sábado, 31 de mayo de 2008

La larga marcha del topo neoliberal y la ideología del reformismo postmoderno

La larga marcha del topo neoliberal y la ideología del reformismo postmoderno



El reformismo se ha convertido en palabra clave de una nueva ideología que predica el evangelio del crecimiento económico mientras el populismo recita el mantra de la seguridad y de un renovado proteccionismo de base supranacional de las comunidades locales. El ejemplo más significativo de mitigación de los efectos del libre mercado en el mundo son los proyectos de la Fundación de Melinda y Bill Gates. O la propuesta de una tercera vía que supere la distinción entre izquierda y derecha.

Por Ugo Mattei (*) - Il Manifesto

Es difícil encontrar en la jerga política italiana contemporánea un término más difundido que el de “reformismo”. Es más, es difícil encontrar una ideología política más responsable de la catástrofe electoral de las fuerzas democráticas de este país, simbolizada por la pancarta con la inscripción “Veltroni santo, ya!”, expuesta por los fascistas que hoy se señorean en el Campidoglio.

Es indiscutible que el uso reciente dado por la izquierda al término “reformismo” debe constituir el punto de partida de cualquier análisis sobre su completa derrota. La necesidad de “emprender reformas” fue invocada en campaña electoral tanto por los líderes políticos de derechas como de izquierdas, hasta el punto de convertirse en el mínimo común denominador de la política italiana contemporánea: la reforma electoral, la reforma escolar, la reforma sanitaria, la reforma universitaria, la reforma profesional, la reforma del mercado de trabajo. ¿Qué se esconde tras esta extendida ideología? Es bastante obvio que el término reformista transmite un tranquilo mensaje de moderación. Al mismo tiempo , sin embargo, esconde una feroz determinación securitaria. El reformista, a diferencia del revolucionario, no destruye, no trastoca, no revoluciona el status quo. Siempre está del lado de la autoridad constituida que garantiza seguridad a su propiedad. No está satisfecho con algunos aspectos del sistema y, aunque suscribe su lógica de fondo, procura mejorarlo, repensarlo, favorecer su desarrollo, transformarlo de manera tal vez radical, pero armónica, progresiva y siempre compatible con los fundamentos del orden propietario consolidado.

La expresión “reformismo” pone el énfasis en el proceso de transformación más que en su contenido, y admite la necesidad de rediseñar algunos aspectos del sistema institucional para obtener crecimiento y desarrollo. Este es el declarado mensaje bipartidista de la mayoría y de la oposición que compiten de acuerdo a las reglas electorales de una “democracia liberal occidental moderna”. Se trata de un tranquilo mensaje subliminal, que coloca a la expresión “reformismo” bajo una luz benévola, al tiempo que estigmatiza como extremista y veleidosa a cualquier voz alternativa.

De Bentham a Carlo Rosselli

En la era del reformismo bipartidista, la antigua oposición entre conservador y reformista se esfuma, ya que el primero queda irremisiblemente condenado a la “inevitable” y “natural” aceleración histórica y tecnológica de la era postmoderna. Por razones en buena medida análogas pero especulares, se esfuma también la contraposición entre revolucionario y reformista. En efecto, aunque el término reformista fue acuñado por Jeremy Bentham en 1811, quien lo situó en el centro de la reflexión política del movimiento obrero a mediados del siglo XIX, fue Eduard Bernstein el primero en poner en cuestión la inminencia de la revolución proletaria, sosteniendo la necesidad de alianzas estratégicas con los partidos burgueses. El reformismo socialista, teorizado en Francia por Alexandre Millerand en un famoso libro de título homónimo, conquistó a algunos de los más prestigiosos dirigentes del Partido Socialista Italiano a inicios del corto siglo XX. Cabe recordar, por ejemplo, a Turati, Treves, Bissolati, Bonomi, Carlo Roselli, Matteotti y Gaetano Salvemini, la mayoría expulsados en el congreso de Livorno de 1912 y tachados, precisamente, de revisionistas, un término que para entonces ya estaba contaminado de connotaciones negativas. Por supuesto, esta corriente reformista, que tuvo un peso notable en la Segunda Internacional (1889-1914) compartía el proyecto de igualdad y justicia social del movimiento socialista, pero se distinguía por el método legalista y gradualista, más que revolucionario, con el que el objetivo final debía alcanzarse. La idea de reformismo, en otras palabras, estaba imbricada en un vasto proyecto internacionalista, redistributivo y de emancipación de las clases sociales más necesitadas, una aspiración completamente perdida en la actual concepción bipartidista.

El terremoto reaganiano

En materia de política económica, el término reformista se manifiesta en las grandes transformaciones del modelo liberal propugnadas por los defensores del Estado de bienestar, en particular en su versión keynesiana. Esta concepción fue barrida, tras la crisis del petróleo de los años 70’, por la “revolución” reaganiana y tatcheriana que contribuiría al hundimiento, en pocos años, de la experiencia del socialismo realmente existente. Es precisamente en el marco de las transformaciones del contexto político-cultural global donde nace la actual ideología del reformismo, una teoría animada no por un proyecto básico de justicia social sino, por el contrario, orientada principalmente a la reconstrucción de un sistema capitalista lo más eficiente posible.

En este ámbito, el ordenamiento jurídico, lejos de postularse como un instrumento de limitación de los impulsos posesivos individuales, se propone estimular su despliegue sin cortapisas. El argumento de fondo es que estos impulsos, guiados por una mano invisible en un proceso puramente privado, acabarán por favorecer, al menos de forma indirecta, también a los sujetos más débiles, en virtud del “derrame hacia abajo” (el llamado trickle down effect) de los beneficios de un crecimiento económico sostenido.

El proyecto reaganiano y tatcheriano no intentó remozar aspecto alguno del modelo contra el que se rebelaba. Por el contrario, contemplado con perspectiva global, trastocó con violencia “revolucionaria” todo su contenido político y cívico. Lo que se derrumba con la caída del Muro de Berlín, haciendo retroceder en casi dos siglos el significado del reformismo, son precisamente los presupuestos de la constitución económica de un modelo mixto (público y privado) que el estado del bienestar había producido y constitucionalizado a partir de la experiencia de la República de Weimar y luego, en Italia, con la constitución de 1948 y el gran compromiso entre Togliatti, Dossetti y Eunadi. Desde el punto de vista del contenido, en el nuevo orden global en el que el crecimiento económico se considera prioritario, con independencia de toda preocupación distributiva, el reformista sólo se propone mitigar los aspectos más extremos e inhumanos del modelo dominante. De esta manera, el término adquiere una acepción no muy distinta a la que permite presentar como reformistas a reyes “ilustrados” como María Teresa de Austria, Leopoldo de Toscana, Federico II de Prusia, Carlos III de Nápoles o Catalina II de Rusia. Una visión profundamente anclada en la desigualdad sustancial de los derechos de propiedad, que hace suyo un modelo autoritario, clasista, etnocéntrico, pero que se preocupa, sin embargo, por su “rostro humano” (el plan para África de Tony Blair o la Fundación de Bill y Melinda Blair son, en este sentido, emblemáticos)

Este reformismo de la “tercera vía”, que a partir de los trabajos de Anthony Giddens pretende expugnar el frente intelectual y político que, al menos en Europa, separaba la izquierda de la derecha, encuentra en Tony Blair y Bill Clinton a los dos héroes epónimos capaces de naturalizar y encajar en el bipartidismo las recetas neoliberales confeccionadas una década atrás en interés de los actores fuertes de los mercados financieros globales (instituciones financieras internacionales, bancos, compañías de seguro, fondos de inversión). Dos héroes que no están solos en Occidente. Que en Alemania tienen a Schroeder, quien con la ayuda del Fondo Monetario Internacional, marginó a Oskar Lafontaine. Y que en Italia tienen a Massimo D’Alema (primer ministro post-comunista ansioso por participar en las guerras globales) y a Romano Prodi, ambos dispuestos a hacer pasar el reformismo neoliberal como pensamiento de “izquierdas” y a abrir paso así a una gran convergencia bipartidista. La creación de una ideología reformista que actúe como instrumento del abandono de la distribución en beneficio de la producción y de la acumulación concentrada de riqueza, permite abrazar sin traumas este modelo de desarrollo totalmente “mercantilista” (acompañado por la retórica de la competencia pero basado, en la práctica, en el oligopolio). Un modelo que entre nosotros ha sido celebrado con entusiasmo por el Partido Democrático, justo cuando la derecha social neocorporativista, curiosamente, comenzaba a revisarlo, a través de la impresionante pirueta de Giulio Tremonti, campeón de las privatizaciones y las finanzas creativas (La paura e la speranza, Mondadori, 2008, ha sido un best-seller de campaña electoral, capaz de vender, simultáneamente, anti-mercantilismo, securitarismo y xenofobia).

También en la izquierda, las periódicas y dramáticas convulsiones productivas –la crisis de los mercados asiáticos de 1997, la crisis de las suprime y recesión actual-, pero sobre todo el progresivo ahondamiento de la brecha entre ricos y pobres que de manera estructural condena a África y a otros países subalternos al hambre y la sed, deberían conducir a un honesto replanteamiento de los términos de la cuestión “reformista”. El economista austriaco Joseph Shumpeter escribió una vez que así como los frenos permiten a un vehículo avanzar rápido y sin accidentes, lo mismo ocurre con el modelo económico capitalista. Esta idea fue retomada por Michel Albert en su célebre ensayo sobre los dos capitalismos (el anglosajón y el renano) y ha sido desarrollada en la literatura jurídica y económica más sensata, aunque minoritaria. No obstante, ha obtenido escaso eco en las discusiones sobre política económica italiana. Entre nosotros el reformismo se mide con el metro de las liberalizadoras medidas “sábana” del ex ministro de Prodi, Pierluigi Bersani, y hace suya la cruzada contra los “límites de todo tipo” a la libre empresa (los lacci e lacciuoli de los que hablaba Guido Carlo, un maestro de la derecha clásica). Las reformas orientadas a la liberalización desacreditan así, de manera sistemática, los controles jurídico públicos (los lacciuoli, precisamente) al dirigirse a taxistas, farmacéuticos y, sobre todo, a trabajadores autónomos (en defensa de este punto se han mostrado particularmente activos los profesores Giavazzi y Alesina) y dependientes, ensañándose, en nombre de la flexibilidad, con las garantías obtenidas por los trabajadores a lo largo de las luchas sindicales de los años 60’ y 70’ (el nombre que cabe citar aquí es el de Pietro Ichino).

El asalto de los mercados financieros

Este reformismo neoliberal, evidentemente, otorga licencia económica, política y cultural al actual centro del capitalismo internacional, los Estados Unidos, que a pesar de atravesar una profunda crisis, han colonizado el imaginario postmoderno de Europa y de otros países periféricos y semi-periféricos, para utilizar la geoeconomía elaborada por Immanuel Wallerstein. El llamado capitalismo estadounidense, tras haber determinado el fin del socialismo real en la Unión Soviética, ha lanzado un durísimo ataque contra el capitalismo social europeo, desacreditándolo como un burocrático conjunto de “lacci e lacciuoli” que impiden su despegue hacia el empíreo paraíso de los mercados financieros (pero que acaso impidan también su caída en las cumbres de los fondos suprime). Son estas, en realidad, las cuestiones que se ocultan tras la atractiva y tranquilizadora bandera del reformismo postmoderno. Una religión del crecimiento y del desarrollo sostenida incluso culturalmente por los oligopolios globales. Una radical subversión de la idea reformista que, nacida de un pensamiento emancipatorio socialista e internacionalista, no podía sino colocar la igualdad, la justicia social y la redistribución de riquezas por medio del derecho, en el primer lugar de las preocupaciones de una política que aspiraba a ser una política civilizatoria y que estaba dispuesta a hacerse cargo de las impostergables demandas del resto del planeta. El actual reformismo eurocéntrico, más bien provinciano, no es sino una ideología de resistencia del Occidente opulento que defiende de forma desesperada (con tonos más o menos insoportables) los frutos de su pluricentenaria depredación. Que se trata de una política suicida lo ha experimentado ya el Partido Democrático. La demografía y nuestros hermanos hambrientos nos mostrarán pronto que si no se revierte este rumbo lo único que queda es la catástrofe anunciada.

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(*) Ugo Mattei (Turín, 1961) es catedrático de derecho internacional y comparado en la Facultad de Derecho (Hastings College of Law), de la University of California, y de derecho civil en la Facultad de Jurisprudencia de la Università degli Studi de Turín. Civilista europeo de vivísimo ingenio –del temple de sus dos grandes maestros, Rodolfo Sacco y Rudolf Schlesinger—, rojo impenitente, trabajador infatigable, académico de libro, common lawyer a la anglosajona y abogado de todo género de causas, cruza el Océano Atlántico al menos dos veces al año para impartir sus clases, un semestre en San Francisco y otro en Turín. La editorial italiana Il Mulino acaba de publicar su libro: Invertire la rotta. Idee per una riforma della proprietà pubblica [Invertir el rumbo. Ideas para una reforma de la propiedad pública], coescrito con Edoardo Reviglio e Stefano Rodotà.

Traducción para Sin Permiso de Gerardo Pisarello

viernes, 30 de mayo de 2008

Atrincherado, arraigado, e inamovible

La expansión del Pentágono será el legado perdurable de Bush

Frida Berrigan
Tom Dispatch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens


Introducción del editor de Tom Dispatch:

El Pentágono se hace cargo


Hay palabras que pueden ser clavadas sobre los años de Bush como un ramillete marchito: “No sabemos para qué gastamos el dinero.” Es una cita de Mary Ugone, la vice-inspectora general para auditoría del Departamento de Defensa, respecto a los masivos pagos del Pentágono hechos durante la ocupación y la guerra en Iraq para los que no existe una documentación (o es groseramente inadecuada). De hecho, según el inspector general del Departamento de Defensa, “el Pentágono no puede dar cuenta de casi 15.000 millones de dólares en bienes y servicios que van desde camiones, agua embotellada y colchones, a granadas impulsadas por cohetes y ametralladoras, que fueron compradas a contratistas en el esfuerzo de reconstrucción de Iraq.” Una auditoría interna de 8.000 millones de dólares que el Pentágono pagó a contratistas privados estadounidenses e iraquíes estableció que “casi ninguna transacción cumplió con leyes o regulaciones federales para impedir el fraude, en algunos casos careciendo incluso de facturas básicas que expliquen como se gastó el dinero.”

Es, hay que admitir, calderilla para el Pentágono en la era de Bush. E incluso cuando se intenta una “reforma”, la medicina es a menudo peor que la enfermedad. Por ejemplo, críticos en el Congreso, entre otros, han acusado al contratista privado KBR, basado en Houston, anteriormente una división de Halliburton, de derroche y mala administración y de explotación de sus vínculos políticos con el vicepresidente Dick Cheney” en el cumplimiento de enormes contratos para apoyar a las tropas de EE.UU. en Iraq. Ahora, el Pentágono planea reparar sus faltas dividiendo el último contrato por alimentos, albergues, y servicios básicos en Iraq entre KBR y otros dos grandes contratistas, Fluor Corporation y DynCorp International. Según el New York Times: “En realidad, el nuevo convenio de tres compañías podría resultar en gastos más elevados para el contribuyente estadounidense y en una supervisión débil por las fuerzas armadas.”

Estos detalles reveladores surgieron la semana pasada de las profundidades subterráneas del Pentágono hinchado de la era Bush. Como indica Frida Berrigan en uno de los artículos más importantes que Tomdispatch haya publicado, la masiva expansión del Pentágono en casi todos los frentes durante los dos períodos de George W. Bush puede ser la mayor historia relatada sobre nuestros días. Podría, en los hechos, ser la historia estadounidense más importante del nuevo siglo, y aunque muchas de sus partes disímiles pueden ser encontradas en los periódicos, los medios dominantes no han ofrecido todavía una visión significativa del Pentágono en nuestros tiempos. Esto dice mucho sobre lo que no se encara en nuestro mundo. Cómo, por ejemplo, es posible que haya una campaña electoral presidencial que dura años, en la que el tamaño del Pentágono nunca aparece como tema (a menos que los candidatos se afanen por una expansión del tamaño de las tropas de EE.UU.)

Como parte de su continua consideración del legado que Bush está dejando al pueblo de EE.UU. Tomdispatch lanza hoy una exploración en tres partes del papel del Pentágono en los años de Bush. (Las otras dos partes aparecerán en los próximos meses.) La serie está en las capaces manos de Frida Berrigan y Bill Hartung, expertos militares en la Iniciativa de Armas y Seguridad de la New America Foundation. No hay que perdérsela. Tom

Atrincherado, arraigado, e inamovible


La expansión del Pentágono será el legado perdurable de Bush

Frida Berrigan

Una industria artesanal hecha y derecha ya se dedica a los que esperan ansiosamente el fin del gobierno de Bush, ofreciendo la venta de calendarios, imanes, y camisetas, así como contadores y gráficas para descargas a blogs y sitios en la Red. Pero cuando termine el conteo regresivo y George W. Bush desocupe el Despacho Oval, dejará un legado que habrá que enfrentar. Ciertamente, lega a su sucesor un mundo desfigurado por la guerra y desbaratado por las privaciones, pero tal vez su legado más perdurable está ahora profundamente empotrado en la política del área de Washington – un Pentágono tan metastaseado que es casi irreconocible.

El masivo crecimiento del Pentágono durante estos últimos siete años no será deshecho fácilmente, no importa quién se ponga el manto presidencial el 19 de enero de 2009. “El Pentágono” es ahora mucho más que un edificio de cinco lados al otro lado del Potomac desde Washington o incluso la sede del Departamento de Defensa. De muchas maneras, desafía toda descripción o designación.

¿Quién llega a recordar, hoy en día, el debate al terminar la Guerra Fría sobre el papel que correspondería al poder militar de EE.UU. en un mundo “unipolar”? ¿Estaba tan bien establecida la supremacía de EE.UU., preguntaban entonces los eruditos, que Washington podía basarse en un poder económico y cultural más blando, y que el poder militar fuera sólo un respaldo (y un “dividendo de paz” interior por añadidura)? ¿O debía colocarse EE.UU. las seis pistolas de un alguacil global y patrullar el mundo como fuente de “intervenciones humanitarias”? ¿O había llegado el momento de declarar audazmente que somos la única superpotencia del mundo y esgrimir unas fuerzas armadas de alta tecnología sin igual, desanimar activamente de llegar a pensar en una rivalidad futura a cualquier otra potencia o bloque de poder?

Los ataques del 11 de septiembre de 2001 terminaron decisivamente con ese debate. El gobierno de Bush declaró rápidamente la guerra total en todos los frentes – contra pueblos, ideologías y, sobre todo, el “terrorismo” (una táctica de los débiles). En ese mismo mes de septiembre, responsables del gobierno filtraron orgullosamente la información de que estaban listos para “apuntar” a hasta 60 otras naciones y a los movimientos terroristas dentro de ellas.

La “huella” del Pentágono debía ser implantada firmemente: base militar tras base militar en todo el planeta, con énfasis especial en sus centros energéticos. Altos funcionarios del gobierno comenzaron a preparar al Pentágono para que fuera a cualquier parte e hiciera lo que quisiera, mientras reescribían, desgarraban, o ignoraban cualesquiera leyes, nacionales o internacionales, que constituyeran un obstáculo. En 2002, el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld articuló oficialmente una nueva postura militar de EE.UU. que, era poco menos que revolucionaria en su concepción. Se llamaba – en típica abreviatura del Pentágono – una Estrategia de Defensa 1-4-2-1- (reemplazando el plan no demasiado modesto del gobierno de Clinton de prepararse para librar simultáneamente dos grandes guerras – en Oriente Próximo y el Noreste de Asia.)

Teóricamente, esta estrategia significaba que el Pentágono debía prepararse para defender a EE.UU., mientras creaba fuerzas capaces de disuadir la agresión y la coerción en cuatro “regiones críticas” (Europa, el Noreste de Asia, el Este de Asia, y Oriente Próximo). Sería capaz de derrotar simultáneamente la agresión en dos de estas regiones y “ganar decisivamente” en uno de esos conflictos “en un momento y un sitio elegido por nosotros.” De ahí 1-4-2-1.

Y eso fue sólo el comienzo. Ya habíamos, para entonces, entrado a la nueva era del Mega-Pentágono. Casi seis años después, la escala de la expansión de esa institución aún no ha sido completamente comprendida, así que consideremos sólo siete de las principales maneras mediante las cuales el Pentágono ha vivido la expansión – y un salto – más allá de su misión original, eclipsando a otras instituciones de gobierno al hacerlo.

1. El Pentágono revienta-presupuestos: El presupuesto base del Pentágono – que ya ascendía a alarmantes 300.000 millones de dólares cuando George W. Bush se hizo cargo de la presidencia – se ha casi duplicado mientras él ha estado parqueado tras el inmenso escritorio del Despacho Oval. Para el año fiscal 2009, el presupuesto regular del Pentágono totalizará aproximadamente 541.000 millones de dólares (incluyendo el trabajo en ojivas nucleares y reactores navales en el Departamento de Energía).

El gobierno de Bush ha presidido sobre uno de los mayores fortalecimientos militares en la historia de EE.UU. Y eso es antes de que lleguemos a contar los “gastos en guerras.” Si tenemos en cuenta los costes directos de las guerras en Iraq y Afganistán, así como la Guerra Global contra el Terror, los gastos de “defensa” han sido esencialmente triplicados.

Desde febrero de 2008, según la Oficina de Presupuestos del Congreso, los legisladores han asignado 752.000 millones de dólares para la guerra y ocupación de Iraq, las continuas operaciones militares en Afganistán, y otras actividades asociadas con la Guerra Global contra el Terror. El Pentágono estima que necesitará otros 170.000 millones para el año fiscal 2009, lo que significa que, con 922.000 millones de dólares, los gastos directos para las guerras desde 2001 serían cercanos a la marca de los tres billones de dólares.

Como ha señalado el columnista del New York Times, Bob Herbert, si una pila de billetes de unos 15 centímetros de alto tiene un valor de 1 millón de dólares; entonces, una pila de 1.000 millones tendría la altura del Monumento a Washington, y una pila de 1 billón de dólares tendría una altura de 153 kilómetros. Nótese que ninguno de estos fondos para librar guerras es siquiera contado como parte del presupuesto militar anual, sino que son proporcionados por el Congreso en la forma de “suplementos de emergencia” varias veces al año.

Si se agrega la guerra al presupuesto base del Pentágono, EE.UU. gasta ahora casi tanto en asuntos militares como el conjunto del resto del mundo. Los gastos militares también dejan a la sombra todas las otras partes del presupuesto federal, al representar 58 centavos de cada dólar gastado por el gobierno federal en “programas discrecionales” (los que el Congreso aumenta o reduce sobre una base anual).

El presupuesto total del Pentágono representa más que los gastos combinados en educación, protección medioambiental, justicia, prestaciones para veteranos, ayuda habitacional, transporte, formación profesional, agricultura, energía, y desarrollo económico de EE.UU. No es sorprendente, por lo tanto que, ya que cobra cada vez más dinero, el Pentágono está tomando (o se apodera de) cada vez más funciones y roles.

2. El Pentágono como diplomático: El gobierno de Bush ha exhibido una y otra vez su desdén por la discusión y el compromiso, por tratados y acuerdos, y una admiración igualmente profunda por lo que puede ganar mediante la amenaza y la fuerza. No es sorprendente, por lo tanto, que la agenda de política exterior de la Casa Blanca haya sido dirigida cada vez más a través de los militares. Con un presupuesto militar que es más de 30 veces superior a la suma en conjunto de todas las operaciones del Departamento de Estado y de toda la ayuda no militar al extranjero, el Pentágono ha penetrado en dos bastiones tradicionales del Departamento de Estado – la diplomacia y el desarrollo – duplicando o reemplazando gran parte de su trabajo, a menudo a través de un reenfoque de la diplomacia de Washington hacia relaciones de militar a militar, en lugar de diplomático a diplomático.

Desde fines del Siglo XVIII, el embajador de EE.UU. en cualquier país ha sido considerado como representante personal del presidente, responsable de asegurar que se cumplan los objetivos de política exterior. Como explicó un embajador: “La regla es: si estás en el país, trabajas para el embajador. Si no trabajas para el embajador, no recibes permiso para ese país.”

En la era de Bush, el Pentágono ha trastocado este modelo. Según el informe del Congreso de 2006, por el senador Richard Lugar (republicano de Indiana): “Las embajadas como puestos de comando en la campaña contra el terror”, el personal civil en muchas embajadas se sienten ahora ocupados por, excedidos en número por, y subordinados a personal militar. Se ven como un equipo de segunda cuando se trata de tomar decisiones. Incluso el Secretario de Defensa Robert Gates es consciente del problema, al señalar, como lo hizo en noviembre pasado, que hay “sólo unos 6.600 agentes profesionales del Servicio Exterior – menos que el personal de un grupo de ataque de portaaviones.” Pero, típicamente, agregó que, aunque el Departamento de Estado pueda necesitar más recursos: “No me entiendan mal, pediré aún más dinero para Defensa el próximo año.” Otro embajador lamentó que sus homólogos extranjeros “sigan el dinero” y desarrollen relaciones con personal militar de EE.UU. en lugar de cultivar contactos con sus homólogos en el Departamento de Estado.

El Pentágono expresa invariablemente su imperialismo burocrático en términos de “cooperación entre-agencias.” Por ejemplo, el año pasado el Comando Sur de EE.UU. (Southcom) publicó la Estrategia de Comando 2016, un documento que identificó la pobreza, el crimen, y la corrupción como los problemas clave de “seguridad” en Latinoamérica. Sugirió que Southcom, un comando de seguridad, debería, en los hechos, ser el “actor central para abordar... problemas regionales” que concernían previamente a agencias civiles. Luego se promocionó como el futuro centro de un “comando de seguridad conjunto entre agencias... en apoyo de la seguridad, la estabilidad y la prosperidad en la región.”

Como lo describiera vívidamente el jefe de Southcom, comandante James Stavridis, el comando gusta ahora de verse como un “gran cubo de Velcro en el que se pueden enganchar esas otras agencias para que podamos hacer colectivamente lo que sea necesario en esta región.”

El Pentágono ha seguido en general este modelo en todo el globo desde 2001. Pero ¿qué significa “cooperación” cuando una entidad eclipsa a todas las otras en personal, recursos, y acceso a los que toman las decisiones, mientras controla cada vez más la definición misma de las “amenazas” que hay que encarar?

3. El Pentágono como traficante de armas. En los años de Bush, el Pentágono ha aumentado agresivamente su papel como el principal traficante de armas del planeta, incrementando sus ventas de armas en todos los sitios en los que puede hacerlo – sembrando así el futuro de guerras y conflictos.

En 2006 (el último año para el que se dispone de datos completos), solo EE.UU. representó más de la mitad del comercio mundial de armas, con ventas por 14.000 millones de dólares. Vale la pena destacar un acuerdo por 5.000 millones de dólares de F-16 para Pakistán y un acuerdo por 5.800 millones de dólares para volver a equipar completamente a la fuerza de seguridad interior de Arabia Saudí. Las ventas de armas de EE.UU. para 2006 llegaran a aproximadamente el doble del nivel de cualquier año anterior del gobierno de Bush.

El segundo traficante de armas por su tamaño, Rusia, registró entregas por unos comparativamente despreciables 5.800 millones de dólares, sólo algo más de un tercio de los totales en armas de EE.UU. El aliado Gran Bretaña fue tercero con 3.300 millones – y esos tres países concentran un colosal 85% de los armamentos vendidos ese año, más de un 70% del cual fue destinado al mundo en desarrollo.

Por grandioso que sea en la venta de armas, el Pentágono se distingue por su lentitud al informar sobre sus ventas. Las notificaciones de ventas de armas publicadas por la Agencia de Cooperación en Defensa y Seguridad (DSCA) del Pentágono, sin embargo, ofrecen un camino rudimentario para tomar el pulso del Departamento de Defensa; y, aunque no todos los acuerdos sobre los que se informa han sido finalizados, ese pulso evidentemente se acelera. Hasta mayo de 2008, la DSCA ya había publicado más de 9.100 millones de dólares en notificaciones de ventas de armas, incluyendo equipos de bombas inteligentes para Arabia Saudí, misiles TOW para Kuwait, aviones F-16 para Rumania, y helicópteros Chinook para Canadá.

Para mantener su ventaja en el mercado, el Pentágono nunca detiene sus campañas a alta presión para vender armas en el exterior. Por eso, a pesar de un hombro quebrado, el Secretario de Defensa Gates fue volando en febrero a vender sistemas de armas a países como India e Indonesia, mercados crecientes que son cruciales para los traficantes de armas del Pentágono.

4. El Pentágono como analista de inteligencia y espía: En el área de la “inteligencia”, la expansión del Pentágono – los roles de apropiación de información y análisis – ha sido rápida, torpe, y catastrófica.

El rastreo de la usurpación de inteligencia por el Pentágono no es tarea fácil. Para comenzar, hay docenas de agencias y oficinas del Pentágono que ahora recolectan y analizan información utilizando, desde "humint" (inteligencia humana) a escuchas y satélites. La tarea se hace sólo más difícil por el secreto que rodea las operaciones de inteligencia de EE.UU. y los “presupuestos ocultos” en los que desaparece tanto dinero para la inteligencia.

Pero los resultados finales son suficientemente claros. La absorción de la inteligencia por el Pentágono ha significado menos analistas de inteligencia que hablan árabe, farsi, o pashto y más circos viajeros como esos generales de cuatro estrellas y almirantes de tres galones que articulan temas de conversación aprobados por el gobierno en las noticias por cable y en los programas de entrevistas del domingo por la mañana.

Los presupuestos de inteligencia son secretos, de modo que lo que sabemos al respecto no es exhaustivo – pero los vistazos que han conseguido los analistas sugieren que los gastos totales de inteligencia fueron aproximadamente 26.000 millones de dólares hace una década. Después del 11-S, el Congreso invirtió un montón de dinero adicional en la inteligencia de modo que al llegar 2003, el presupuesto total de inteligencia ya había subido a más de 40.000 millones de dólares.

En 2004, la Comisión del 11-S subrayó las fallas de la inteligencia de la Agencia Central de Inteligencia y de otros en la sopa de letras de la Comunidad de Inteligencia de EE.UU. encargada de recolectar y analizar información sobre amenazas para el país. El Congreso entonces aprobó la ley de “reforma” de la inteligencia, estableciendo la Oficina del Director de Inteligencia Nacional, destinada a dirigir las operaciones de inteligencia. Sin embargo el Directorado Nacional de Inteligencia nunca ocupó ese papel gracias a una dura resistencia de los legisladores favorables a los militares, y el Pentágono mantuvo el control de tres agencias clave de recolección – la Agencia Nacional de Seguridad, la Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial y la Agencia Nacional de Reconocimiento.

Como resultado, según Tim Shorrock, periodista de investigación y autor de “Spies for Hire: The Secret World of Intelligence Outsourcing,” el Pentágono controla ahora más de un 80% de los gastos de inteligencia de EE.UU., que calculó en unos 60.000 millones de dólares en 2007. Como observó Mel Goodman, ex funcionario de la CIA y ahora analista en el Centro de Política Internacional: “El Pentágono ha sido el gran vencedor burocrático en todo esto.”

Es un vencedor tan grande que el director de la CIA, Michael Hayden, ahora controla sólo el presupuesto para la propia CIA – unos 4 o 5.000 millones de dólares al año y ya ni siquiera entrega al presidente su ración diaria de inteligencia.

La sombra de la inteligencia del Pentágono se impone mucho más allá de los pasillos de las burocracias de Washington. También se extiende más allá de las montañas de Afganistán. Después que EE.UU. invadió ese país en 2001, el secretario de defensa Rumsfeld admitió que, a menos que el Pentágono controlara la recolección de información y tomara la delantera en la realización de operaciones clandestinas, seguiría dependiendo de – y por lo tanto subordinado a – la Agencia Central de Inteligencia con su control de la inteligencia “en el terreno”.

En uno de los que ahora son conocidos como sus nefarios memorandos, tildados ahora de “copos de nieve” por un personal que los veía caer regularmente desde lo alto, afirmó que, si la Guerra contra el Terror se extendía lejos hacia el futuro, no quería continuar con la “dependencia casi total de la CIA” del Pentágono. Y así, Rumsfeld, estableció una organización directamente competidora, la Unidad de Apoyo Estratégico del Pentágono, que colocó los componentes de recolección de inteligencia de las Fuerzas Especiales de EE.UU. bajo un solo techo que dependía directamente de su persona. (Mucha gente en la comunidad de la inteligencia consideró que la oficina era ilegítima, pero Rumsfeld iba volando alto y no pudieron hacer nada.)

Como escribiera en enero de 2005 Seymour Hersh, quien repetidamente hizo públicas historias en el New Yorker sobre las fechorías del Pentágono en la Guerra Global contra el Terror, el gobierno de Bush ya había “consolidado el control sobre los análisis estratégicos y las operaciones clandestinas de las comunidades militares y de inteligencia en un grado sin igual desde el inicio del Estado nacional de seguridad posterior a la Segunda Guerra Mundial.”

En su apuro por invadir Iraq, los civiles que dirigían el Pentágono también fusionaron la maquinaria de propaganda del gobierno con la inteligencia militar. En 2002, el subsecretario de Defensa, Douglas Feith, estableció la Oficina de Planes Especiales (OSP) en el Pentágono para suministrar “información actuable” a los responsables políticos de la Casa Blanca. Utilizando informes existentes de inteligencia “purgados” de modificadores como “probablemente” o “podría,” o a veces simplemente amañados, la oficina logró convertir en hechos escenarios del peor de los casos sobre presuntos programas de Sadam Husein para desarrollar armas de destrucción masiva, y luego, mediante filtraciones, utilizar a los medios noticiosos para validarlos.

El ex director de la CIA, Robert Gates, quien se hizo cargo del Pentágono cuando Donald Rumsfeld renunció en noviembre de 2006, se ha mostrado crítico de la “dominación” del Pentágono en la inteligencia y de la “decadencia del papel central de la CIA.” También ha indicado su intención de reducir la larga sombra de inteligencia del Pentágono; pero, incluso si lo dice en serio, tendrá trabajo para rato. Mientras tanto, el Pentágono sigue produciendo abundante “inteligencia” sospechosa, para decirlo cortésmente, proveniente de confesiones de sospechosos de terrorismo inducidas por la tortura y obras que revelan los orígenes iraníes de sofisticados artefactos explosivos hallados en Iraq.

5. El Pentágono como administrador de desastres interiores: Cuando los que deciden en Washington comienzan a ver al Pentágono como la solución de los problemas del mundo, suceden cosas extrañas. De hecho, en los años de Bush, el Pentágono se ha convertido en el primer socorrista oficial de último recurso en caso de casi cualquier desastre – desde tornados, huracanes, e inundaciones a disturbios civiles, potenciales estallidos de enfermedades, o posibles ataques biológicos o químicos. En 2002, en una señal reveladora de la expansión de los objetivos de la misión original del Pentágono, el presidente Bush estableció el primer comando militar interior desde la guerra civil: el Comando del Norte de EE.UU. (Northcom). Su misión: la “preparación para, la prevención de, la disuasión de, la defensa contra y la reacción ante, amenazas y agresión dirigidas contra el territorio, la soberanía, la población interior, y la infraestructura de EE.UU.; así como la gestión de crisis, la dirección de repercusiones, y otro apoyo civil interior.”

Si suena algo difícil, así lo es.

En los últimos seis años, Northcom ha sido notablemente infructuoso en todo, pero ha expandido su alcance teórico. Al comando le asignaron inicialmente 1.300 personas del Departamento de Defensa, pero desde entonces ha crecido hasta ser una fuerza de más de 15.000. Incluso las críticas sólo parecen fortalecer su papel en el interior. Por ejemplo, un informe de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental [GAO] de abril de 2008 estableció que Northcom no se había comunicado efectivamente con dirigentes estatales y locales o con unidades de la Guardia Nacional sobre sus planes recientemente desarrollados para la reacción ante desastres y actos de terrorismo. ¿El resultado? Northcom dice que entrenará para otoño de este año a su primera unidad de tamaño de brigada de personal militar para ayudar a las autoridades locales a fin de reaccionar ante incidentes químicos, biológicos, o nucleares. Hay que marcarlo en los calendarios.

Más que ninguna otra cosa, Northcom ha suministrado al Pentágono la apertura que necesitaba para entrar vigorosamente a las áreas de desastre interior previamente atendidas por autoridades civiles nacionales, estatales y locales.

Por ejemplo, el director adjunto de Northcom, brigadier general Robert Felderman,

se enorgullece de que el comando es ahora el “sincronizador global – el coordinador global – para la gripe de todos los comandos combatientes” de EE.UU. De la misma manera, Northcom ahora patrocina conferencias anuales de preparación para huracanes y asegura a todo el que quiera escuchar que está “preparado para participar plenamente en forma activa” en futuras situaciones similares a Katrina “a fin de salvar vidas, reducir el sufrimiento y proteger la infraestructura.”

Desde luego, el Pentágono es actualmente la parte del gobierno que devora los fondos que de otra manera podrían ser gastados para reforzar obras públicas que datan de la era de la Depresión de EE.UU., que aseguran que el Pentágono tenga suficientes problemas ante los cuales tenga que reaccionar en el futuro.

La Sociedad Estadounidense de Ingenieros Civiles, por ejemplo, estima que se necesitan urgentemente 1,6 billones de dólares para convertir la infraestructura de la nación en algo que puede ser protegido, o sea 320.000 millones de dólares por año en los próximos cinco años. Al evaluar los actuales sistemas de suministro de agua, carreteras, puentes, y represas en todo el país, los ingenieros dieron a la infraestructura una serie de notas C y D.

Mientras tanto, los militares vienen marchando. Katrina, por ejemplo, tocó tierra el 29 de agosto de 2005. El presidente Bush ordenó el despliegue de tropas a Nueva Orleans el 2 de septiembre para coordinar la entrega de alimentos y agua y servir como disuasivo contra saqueos y violencia. Menos de un mes después, el presidente Bush solicitó al Congreso que transfiriera la responsabilidad para futuros desastres de los gobiernos estatales y del Departamento de Seguridad Interior al Pentágono.

El mes siguiente, el presidente Bush volvió a ofrecer a los militares como su solución – esta vez ante temores globales sobre brotes del virus de la gripe aviaria. Sugirió que, para imponer una cuarentena: “Una opción es el uso de los militares que son capaces de planificar y actuar.”

Numerosos militares han mostrado frialdad ante tales sugerencias porque ya se hunden bajo el peso de su expansión y de dos guerras debilitantes, igual que el Congreso, preocupado de mantener los derechos de los Estados y el control civil. Ofrecer a los militares como la solución para los desastres naturales interiores y brotes de gripe significa no prestar suficiente atención presupuestaria a otros primeros socorristas. Es poco probable, sin embargo, que Northcom, que ahora viaja en el tren del dinero, sea relegado tranquilamente al olvido en los años por venir.

6. El Pentágono como proveedor de cuidados humanitarios en el exterior: La Agencia para la Ayuda Internacional de EE.UU. [USAID] y el Departamento de Estado han sido tradicionalmente los encargados de reaccionar ante desastres en el exterior; pero, desde las costas devastadas por el tsunami de Indonesia a Myanmar después del reciente ciclón, la catástrofe natural se ha convertido en otra oportunidad presidencial para “enviar a los marines” (por así decir). El Pentágono ha iniciado crecientemente la planificación humanitaria, obteniendo una parte cada vez mayor de las misiones humanitarias de EE.UU.

De Kenia a Afganistán, de las Filipinas a Perú, los militares de EE.UU. son también los que construyen regularmente escuelas y clínicas dentales, reparan carreteras y apuntalan puentes, atienden a niños enfermos y reparten dinero en efectivo y alimentos muy necesitados, todas las cuales fueron otrora responsabilidades civiles.

El Centro para Desarrollo Global establece que el cupo del Pentágono de “ayuda oficial al desarrollo” – pensad en “ganar corazones y mentes” o de “construcción de la nación” – ha aumentado de un 6% a un 22% entre 2002 y 2005. El Pentágono está usurpando rápidamente la actividad de desarrollo de la comunidad de las ONG y de agencias civiles, colocando una cara sonriente a operaciones militares en Iraq, Afganistán y otros sitios.

A pesar de las limitaciones obvias de la conversión de una fuerza entrenada para matar y destruir en un cuadro de cuidadores, el proyecto mili-humanitario del Pentágono recibió un gran estímulo del dinero que fue incautado de los cofres secretos de Sadam Husein. Una parte fue repartida a comandantes locales estadounidenses para que encararan necesidades iraquíes inmediatas y para cerrar tratos en los meses después de la caída de Bagdad en abril de 2003. Lo que fue inicialmente un programa con fines específicos tiene ahora un nombre oficial – el Programa de Reacción de Emergencia de Comandantes (CERP) – y una línea en el presupuesto del Pentágono.

Ante el Comité Presupuestario de la Cámara, el verano pasado, Gordon England, Secretario Adjunto de Defensa, dijo a miembros del Congreso que el CERP era una “iniciativa particularmente efectiva,” y explicó que el programa suministra “fondos limitados pero inmediatamente disponibles” a comandantes militares que pueden gastarlos “para marcar una diferencia concreta en la vida diaria de la gente.” Esto, afirmó, es ahora una “parte clave del enfoque de contrainsurgencia más amplio.” Agregó que sirve el propósito de “complementar iniciativas de seguridad” y que tiene tanto éxito que muchos comandantes lo consideran “el arma más poderosa en su arsenal.”

En realidad, el Pentágono no hace muy bien el trabajo humanitario. En Afganistán, por ejemplo, paquetes de alimentos lanzados por aviones de EE.UU. tenían el mismo color que las municiones de racimo lanzadas también por aviones de EE.UU.; mientras escuelas y clínicas construidas por fuerzas de EE.UU. se convirtieron a menudo en objetivos incluso antes de poder ser utilizadas. En Iraq, resultó que el dinero repartido al grupo sectario de la semana del Pentágono para pozos y generadores era gastado con la misma facilidad para comprar explosivos y AK-47.

7. El Pentágono como virrey global y rey de los cielos: En los años de Bush, el Pentágono terminó dividiendo el globo en “comandos” militares, que son funcionalmente virreinatos. Es verdad que incluso antes del 11-S era difícil imaginar un sitio en el globo en el que no estuvieran los militares de EE.UU., pero hasta hace poco, el continente africano podría haber sido ese sitio.

Junto con la creación de Northcom, sin embargo, el establecimiento del Comando África de EE.UU. (Africom) en 2008, llenó oficialmente el último sitio vacío del Pentágono en el mapa. Un documento militar clave, la Estrategia Nacional de Seguridad de 2006 para EE.UU. mencionó la acción, afirmando que “África posee creciente importancia geoestratégica y es una alta prioridad para este gobierno.” (Pensad en: petróleo y otras materias primas esenciales.)

Mientras tanto, el financiamiento para África bajo el mayor programa de ayuda militar de EE.UU., el Financiamiento Militar Exterior, fue duplicado de 10 a 20 millones de dólares entre 2000 y 2006, y la cantidad de naciones destinatarias aumentó de dos a catorce. El financiamiento para entrenamiento militar aumentó en un 35% en ese mismo período (aumentando de 8,1 millones de dólares a 11 millones). Actualmente, los militares de 47 naciones africanas reciben entrenamiento estadounidense.

En términos de planificación del Pentágono, Africom unifica por primera vez el continente. (Sólo Egipto permanece bajo la tutela del Comando Central de EE.UU.) Según el presidente Bush, esto debería “realzar nuestros esfuerzos por llevar la paz y la seguridad al pueblo de África y promover nuestros objetivos comunes de desarrollo, salud, educación, democracia, y crecimiento económico en África.”

Theresa Whelan, subsecretaria de defensa para asuntos africanos, sigue insistiendo en que Africom no ha sido formado ni para facilitar las guerra (“involucrarse cinéticamente en África”), ni para asignar una porción de las materias primas del continente al estilo del colonialismo del Siglo XIX. “Esto no tiene que ver,” dice, “con una pelea por el continente.” Pero hay una cosa sobre la cual no puede caber duda: Tiene que ver con aumentar el alcance global del Pentágono.

Mientras tanto, por si la Tierra no fuera suficiente, el control de los cielos sigue siendo una posibilidad. En agosto de 2006, sobre la base de documentos anteriores como la Visión para 2020 del Comando Espacial de EE.UU., de 1998. (Que proponía una política de “dominio de espectro completo”), el gobierno de Bush desveló su "política espacial nacional.” Propugnaba el establecimiento, defensa, y extensión del control de EE.UU. sobre recursos espaciales y argumentaba a favor de derechos “ilimitados” en el espacio. El documento también afirmó que “la libertad de acción en el espacio es tan importante para EE.UU. como el poder aéreo y el poder marítimo.”

Como dice el documento: “En el nuevo siglo, los que utilicen efectivamente el espacio gozarán de más prosperidad y seguridad y tendrán una ventaja sustancial sobre los que no lo hacen.” (Los dirigentes de China, Rusia, y otros Estados importante indudablemente oyeron la resonante bofetada del desafío.) Por el momento, la retórica y los planes del gobierno de Bush superan los recursos dedicados a la tecnología de armas espaciales, pero en el presupuesto recientemente anunciado, el presidente asignó casi mil millones de dólares a programas de armas basadas en el espacio.

De todas las fronteras de expansión, tal vez ninguna es más impresionante que las escapadas del Pentágono hacia el futuro. ¿Ofrece el Departamento de Transporte una Visión para 2030? ¿Desarrolla planes la Agencia de Protección del Medio Ambiente para los próximos cincuenta años? ¿Tiene el Departamento de Salud y Servicios Humanos un equipo de profesionales en Power-Point que preparen gráficos dinámicos sobre cómo serán en 2050 los servicios para los adultos mayores?

Esas agencias proyectan presupuestos sólo muy cercanos al próximo decenio. Sólo el Pentágono proyecta el poder y la posibilidad para décadas futuras, colonizando la imaginación con montones de diferentes escenarios según los cuales, continuará controlando cada año cientos de miles de millones de dólares del contribuyente.

Complex [Complejo] 2030, Vision 2020, UAV Roadmap [Mapa de ruta para vehículos aéreos no tripulados] 2030, los Sistemas Futuros de Combate del Ejército – los nombres, que parecen interminables, lo dicen todo.

A medida que el reloj cuenta los minutos hasta el 4 de noviembre de 2008, mucha gente está invirtiendo esperanzas (así como dinero y tiempo) en la posibilidad de un cambio en 1600 Avenida Pennsylvania [Casa Blanca]. Pero en lo que tiene que ver con el Pentágono, no hay que contar demasiado con un cambio, no importa quien vaya a ser el nuevo presidente. A fin de cuentas, después de siete años, cuatro meses, y unos pocos días de presidencia de Bush, el Pentágono está profundamente atrincherado en Washington y sigue expandiendo agresivamente. Le ha tomado el gusto a un poder sin rival y a un acceso inigualable al tesoro de EE.UU. Es una institución que ha escapado al equilibrio de poderes de la nación.

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Frida Berrigan es Asociada Principal de Programas de la Iniciativa Armas y Seguridad de la New America Foundation. Es columnista de Foreign Policy in Focus y editora colaboradora de la revista In These Times. Es autora de informes sobre el tráfico de armas y derechos humanos, la política de armas nucleares de EE.UU., y la política interior de defensa de misiles de EE.UU. y la política de armas espaciales. Para contactos, escriba a: berrigan@newamerica.net.

Copyright 2008 Frida Berrigan

Enlace al texto original

jueves, 29 de mayo de 2008

Entrevista al escritor Eduardo Galeano

"¿Cómo se explica que importe más alimentar a los autos que a la gente?"
Roberto Montoya
El Mundo

Tras cuatro años sin acudir a la cita con sus lectores, el comprometido intelectual uruguayo consigue en las 350 páginas del nuevo libro que presentó ayer en Madrid, 'Espejos', presentar una historia casi universal a través de 600 relatos


«Vistos desde el aire todos los humanos somos enanos; desde abajo gigantes. Por eso es necesario verse desde la horizontalidad, desde la igualdad, respetando la diversidad, que es lo más rico que tenemos».

Eduardo Hughes Galeano (Montevideo, Uruguay, 1940), conocido universalmente como Eduardo Galeano, que hoy presenta en Casa de América de Madrid, a las 19.30 horrs. Espejos, una historia casi universal (Editorial Siglo XXI), reconoce que el cáncer contra el que tuvo que combatir hasta hace poco, le impidió seguir con sus obligaciones rutinarias, pero le dejó mucho tiempo para hilar las 600 pequeñas historias que desarrolla en su nuevo libro.

Es un hilo misterioso como el que tantas veces ha utilizado este comprometido intelectual a través de su cuarentena de libros para dar unidad, armonía y coherencia a historias aparentemente tan disímiles como hablar en una misma obra de Aristóteles, George W. Bush, Barck Obama, Mahoma, el Quijote, Mark Twain, el medioambiente, mujer, la inmigración, el libre mercado y mil cosas más. Temas profundos contados sencillamente y con un omnipresente toque de ironía y humor. «'No te tomes en serio aquello de lo que no te puedas reir', me aconsejó una vez un amigo brasileño», dice sonriendo, claro, este narrador incansable. Cuando publicó en 1971 una de sus obras más emblemáticas, Las venas abiertas de América Latina, en esa región del mundo comenzaba una oleada de golpes de Estado y sangrientas dictaduras militares. «En nombre de la libertad de mercado limitaron la libertad de la gente. El mercado libre significó para Milton Friedman un Premio Nobel, y para países como Chile, un Pinochet».

«Eran dictaduras nacidas para castrar», dice, «para aniquilar a lo más 'peligroso' de una generación entera, a la voluntad de cambio. Tenían miedo a que esa energía de cambio pudiera traducirse en peligro real para sus intereses».

Galeano es optimista sobre la nueva situación en América Latina. «En los últimos años por suerte surgieron gobiernos con voluntad de cambio, están empezando a hacer cosas, es muy diverso el panorama político latinoamericano, porque Latinoamérica es un reino de la diversidad, y eso es lo mejor que tiene. Ojalá logre reunirse y unirse esa energía de cambio para generar la posibilidad de defendernos mejor.

Eduardo Galeano es crítico con algunas actitudes de gobiernos europeos ante esos procesos. «Subrayo lo de la diversidad porque en Europa no se termina de entender. No siempre es fácil ver y entender esa diversidad desde afuera. Y más difícil es verla con los ojos de las naciones que han sido dominantes durante el periodo colonial y que de alguna manera lo siguen siendo. Desprecian lo que ignoran, desconocen cuál es la verdadera realidad de países sobre los cuales se sienten todavía con derecho a emitir sentencia, a decir esto es bueno, esto es malo, esto es democrático, esto no es democrático».

«Cuando se dicen cosas como que Bolivia es un país ingobernable, o incomprensible, en realidad quieren decir que es un país invisible para sus ojos, ojos envueltos en telarañas coloniales, que les impiden ver». Este eterno joven rebelde, capaz como pocos de aglutinar estos días alrededor de su libro a 1.500 personas, mayoritariamente jóvenes, en sus presentaciones en Galicia y Cataluña, dice que con Espejos «quiere mostrar la diversidad del mundo, que es una diversidad negada por la mirada del poder, porque la mirada del poder es mutiladora del arcoiris terrestre. Este tiene muchísimos más colores que los que le reconocen».

«¿Qué autoridad tienen países que ni se han autocriticado de haberse enriquecido en el pasado con la esclavitud?», pregunta Galeano. «Se intenta ocultar que la venta de carne humana duró tres siglos; fue el negocio más próspero de las coronas europeas». Y en su libro Galeano relaciona ese pasado con la intolerancia actual, intolerancia ante el otro, ante el homosexual, ante el inmigrante, intolerancia ante aquel de color de piel distinta. «¿Y si Adán y Eva eran negros?, planteo en el libro. Porque los humanitos venimos todos de Africa, en eso no hay divergencia de los expertos. Somos todos africanos emigrados, y el que se ocupó del reparto de los colores fue el Sol, y fue blanqueando a los que se alejaban del lugar de origen, que era Africa».

Eduardo Galeano reconoce que se ha avanzado en los derechos de la mujer en el mundo, «o en parte del mundo, de forma muy desigual, pero no porque los machos se los hayamos regalado sino porque ellas lo han conquistado en un proceso muy duro». Pero advierte: «Todavía son vistas por la ideología dominante como objetos de propiedad masculina. La forma más repugnante de la propiedad privada es la propiedad de las personas, como ver a la mujer como propiedad del hombre».

El escritor uruguayo pone también la lupa en «el reino del petróleo» y el auge de los biocombustibles. «Para EEUU, fue un error de Dios poner el petróleo bajo las arenas de Medio Oriente, en vez de ponerlas donde debía». «El petróleo sigue siendo el producto rey. ¿La prensa europea le dedicaría tanta importancia a Chávez, como un Satán siempre disponible, si Venezuela en vez de petróleo exportara lechuga?». Y otro tanto dice de Irán: «Ahora va a resultar que las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki las tiró Irán, y no, las tiró nada menos que un Gobierno demócrata de EEUU.

Galeano concluye: «El mundo gira alrededor de su majestad el auto. «¿Cómo se explica que importe más alimentar a los autos que a la gente? Si el petróleo es insuficiente o muy caro, vamos a darle de comer soja, maíz, azúcar. ¿Cuál es el miembro más importante de la familia?: Sin duda el que duerme en el garaje».

lunes, 26 de mayo de 2008

Ciclón en Birmania, terremoto en China

Naomi Klein
The Nation


Cuando llegaron las noticias sobre el catastrófico terremoto en Sichuan, me acordé de Zheng Sun Man, un activísimo ejecutivo de seguridad con el que coincidí en un reciente viaje a China. Zheng dirige la Aebell Electrical Technology, una empresa radicada en Guangzhou que fabrica cámaras de vigilancia y sistemas de megafonía para venderlos al gobierno.
Zheng, un licenciado de 28 años con adicción a los mensajes por telefonía móvil, estaba decidido a convencerme de que sus cámaras y sus megáfonos no se usaban contra los activistas a favor de la democracia ni contra los organizadores de los trabajadores en las fábricas. Sirven para la gestión de los desastres naturales, me explicó Zheng, ejemplificando con las tormentas de nieve antes del Año Nuevo Lunar. Durante esa crisis, el gobierno “consiguió servirse de la información procedente de las cámaras instaladas en las vías de los ferrocarriles para transmitir el modo de enfrentarse a la situación y para organizar la evacuación. Vimos cómo el gobierno central pudo dirigir desde el norte las situaciones de emergencia en el sur.”
Evidentemente, las cámaras de vigilancia tienen también otros usos, como ayudar a imprimir pósters con los rostros de los activistas tibetanos “más buscados”. Pero no le falta cierta razón a Zheng: nada amedrenta más a un régimen represivo que un desastre natural. Los Estados autoritarios gobiernan con el miedo y por la vía de proyectar un aura de control total. Cuando, de repente, ofrecen la impresión de andar cortos de personal, de estar ausentes o de carecer de organización, sus súbditos pueden cobrar peligrosamente coraje. Hay que tener eso en mente cuando se observa el esfuerzo de dos de los más represivos regímenes del planeta –China y Birmania— para responder a sendos desastres devastadores: el terremoto de Sichuan y el ciclón Nargis. En ambos casos, los desastres han revelado una grave debilidad política de esos regímenes, y las dos crisis tienen potencial para brotes incendiarios de furia política harto difíciles de controlar.
Cuando China construye y levanta edificios, los residentes tienden a callar respecto de lo que todo el mundo sabe: que los desarrollistas acostumbran a saltarse los códigos de seguridad y que los funcionarios locales aceptan sobornos para silenciarlo. Pero cuando China se derrumba –incluidas al menos ocho escuelas—, la verdad tiene una vía de escape. “Mirad todos esos edificios. Tenían la misma altura, pero ¿por qué cayó el segundo?”, preguntaba en Juyuan un familiar desolado. Una madre en Dujiangyan declaró al Guardian: “Los funcionarios chinos son demasiado corruptos y malvados... Tienen dinero para prostitutas y amantes, pero no para nuestros hijos”.
Que los estadios olímpicos hayan sido construidos a prueba de terremotos, es pobre consuelo. Cuando estuve en China, no era fácil encontrar a quien criticara la torrentada del gasto olímpico. Ahora, una muchedumbre de mensajes en los principales portales electrónicos hablan de “derroche” y llaman “inhumana” la continuación de los relevos de la antorcha olímpica.
Pero nada de eso puede compararse con la rabia despertada por los sucesos de Birmania, en donde los supervivientes del ciclón han apaleado al menos a un funcionario local, indignados con su incapacidad para distribuir el socorro. El gobierno militar birmano ha emitido docenas de comunicados atribuyéndose el mérito de suministros procedentes de países extranjeros. Y según ha terminado por verse, ha hecho más incluso que arrogarse méritos: en algunos casos, se ha apropiado de las ayudas. Según un informe del diario Asia Times, el régimen habría distraído cargamentos con alimentos para distribuirlos entre sus 400.000 soldados. El motivo que subyace a ese comportamiento revela la amenaza que el desastre representa para la existencia misma del régimen. Se diría que los generales están “obsesionados con un miedo casi patológico a la división en sus propias filas... si no se da a los soldados prioridad en la distribución de la ayuda y no consiguen alimentos por sí mismos, crece la probabilidad de motines”. Mark Farmaner, director de la campaña de ayuda a Birmania en el Reino Unido, confirma que antes del ciclón los militares estaban ya lidiando con una ola de deserciones.
Este robo de alimentos, de escala relativamente pequeña, sirve para fortalecer a la junta militar de cara a un golpe de mucha mayor envergadura: el que tiene lugar a través del referéndum constitucional, en cuya celebración a cualquier precio no han dejado de insistir contra viento y marea los generales. Tentados por unos precios altos, los generales birmanos han exprimido la abundancia natural del país, despojándolo de piedras preciosas, maderas nobles, arroz y aceites. Mas, por beneficioso que ello resulte, el general Than Shwe sabe que no podrá resistir indefinidamente las exigencias de democracia.
Copiando una página del libro de instrucciones del dictador chileno Augusto Pinochet, los generales han confeccionado una Constitución que permite elecciones, pero garantizando que ningún gobierno futuro tendrá jamás poder para perseguirles por sus crímenes u obligarles al reintegro de su mal adquirida riqueza. Como bien dice Farmaner, tras las elecciones, los dirigentes de la junta militar trocarán las botas por los trajes”. Y, ahora el ciclón viene a ofrecerles una última –y enorme— posibilidad de negocio: bloquear la llegada de la ayuda al fertilísimo delta de Irrawaddy monta tanto como condenar a muerte a centenares de miles de campesinos arroceros (el grueso de ellos, miembros de la etnia Karen). Según Farmaner, “esas tierras pueden acabar en manos de hombres de negocios compinchazos con los generales” (emulando el despojo de tierras en los frentes de playa que tuvo lugar en Sri Lanka y en Tailandia tras el Tsunami asiático). Eso no es incompetencia; ni siquiera demencia. Es limpieza étnica al estilo laissez-faire.
Si la junta militar birmana logra evitar el amotinamiento y consigue esos objetivos, será en buena medida gracias a China, que viene bloqueando con gran diligencia todos los intentos de la ONU para intervenir humanitariamente. Dentro de China, en donde el gobierno central se esfuerza denodadamente por mostrarse compasivo, las noticias de esa complicidad resultarían explosivas. ¿Las recibirán los ciudadanos chinos? Es muy posible, desde luego. Hasta ahora, Beijing ha mostrado una tremenda determinación a la hora de censurar y controlar toda forma de comunicación. Pero, después del terremoto, el conocido “Muro de Fuego” encargado de censurar Internet está fallando de mala manera. Los blogs proliferan salvajemente, y hasta los reporteros de los medios de comunicación estatales se avilantan a informar de las noticias.
Esta es acaso la mayor amenaza que los desastres naturales representan para los regímenes represivos. Para los dominadores chinos, nada ha resultado más crucial en punto a mantener su poder que la capacidad para controlar lo que las gentes ven y escuchan. Si pierden esa capacidad, ni cámaras de vigilancia ni megáfonos les servirán de gran cosa.


Naomi Klein es autora de numerosos libros, el más reciente The Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism.

Traducción para www.sinpermiso.info: Casiopea Altisench

sábado, 24 de mayo de 2008

“¿Ha almorzado la gente?”

escrito por Rafael Luís Gumucio Rivas
publicado en El Clarin

Según Genaro Prieto, nuestro héroe, Arturo Prat, debió ser miembro del Club de Los Rotarios, pues minutos antes de saltar al Huáscar se le ocurrió, nada menos que preguntar “si ha almorzado la gente”; la idea radicaba en pasar a la eternidad con el estómago lleno de ricas sopaipillas pasadas en chancaca. Seguramente previó que en el cielo los especuladores alimentarios habían elevado, a precios inalcanzables la imprescindible harina, tal como ocurre en estos tiempos. Es muy distinto morir saciado que con las tripas sonando de puro hambre. Algo similar ocurre con nuestra Presidenta, de quien nadie puede negar su preocupación por el bienestar de sus súbditos.
Siempre he asociado los 21 de Mayo con días lluviosos, durante los cuales marchaban, pisando charcos, militares a paso de ganso y, además, largos discursos presidenciales, escuchados por serios padres conscriptos. En las tardes, mis padres se reunían con sus amigos, los Sanhueza, para realizar representaciones patrióticas donde se lucía Carlos Sanhueza, famoso dibujante de la Revista Topaze, cuyo personaje principal era Juan Verdejo, quien reemplazaba a la hoy “señora Juanita”; era el roto que comentaba, con singular humor, las largas peroratas presidenciales. Hoy los presidentes de la Concertación invitan a una serie de personajes para ilustrar sus logros.

Más que el día de Prat, es el día de los presidentes o presidentas de la república. Es quizás la única ocasión en que el primer funcionario de la nación puede hablar largo y tendido, sin temor de ser interrumpido por parlamentarios o por invitados a la tribuna. Es muy tonto creer que se trata de dar una cuenta a la nación, pues el objetivo mira a entregar sueños utópicos sobre un país donde mane leche y miel y que están empeñados a construir en su período de mandato; están seguros de que en gran parte de sus dos horas de discurso, la mayoría de los asistentes cabecea o juega con el lápiz haciendo que anota las principales ideas del discurso o hace manifestaciones de agrado o de desagrado en los momentos cúlmines del discurso.

No siempre han sido tan tranquilas y compuestas, como en la actualidad, las cuentas del 21 de Mayo, por parte del presidente de la república: en 1938 don Arturo Alessandri fue interrumpido por los balazos lanzados, en el salón de honor, por el líder nazi González Von Marres. En los años 60, Eduardo Frei y Salvador Allende pidieron, al unísono, la palabra antes de que hablara el presidente de la república, Jorge Alessandri, protestando porque se había robado, por parte del Tribunal Calificador de Elecciones, un sillón ganado por el demócrata cristiano Juan de Dios Carmona – posteriormente un lacayo de la Junta Militar -, a favor del radical Juan Luís Mauras. En la actualidad, los diputados de la casta son bastante serios y ordenados – a lo más lucirán una pequeña pancarta, recordando a la Presidenta alguna promesa no cumplida-. Los perturbadores de la sesión se encuentran dentro del público invitado que, a veces – como en el caso del presidente Lagos- protagonizan un “diálogo socrático” con ironías incluidas.

No siempre los 21 de Mayo fueron aburridos: en 1965 Eduardo Frei Montalva, delineó, con gran capacidad oratoria, el programa de “la revolución en libertad”, lo que equivalía a decir que en Chile todo tendría que cambiar. En 1971, Salvador Alende entregó los postulados centrales de un nuevo camino al socialismo en participación, pluralismo y libertad. En el Chile pragmático de hoy poco importan las ideas y sí mucho más las cifras; hay verdaderos expertos en convertir en dinero las múltiples promesas presidenciales: la lucha entre los “duques de Venecia” es siempre blanda, se mueve sólo por intereses inmediatos – del cómo voy yo ahí – y en cada año únicamente cambian los decorados de una política basada en la política basada en la democracia de los consensos; como nadie quiere cambiar la “Fenicia chilena”, se vive en un perpetuo empate. Es evidente que los opositores deben encontrar deficitario el discurso de la Presidenta – sería muy raro y hasta contradictorio que estuvieran de acuerdo con ella- sin embargo, cada vez se les hace más difícil descubrir cuál es el factor que los diferencia de la combinación gobernante, salvo el anhelo de ocupar el poder.

La tercera cuenta de la presidenta Michelle Bachelet se pareció más a una lista de compras, preparada por la dueña de casa, con miras a adquirir en el mercado neoliberal, y alguna afirmación brillante, dirigida como saeta, a la ciega y reaccionaria oposición. En un discurso tan largo hay de todo y para todos: desde la innovación al problema energético, desde la educación a la salud, desde la cultura hasta la imagen país…Los comentaristas pueden darse el lujo de tomar esta saga desde los más diversos intereses. La Presidenta no tuvo la delicadeza de Prat de preguntar, antes de hablar, si había “almorzado la gente” y entregó una arenga que más se parecía al largo mamotreto que, normalmente, acompaña a estas cuentas. No había que ser muy perspicaz para entender que el discurso había sido redactado con el concurso de varias plumas, algunas poéticas, que citaban a Manuel Rojas, Gabriela Mistral, Juan Manuel Serrat, entre otros, otras dinámicas y unas últimas, pragmáticas, aburridas y llenas de indicadores.

En todo discurso siempre hay unos augures que creen conocer su contenido de antemano y, para lucirse ante la prensa, adelantan una primicia; ahora le correspondió el turno a la famosa supresión del 7%, que los jubilados pagan a Fonasa, para ser atendidos tarde, mal y nunca por los hospitales públicos. El hecho de no anunciarlo se convirtió en una verdadera ofensa para los chilenos de la tercera edad, que apenas sobreviven. El pato de la boda, de esta verdadera metida de pata, fue el ministro de Hacienda, Andrés Velasco, que quedó como un “Arpagón” mezquino, que niega un miserable auxilio a quienes, en el pasado, construyeron este país. Los demócrata cristianos eran los más indignados, pues estaban convencidos que podrían cazar electores. No faltó el diputado que logró citas destacadas en los diarios del bipolio de derecha, denunciando que la Democracia Cristiana no es escuchada por el gobierno y solapadamente e, incluso que debiera reconsiderar la actual alianza política.

Como Chile tiene billones de dólares, invertidos en bonos en el extranjero a una bajísima tasa de interés, no parece muy difícil ofrecer un bono de $20.000 para los jubilados, más otro de similar valor para el invierno. Es cierto que para las miserables pensiones algo significa, pero este magro aporte, por una sola vez, desaparece como por encanto, con un encarecimiento de los productos básicos que, en la mayoría de los casos, termina por comerse este magro aporte fiscal. Quizás, el principal éxito del gobierno, en este año, lo constituye la promulgación de la Pensión Básica Solidaria, es decir, la posibilidad de que cualquier persona mayor de 65 años pueda acceder a una pensión base de $60.000, que si se suma la pareja, se duplica. Sin embargo, se mantuvo el abusivo negocio de las AFPs.

Después de una larga perorata, la Presidenta se introdujo, al fin, en temas más polémicos: la inscripción automática – felizmente aprobada – y su pronunciamiento a favor del voto voluntario, tema cuestionado por algunos diputados demócrata cristianos. Se pronunció a favor de la iniciativa popular de ley e intentar reformar el sistema binominal, además de una ley de partidos políticos – que no se sabe cuál va a ser su futuro pero que, al menos, debe terminar con la interdicción a la participación de losa dirigentes sindicales a los cargos de elección popular. Fue categórica y asertiva al decir que “ya, ahora…” el voto de los chilenos que residen en el extranjero, dejando al desnudo la mezquindad de Piñera y la derecha en general, al colocar condiciones leoninas y calculadoras para aprobarlas.

La Presidenta es muy sutil para soslayar los aspectos más conflictivos de los temas desarrollados en su discurso, por ejemplo, en lo relativo a la diversificación de la matriz energética, por un lado apoyó a las hidroeléctricas en Aysén, aun cuando no lo expresó con claridad, por otro, habló de las parques eólicos y la energía solar, tratando de dejar contentos a los ambientalistas. En educación, junto con desear un computador para cada alumno, ofrecer la gratuidad de la PSU, un número importante de becas para los alumnos de excelencia y de hacer una apología de la educación fiscal, a la vez contentó a la derecha manteniendo el Acuerdo sobre la Ley General de Educación que, entre otros aspectos, garantiza el lucro desmedido de los sostenedores y la reproducción de la desigualdad; no hubo en su discurso ninguna propuesta para terminar con la municipalización de las escuelas y liceos. La salud se ha convertido en un verdadero desastre nacional; en el discurso se ofrece la construcción de nuevos hospitales y contratación de quinientos especialistas, sin embargo, estas ofertas sólo constituyen un paliativo ante la grave crisis del sistema fiscal de salud.

En el pos 21 de Mayo, los Diarios de derecha publicaron una encuesta que, ¡oh sorpresa!, más del 60% encuentra muy bueno el discurso presidencial y una cifra similar cree que Su Excelencia cumplirá las promesas. Los críticos de derecha se reducen a un 18%, lo que demuestra la carencia de capacidad de la Alianza para levar a cabo una oposición medianamente convincente.

El único que puede medir los resultados del mensaje es Juan Verdejo, y lo importante consiste en que más allá de las buenas intenciones de que hace gala la Presidenta, logremos un Chile verdaderamente inclusivo, menos injusto y más transparente, ad portas del Bicentenario.

Rafael Luís Gumucio Rivas

jueves, 15 de mayo de 2008

La Conspiración tras el 11-S

El profesor estadounidense James Fetzer, pionero en las investigaciones acerca del 11/9 presenta su trabajo

Diferencias entre «Teorías Conspirativas» compulsivas y científicas en el 11-9

Presentamos el artículo del profesor James Fetzer, que forma parte del libro The 9/11 Conspiracy y quien es un investigador estadounidense que ha publicado mas de 20 libros en filosofía de las ciencias y en la fundamentación teórica de la ciencia computacional, inteligencia artificial y ciencias cognitivas. A pesar de la censura informativa masiva que reina en la mayor parte de Occidente, muchas personas, gracias a los medios alternativos, saben que el movimiento 911TRUTH tiene cientos de personas trabajando en investigación, presentaciones judiciales y divulgación de indicios, pruebas y hipótesis sobre lo sucedido realmente el 11-9.
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James Fetzer sigue investigando acerca de los atentados del 11 de septiembre con su colectivo de científicos y cada vez sus análisis y trabajos ponen en tela de juicio la versión oficial de la administración Bush sobre estos acontecimientos.
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Introducción por Oscar Abudara Bini

Presentamos el artículo del profesor James Fetzer, que forma parte del libro THE 9/11 CONSPIRACY. El recién mencionado es prima facie un académico norteamericano: Distinguished McKnight University Professor Emeritus at the University of Minnesota, Duluth, ha publicado mas de 20 libros en filosofía de las ciencias y en la fundamentación teórica de la ciencia computacional, inteligencia artificial y ciencias cognitivas.
Es un ex Oficial de la Marina y editó tres libros sobre el asesinato del presidente John F. Kennedy. Pero, el trabajo, investigación y lucha de Fetzer ha cobrado gran realce al ser uno de los miembros fundadores del movimiento 911TRUTH (por la verdad de lo sucedido el 11-9).
A pesar de la censura masiva que reina en la mayor parte de Occidente, muchas personas, gracias a los medios alternativos, saben que el movimiento 911TRUTH tiene cientos de personas trabajando en investigación, presentaciones judiciales y divulgación de indicios, pruebas y hipótesis sobre lo sucedido realmente el 11-9.
En este grupo de investigadores-luchadores hay ex funcionarios de gobiernos, agentes de inteligencia, militares, pilotos de combate, periodistas, profesores universitarios, psiquiatras, familiares de víctimas, esto dentro de los EEUU.
Se está difundiendo también que órganos gubernamentales y funcionarios de gobiernos extranjeros están volcándose seria y públicamente a confiar más en la verdad de los científicos que en las “historietas conspirativas” promocionadas por Bush, Blair, Olmert, Aznar y otros gobernantes.
El parlamento venezolano, el presidente Hugo Chávez, el parlamento japonés, el ex presidente de Italia Francesco Cossiga, el ex ministro alemán Andreas von Bülow, el hombre fuerte de la diplomacia americana B. Brzezinski, ente otros, manifestaron públicamente que no solo creen que el 11-9 fue un trabajo “interno” de los gobiernos de Bush, Israel y otros, sino que puede volver a repetirse, tal como ha advertido recientemente Bush en una entrevista.

Aclaración

El profesor Fetzer, ha confirmado que antes de la mitad del año en curso (2008) visitará la República Argentina, para dar un ciclo de conferencias. Asimismo, tomará contacto con el grupo de investigadores, científicos, gente de la cultura y los pocos políticos argentinos que estudian el tema.
¿Qué representa el 11-9? Para la mayor parte de los debates contemporáneos, el 11-9 marca un evento fundante de nuevos paradigmas, no solo en el campo de la geopolítica, por ejemplo, invasiones a Afganistán e Irak, sino el riesgo cierto y cínicamente reconocido de una posible lll Guerra Mundial, iniciada contra Irán y con uso de armas atómicas.
Para los argentinos, españoles y británicos, el estudio del 11-9 representa un filón de enseñanzas, ya que los ataques terroristas cometidos en Lockerbie, Argentina, Madrid y Londres, tienen en el atentado de los EEUU, el exponente máximo del modus operandi. Para científicos, psicólogos, abogados, periodistas, artistas y hombres de gobiernos, la verdad “verdadera” del 11-9 es matriz para políticas y tomas de posición para una de las consecuencias que ya invadió a todo Occidente, nos referimos a la Ley Antiterrorista, que el gobierno de Bush impuso en EEUU, Europa y Latinoamérica.

Introducción: por James Fetzer

¿Usted es de los que le creyó ciegamente en las teorías compulsivas de Bush?
La frase “teoría conspirativa” alberga una ambigüedad, ya que las conspiraciones son generalizadas y las teorías acerca de ellas no necesariamente son meras especulaciones. La aplicación del razonamiento científico en la forma de inferencia hacia la mejor explicación, aplicada a la evidencia relevante, establece que la versión oficial de los hechos del 11/9 no puede sostenerse.

Las medidas objetivas de la evidencia utilizando probabilidades establecen que el WTC fue derribado a través del uso de la demolición controlada y que el Pentágono no fue impactado por un Boeing 757. Como estas hipótesis tienen altas probabilidades y las otras alternativas tienen probabilidades que van de cero a nulas (porque ni siquiera son físicamente posibles), asumiendo que suficiente evidencia se ha hecho disponible y “asentado”, estas conclusiones no solo proporcionan mejores explicaciones para los datos sino que están probadas más allá de la duda razonable.

«Teorías Conspirativas»

Tenemos que entender las conspiraciones. Las conspiraciones son tan norteamericanas como el pastel de manzana. Solo requieren que dos o más personas colaboren en actos para alcanzar fines ilegales. Cuando dos tipos asaltan una tienda, están envueltos en una conspiración. La mayoría de las conspiraciones en nuestro país son económicas, como Enron, WorldCom, y ahora Halliburton al explotar las oportunidades de obtener ganancias en Irak. La venta de información confidencial (insider trading) es un simple ejemplo, ya que los inversores y brokers colaboran para beneficiarse de la información privilegiada . Normalmente, sin embargo, los medios no lo describen como “conspiraciones”. Las dos conspiraciones más importantes de nuestra historia seguramente sean las de JFK y el 11/9.

Un aspecto fascinante del 11/9 es que la historia oficial (“conspirativa”) involucra la colaboración de alrededor de diecinueve personas para alcanzar fines ilegales y, consecuentemente, obviamente califica como “teoría conspirativa”. Cuando los críticos del gobierno ofrecen una versión alternativa que involucra a figuras clave del gobierno en el 11/9, eso también califica obviamente como “teoría conspirativa”. Pero lo que importa ahora es que estamos confrontados por versiones alternativas de lo que pasó el 11/9, y ambas califican como “teorías conspirativas”. En consecuencia no es racional descartar a una de ellas como “teoría conspirativa” a favor de la otra. La cuestión es ¿cuál de estas dos “teorías conspirativas” es más defendible?

Hay una cierta ingenuidad en combinar “conspiración” con “teoría”, porque la palabra “teoría” puede usarse en el sentido débil de especulación, conjetura o suposición, para denigrar una versión u otra por razones políticas o ideológicas sin reconocer que “teoría” también puede usarse en el sentido más fuerte de hipótesis empíricamente comprobable y explicativa. Considere la teoría de Newton de la gravitación o la teoría de Einstein sobre la relatividad como ejemplos. El truco psicológico es hablar como si todas las “teorías” fueran conjeturas, y ninguna de ellas debiera ser considerada seriamente. Sin embargo, varios casos diferentes pueden presentar varios problemas diferentes. La evidencia puede ser escasa, por ejemplo, o las alternativas pueden ser difíciles de imaginar.

Además, hay varias razones por las cuales personas distintas podrían arribar a conclusiones muy diferentes en un caso determinado. Estas incluyen que no estén considerando el mismo conjunto de explicaciones alternativas o que no estén empleando las mismas reglas de razonamiento. La objetividad de la ciencia deriva, no de trascender nuestras fragilidades humanas, sino de su inter-subjetividad. Científicos distintos confrontando las mismas alternativas, la misma evidencia, y las mismas reglas de razonamiento deberían arribar a todas y solo las mismas conclusiones sobre qué hipótesis son aceptables, cuáles son rechazables, y cuáles deberían mantenerse en suspenso . Y en la búsqueda de la verdad, el razonamiento científico debe basarse en toda la evidencia relevante disponible, condición llamada el requisito de evidencia total, o de lo contrario será falaz .

Razonamiento científico

El razonamiento científico caracteriza a un patrón sistemático de pensamiento que abarca cuatro etapas o pasos, a saber: desconcierto, especulación, adaptación y explicación . Algo ocurre que no cuadra confortablemente en nuestro conocimiento adquirido y expectativas, y así se convierte en una fuente de desconcierto. Las teorías alternativas que podrían explicar esa ocurrencia surgen para su consideración. La evidencia relevante disponible es traída para solventar esas hipótesis y se establecen sus medidas de apoyo probatorio, así como dónde podría obtenerse evidencia adicional sobre la base de la observación, medición y experimentación. El peso de la evidencia es evaluado, y la hipótesis con mayor soporte es la preferible. Cuando hay suficiente evidencia disponible, la hipótesis preferible también se vuelve aceptable en la manera tentativa y falible de la ciencia.

Entre las distinciones más importantes que es necesario hacer en el razonamiento sobre los escenarios alternativos de eventos históricos de los que aquí importan, están aquellas entre distintos tipos de necesidad, posibilidad e imposibilidad . Nuestro lenguaje impone algunas restricciones sobre lo posible como funciones de gramática y significado. En el inglés común, por ejemplo, un novato es un estudiante, necesariamente, porque ser un novato es ser un estudiante en el primero año de una carrera de cuatro años. De tal manera, es imposible ser un novato y no ser estudiante. La primera es una necesidad lógica, la segunda es una imposibilidad lógica. Dado que una conspiración requiere al menos dos conspiradores, si no hubiera al menos dos conspiradores, no es lógicamente posible que se trate de una conspiración; si los hay, entonces necesariamente lo es.

Sin embargo, más interesantes que las necesidades lógicas, posibilidades e imposibilidades, son las necesidades físicas, posibilidades e imposibilidades . Estas se determinan en relación a las leyes de la naturaleza, que al contrario de las leyes de la sociedad, no pueden violarse, no pueden alterarse, y no requieren implementación. Si el agua pura se congela a 32º F en presión atmosférica a nivel del mar, por ejemplo, entonces es físicamente necesario que una muestra de agua pura se congele cuando su temperatura sea inferior a los 32º F a esa presión.

Análogamente, bajo esas mismas condiciones, que una muestra de agua pura no se congele cuando su temperatura es inferior a los 32º F es físicamente imposible. Y cuando una muestra de agua pura no se congela a esa presión, se justifica inferir que entonces no está a una temperatura inferior a su punto de congelamiento de 32º F .

Las leyes de la naturaleza son el núcleo de la ciencia y proporcionan los principios sobre la base de los cuales la ocurrencia de eventos puede ser sistemáticamente explicada, predicha y retrodicha . Tienen pues un importante rol que jugar en el razonamiento sobre casos específicos en los que esos principios hacen la diferencia. En el razonamiento legal, por ejemplo, la frase “más allá de la duda razonable” significa un estándar de prueba que requiere la convicción subjetiva equivalente a “certeza moral” . En el contexto del razonamiento científico, el significado de esa misma frase está mejor capturado por el estándar objetivo de que una explicación está “más allá de la duda razonable” cuando ninguna alternativa es razonable. Nótese que la falsedad de las hipótesis que describen la ocurrencia de eventos que son físicamente imposibles está más allá de la duda razonable.

Probabilidades

Una medida apropiada del peso de la evidencia es proporcionada por las probabilidades, donde la probabilidad de una hipótesis h, dada la evidencia e, es determinada por la probabilidad de evidencia e, si esa hipótesis fuera verdad . Las hipótesis deberían ser testeadas en pares, h1 y h2, donde la relación entre las hipótesis y la evidencia puede considerarse como aquella existente entre posibles causas y efectos. Así, suponga que en un juego de azar Ud. es confrontado con una larga serie de resultados que hubieran sido altamente improbables si la moneda fuera simétrica (si el dado fuera justo o la baraja fuera normal). Si tal resultado fuera mucho más probable si la moneda estuviera torcida (si el dado estuviera cargado, si la baraja estuviera marcada), entonces la probabilidad de que la moneda esté torcida (el dado esté cargado, la baraja esté marcada) es mucho más alta que la probabilidad de que la moneda sea simétrica (dado justo, baraja normal).

Es posible un mejor entendimiento del razonamiento probabilístico al distinguir dos tipos de probabilidades como propiedades del mundo. La primera es la frecuencia relativa, que simplemente representa “qué tan seguido” ocurren cosas de una clase en relación a cosas de otra clase. Esto incluye promedios de variedades muy diferentes, como la nota promedio en un examen de filosofía de un curso de pensamiento crítico. La segunda es la propensión casual, que refleja “qué tan fuerte” es la tendencia para que ocurran resultados de un cierto tipo bajo condiciones específicas. Las frecuencias son provocadas por las propensiones, que pueden variar de un caso a otro. Cuando la clase tiene un promedio de 85 en el primer examen, no significa que todos los estudiantes sacaron 85 en el examen. Puede ser incluso que ningún estudiante haya obtenido ese puntaje. Pero el puntaje de cada uno de los estudiantes fue un efecto de su propensión al puntaje en ese examen.

Puede ser fácil confundir “cuán seguido” con “cuán fuerte” pero algunos ejemplos ayudan a comprender la diferencia. Navegar en canoa por el Río Brule en Wisconsin no es un pasatiempo peligroso, pero una mujer de 76 años murió el 15 de julio de 1993 cuando un árbol que había sido mordido por un castor cayó sobre ella. El árbol cayó y golpeó a la mujer en la cabeza mientras ella y su hija pasaban al lado de él . El árbol tenía aproximadamente 18 pulgadas de diámetro y entre 30 y 40 pies de altura y estaba a aproximadamente 10 o 20 pies sobre la orilla del río. Y mientras cientos y cientos de personas en canoas habían navegado por el Río Brule y escapado ilesos, esta mujer tuvo la mala suerte de morir en un “accidente bizarro”. Era improbable en términos de su frecuencia relativa de ocurrencia, pero sin embargo, dadas esas condiciones particulares, la propensión casual para que la muerte resultara como efecto de ese evento específico era grande.

Cuando las mismas condiciones causalmente relevantes son sujetas a experimentos repetidamente, entonces las frecuencias relativas resultantes tienden a ser evidencia confiable de la fuerza de la propensión causal que las produjo. Pero cuando esas condiciones pueden variar, la frecuencia de la ocurrencia de un resultado podría no indicar la fuerza de esa tendencia en cualquier ensayo específico. Comúnmente asumimos que fumar disminuye la expectativa de vida, lo que usualmente es cierto. Pero un joven de 21 años fue confrontado por tres matones que le dispararon cuando él no les respondió lo suficientemente rápido. Hubiera muerto de no haber sido por un encendedor de metal que desvió la bala de calibre .25, y así sobrevivió . Una vez que se aprecia la diferencia, se advierten tres principios que relacionan las probabilidades de este tipo, a saber: las propensiones causan frecuencias; las frecuencias son evidencia de las propensiones; y las propensiones pueden explicar las frecuencias. Pero depende de la constancia de las condiciones relevantes de un ensayo a otro.




El Caso de JFK

Las teorías conspirativas deben ser analizadas usando los principios del razonamiento científico. En el caso de JFK, la dificultad no ha sido la escasez de evidencia sino sortear la superabundancia de “evidencia” física, médica, testimonial y fotográfica conflictiva e incluso contradictoria, para determinar cuál es auténtica y cuál no. Algo califica como evidencia en relación a una hipótesis solo cuando su presencia o ausencia o su verdad o falsedad hace la diferencia en cuanto a la verdad o falsedad de dicha hipótesis. Pero la “evidencia” puede ser plantada, falsificada o fabricada para proporcionar una base falsa para el razonamiento . Se ha probado aquí que eso es verdad. Una vez que la tarea de clasificar las cosas se ha llevado a cabo, se vuelve relativamente simple hacer las inferencias apropiadas sobre el carácter general del asesinato sobre la base de lo que hemos aprendido sobre el encubrimiento.

Estudios tempranos de Harold Weisberg, Mark Lane y Sylvia Meagher, por ejemplo, establecieron que el Reporte Warren (1964) no podía sostenerse sobre la base de la evidencia disponible entonces (Weisberg 1965, Lane 1966, Meagher 1967). Según la versión oficial, un asesino solitario hizo tres disparos desde el sexto piso del Edificio del Depósito de Libros de la Escuela de Texas, acertando dos disparos. Uno de esos disparos supuestamente habría entrado por la base del cuello del Presidente, lo atravesó sin dar con ninguna estructura ósea y salió justo sobre su corbata. Luego atravesó la espalda del Gobernador John Connally quien estaba sentado en frente de él, le destrozó una costilla, salió por su pecho y lo hirió en la muñeca derecha antes de desviarse hacia su muslo izquierdo. La bala que supuestamente siguió este trayecto fue luego “encontrada” en condiciones prácticamente prístinas.

La secuencia de eventos parece tan improbable que el proyectil que causó todo este daño ha sido llamado “la bala mágica” . El saco y la camisa que tenía puestos JFK tienen agujeros de alrededor de 5 y ½ pulgadas debajo del cuello. Un diagrama de la autopsia verificado por el médico personal del Presidente muestra una herida en la misma ubicación. Un segundo diagrama preparado por un observador del FBI muestra la herida en la espalda debajo de la herida de la garganta. El certificado de defunción emitido por el médico personal del Presidente también ubica la herida a nivel de la tercera vértebra torácica, alrededor de 5 y ½ pulgadas por debajo del cuello. Incluso las fotografías tomadas durante las dramatizaciones del tiroteo muestran manchas en los dobles del Presidente en esa ubicación.



Aunque el Reporte Warren trata de sugerir que la teoría de la “bala mágica” no es indispensable para sus conclusiones, se trata de una grosera tergiversación. Una autoridad de tal envergadura como el Dr. Michael Baden, que presidió el panel forense que revisó la evidencia médica cuando el caso fue reinvestigado por el House Select Committee on Assassinations (HSCA) en 1977-78, ha remarcado que si la teoría de la “bala mágica” es falsa, entonces debería haber habido al menos seis disparos desde tres direcciones diferentes . Un aspecto particularmente perturbador de esta situación es que toda la evidencia descripta aquí no solo estaba disponible para el HSCA en 1977-78 sino que había sido discutida extensamente en aquellos libros tempranos de Weisberg, Lane y Meagher (Weisberg, 1965; Lane, 1966; Meagher 1967). El gobierno simplemente ha ignorado sus descubrimientos.

Estudios científicos recientes

Desde el lanzamiento de la película de Oliver Stone “JFK” en 1991, investigaciones sobre la evidencia del asesinato (dirigidas por los individuos más calificados que han estudiado el caso) , revelaron que las radiografías de la autopsia han sido alteradas en múltiples formas, que otro cerebro fue usado como si fuera el de JFK durante su examen, y que la película casera tomada por un espectador llamado Abraham Zapruder no solo ha sido extensamente editada sino que en realidad fue recreada re-filmando cada uno de sus cuadros (Fetzer 1998; 2000; 2003) . La película fue rehecha usando técnicas de impresión óptica y efectos especiales, que permiten combinar cualquier fondo con cualquier primer plano para crear la impresión que uno desee, e incluyó la remoción de series de cuadros que hubieran deschavado el complot, como que el conductor arrimó la limosina hacia la izquierda y se detuvo después de que comenzaron los disparos.

Las alteraciones de la evidencia médica incluyen “emparchar” un defecto masivo en la parte posterior de la cabeza causado por un disparo desde el frente, en el caso de la radiografía craneal lateral, y añadir un trozo de metal de 6.5 mm en la radiografía anterior/posterior en un intento evidente de involucrar un arma de 6.5 mm en el asesinato, que han sido expuestas por medio de estudios de densidad óptica. David W. Mantik, M.D. y Ph.D., adaptando una simple técnica de la física, ha podido probar que las radiografías de la autopsia de JFK no son auténticas, sobe la base de mediciones objetivas y experimentos repetibles. Y por comparaciones aun más simples entre las descripciones de los profesionales y experimentados médicos del Hospital Parkland sobre el daño extenso del cerebro de JFK, Robert Livingston, M.D., autoridad mundial en el cerebro humano, ha concluido que los diagramas y fotografías de un cerebro que están guardados en los Archivos Nacionales deben ser de otro cerebro que no es el de John Fitzgerald Kennedy.

La evidencia de la recreación del video de Zapruder viene de distintas fuentes, incluyendo el hecho de que el cuadro 232 fue publicado en Life con características físicamente imposibles; del hecho de que se cometió un error al introducir el cartel de la Autopista Stemmons en la versión recreada; que la “mancha” y sangre fueron añadidas al cuadro 313; que el conductor vuelve su cabeza a una velocidad demasiado rápida para ser humanamente posible; que el giro a la izquierda del Gobernador ha sido cortado de la película; que Erwin Swartz, asociado de Abraham Zapruder declaró haber visto sangre y sesos que volaron hacia atrás y hacia la izquierda cuando vio el film original; que varios agentes del Servicio Secreto vieron sesos y sangre en el baúl de la limosina; que otras personas han visto otra versión más completa y distinta del film; y que Homer McMahon, experto del Centro Nacional de Interpretación Fotográfica, estudió otro film muy diferente esa misma noche.

Otra evidencia que ha estado disponible hace tiempo para estudiosos serios de la muerte de JFK incluye múltiples indicaciones de la complicidad del Servicio Secreto en tenderle la trampa para el ataque . No se sellaron las tapas de las alcantarillas; no se cubrieron las ventanas abiertas; las motocicletas estaban ubicadas en una formación no protectora; no había agentes en la limosina; se utilizó una ruta impropia, incluyendo un giro de más de 90º; los vehículos estaban en una secuencia impropia; la limosina bajó la velocidad hasta casi detenerse en Houston y Elm; la limosina efectivamente se detuvo luego de que empezaran los disparos; los agentes no respondieron; se limpiaron los sesos y la sangre de la limosina en Parkland antes de que el Presidente siquiera fuera declarado muerto; las radiografías y fotografías de la autopsia fueron tomadas desde la morgue; y la limosina fue enviada a la Compañía Ford Motor, desmantelada y completamente reconstruida el 25 de noviembre de 1963 .

Patrones de razonamiento

Los registros difundidos por el Comité de Revisión de Registros de Asesinatos (Assassination Records Review Board, ARRB) han mostrado que Gerald Ford (R-MI), miembro de la comisión, hizo que la descripción de la herida cambiara de “la parte más alta de su espalda” que ya era una exageración, a “la base de su nuca” para hacer la teoría de la “bala mágica” más plausible (Fetzer 1998, p. 177). Y Mantik ha probado ahora que ninguna bala podría haber tenido la trayectoria adjudicada a la “bala mágica” por la intervención de las vértebras cervicales (Fetzer 2000, págs. 3-4). De modo que las explicaciones inmensamente influyentes de la muerte de JFK que la toman por sentado como base – The Warren Report, The House Select Committee on Assassinations Report, y Case Closed de Gerald Posner – no solo son falsas sino que su falsedad es demostrable y ni siquiera son anatómicamente posibles.

La herida en su garganta y las heridas de Connally tienen que ser explicadas sobre la base de otros disparos y otros francotiradores. Ahora sabemos que JFK recibió cuatro disparos – en la garganta de frente; en la espalda desde atrás; y dos veces en la cabeza: en la parte posterior de la cabeza desde atrás y luego en la sien derecha desde adelante . Sabemos que Connally recibió al menos un disparo y que otro disparo no lo alcanzó pero hirió a un transeúnte. Resulta entonces que Michael Baden, M.D. tenía razón cuando observó que si la teoría de la “bala mágica” es falsa, entonces tendría que haber habido al menos seis disparos de por lo menos tres direcciones diferentes. La teoría siquiera es anatómicamente posible y, con al menos un disparo a Connally y otro errado, debió haber habido al menos seis disparos.

La imposibilidad anatómica, por supuesto, es un tipo de imposibilidad física, en la medida que los humanos son vertebrados con vértebras, incluyendo las cervicales. Las observaciones de los médicos de Parkland y Bethesda sobre las heridas fueron sagazmente ocultadas por Arlen Specter, actualmente Senador de Estados Unidos de Pennsylvania, y en aquel entonces asesor junior de la Comisión Warren. Specter no preguntó a los médicos qué habían observado o qué habían inferido de lo que habían observado, sino que planteó una pregunta hipotética: “Si asumimos que la bala entró por la base de la nuca, atravesó el cuello sin impactar ninguna estructura ósea, y salió justo por encima del nivel de la corbata” preguntó, “¿sería ello congruente con describir la herida de la nuca como herida de salida?”. En respuesta a esta pregunta trivial, los médicos respondieron obedientemente que sí lo sería, pero Malcolm Perry, M.D., quien había practicado una traqueotomía a través de la herida y la había descrito tres veces como herida de entrada durante una conferencia de prensa, añadió que no estaba en posición de afirmar o verificar las suposiciones que se le pedían hacer, lo cual por supuesto era cierto.

Los descubrimientos sobre las radiografías, el cerebro y el video de Zapruder también son poderosos. Lo que los hace tan significativos como evidencia es que ninguna de estas cosas podría haber sido hecha por Lee Harvey Oswald, el supuesto asesino, quien estaba encarcelado o ya muerto. Otras teorías pueden también descartarse por fundamentos similares. La Mafia, por ejemplo, no podría haber extendido su alcance hasta el Hospital Naval Bethesda para alterar las radiografías bajo control de los agentes del Servicio Secreto, oficiales médicos de la Marina de Estados Unidos, y el médico personal del presidente. Tampoco los cubanos pro o anti-Castro podrían haber sustituido un cerebro por otro. Ni la KGB, que probablemente tuviera la misma habilidad que Hollywood y la CIA para fabricar películas, podría haberse apropiado del video de Zapruder para alterarlo. Lo que genera la pregunta ¿quién tenía el poder de hacer estas cosas? Considerando lo que sabemos hoy, la respuesta ya no es difícil de discernir. Requirió el involucramiento de los más altos niveles del gobierno norteamericano.

En la medida que la teoría de la “bala mágica” describe la ocurrencia de eventos que son comprobablemente falsos además de físicamente imposibles, el hecho de que no puede ser verdadera está más allá de la duda razonable. Además, el descubrimiento de que las radiografías de la autopsia fueron alteradas, que el cerebro fue sustituido y que el video de Zapruder fue recreado, implican un encubrimiento muy meticuloso y cuidadosamente planeado en el que el supuesto asesino no podría haber estado involucrado. La identificación de más de una docena de indicios de la complicidad del Servicio Secreto significa que la evidencia se ha “asentado” . La probabilidad de evidencia de la hipótesis del asesino solitario siquiera alcanza a cero, ya que implica una secuencia físicamente imposible cuyo valor es nulo. La probabilidad de la evidencia en un escenario de conspiración es, en comparación, extremadamente alta dependiendo de la competencia y poder de aquellos que la llevaron a cabo. De hecho no hay responsable alternativo para la conspiración de gran escala en la muerte de nuestro trigésimo quinto presidente, lo que significa que ha sido establecida más allá de la duda razonable.

3 mil toneladas de acero y hormigón se emplearon en la construcción
del World Trade Center a fines de los años 60


El caso del 11/9

Ha llevado casi cuarenta años el establecer decisivamente el engaño sobre la base de evidencia objetiva científica. En el caso del 11/9, sin embargo, somos bastante más afortunados. Como resultado de las investigaciones de Nafeez Ahmed (2002), Thierry Meyssan (2002), Paul Thompson (2004), Michael Ruppert (2004), y David Ray Griffin (2004, 2005) entre otros, ya sabemos que la versión oficial del 11/9 no puede ser correcta. Esa versión afirma que diecinueve árabes, con escasas habilidades para pilotear aeronaves, secuestraron cuatro aviones y luego realizaron difíciles maniobras para impactarlos contra el World Trade Center y el Pentágono ; que el daño causado por los impactos combinado con el calor del combustible de jet que se quemó derribó al WTC1 y al WTC2; que el WTC7 fue el primer edificio en la historia en derrumbarse solo a causa del fuego; y que el Pentágono fue impactado por el Vuelo 77 de United, que era un Boeing 757 . El problema básico con esta “teoría conspirativa”, como en el caso de JFK, es que de ser cierto violaría leyes de la física y la ingeniería que no pueden ser transgredidas.

El extremadamente alto punto de fusión del acero estructural (alrededor de 2.800º F) está muy por encima del máximo (menos de 1.800º F) que podría haber producido el combustible de jet bajo condiciones óptimas. El Laboratorio Underwriters había certificado el acero usado en el World Trade Center por 2.000º F durante al menos 3-4 horas . Incluso las temperaturas máximas resultan aun menores si se tienen en cuenta factores como el aislamiento, los asbestos y la disponibilidad de oxígeno. Dado que el acero es un buen conductor, cualquier calor aplicado a una parte de la estructura se hubiera disipado hacia otras partes. El WTC1, la Torre Norte, fue impactada a las 8.46AM y colapsó a las 10.29AM, mientras que la Torre Sur fue impactada en segundo lugar a las 9.03AM y colapsó a las 9.59AM. Estuvieron expuestas a incendios por aproximadamente una hora y media y una hora respectivamente. En la medida que la mayor parte del combustible ardió en las gigantescas bolas de fuego que acompañaron los impactos iniciales, el hecho de que estas torres hayan colapsado por la acción de incendios a base de combustible que derritieron en acero no solo es improbable sino físicamente imposible.

La mayoría de los norteamericanos no se dan cuenta de que ningún edificio de estructura de acero de gran altura ha colapsado a causa del fuego en la historia de la ingeniería civil, ni antes ni después del 11/9. Si asumimos que esos incendios han ocurrido en una amplia variedad de edificios bajo un amplio rango de condiciones, esa evidencia sugiere que estos edificios no tienen una propensión a colapsar por efecto del fuego. Eso hace que una explicación alternativa, especialmente el uso de explosivos potentes en una demolición controlada, sea una hipótesis que debe ser tomada seriamente. En efecto, parece haber al menos diez rasgos del colapso de las Torres Gemelas que constituyen efectos esperables de las demoliciones controladas pero no de los incendios que siguen a los impactos de aeronaves.



Estos incluyen el hecho de que los edificios cayeron aproximadamente a velocidad de caída libre; que ambos colapsaron prácticamente derecho hacia abajo (y sobre sus propias “huellas”); que casi todo el hormigón se convirtió en polvo muy fino; que los colapsos fueron completos, sin dejar prácticamente columnas de soporte de acero en pie; que los registros fotográficos de su colapso muestran “olas de demolición” ocurriendo justo sobre los pisos que colapsaban; que la mayoría de las vigas y columnas cayeron en secciones de 30 a 40 pies de longitud; que los bomberos reportaron haber escuchado secuencias de explosiones mientras ocurrían; que se registraron eventos sísmicos coincidentes con impactos de aeronave y luego cuando los edificios colapsaron; y que los charcos de acero fundido se observaron en los subsuelos durante semanas.

9 segundos tardó el desplome de la Twin Towers. Una caída libre que confirma la tesis de la "Demolición Controlada"

La situación aquí es análoga a la que encontramos con múltiples indicios de complicidad del Servicio Secreto en tenderle una trampa a JFK para el ataque. Supóngase, como antes, que adoptamos un valor de una vez en diez por cada uno de estos rasgos que ocurre como consecuencia causal del impacto de una aeronave y un consecuente incendio. Sabemos que es un número fantásticamente alto ya que esto nunca ha ocurrido. Pero, en aras del argumento, vamos a asumirlo.

Si luego tratamos estos rasgos como si tuvieran propensiones que son independientes e iguales, que esos diez rasgos hubieran ocurrido en un solo evento de este tipo tendría una propensión igual a uno sobre uno seguido de diez ceros, es decir, 1/10.000.000.000, o sea ¡una chance en diez billones! Por supuesto, como hubo dos eventos así – considerando el WTC1 y el WTC2 – la probabilidad de que ambos hayan mostrado estos mismos diez rasgos en la misma ocasión es igual al producto de uno en diez billones por uno en diez billones, o sea 1 sobre 1 seguido de 20 ceros, o 1/100.000.000.000.000.000.000. Ese es un número muy pequeño. Y estos cálculos asumen valores que son excesivamente altos.

9/11: El Pentágono

El caso del Pentágono debería ser el más accesible para estudiar, ya que solo depende de observaciones y medidas, que son los elementos disponibles más básicos para cualquier investigación científica. En efecto, las fotografías tomadas antes del colapso de los pisos superiores del Pentágono proporcionan evidencia de que, lo que sea que haya impactado contra el Pentágono, no puede haber sido un Boeing 757 . El avión tenía 155 pies de largo, con un largo entre ala y ala de 125 pies y una altura de 36 pies con las ruedas retraídas.

El punto inicial de impacto (previo al colapso de los pisos superiores) fue a tan solo 10 pies de altura y de un ancho de 16-17 pies, el tamaño aproximado de las puertas dobles de una mansión. Se ha conducido un estudio meticuloso de ingeniería con cuidadosas mediciones que ofrece poderosa evidencia de que la historia oficial no puede ser correcta. El daño parece haber sido inflingido por una aeronave más pequeña, como un F-16, o por el impacto de un misil, como posibilidad alternativa. La cantidad de daño simplemente no coincide con lo que hubiera ocurrido si el edificio hubiera sido impactado por un avión de la masa y dimensiones de un Boeing 757.

Las variaciones no oficiales de la versión oficial incluyen que el Boeing 757 primero chocó contra el piso y luego rebotó hacia el edificio, que los motores del avión araron el césped antes de entrar al edificio, o que la punta del ala derecha lo chocó y lo hizo “rodar” contra el Pentágono . Ninguna de estas versiones es remotamente congruente con el suave, verde e intacto césped. Por ello es tanto más notable que el Secretario de Defensa haya mandado a resembrar el césped como si hubiera sido dañado en el ataque. Las fotografías tomadas inmediatamente después del ataque demuestran que no fue dañado en lo absoluto.

Cualquiera que solo haya visto el césped luego de su reconstrucción, sin embargo, se inclinaría más a aceptar la versión oficial. Y es más que interesante el hecho de que se hubiera causado mucho más daño con maniobras mucho menos exigentes si el avión se hubiera estrellado a través del techo del edificio en vez de contra un área recientemente reconstruida en la que solo había muy poco personal y registros – como si los “terroristas” hubieran querido infligir el mínimo daño.

El Boeing 757 que se "estrelló" con el Pentágono. Nótese la dimensión y las alas

Si un Boeing 757 se hubiera estrellado contra el Pentágono, hubiera dejado escombros masivos de las alas, el fuselaje, los motores, los asientos, el equipaje, los cuerpos, y la cola. Sin embargo, si se observan las fotografías tomadas poco después del impacto antes de que los pisos superiores cayeran, no se ve nada de lo mencionado: ni alas, ni motores, ni asientos, ni equipaje, ni cuerpos ni cola.

No hace falta recurrir a la ciencia astronómica – ni al cálculo de probabilidades – para reconocer que algo de semejante tamaño no podría caber a través de una abertura tan pequeña o no haber dejado restos en forma de alas destruidas, escombros esparcidos, etcétera. Una pieza de fuselaje que se alegó provenía del avión parece ser evidencia plantada, que fue movida y fotografiada en más de un lugar . Pero si en la escena no había escombros masivos del fuselaje, alas, motores, asientos, equipaje, cuerpos y cola, no puede haber sido la escena del choque de un 757. El argumento no puede ser más simple.

¿Dónde están los escombros del avión?
¿Por qué todos los postes de alumbrado se mantienen en pie?


El principio lógico involucrado se conoce como modus tollens, que establece que, si p entonces q, pero si no q, entonces no p. Si q debe ser verdadero cuando p es verdadero, pero q no es verdadero, entonces p tampoco es verdadero. Esta es una regla elemental del razonamiento deductivo, cuyo empleo es fundamental para las investigaciones científicas. Si uno quiere testear una hipótesis, tiene que deducir lo que debe ser verdadero si esa hipótesis es verdadera y tratar de determinar si esas consecuencias son verdaderas.
Si no lo son, entonces la hipótesis es falsa. Q.E.D. (quod erat demonstrandum). Si un Boeing 757 hubiera impactado contra el Pentágono, como alega el gobierno, hubiera dejado escombros de tipos y cantidades específicas. Las fotografías y mediciones muestran que no hay escombros de ese tipo y cantidades. En la medida en que esas fotografías sean auténticas y las mediciones correctas – lo que hace a la calidad de la evidencia para no q y parece ser bastante difícil de disputar – entonces ningún Boeing 757 se estrelló contra el Pentágono. Q.E.D.

¿Qué ocurrió realmente?

Los restos del único motor encontrado adentro ofrecen pistas sobre lo que realmente impactó contra el Pentágono. Los Boeing 757 tienen dos motores turboventiladores Pratt y Whitney, con rotores frontales de aproximadamente 42´ de diámetro y tramos traseros de alta presión de menos de 21´ de diámetro. La parte que se encontró tenía menos de 24´ de diámetro y resulta que no coincide con el motor turboventilador, sino con el montaje del eje frontal del compresor frontal del motor turbojet JT8D usado en los Jet Fighter A-3 Sky Warrior.

Como los misiles crucero tienen un diámetro de 20´, parecen ser demasiado pequeños para acomodar a este componente. De ello se desprende que el Pentágono no fue impactado por un Boeing 757 o un misil crucero, sino que en base a esta evidencia, probablemente haya sido impactado por un Sky Warrior A-3. La evidencia relevante disponible no se condice con la versión oficial del gobierno, que merece ser descartada. Su probabilidad en base a la evidencia es nula, mientras que la hipótesis alternativa del A-3 hace que la evidencia relevante sea altamente probable y tenga alta probabilidad como una explicación claramente preferible.

Esta conjetura, sugerida por la evidencia, recibe apoyo adicional de otras fuentes. Por ejemplo, dos empleados de defensa civil reportaron que unos Sky Warriors A-3 fueron encubiertamente rediseñados con sistemas de control remoto y disparo de misiles en el Aeropuerto Municipal Ft. Collins-Loveland, un pequeño aeropuerto civil en Colorado, durante los meses previos al 11/9. De acuerdo a la información que proporcionaron, “distintos contratistas militares – trabajando independientemente a distintas horas – rediseñaron unos Douglas A-3 Sky Warriors con misiles actualizados, sistemas de control remoto para vehículos aéreos no tripulados Raytheon´s Global Hawk, nuevos motores y sistemas de control de disparo, transpondedores, y sistemas de navegación radio-radar – una reforma total – aparentemente para una operación más importante que su uso como simple plataforma de testeo de misiles para el contratista de defensa Hughes-Raytheon” . Estos reportes sustancian la alternativa.

Si un pequeño Jet Fighter se hubiera estrellado contra el Pentágono en vez de un Boeing 757, ello explicaría el pequeño punto de impacto, la falta de escombros externos masivos, y un agujero en el centro del edificio que la frágil trompa de un Boeing 757 no podría haber creado. También sugeriría por qué las partes del avión fueron retiradas por personal de servicio, ya que hubieran permitido la identificación de la aeronave y demostrado la falsedad de la versión oficial . Un pequeño fighter también se acomoda al reporte de Danielle O´Brien, una controladora de tráfico aéreo que dijo sobre la aeronave que se estrelló que “su velocidad, maniobrabilidad, la forma en que dobló, todos pensamos en el cuarto de radar – todos siendo experimentados controladores de tráfico aéreo – que era un avión militar”.

Nada se mueve o maniobra tanto como un avión militar, como un jet fighter, que un avión militar o jet fighter, lo que también explicaría cómo fue capaz de penetrar uno de los espacios aéreos más fuertemente defendidos del mundo – emitiendo una señal amiga en el transpondedor.
Otra línea argumental sugiere que la evidencia se ha “asentado”. Al confirmar que el motor encontrado en el Pentágono era efectivamente un JT8D, Jon Carlson ha planteado que el avión usado en el ataque habría sido un Boeing 737, que también lo usa . Eso contradice el uso de un 757, por supuesto, pero también sería vulnerable al argumento paralelo de la falta de escombros del tipo y cantidad adecuados. Ambos son incompatibles con el paisaje limpio y sin manchas, que debería haber sido enormemente alterado por la estela de turbulencia que hubiera generado cualquier avión de esas dimensiones a esa baja altura, un fenómeno que incluso se ha visto ser capaz de arrancar las tejas de los techos a altitudes ordinarias.

Esta y otras líneas argumentales establecen que, lo que sea que se estrelló contra el Pentágono, no puede haber sido un Boeing 757 (ni un 737). Puede que la controversia sobre este punto específico haya sido tan ardua por ofrecer una indicación tan clara y obvia de la complicidad del gobierno.

Preferibilidad versus aceptabilidad

Los eventos de Nueva York requieren un análisis ligeramente más sofisticado. Sabemos que la versión del gobierno apunta a una secuencia físicamente imposible de eventos de probabilidad nula. Entonces una probabilidad de cero es meramente una aproximación cercana a nula. Si los edificios fueron derribados con una demolición controlada, por contraste, entonces el acero no tendría que haberse derretido o debilitado significativamente por el calor, sino que hubiera sido volado por la colocación precisa de explosivos. Y la propensión de que el edificio hubiera colapsado a velocidad de caída libre y que hubiera habido suficiente energía para pulverizar el hormigón hubiera sido muy alta.

Dado que los edificios efectivamente cayeron a velocidad aproximada de caída libre y había suficiente energía para convertir el hormigón en polvo fino, el soporte de evidencia para esta alternativa es muy alto. Hubiera sido muy fácilmente confirmado por un estudio metalúrgico de lo que quedó de la estructura de acero, pero fue rápidamente retirada y enviada a China por una compañía extremadamente eficiente llamada “Controlled Demolition Inc.”.

La medida del soporte de la evidencia aquí puede ser capturada más precisamente por el uso de probabilidades. La probabilidad de una hipótesis (h1), la versión oficial, sobre la base de la evidencia disponible e, es igual a la probabilidad de e si esa hipótesis fuera verdadera. La probabilidad de la evidencia como efecto de la versión oficial de la causa, según hemos visto, es aproximadamente cero. La probabilidad de la alternativa, (h2), la hipótesis de la demolición, según la evidencia disponible e, por contraste, es extremadamente alta. Una hipótesis es preferible a otra cuando la probabilidad de esa hipótesis según la evidencia disponible es más alta que la probabilidad de su alternativa. En la medida que la probabilidad de (h1) según e es muy baja, mientras que la probabilidad de (h2) según e es muy alta, la hipótesis de la demolición (h2) es obviamente preferible a la alternativa (h1), basada en e.

Una hipótesis preferible no es aceptable hasta que hay suficiente evidencia disponible, lo que ocurre cuando la evidencia se “asienta” o apunta en la misma dirección. Cualquier preocupación en este sentido puede resolverse añadiendo que hubo vastos charcos de metal derretido en los subsuelos del WTC1 y WTC2 durante semanas tras el colapso . Esto sería inexplicable en (h1) pero altamente probable en (h2). Si más prueba fuera necesaria, sabemos que Larry Silverstein, quien arrendaba el WTC dijo que el WTC7 fue “tirado” lo que significa que fue demolido usando explosivos . Esto ocurrió horas después de que los otros edificios cayeran. Ningún avión chocó contra el WTC7 y su colapso fue perfectamente simétrico y también ocurrió prácticamente a velocidad de caída libre. El edificio no pudo haber sido “tirado” sin la previa colocación de explosivos. Los colapsos del WTC1 y WTC2 fueron muy similares y sugieren también la demolición controlada.

Un nuevo documental “Loose Change” incluye un registro fotográfico que ofrece una muy poderosa substanciación de la demolición controlada del WTC1 y WTC2 al proporcionar evidencia adicional de que se usaron explosivos para demolerlos. El video incluye reportes de testimonios oculares de bomberos y otros de los primeros en responder, que escucharon lo que reportan como sonidos de secuencias de explosiones en rápida secuencia (“¡Boom! ¡Boom! ¡Boom!”).
Muestra los efectos de explosiones masivas que ocurrieron a nivel del subsuelo justo antes de los impactos de las aeronaves, registradas a 0.9 y 0.7 en la escala de Richter, y eventos de magnitudes de 2.1 y 2.3 de 10 y 8 segundos de duración respectivamente, concurrentes con su colapso . Y también explora una extraña y notable serie de interrupciones “relacionadas con la seguridad” de las cámaras de seguridad y otros resguardos, que involucraron dejar vacíos varios grandes sectores del WTC1 y WTC2 por intervalos que hubieran permitido la colocación de explosivos. Este notable documental contradice dramáticamente la versión del gobierno.

Más allá de una duda razonable

Puede decirse que una conclusión ha sido establecida “más allá de una duda razonable” cuando ninguna conclusión alternativa es razonable. En este caso, la hipótesis (h2), demolición controlada, puede explicar la evidencia disponible con alta probabilidad y en consecuencia posee una correspondiente alta probabilidad . Pero la hipótesis (h1), la versión del gobierno, casi no puede explicar ninguna de las evidencias disponibles y tiene una probabilidad extremadamente baja. En efecto, hablando con propiedad, dado que incluso requiere violaciones de leyes de la física y la ingeniería, la probabilidad de (h1) es en realidad nula.

Cuando la evidencia sísmica, el metal fundido, y los testigos oculares – y especialmente el colapso del WTC7 que nunca fue impactado por ningún avión – se toman en consideración, la evidencia también parece haberse “asentado”. Así, un análisis científico de las alternativas sobre la base de la evidencia disponible demuestra que la versión del gobierno del colapso debido al calor de los incendios no puede ser sostenida y que la alternativa de una demolición controlada ha sido establecida objetivamente más allá de una duda razonable.

Esta conclusión recibe apoyo de otras direcciones, además, dado que el project manager que era responsable de supervisar la construcción de estos edificios ha observado que fueron construidos para soportar el impacto de los aviones comerciales más grandes que existían en aquel momento – los Boeing 707 – y que el diseño estructural era tan sofisticado que los choques de aviones hubieran sido análogos a atravesar lápices a través de mosquiteros . ¡No es que la posibilidad de que este tipo de eventos nunca haya sido considerada en la construcción de edificios de 110 pisos!
Esta observación refuerza la conclusión de que la versión del gobierno no solo es “menos defendible” que la alternativa. La probabilidad de la hipótesis de la demolición es muy alta, mientras que la probabilidad de la versión del gobierno es de hecho nula, que es un valor que es menos que cero. Esto significa que la historia oficial no puede ser verdad.

De ello se sigue que cuando estas “teorías” son sometidas a los tipos de evaluación sistemática apropiados para explicaciones alternativas empíricamente testeables, una de ellas resulta siendo abrumadoramente preferible a la otra. Dado que ambas son “teorías conspirativas” sin embargo, hemos descubierto que al menos algunas “teorías conspirativas” están sujetas a testeo empírico y que, basado en las medidas de probabilidad del soporte de evidencia, una de ellas es firmemente confirmada mientras que la otra es decisivamente descartada.

Efectivamente, hablando con rigor, la inconsistencia de la versión del gobierno con las leyes naturales la hace físicamente imposible, un buen ejemplo de la demostración de falsedad de una teoría sobre la base de su incompatibilidad con el conocimiento científico. De manera que algunas “teorías conspirativas” no solo están sujetas a testeo empírico sino que efectivamente se ha demostrado su falsedad a través de la evidencia disponible.

El hecho de que la “teoría conspirativa” del gobierno no puede ser sostenida necesita ser ampliamente difundido al pueblo norteamericano. No todas las “teorías” son meras conjeturas y muchas de ellas son empíricamente testeables. En este caso, consideraciones elementales han probado que una “teoría conspirativa” es falsa (de hecho, como hemos descubierto, es imposible que sea verdadera), mientras que la alternativa parece ser verdadera (sobre la base de medidas de probabilidad). Dado que la alternativa (h1) a (h2) es irrazonable y ninguna otra alternativa parece remotamente plausible, la hipótesis de la demolición (h2) ha sido establecida más allá de la duda razonable.

Eso, según creo, es algo que el pueblo norteamericano necesita entender. Con pequeña exageración, este gobierno tiene el hábito de mentirnos todo el tiempo. Nos ha mentido sobre recortes impositivos, la amenaza del calentamiento global, las razones para ir a la guerra en Irak, y docenas de otros asuntos fundamentales. Algunas mentiras son mayores que otras. Esta – sobre las causas y efectos del 11/9 – ¡cuenta como una monstruosidad!

¿Quién tenía el poder?

La observación de que la versión oficial del gobierno no puede ser sostenida y que la alternativa se ha establecido más allá de la duda razonable no equivale a una afirmación de omnisciencia. El razonamiento científico en la forma de inferencia hacia la mejor explicación aplicado a la evidencia relevante disponible produce el resultado de que, en el caso de JFK, la versión oficial de Lee Harvey Oswald como asesino solitario siquiera es físicamente posible, lo que significa que tiene una probabilidad nula. No puede ser verdad. Y en el caso del 11/9, los mismos principios aplicados a la evidencia relevante disponible arrojan el resultado de que la versión oficial de los eventos de ese día no son siquiera físicamente posibles, lo que significa que tienen probabilidad nula también. Estas conclusiones son descubrimientos objetivos que cualquiera alcanzaría usando las mismas reglas de razonamiento aplicado a la misma evidencia y considerando las mismas alternativas.

Las conclusiones en ciencia son siempre tentativas y falibles, lo que significa que el descubrimiento de nueva evidencia o nuevas alternativas podría requerir la reconsideración de la situación deductiva. Podría sugerirse, por ejemplo, que la Torre Sur cayó primero porque fue impactada en un piso más bajo y en un costado del edificio, donde la falta de simetría hizo que cayera. Pero eso ignora las capacidades de redistribución de carga de las torres, que hubieran impedido ese resultado. También se ha dicho que el acero solo tenía que debilitarse, no derretirse. Pero el calor generado por los incendios de combustible nunca alcanzó temperaturas que hubieran debilitado el acero y, si hubiera sido así, los edificios hubieran tambaleado asimétricamente, no colapsado completamente de una vez, como de hecho ocurrió.

Los dos edificios cayeron abruptamente, completamente, y simétricamente sobre sus cimientos, lo cual es explicable en la hipótesis de demolición controlada pero no en la versión oficial. Consideraciones similares aplican al impacto en el Pentágono. Aún si las alas se hubieran desprendido, un Boeing 757 – ¡que pesaba 100 toneladas! – no puede haber penetrado el edificio a través de esa diminuta abertura sin haber dejado escombros masivos. Ambas “explicaciones” del gobierno violan leyes de la naturaleza. No pueden ser verdad.

Ello plantea la pregunta, ¿quién tenía el poder para hacer que estas cosas ocurrieran y encubrirlo? Una vez que la evidencia se ha organizado y evaluado apropiadamente, la respuesta ya no es muy difícil de encontrar. Como el asesinato de JFK, los eventos del 11/9 requirieron el involucramiento de los más altos niveles del gobierno norteamericano. Esta conclusión, además, es confirmada por la conducta de nuestros más altos funcionarios electos, quienes tomaron medidas extraordinarias para prevenir cualquier investigación formal del 11/9 y, cuando se vieron forzados a ello por la tremenda presión política, especialmente de los sobrevivientes de las víctimas de estos delitos, hicieron todo lo que pudieron para subvertirlos. Estas son buenas razones para considerar al Reporte de la Comisión del 11/9 (2004) como el sucesor histórico y equivalente funcional del Reporte Warren (1964) .

En consecuencia creo que a aquellos que nos importa la verdad y la restauración de un gobierno responsable en los Estados Unidos tenemos la obligación de hacer uso de todos los medios posibles desde la radio e Internet hasta los periódicos y la televisión cuando sea posible. El pueblo norteamericano puede actuar sabiamente solo cuando conoce la verdad. Entonces, mientras se dice que la verdad “nos hace libres”, la verdad solo importa cuando el pueblo norteamericano puede descubrir lo que es verdad. Los obstáculos puestos por los medios masivos dominados por el gobierno, incluyendo el uso de “reporteros” secuaces y “lanzamientos de información” prefabricados, solo hace las cosas tanto más difíciles. Como pregunta John Dean en Worse than Watergate (2004), si alguna vez hubo una administración más proclive a engañar al pueblo norteamericano en nuestra historia ¿cuál podría ser?

Conspiraciones omnipresentes

Además, debemos superar la inhibición de hablar abiertamente sobre conspiraciones. El hecho de que Estados Unidos esté actualmente involucrado en una conspiración para controlar el petróleo del mundo en relación con Afganistán, Irak, Irán y Venezuela no es una sorpresa . Lea Confessions of an Economic Hitman (2004) de John Perkins, o The Pentagon´s New Map (2004) de Robert Barnett para ver extensiones modernas de las actitudes predominantes del pasado reciente elaborado por Peter Dale Scott en Deep Politics and the Death of JFK (1993). Pero no todas las conspiraciones son de carácter global y muchas son más limitadas en su alcance, como el esfuerzo para impedir que una periodista italiana regrese a Italia de su cautividad en Irak, lo que parece haber sido deliberadamente planeado para contener información sobre crímenes de guerra cometidos por fuerzas norteamericanas en Falluja.

Si alguien duda de la presencia ubicua de las conspiraciones, que mire cualquier periódico de sustancia y evalúe las historias que se reportan en él. Durante una aparición en Black Op Radio, por ejemplo, repasé un solo ejemplar del New York Times (miércoles 18 de marzo de 2005) que elegí como apropiado para un estudio de caso. Se tratan múltiples conspiraciones, incluyendo el escándalo WorldCom, atrocidades en Irak y Afganistán (incluyendo el asesinato de al menos 26 prisioneros), el asesinato de Refik Hariri en el Líbano, el uso de noticias falsificadas por parte de nuestro propio gobierno, una demanda de la SEC contra Qwest por fraude, las 125 cuentas bancarias de Augusto Pinochet, y más y más .

Los esfuerzos para promover la idea de que las “teorías conspirativas” nunca deben ser tomadas seriamente continúan sin disminuir. Un reciente ejemplo de mi conocimiento aparece en el ejemplar de diciembre de 2004 de Scientific American Mind (diciembre 2004), su ejemplar “premier”. El ejemplar contiene un artículo, “Secret Powers Everywhere” cuyo autor se identifica como Thomas Gruter de la Universidad de Munster en Alemania. El argumento es que, mientras “la mayoría de los individuos que disfrutan de las teorías conspirativas son cuerdos” tienden a “bordear en el delirio”. Este es un artículo muy poco científico para una publicación que, como su emparentada Scientific American, se enfoca en la ciencia. Hemos descubierto que las conspiraciones son ubicuas y susceptibles de investigación científica. Este artículo parece entonces ser tan solo el último de una continua serie de ataques propagandísticos a nuestra racionalidad.

Sin embargo debería darse por obvio que ninguna “teoría conspirativa” debería ser aceptada o rechazada sin investigación. Cada caso de una posible conspiración debe ser evaluado independientemente en base a los principios de la lógica y la evidencia relevante disponible. Las conspiraciones florecen y el tiempo es escaso. Carecemos de los recursos para confrontar a todas. Pero necesitamos la inteligencia y el valor para promover la verdad en asuntos de la más alta importancia para nuestro país y el mundo entero. Debemos hacer todo lo posible para descubrir y publicar la verdad y exponer las técnicas tan hábilmente desplegadas para engañarnos. La historia no puede ser entendida - ¡siquiera remotamente! – sin comprender la prevalencia de las conspiraciones. Y la historia norteamericana no es la excepción.

[Gráfico]
Según la versión oficial, el Vuelo Nº 77 pasó rozando el suelo a más de 500 millas por hora antes de impactar contra el Pentágono a nivel de la planta baja. Esto hubiera sido aerodinámicamente imposible, porque a tal velocidad un contenedor de gas comprimido debajo del fuselaje hubiera impedido que el avión bajara a más de 60 pies del suelo.

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© 2007 James H. Fetzer

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