban con la expectativa de una normalización de la situación y de la posibilidad de evitar la venta con pérdidas gruesas de sus créditos o bonos. El cambio es que ahora no pueden pagar sus deudas sin vender realmente sus activos desvalorizados e incluso vender a pérdida parte de su propio capital (Lehman Brothers había desvalorizado sus activos en los libros a 85 centavos de dólar, pero ahora que los tiene que vender efectiva! mente, sólo le dan 30 centavos). Los socorros financieros de la Reserva Federal no sirvieron para normalizar nada; por lo tanto, se precipita la bancarrota. Los precios de la propiedad residencial y comercial siguen cayendo; el consumo se contrae, lo mismo que los créditos comerciales. Pero como lo demuestra lo ocurrido en los últimos días, tampoco se ha logrado contener el número o valor de las quiebras, que se van anunciando en cascada. Es toda la gestión de la crisis la que ha entrado en crisis, o sea que está planteada una crisis política en Estados Unidos.
Tanto los bancos que fueron rescatados como aquellos que fueron enviados al matadero son una contraparte de otros protagonistas en el mercado de capitales, sea como prestamistas o prestatarios de capitales, o sea que su suerte afecta a toda otra gama de inversores financieros: el mercado de seguros contra defaults -o sea los que protegen a los títulos públicos o privados contra el incumplimiento del emisor- (está valuado en 62 billones de dólares) es naturalmente la primera víctima de las quiebras bancarias como también de las nacionalizaciones de los bancos - porque muchos de los seguros fueron otorgados por bancos que han quebrado o han sido absorbidos. Pero cuando se le añaden otras operaciones de seguro, como la protección (seguro) de las tasas de interés que han sido pactadas, los valores en juego se estiman en 550 billones de dólares -el equivalente a diez veces el producto bruto mundial! . Una ruptura en este mercado, llamado de derivados, entrañaría una completa dislocación de la economía internacional. El frenesí especulativo ha llevado a que la mayor parte de los bancos aparezcan dando protección contra el default, o asegurando los intereses pactados, por títulos que ellos mismos han emitido. Algunos analistas estiman que este entrelazamiento infla en cincuenta veces, por operaciones que se superponen, el capital efectivamente comprometido en estas transacciones. Pero si esto disminuye mucho el saldo neto que está en juego, no es menos cierto que su desarmado es prácticamente imposible sin sucesivas crisis.
Dos caras de la misma moneda
La crisis de la gestión política del derrumbe financiero se manifestó en la decisión de dejar caer a Lehman Brothers, pero apoyar el rescate de Merril Lynch por el Bank of America, o de anunciar que no habría rescate para la aseguradora AIG para acabar metiendo 85 mil millones de dólares a cambio del 75% de su capital. El propósito del rescate como de la quiebra es siempre el mismo: evitar el hundimiento de los acreedores de los bancos siniestrados y el derrumbe del mercado de capitales y de la economía mundial. Por eso la declaración de quiebra de Lehman fue acompañada del anuncio de un financiamiento de la Reserva Federal, como si se tratara de un rescate, para que el remate de sus activos se haga en forma abrupta. Pero el rescate y la quiebra plantean dos gestiones diferentes, aunque con el mismo resultado. El rescate obliga a un banco en quiebra a continuar con operaciones deficitarias, in! cluso crecientes, nuevamente con la expectativa de una normalización de los mercados. En este caso, crece el tamaño y el alcance de la crisis potencial. Fue lo que hizo Japón, lo cual le ocasionó veinte años (1985-2005) de estancamiento y deflación. La quiebra, por el contrario, pretende cortar de cuajo con la progresión de la crisis, pero desata de inmediato otra crisis, cuyo alcance el poder político no es capaz de prever y cuando lo intuye se ve obligado a recular y a seguir saqueando las finanzas del Estado. El balance entre estas dos perspectivas contradictorias, pero con final idéntico, es decidido por las operaciones anárquicas del mercado. En los últimos días, ellas apuntan a una huída generalizada de las Bolsas y por lo tanto a una crisis financiera que afecta a los capitales industriales y comerciales, o sea al colapso. La crisis de gestión, o sea política, comienza a! afectar también a Europa, porque a pesar de su proclamada Unión la gestión de salvataje de las empresas y bancos en crisis o quebrados corre por cuenta de cada estado nacional - no de la llamadas ‘instituciones comunitarias'. En un cierto punto, esto debería llevar a un dislocamiento político e institucional.
No confundir catastrofismo con susto
Los diarios y los comentaristas, tan circunspectos hasta el momento, ahora rivalizan en títulos catastrofistas, pero no son capaces de diseñar una perspectiva. No tienen un análisis catastrofista, simplemente están asustadísimos; el problema no es el ‘viento de cola' o el ‘viento de frente' sino la combinación del derrumbe económico con las crisis políticas. Durante un par de años, el capital desafió a la ley del valor, inflando su valor más allá de su capacidad de reproducción real, pero la ley del valor se ha cobrado la afrenta a un precio enorme. Ha quedado de manifiesto que la ganancia capitalista es un objetivo muy estrecho para desenvolver productivamente la riqueza social acumulada. La crisis mundial plantea la reorganización social general sobre nuevas bases.
Vía Rebelión
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