martes, 16 de junio de 2009

Limitar los ingresos máximos para salvar la economía

Sam Pizzigati, Sin Permiso

Para poner a salvo la economía global de inmunidades temerarias, lo único que hace falta es un “salario máximo”. Esto es lo que dicen los principales líderes sindicales de Australia y un grupo razonablemente audaz de diputados en el Reino Unido.

No hay que ser especialmente osado, por lo menos actualmente, para culpar a las excesivas remuneraciones de los ejecutivos de buena parte de los males de la economía mundial. Es precisamente lo que han estado haciendo durante los últimos meses una amplia representación de personalidades públicas –desde el gobierno y el mundo empresarial- hasta los académicos y la prensa.

El último de los observadores que ha subrayado los peligros que crean, inevitablemente, las excesivas remuneraciones de los ejecutivos es Jeff Lawrence, uno de los principales líderes de la federación sindical nacional de Australia.
“Salarios y gratificaciones insultantes para los ejecutivos”, señaló Lawrence la semana pasada en el congreso trienal del Consejo Sindical de Australia, han “impulsado una cultura de riesgo excesivo y de tendencia al corto plazo que se considera de forma general como una de las principales causas de la crisis financiera global. Año tras año de crecimiento virtualmente ilimitado de las pagas de los CEO1, han establecido remuneraciones para los ejecutivos “fuera de toda proporción con el trabajo realizado”.


Una observación que no puede decirse que sea excepcionalmente valiente. Pero hay que ser algo audaz para proponer lo que Lawrence –en representación del movimiento sindical australiano- continuó diciendo. El líder sindical instó al gobierno federal australiano a recortar las pagas de los ejecutivos hasta un tope de diez veces el salario medio de un trabajador de la empresa.

Y ¿respecto a las gratificaciones? El movimiento sindical australiano quiere que los incentivos “por actuación” estén estrictamente regulados – y que se limiten a situaciones en que las empresas superen a sus competidores durante un período completo de cinco años.

En términos comparativos ¿en qué medida este movimiento de limitación de los salarios aventaja de forma más audaz a los esfuerzos de reforma de las remuneraciones de los ejecutivos en otros países? En Estados Unidos los legisladores todavía están luchando para que los accionistas obtengan el derecho a votar de forma meramente consultiva sobre los salarios de los ejecutivos.

En 2007, la remuneración de un director ejecutivo en las 500 primeras empresas estadounidenses era, en promedio, 344 veces la paga media de un obrero. En Australia, las últimas estadísticas sitúan la diferencia entre el salario medio de un director ejecutivo y de un trabajador en 63 veces, un incremento respecto a 1990: 18 veces. Suficiente para ofender a los líderes sindicales de Down Under2

“Los empresarios australianos han perdido la brújula”, cargó Sharan Burrow, presidenta del Consejo Sindical Australiano, en el congreso sindical de la semana pasada.

“Los ingenieros que crearon los castillos de naipes financieros que se han derrumbado y están destruyendo la vida y las familias de millones de gente” señaló en Brisbane, “están todavía embolsándose gratificaciones multimillonarias insultantes”.

El ACTU3 confía en que su propuesta de recortar a diez veces sea oída en el Parlamento. El Primer Ministro australiano Kevin Rudd, pidió el pasado marzo a la selecta Comisión de Productividad nacional que analizara toda la cuestión de la remuneración de los ejecutivos. Instó al panel a “examinar todas las opciones factibles” para garantizar que las remuneraciones totales de los ejecutivos “no recompensen el riesgo excesivo o promuevan la codicia corporativa”.

La comisión hará públicas sus recomendaciones probablemente el próximo Diciembre.

Mientras tanto, en Gran Bretaña, nueve diputados acaban de introducir una legislación para poner “un límite al salario máximo anual que puede pagarse a cualquier persona”. Millones de trabajadores con un bajo nivel de renta, dijo en la Cámara de los Comunes el diputado Paddy Tipping, principal promotor de la medida, se han beneficiado del salario mínimo británico. “Hay que completar el círculo de la política”, urgió Tipping, “y considerar seriamente la introducción de un salario máximo”.

Un salario máximo fijado en diez veces el mínimo, observó el ex-trabajador social, “daría un salario máximo de 120.000 libras esterlinas”, el equivalente de unos US$200.000.

Sea cual sea el ratio específico, señaló Tipping, el efecto sería profundo.

“Está claro”, explicó, “que una de las consecuencias de una política de salario máximo sería que si los altos jefes y directivos quisieran incrementar sus salarios, tendrían que incrementar el de todo el personal de la empresa.”

Los diputados que están detrás de la propuesta de Tipping esperan que la introducción de la propuesta de ley estimule un debate nacional más amplio.

“Hay que dejar claro que los trabajadores aborrecen la codicia y la injusticia”, así resumió Tipping sus observaciones la semana pasada en la Cámara de los Comunes. “Hay una crisis en el sistema económico y una crisis paralela en nuestro sistema político, así que la reforma es necesaria y urgente”.

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Sam Pizzigati dirige Too Much, publicación semanal digital sobre excesos y desigualdades.

Traducción para www.sinpermiso.info: Anna Garriga Tarrés
Enlace a Sin Permiso

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