miércoles, 29 de abril de 2009

Un libro que nos abrió las venas

Rosa Regàs

26/04/09

Cuando en 1971 el periodista uruguayo Eduardo Galeano publicó Las venas abiertas de América Latina, la idea que en España teníamos de la historia de aquel continente era poco más que la de nuestro imperio que vivía del dudoso esplendor del pasado y de un incomprensible orgullo de lo que se llamaba nuestra raza.

La solidaridad con los pobres de todos los continentes se limitaba a poco más que al Domund. Es cierto que conocíamos la leyenda negra y a sus detractores, pero nos habían educado de tal modo en la lejanía del dolor ajeno y en el rechazo de toda injusticia que se refiriera a nuestra historia, que América Latina nos habría quedado muy lejos de no ser por una literatura que desde hacía algo más de una década nos iba acercando a un pueblo oprimido, empobrecido, atormentado.

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La tiranía de la mala teoría económica

Dean Baker
The Guardian

Los antiguos animadores del "boom" tóxico en los Estados Unidos quieren ahora que rescatemos a los bancos norteamericanos. Se equivocaron antes y se equivocan ahora.

Se dice con frecuencia que pocas fuerzas hay tan destructivas que tengan la potencia de la mala teoría económica. Rara vez ha quedado esto más claramente demostrado que en el caso de la presente crisis.

Mientras la codicia de los banqueros alimentaba la burbuja inmobiliaria, la incompetencia y corrupción del gremio de los economistas permitió que la mayor burbuja financiera del mundo creciera sin control, hasta que su desplome inevitable descalabró a la economía. Ya es notable que a aquellos economistas que se equivocaron en todo a medida que se expandía la burbuja se les siga concediendo la oportunidad de equivocarse en todo mientras tratamos de bregar por salir de entre los escombros.

Aunque la mayoría de los "mejores" economistas del mundo no lo vieran, la historia de la burbuja y su derrumbe era en realidad extremadamente sencilla. La recuperación del "crack" del mercado de valores de 2001 la impulsó el crecimiento de la burbuja inmobiliaria.

En los Estados Unidos, esa carrera sin precedentes en los precios de la vivienda alimentó a la economía al provocar un auge de la construcción, y lo que es aún más importante, un auge del consumo, mientras la tasa de ahorro caía a cero. Aunque muchos destacados economistas sermonearon al país sobre la necesidad de ahorrar y poner fin al despilfarro, los que sabían economía apuntaron al conocido efecto de riqueza de la vivienda.

Los hogares gastan en parte en proporción a la riqueza de su vivienda. El previsible resultado de la creación de la riqueza de la burbuja de la vivienda por valor de 8 billones de dólares (110.000 dólares por propietario de vivienda) fue un boom de consumo masivo del orden de 400.000 a 600.000 millones de dólares. El problema no era el despilfarro de la gente; el problema era que los responsables de la política económica permitieron que se desarrollara una inmensa burbuja. La gente consideró esta riqueza de la burbuja como si fuera riqueza real, y respondió exactamente como la teoría economía preveía que reaccionaria: gastando como locos.

Al decaer rápidamente los precios de la vivienda, el auge de la construcción de viviendas se ha convertido ahora en reventón y las tasas de ahorro están volviendo a lo normal. La economía experimenta un desplome en la burbuja inmobiliaria no residencial que se desarrolló siguiendo la burbuja de la vivienda. Ha habido un ingente exceso de construcción en espacio para locales comerciales, oficinas, hoteles y la mayor parte de las demás categorías de construcción no residencial.

Este trasfondo resulta extremadamente importante a la hora de valorar el grito de guerra de "sanead los bancos" de aquellos economistas que no vieron la burbuja de la economía. El lema de este distinguido grupo es que si conseguimos que los bancos vuelvan a ofrecer crédito, entonces la economía entrará en vías de recuperación. Casualmente, el ingrediente central de su fórmula consiste en derramar sobre los bancos cientos de miles de millones, e incluso de billones, de dólares del contribuyente. En otras palabras, quieren imponer ingentes impuestos a los trabajadores corrientes para dar más dinero a quienes fueron los más directamente responsable de propulsar la burbuja.

Los economistas de élite nos dicen que aún cuando esta idea pueda ofender a nuestra sensibilidad, es la única manera de poner de nuevo en funcionamiento la economía. Y aquí es donde un poquito de economía sería otra vez útil.

Supongamos que chasqueamos los dedos y devolvemos a la plena solvencia al Citigroup, Bank of America y a todos los demás zombis; ¿qué sucedería? ¿Hay alguna razón para creer que los consumidores gastarían más? ¿Se acuerdan del efecto de riqueza de la vivienda? La riqueza de la burbuja ha desaparecido; la gente gasta menos porque no disponen de la riqueza que justifique el gasto. Estamos viendo el tipo de niveles de gastos de consumo que serían esperables en ausencia de una burbuja inmobiliaria. ¿Qué parte de esta historia es la que no pueden entender los economistas de élite?

Volvamos a la construcción. Si saneamos los bancos, ¿asistiremos a una mayor construcción de viviendas en un mercado ya saturado de ellas? ¿Un exceso aún mayor de oferta de espacio para oficinas y locales comerciales? Se puede suponer que es negativa la respuesta a estas preguntas. Sanear los bancos tendrá escasos resultados tanto en el caso de la construcción residencial como no residencial.

¿Quizás sanear los bancos resucite la inversión en equipamiento y software? Al considerar esta posibilidad, es importante recordar que grandes compañías que gozan de buena salud como Intel, Verizon e IBM tienen ya capacidad de conseguir crédito tanto a largo como a corto plazo con tipos muy bajos. Así pues, las inversiones de estas compañías no es probable que se vean muy afectadas por el saneamiento de los bancos.

Con ello nos queda la inversión en equipamiento y software en las empresas más pequeñas, con menos seguridad en el crédito. Sin duda, muchas de estas empresas están experimentando dificultades para acceder ahora mismo a capital. Parte del problema se debe al hecho de que estas empresas parecen representar un pésimo riesgo de crédito en medio de una empinada recesión, pero otra parte del problema se debe a la situación de los bancos.

De manera que si chasqueamos los dedos y los bancos quedan saneados, estás empresas se verán súbitamente en situación de poder invertir más. La inversión en equipamiento y software contabiliza el 7% del PIB. Si asumimos generosamente que las pequeñas empresas sedientas de capital contabilizan la mitad de esta inversión, y que el saneamiento bancario impulsaría su inversión en un 50%, entonces derramar fondos sobre los bancos aumentará sus inversiones en una cantidad equivalente al 1,75% del PIB, cantidad que es aproximadamente igual a la mitad del descenso en la construcción de viviendas, y menos de una cuarta parte de la caída total de la demanda debida al derrumbe de la burbuja inmobiliaria.

Dicho de otro modo, la aritmética muestra que sanear un banco, si bien es deseable, posiblemente no baste para contrapesar el desplome de la burbuja inmobiliaria. Si nuestra prioridad consiste en salvar a los banqueros de que sufran las consecuencias de sus propios errores, entonces tiene sentido que les demos nuestro dinero. Pero si la cuestión estriba en reparar la economía, entonces hay que buscar en otra parte.

Quienes sabemos de economía admitimos este hecho. A quienes insisten en la senda del saneamiento de los bancos se les debería formular una sencilla pregunta: "¿Cuándo dejó usted de equivocarse con la economía?"



Dean Baker es co-director del Center for Economic and Policy Research (CEPR). Es autor de Plunder and Blunder: The Rise and Fall of the Bubble Economy. También escribe un blog , "Beat the Press," en The American Prospect, donde debate la cobertura de temas económicos por parte de los medios de información.

Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón
Tomado de Sin Permiso

martes, 28 de abril de 2009

Tendremos una recesión de al menos cuatro años

Michael Hudson
Berria

"Bush y Cheney son criminales, gángsteres, pero los tratan con respeto porque son ricos. Y dos millones de familias perderán su casa porque no pudieron pagar, porque los préstamos que les concedieron se los habían dado unos estafadores."

Michael Hudson (Chicago, EEUU, 1939) tiene una mala noticia para quienes creen que la crisis acabará a finales de año o a principios del próximo. A juicio de este analista de Wall Street, durará cuatro o cinco años más por lo menos y sólo se resolverá cuando se advierta que la deuda de familias, empresas y estados es excesiva y se deje de pagar una parte. Sin embargo, no ve un ambiente propicio para ello. Más que una crisis financiera, Hudson ve una crisis política, «la crisis de una democracia que se está convirtiendo en oligarquía».La entrevista fue realizada por Iker Aranburu.

No parece que espere nada de la reunión del G20. Lo llama The Gang of 20 (El Grupo de los 20 malvados)…

No. Hay diferencias demasiado grandes. EEUU quiere que Europa financie su déficit presupuestario y Europa no quiere aumentar sus déficits. Le resulta muy difícil subir los impuestos si eso no ayuda a la economía. Y China tiene tres billones de dólares en títulos de los EEUU y no quiere perder más dinero. Al cabo, por primera vez desde 1945, cada país está mirando por sus intereses. En los últimos cincuenta años los estadounidenses han sido capaces de imponer su voluntad a los europeos, pero ahora les han puesto brida.

¿Por qué ahora?

Porque les costaría mucho dinero. Al fin y al cabo, la ciudadanía se les está enfadando porque ponen los intereses de los EEUU por delante de sus intereses nacionales.

¿Qué pasará en Londres, entonces?

Nada. Todos sonreirán y dirán que verse ha sido muy agradable.

¿Cómo puede resolverse la crisis?

El problema es que la deuda es mayor que la capacidad de pagarla. En los últimos 400 años se ha reducido la deuda en algún momento u otro. Pero en esta ocasión de momento no hay ni rastro de nada semejante. Están intentando salvar a los bancos. Las deudas las han dejado en los libros, porque creen que podrán aguantar la recesión del ciclo económico. Pero no pueden. Las cosas empeorarán en los próximos dos años, hasta que se percaten de que hay que atacar la deuda y se necesitarán otros dos años para la recuperación. Tendremos una recesión de al menos cuatro años. De ahí en adelante no puedo hacer previsiones.

¿Hay que reducir la deuda de todos?

Al menos las que tienen valor negativo, es decir, cuando la deuda es mayor que el valor de mercado del bien, o las que son mayores que la capacidad de pago de la gente. Por ejemplo, en los EEUU, la institución que garantiza los depósitos de los bancos, la FDIC, ha dicho que debería reducirse la deuda para que el préstamo no supere el 32% de la renta. Es una medida adecuada. Alternativamente, el préstamo no debería poder ser mayor que el valor de la casa. Actualmente, una cuarta parte de los propietarios de viviendas está en esa situación. Donald Trump y quienes han invertido en bienes inmuebles ya se han pirado de ese mercado, y los bancos no están desalojando las casas porque no saben a quién corresponde el préstamo impagado. Se los vendieron a europeos. Ése es el éxito de los EEUU, que los europeos paguen es su mala suerte. Pero finalmente los europeos están cuestionándose que eso sea buena idea. Por eso no habrá acuerdo en Londres. Hay que reducir las deudas acumuladas en dinero de otros; una norma básica debería ser que la deuda afecte sólo al dinero de cada cual. Vea lo que ha pasado en Hungría y en los países del Báltico.

¿Está hablando sólo de la deuda de las familias?

No, las deudas de las empresas también son demasiado grandes. Pero peor que la deuda es la propia estructura del sistema financiero. Por ejemplo, dar las pensiones antes de tomar el retiro y ahorrar para la pensión y poner los fondos de pensiones en la Bolsa crea burbuja. Las pensiones deberían pagarse al retirarse, y no mediante el sistema financiero. En el fondo, es un problema del sistema fiscal: en lugar de gravar las rentas de las empresas, debería gravarse la propiedad y los monopolios. Como antaño, la tasa debería ser sobre la tierra, no sobre la renta.

Pero reducir las deudas ¿no produciría en el sistema financiero un colapso aún mayor que el actual?

Colapso no es una palabra mala. Adam Smith hizo notar que jamás país alguno pagó toda su deuda externa, y eso mismo puede decirse ahora del impuesto privado. Se reducirá de un modo u otro; hacerlo mediante la bancarrota no es buena idea, hundiría la sociedad empresa a empresa y familia a familia. Otra manera es hacer como en 1945, empezar de cero. Después de la Segunda Guerra Mundial había poca deuda y mucho ahorro. Esa situación económica utópica actualmente también es posible, porque la parte de ahorro es cada vez mayor y está en manos del 10% de arriba, a menudo en las del 1% más extremadamente rico. Es disfuncional y eso exige reducir la deuda y, con ello, eliminar también el ahorro. Porque la deuda de una persona es el ahorro de otra. Los ahorros deberían dirigirse a la formación de capital propiamente dicho, a la industria. En lugar de eso, se han dirigido a las finanzas, a los préstamos y a los instrumentos financieros, pero eso no crea riqueza. La gente cree que se está enriqueciendo, pero en realidad se está endeudando. Durante los últimos cincuenta años el modelo no ha funcionado, debe descartarse y empezar de nuevo. Hasta que se vuelva a empezar no habrá recuperación. Se necesitarán muchos años para percatarse de eso. Los ricos se han percatado en Nueva York y por eso están ahora acumulando tanto como pueden. Parece que sólo los acreedores se han percatado de que no puede pagarse la deuda y los deudores siguen pagando. Es una locura.

¿Hasta cuándo?

No lo sé, pero ocurrirá, así ha sucedido con todas las economías a lo largo de la historia, desde la antigüedad hasta ahora. Ninguna sociedad ha pagado la deuda.

No hay debate al respecto.

En Wall Street hablan sobre ello, pero no publican.

¿Se ha acabado el mundo controlado por Wall Street o encontrará el modo de seguir dominando?

No desaparecerá. Porque su poder está ligado al de la administración de los EEUU. La salida será diplomática y dejarán que Europa, la Old Europe de Rumsfeld, vaya por su cuenta, para que se enfríe.

Es muy crítico con la política económica de Obama. ¿Por qué?

No son políticas verdaderamente suyas. Las instituciones financieras son las que ponen más dinero en las campañas electorales y los candidatos necesitan su dinero para realizar anuncios en televisión. Obama acordó mejorar las relaciones raciales y salir de Iraq, pero prometió que no cambiaría la política económica. En sus equipos económicos está la misma gente que estaba con George Bush y Bill Clinton. Hace dos semanas Frank Rich escribió un bonito editorial en The New York Times en que decía que la crisis financiera es el Katrina de Obama, porque, con la gente que ha puesto ahí, no puede hacer nada. Por ejemplo, Larry Summers; para ver lo que harán en los EEUU y Europa mire qué hicieron en la Rusia de Yeltsin. Quieren reducir los costes laborales, bajar un 20% los estándares de vida, el porcentaje que quieren que suba el estándar del 1% de arriba.

Krugman y Stiglitz han pedido a Obama que nacionalice los bancos. ¿Qué le parece?

Propiamente, cuando hablan de nacionalización están hablando de dar más dinero a los bancos. Los grandes bancos tienen los mayores problemas y quitárselo todo a sus accionistas significa quitárselo a Arabia Saudí, Kuwait y China. Eso es un problema político. Pero, en el fondo, lo del Bank of America es una conspiración criminal. Numerosos fiscales han incoado acciones criminales contra BofA, Citibank y los que han concedido préstamos podridos, pero la administración Bush bloqueó la aplicación de la ley. Bush y Cheney son criminales, gángsteres, pero los tratan con respeto porque son ricos. Y dos millones de familias perderán su casa porque no pudieron pagar, porque los préstamos que les concedieron se los habían dado unos estafadores.

¿A dónde nos llevará el enfado con Wall Street?

Yo no veo enfado, sino resignación. Hasta que no haya enfado no pasará nada. Hasta que la inestabilidad no pase de la economía a la política no habrá salida.

Michael Hudson es ex economista de Wall Street especializado en balanza de pagos y bienes inmobiliarios en el Chase Manhattan Bank (ahora JPMorgan Chase & Co.), Arthur Anderson y después en el Hudson Institute. En 1990 colaboró en el establecimiento del primer fondo soberano de deuda del mundo para Scudder Stevens & Clark. El Dr. Hudson fue asesor económico en jefe de Dennis Kucinich en la reciente campaña primaria presidencial demócrata y ha asesorado a los gobiernos de los EEUU, Canadá, México y Letonia, así como al Instituto de Naciones Unidas para la Formación y la Investigación. Distinguido profesor investigador en la Universidad de Missouri de la ciudad de Kansas, es autor de numerosos libros, entre ellos Super Imperialism: The Economic Strategy of American Empire.

Traducción para www.sinpermiso.info: Daniel Escribano
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lunes, 27 de abril de 2009

La crisis mundial sigue acumulando "malas noticias": ¿Cuánto dura y cómo se sale?

IAR Noticias

El FMI no se cansa de dar "malas noticias", señala este viernes la BBC. El Fondo Monetario Internacional pronosticó una contracción del Producto Interno Bruto (PIB) mundial del 1,3% este año, la mayor caída desde la Segunda Guerra Mundial. En ese panorama las economías latinoamericanas se contraerán en 1,5% en 2009, predice el organismo financiero mundial. Europa, por su parte, enfrenta una recesión más profunda y una recuperación más larga que EEUU y el resto del mundo, según las estimaciones oficiales. La economía británica se contraerá este año el 3,5%, admitió el jueves el ministro del Tesoro, Alistair Darling. La economía alemana, la mayor de Europa, se contrajo a una tasa anualizada de 13,2% en el primer trimestre en medio de un derrumbe de las exportaciones, anunció el miércoles el gobierno de Merkel. La recesión económica ha colapsado al mercado laboral español, y el Instituto Nacional de Estadística (INE) dijo el viernes que el número de desocupados rebasó entre los meses de enero y marzo los 4 millones de personas, a una tasa de de desempleo del 17,36 por ciento de la población activa, la más elevada desde el 17,99 por ciento del cuarto trimestre de 1998. "Se mida como se mida, esta caída representa de lejos la recesión global más profunda desde la Gran Depresión", señaló en forma contundente el Fondo Monetario Internacional el miércoles. Según una encuesta de The Wall Street Journal realizada entre economistas las posibilidades de una recuperación atraviesa un complicado escenario cuya salida está marcada por letras del alfabeto. El resultado no es muy optimista: Todos los caminos conducen a una superación histórica de la crisis generada por la Gran Depresión. "Las probabilidades (de salida de la crisis) favorecen un largo y arduo camino por delante", remata como (resultado de la evaluación de los diferentes escenarios) el vocero periodístico más emblemático del sionismo financiero de Wall Street.

De acuerdo con el Panorama Económico Mundial publicado por el FMI, la economía del planeta capitalista "atraviesa una recesión aguda provocada por una crisis financiera masiva y una grave pérdida de confianza" y "las diversas y a veces poco convencionales medidas políticas que se han tomado no han sido del todo eficaces a la hora de estabilizar los mercados".

Estas decisiones tomadas por los gobiernos y los bancos centrales tampoco han conseguido frenar la caída de la producción y no han logrado detener las fuertes tensiones financieras, aseguró el FMI.

La colapsada y tambaleante economía global, que todavía no muestra señales claras de recuperación, le costará US$4.100 billones en pérdidas a EEUU, Europa y Japón, precisa el nuevo informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) difundido en Washington.

A Estados Unidos le tocará US$2,7 billones de éstas pérdidas, más que todo en el sector bancario, números más altos de los que el mismo FMI predijo en enero del 2009.

Aunque el informe dice que se han visto señales alentadoras de una reanimación económica desde la reunión del G-20 recientemente efectuada en Londres, "la confianza en los mercados financieros sigue siendo escasa y eso empaña las perspectivas de una pronta recuperación".

Europa en la cornisa

Estados Unidos sigue estando en el centro de las turbulencias y su economía se contraerá el 2,8% este año, estima el FMI.

No obstante, Europa enfrenta una recesión más profunda y una recuperación más larga que EEUU y el resto del mundo. Como resultado, la Unión Europea (UE) se ha convertido en la región donde las perspectivas de que la crisis llegue pronto a su fin son más distantes, estima el FMI.

La economía de la UE se contraerá 4% este año y 0,3% en 2010, según las estimaciones del FMI, y la proyección es peor a la contemplada para la economía de EE.UU. que, según el FMI, retrocederá 2,8% este año y registrará un crecimiento nulo en 2010.

A otras economías desarrolladas les irá aún peor. El Reino Unido se contraerá el 4,1%; Alemania el 5,6%; Japón un 6,2% e Italia el 4,4%.

El ministro del Tesoro, Alistair Darling, admitió el jueves que la economía británica se contraerá este año un 3,5%, el peor dato desde la II Guerra Mundial. Ese retroceso ha hundido la recaudación fiscal y ha disparado el gasto en desempleo.

La recesión económica ha impactado y colapsado al mercado laboral español, con una subida dramática del desempleo que elevó la tasa de la desocupación hasta niveles no vistos en algo más de 10 años.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) dijo el viernes que el número de parados rebasó entre los meses de enero y marzo los 4 millones de personas, a una tasa de de desempleo del 17,36 por ciento de la población activa, la más elevada desde el 17,99 por ciento del cuarto trimestre de 1998.

La economía alemana, la mayor de Europa, se contrajo a una tasa anualizada de 13,2% en el primer trimestre en medio de un derrumbe de las exportaciones, anunció el gobierno de Merkel el miércoles. Los principales centros de estudio alemanes anticipan una contracción de 6% este año, el peor desempeño desde 1931.

Las previsiones del FMI constituyen un golpe para los gobiernos de los 27 países que conforman la UE, quienes han sostenido que el epicentro de la tormenta económica está en EEUU y que los problemas de Europa son menos graves.

La virulencia con que la crisis económica ha azotado a Europa se debe, en parte, a la tardía reacción de las autoridades, señalan los analistas. "Cuando se observa la combinación de política monetaria y fiscal, claramente, EEUU ha sido más agresivo", dice David Mackie, economista de J.P. Morgan.

Debido a esta situación y al temor a una mayor inflación y deuda pública, las autoridades europeas han tardado más que sus pares en el resto del mundo en reducir las tasas de interés o emprender ambiciosos planes de estímulo fiscal.

Los economistas advierten que Europa corre un riesgo mucho mayor de un deterioro más profundo que otras regiones debido a la aguda crisis económica, fiscal y política en Europa del Este, así como el deterioro en la calidad de los activos de sus bancos.

Los bancos de la zona euro han realizado rebajas contables equivalentes al 17% de sus pérdidas, frente a un 50% en los bancos de EEUU, puntualizó el FMI.

Como resultado, la Unión Europea (UE) se ha convertido en la región donde las perspectivas de que la crisis llegue pronto a su fin son más distantes, señal el FMI.

El negativo panorama de Europa -según las estimaciones oficiales- incidirá a su vez en el proceso económico de EEUU, América Latina, Asia y otras regiones, debido a que su economía de US$18,4 billones (millones de millones) representa un 30% de la economía mundial.

El efecto en América Latina

Para América Latina el informe del FMI vaticina que "la disminución de los flujos de capital hacia las economías emergentes puede ser prolongada" debido a los problemas de solvencia que afrontan los bancos de los países centrales industrializados que proyectan el efecto dominó de la crisis en los países periféricos.

Como consecuencia de esta falta de flujo de capitales y la caída del precio de las materias primas, en América Latina los estimados indican que la economía se contraerá el 1,5%, predice el organismo financiero internacional.

El FMI prevé que la contracción del producto interno bruto real será más severa en México, Venezuela y Ecuador.

Sólo Perú y Uruguay registrarían una expansión del PIB en 2009, mientras que Centroamérica, excluido México, también crecerá, señaló el Fondo. El Fondo proyecta para 2009 una contracción del 3,7% en México, seguida de un crecimiento del 1% en 2010.

El FMI cree que, debido a sus vínculos con Estados Unidos, la economía de México podría ser la más afectada en la región, con una contracción en 2009 del 3,7%.

Venezuela seguiría a México como el segundo país más afectado, con una desaceleración del 2,2%, y luego Ecuador con el 2%.

En cuanto a Colombia, el FMI pronostica un crecimiento plano este año y estima que la economía chilena se expandiría el 0,1%.l

El organismo multilateral estima que Perú crecerá un 3,5% en 2009, y que el próximo año su expansión será del 4,5%.

En tanto, el FMI estima que Uruguay crecerá un 1,3% en 2009 y un 2% el próximo año.

Excluido México, Centroamérica se expandiría un 1,1% en 2009 y un 1,8% en 2010.

Además de las estimaciones de contracción del PBI regional, el FMI estima una reducción en la demanda del 2,25% para 2009 en América Latina, "debido al financiamiento extranjero más escaso y caro, al igual que por una menor demanda por productos nacionales", señala el informe.

La teoría del desenlace "alfabético"

"Se mida como se mida, esta caída representa de lejos la recesión global más profunda desde la Gran Depresión", señaló en forma contundente el Fondo Monetario Internacional el miércoles.

Según una encuesta de The Wall Street Journal realizada entre economistas las posibilidades de una recuperación atraviesa un complicado escenario marcado por el alfabeto.

La letra "V", señala el tipo de recuperación rápida que suele llegar después de una profunda recesión.

La letra "U", marca una recesión más larga y una recuperación más lenta.

La letra "L", señala años de crecimiento lento y doloroso.

En la la "W", se produce un alza temporal cuando la economía siente el impulso del estímulo fiscal que luego se desvanece.

Finalmente está la "D" mayúscula, no por su forma sino por otra Gran Depresión.

¿ Qué letra del alfabeto marcará finalmente el desenlace de la crisis?

Según el Journal, "La clave es Estados Unidos. Aunque su tajada de la economía mundial es más pequeña que lo que fue en su momento, aún es enorme. EEUU llevó al mundo al abismo y liderará la recuperación de la economía mundial.

Pero, ¿qué tan rápido y cuándo?", se pregunta el Journal.

"Este es un evento de la magnitud de una Depresión", afirma el historiador económico Barry Eichengreen, de la Universidad de California en Berkeley, al citar la caída global en la producción mundial y el comercio mundial. La gran diferencia: en 1929, los gobiernos vacilaron. En 2009, se han lanzado al rescate.

Para pasar de la profunda recesión actual a una depresión, algo debe salir muy mal. Puede ser una catástrofe financiera de la magnitud de Lehman Brothers u otra ola de pánico, señala el vocero periodístico de Wall Street.

El remedio clásico es dinero fácil de conseguir y grandes déficits gubernamentales. Pero ya se probó tanto esa receta que es válido cuestionar su eficacia o entender que haya resistencia en todo el mundo a ponerla en práctica, añade.

¿ Qué letra del alfabeto marcará finalmente el desenlace de la crisis?

"Ni V, ni W, ni U: el futuro de la economía global empieza a tomar forma de L", concluye el Journal en un título.

Y resume como conclusión de la encuesta: "Las probabilidades favorecen un largo y arduo camino por delante".

Enlace a texto e Rebelion

viernes, 24 de abril de 2009

¿Quién llevó la General Motors a la quiebra?

Alejandro Nadal
La Jornada

La historia de la empresa General Motors (GM) corre paralela a la de Estados Unidos. Su gloria y declinación marcan la historia del siglo XX. Durante décadas, GM fue sinónimo de poderío industrial invencible. Hasta parecía que el tiempo se había detenido con el gigante GM en su cenit. Era cuando los estadounidenses pensaban que la historia era algo que sólo les sucedía a los demás (parafraseando a Toynbee).

¿Cómo pudo llegar a la quiebra este coloso? No cabe duda, el éxito puede ser un regalo envenenado. La GM fue fundada en 1908 y llegó a ser la empresa más grande del mundo. En 1965 acaparó 54 por ciento del mercado de automóviles. Pero en enero de 2009 apenas pudo llegar a 19 por ciento. En estos días, sus directivos de seguro piensan en la frase de Francesca de Rimini: no existe mayor dolor que recordar los tiempos felices en la desgracia (Quinto canto, Infierno).

Después de los años dorados, la cultura empresarial de GM quedó dominada por la convicción de que siempre sería líder indiscutible. Esto impidió ver las señales del mercado y condujo a la compañía a trayectorias industriales equivocadas. Gradualmente dejó de ser innovadora y comenzó a comportarse como imitadora de la competencia. Al calor de esa cultura autista se cometieron errores ejemplares, dignos de libros de texto para escuelas de negocios.

El principal desacierto fue ignorar la necesidad de promover la producción de autos más eficientes en consumo de combustible. En su lugar, privilegió los vehículos más pesados, camionetas y todo lo que tragara gasolina en cantidades industriales. Todavía en 1999 compró la marca Hummer, que llegó a simbolizar todo lo malo en un auto.

Los proyectos para revertir la tendencia descendente fueron mal concebidos. El mejor ejemplo fue el Pontiac Aztec, un automóvil introducido en 1999 que hacía honor al chiste de que GMC significaba grande, malo y caro. En 2004 tuvo que ser descontinuado con todos los costos que eso representó. En cambio, las líneas de producción del vehículo eléctrico, que pudo haber sido clave para la recuperación, fueron sacrificadas por esos años.

En 2005 se anunció otro plan de recuperación con mayores aportaciones de los empleados al fondo de pensiones, eliminación de 30 mil puestos de trabajo y el cierre de nueve plantas. Pero el contenido medular del plan era continuar con la inversión en los Hummer y las camionetas pesadas. Lo único que aceleró ese plan fue el retroceso en el mercado.

¿Cómo influyó el poderoso sindicato automotriz (UAW) sobre la suerte de GM? Durante muchos años, la evolución de los salarios acompañó el aumento en productividad y las prestaciones en materia de fondo de retiro fueron generosas. Pero el sindicato fue perdiendo poder: en 1979 la plantilla sindicalizada en sus plantas era de 470 mil, pasando a 300 mil en 1990 y a 128 mil en 2003. Esta caída de 72 por ciento está asociada con la subcontratación y el traslado de plantas y puestos de trabajo a otras partes del mundo. GM buscó así reducir costos y restar fuerza a una burocracia sindical que no siempre estuvo identificada con los intereses de los trabajadores.

Hoy los pasivos laborales heredados de la época dorada, en especial los relacionados con el fondo de retiro, son una carga significativa. Pero el mal manejo financiero de la empresa ha sido mucho más importante y en las últimas décadas ha estado relacionado con el modo de acumulación de la economía estadunidense (a base de dinero barato y burbujas especulativas).

Después del 9/11, la GM lanzó una campaña ofreciendo financiamiento de costo cero para sus clientes. Las ventas crecieron, pero la empresa siguió hundiéndose en problemas financieros. Para entonces ya había entrado al negocio de las hipotecas subprime: en 1999 su brazo financiero, GMAC, compró Ditech, una compañía especializada en hipotecas baratas, justo a tiempo para subirse en la peor burbuja especulativa de la historia. Hoy Ditech se ahoga en 100 mil millones de dólares de hipotecas chatarra, arrastrando el valor de mercado de las acciones de la empresa.

La quiebra eventual de GM tendrá enormes consecuencias. Lanzará a la calle a cientos de miles de trabajadores, con efectos sobre proveedores y agencias distribuidoras. Puede profundizar y prolongar la recesión, así que todavía quedan dudas: habrá que ver si efectivamente la administración de Obama deja caer al gigante.

Un último comentario sobre las subsidiarias de General Motors en México es importante. En la restructuración todo va a cambiar. Pero, por el momento, atrae la atención el tema del reparto de utilidades. En los hechos, la gestión de las subsidiarias está subordinada a los intereses del corporativo. La transferencia de rentabilidad de la subsidiaria a la casa matriz se lleva a cabo por medio de transacciones intrafirma. La negociación será difícil, pero, aun en el contexto desfavorable del TLCAN, no es imposible controlar estas transferencias en el interior del grupo corporativo y estimar niveles de rentabilidad.

Enlace a texto en Rebelion

jueves, 23 de abril de 2009

La madre de todas las peleas de gallos

Pepe Escobar
Asia Times Online

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández


Por un lado, el hombre más poderoso sobre la Tierra, que mira por donde lleva un segundo nombre musulmán. Por otro, la mayor nación tribal del mundo, que resulta ser musulmana. Bienvenida sea la madre de todas las peleas de gallos.

Fuentes gubernamentales filtraron al diario pakistaní The News que el porcentaje de éxito de la guerra con aviones teledirigidos Predator, una especie de “infierno desde el cielo”, de la administración Barack Obama sobre las Áreas Tribales Administradas Federalmente (FATA, por sus siglas en inglés) es de un mero 6%. De los “sesenta ataques con Predator perpetrados entre el 14 de enero de 2006 y el 8 de abril de 2009, sólo diez de ellos alcanzaron sus objetivos matando a catorce dirigentes buscados de al-Qaida”, pero la mayoría de ellos sirvieron para “matar a 687 inocentes civiles paquistaníes”. Todos ellos pastunes.

Cualquier dirigente sensato despediría a los responsables de tal desatino. No ha hecho tal Obama con los responsables del Pentágono, que se sientes obligados a continuar con el único juego (pastún) aceptado por todos, basado en acumular inexistente información de inteligencia sobre el terreno; sumando insoportables “daños colaterales”; provocando una rebelión masiva pastún contra el desacreditado ejército pakistaní de 650.000 hombres; y asegurando la definitiva humillación pública del ejército.

La pasada semana, el supremo del Pentágono, Robert Gates, no dejó duda de que el futuro del Pentágono tiene que ver con la “guerra expedicionaria” u “operaciones COIN”, (operaciones de contrainsurgencia, por sus siglas en inglés), en las cuales el “infierno desde el cielo” de la diplomacia de los Predator es un superstar.


La estrategia también incluye repetir la táctica COIN de los “Hijos de Iraq” acuñada por el Jefe del Mando Central, el General David Petraeus, rebautizada ahora como Fuerza de Protección Pública Afgana, que va a chocar mucho, de forma inevitable, con el gobierno de Hamid Karzai en Kabul, al igual que los iraquíes sunníes chocan con el Primer Ministro Nuri al-Maliki en Bagdad.

No hace falta decir que este “futuro” saturado de COIN pobladas de teledirigidos Predator y Reaper, fuerzas especiales y sensores aire-tierra de alta tecnología va dedicada fundamentalmente a los países musulmanes. El colonialismo británico, en un pasado pre-COIN, solía llamar a esto “guerra colonial” o “pequeñas guerras” contra los morenos.

Culpen a la perfidia de Albión

El altanero equipo de analistas estratégicos de Obama parece haber pasado por alto que es a causa de las tropas ocupantes estadounidenses y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) por lo que los moderados miembros de las tribus pastunes apoyan a los talibanes o se unen a ellos. Obviamente, los analistas y estrategas de Obama olvidaron preguntar a los mismos pastunes qué opinaban de la nueva “estrategia” estadounidense.

En Washington está claro ahora que la troika formada por el enviado especial Richard Holbrooke, Petraeus y la Secretaria de Estado Hillary Clinton se las arreglaron para venderle a Obama un esquema de construcción nacional afgana basada en las COIN que, si suena a contradictorio, es porque lo es. Dispuesto siempre a apoderarse de los ciclos de las noticias, Obama prefirió pavonearse con su pegajosa y aliterativa triada (“desbaratar, desmantelar, derrotar”) que, en teoría, dicen que eliminará el mal de al-Qaida del escenario de la guerra en Afganistán y Pakistán, o AfPak.

Pero los hechos prosiguen invariables: la guerra de Obama en Afpak es una guerra contra los pastunes.

El enviado especial de Obama a Afganistán y Pakistán Holbrooke, en una involuntaria suplantación del Inspector Clouseau, lo admitió en el State of the Union de la CNN hace menos de tres semanas:

La gente a la que combatimos en Afganistán y la gente que se refugia en el oeste de Pakistán representan una amenaza directa –esos son los tipos del 11-S, son los que mataron a Benazir Bhutto (ex primera ministra)- y pueden estar seguros, como que estamos hoy aquí sentados, que están planeando nuevos ataques contra los EEUU y nuestros aliados.

Holbrooke se las arregla para confundirlo todo: mezclando árabes de al-Qaida con talibanes pastunes, dando a entender que los talibanes pastunes estuvieron implicados en el 11-S y también el asesinato de Benazir (sobre el cual hay algunos que llegan incluso a afirmar que fue un trabajo interno de los servicios de inteligencia/ejército de Pakistán), por no mencionar la insinuación de que los pastunes están conspirando para atacar EEUU en una reedición del 11-S. Así es, con este nuevo lenguaje, como el establishment de Washington bajo Obama vende ahora una guerra imposible de ganar ante la opinión pública estadounidense.

¿Qué tienen que decir los pastunes sobre el particular? Según Zar Ali Khan Musazai, presidente del Consejo Democrático Pastún: “La sangre pastún ha llegado a ser más barata que el agua en la zona administrada por Pakistán”. Acusa que lo que está teniendo lugar es “el genocidio de los pastunes, que es inhumano y va contra el derecho internacional”.

Pero también señala el detalle decisivo de que EEUU y la OTAN son tan frágiles –hasta el punto que no pueden proteger ni siquiera sus propios convoyes y almacenes militares- que nadie cree que “vayan a proteger a los pastunes del terrorismo y de la ira de sus mentores”. Y afirma lo inevitable: “El día en que los pastunes se levanten y exijan su patria histórica; en resumen, Pastunistán.

La abrumadora mayoría de pastunes son conscientes de cómo, en 1893, Henry Durand, un funcionario colonial británico, trazó su ahora infame frontera cruzando las zonas tribales pastunes que los afganos consideraban su propio territorio. Al menos, la guerra de Obama está ahora dando sentido al término “AfPak”. Los pastunes nunca aceptaron esas fronteras artificiales, ni tampoco el estado afgano en cuanto se vio libre de interferencias extranjeras.

Los pastunes de ambos lados de la Línea Durand saben que los 3.300 kilómetros de longitud de la frontera de AfPak fue una invención clásica del “divide y vencerás” del Imperio Británico. Consideran que la FATA y la Provincia de la Frontera Noroccidental (NWFP, por sus siglas en inglés) están ocupadas por Pakistán, por lo que describen como “fuerzas pakistaníes-punjabíes, que utilizan esas zonas para promover la desestabilización de Afganistán. Rutinariamente se refieren al “establishment pro-terrorista pakistaní”. Y para ellos, la “unificación de los pastunes con su patria Afganistán” no tiene posibilidad alguna.

Comparen esto con la forma en que el establishment de la inteligencia/ejército pakistaní entiende por “desestabilización”. El establishment está totalmente vinculado con los neo talibanes en Pakistán –y con los talibanes “históricos” que tomaron el poder en Afganistán en 1966- como parte de la doctrina de “profundidad estratégica” para combatir cualquier posible influencia india en Afganistán. Su última paranoia es que Washington pierde interés en Afganistán –de nuevo- y que así deja a Pakistán a merced del “envolvimiento” indio y ruso.

Islamabad controla la mayor parte de Pakistán –las provincias de Sind y del Punjab- con mano de hierro. El ejército y la policía pakistaníes controlan la mayor parte de la NWFP. En el “separatista” Balochistan sólo vive el 5% del total de la población. Que Washington crea que una pequeña aglomeración rural, de bandas tribales pastunes, con un máximo de treinta combatientes cada una, sin fuerza aérea ni artillería pesada ni tanques podría apoderarse de un Pakistán, que cuenta con un ejército de 650.000 soldados bien entrenados, es una idea absolutamente ridícula. Y que Washington crea –como Holbrooke señaló- que unos pocos miembros tribales pastunes y unos cuantos yihadistas expatriados puedan cargarse a la civilización occidental como un todo es también una idea absolutamente ridícula.

En cuanto al ejército pakistaní, cuando ven las actividades del Frente de Liberación de Balochistan, o la carretera que se construye desde la provincia de Nimruz en Afganistán hasta el puerto iraní de Chabahar, ven la mano de Nueva Delhi. Con toda la paranoia que pueda suponer, incluso los altos oficiales del ejército pakistaní creen en un complot concertado India-EEUU para desestabilizar la FATA y el país como un todo y después confiscar las armas nucleares de Pakistán. La guerra de Obama contra los pastunes servirá sólo para exacerbar aún más esta ya volátil mezcla.

El premio

La guerra de la administración Obama contra Pastunistán puede ser tan sólo una digresión. Por muchos giros que dé Washington no puede ocultar el hecho de que Afganistán está actualmente –y seguirá estando- ocupado por EEUU y la OTAN prácticamente de forma indefinida como peón estratégico del Nuevo Gran Juego en Eurasia. Es siempre fundamental recordar que el asesor de seguridad nacional, el General Jim Jones, es un ex comandante supremo de la OTAN (2003-2006) y un enorme fan de la expansión imparable de la OTAN en Eurasia.

Como informó el Washington Post, el ejército estadounidense está construyendo bases militares por valor de no menos de 1.100 millones de dólares (más o menos el presupuesto anual del gobierno del Presidente Hamid Karzai en Kabul) y planeando 1.300 millones de dólares extra en proyectos para 2009, según el Coronel Thomas E O’Donovan, comandante del Cuerpo de Ingenieros del ejército estadounidense en el Distrito de Afganistán.

Y en cuanto a la OTAN, su misión será proteger lo proyectado, 7.600 millones de dólares (y aún no hemos acabado de contar) perennemente conflictivos del gaseoducto TAPI que va de Turkmenistán a la India a través de Afganistán y Pakistán, si los inversores son lo suficientemente locos como para seguir adelante.

Como si la opinión pública importara en el Nuevo Gran Juego en Eurasia, una reciente encuesta de la BBC revelaba que el 73% de los afganos estaban contra el incremento de tropas de Obama –o guerra contra los pastunes- y que una mayoría apoyaba un final negociado a la guerra, incluso con un gobierno de coalición que incluyera a los talibanes. “La Sombra” misma, el líder talibán pastún, el Mullah Omar, a través del rey saudí Abdullah, avanzó su plan: un calendario de retirada y un “gobierno de consenso nacional” con los talibanes incorporados al Ejército Nacional Afgano.

El escenario de la otra alternativa es el que avanzó la Organización para la Cooperación de Shanghai (SCO, por sus siglas en inglés): este insoluble problema no se negociaría con la OTAN sino que se debatiría y resolvería conjuntamente entre los vecinos de Afganistán, los miembros de la SCO China y Rusia y los observadores de la SCO (que pronto serán miembros) Irán, Pakistán y la India.

Obama debería saber ya que Islamabad no combatirá a los neotalibanes. El ISI (servicios de inteligencia pakistaníes) les apoya, así como diferentes estamentos pastunes del ejército. Por eso Obama puede “mantener el rumbo” a lo Donald Rumsfeld, como el ex secretario de defensa solía decir. Puede mantener el incremento de tropas para ir contra los pastunes mientras se deshace de Karzai en Afganistán y del Presidente Asif Ali Zardari en Pakistán (sombras de Vietnam).

Lo que no quiere hacer –y el Pentágono tampoco lo permitiría- es repetir otro Vietnam y dejar que el último helicóptero abandone Bagram, porque no quiere ser recordado como el presidente que perdió el imperio de bases estadounidenses y el sueño de reinar en el Nuevo Gran Juego en Eurasia.

Mientras tanto, habrá un infierno de Predator escupiendo bombas sobre los indignados integrantes de las tribus afganas. Boing, boom, tschak. Boing, booom, tschak. (El Pentágono podría considerar la posibilidad de alquilar la legendaria banda Krafwerk para que ponga la banda sonora para los ataques; y ya puestos, ¿por qué no sacar también un videojuego?). Fiestas de boda pastunes sin cuento serán incineradas en nombre de la nueva marca “operaciones de emergencia exterior”, antes denominadas “guerra global contra el terror”. No se equivoquen: habrá sangre –mucha sangre- en la madre de todas las peleas de gallos.

Pepe Escobar es autor de “Globalistan: How the Globalizad World is Dissolving into Liquid War” (Nimble Books, 2007) y “ Red Zone Blues: a shapshot of Baghdad during the surge”. Acaba de publicarse su nuevo libro “Obama does Globalistan” (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: pepeasia@yahoo.com.

Enlace con texto original:

http://www.atimes.com/atimes/South_Asia/KD17Df03.html


Enlace a texto en Rebelión

miércoles, 22 de abril de 2009

El regalo de Chávez a Obama hace temblar a EE.UU.

David Brooks

Nueva York.- Un libro resulta a veces más poderoso que un país imperial o una cumbre de presidentes. Al parecer, Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano, aún hace temblar a muchos poderosos aquí, ya que, según ellos, es un libro “muy peligroso” que puede hasta poner en riesgo a la Casa Blanca.

Y es que el gesto de Hugo Chávez, de regalarle a Barack Obama el libro del escritor uruguayo ha generado más reacción aquí, al igual que la foto del saludo de los dos mandatarios, que casi todo lo que se dijo en la Cumbre de las Américas.

Por supuesto que esto también encantó a un amplio sector de gente que se considera progresista, pero las mejores recomendaciones del libro de Galeano, colaborador de La Jornada, provienen del otro bando, lo cual remarca el hecho de que ese libro tiene un poder que espanta a muchos.

Otto Reich, ex embajador en Venezuela, alto funcionario diplomático en los gobiernos de Ronald Reagan y de ambos Bush y ex asesor sobre temas de América Latina para la campaña presidencial de John McCain, afirmó que “fue un error” por parte de Obama recibir el libro de manos de Chávez.

“También fue, francamente, un error de su equipo. Debieron evitar eso. Trabajé para tres presidentes. No creo que eso hubiera ocurrido con Reagan o con los dos Bush. No debieron haber puesto al presidente Obama en esa vergonzosa situación, porque este es un libro muy antiestadunidense y antieuropeo también”, comentó en una entrevista con Newsmax TV.

También fue, francamente, un error de su equipo. Debieron evitar eso. Trabajé para tres presidentes. No creo que eso hubiera ocurrido con Reagan o con los dos Bush. No debieron haber puesto al presidente Obama en esa vergonzosa situación, porque este es un libro muy antiestadunidense y antieuropeo también, comentó en una entrevista con Newsmax TV.Y agregó: “Es un libro que tiene unos 30 años, escrito por un latinoamericano de ultraizquierda, un autor muy desconocido (sic). Y ahora (con su regalo) Chávez ha puesto este libro, me dicen, en la cúspide de la lista de ventas de Amazon”.

Para Andrés Oppenheimer, columnista del Miami Herald, fue casi insoportable el gesto, algo comparado con la peor ofensa imaginable. “Cuando Chávez le entregó un ejemplar en español del libro del autor uruguayo Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina, una diatriba cuyo tema de fondo es que la pobreza latinoamericana es causada por el imperialismo de Estados Unidos, Obama lo aceptó con una sonrisa. Cuando al presidente estadunidense le preguntaron más tarde los reporteros qué le parecía el regalo de Chávez, sonrió y dijo que ‘fue un gesto bonito… soy un lector’. Fue una respuesta curiosa, dado que el gesto de Chávez era el equivalente de regalarle Mein Kampf, de Adolf Hitler, a un presidente israelí”.

El incidente llegó hasta los monólogos cómicos de los programas nocturnos de las cadenas nacionales de televisión. Por ejemplo, David Letterman, en su programa Late Night, de CBS, comentó que “hay una cumbre ahora en Trinidad, con ese malévolo Hugo Chávez. La idea es abrir líneas de comunicación. Ese furtivo Chávez le dio un libro al presidente Obama –en español. Obama no lee en ese idioma. Sería como darle a George W. Bush… bueno, cualquier libro”.

La foto

En tanto, los políticos conservadores cuestionaron de inmediato la foto donde aparecen Obama y Chávez dándose la mano. Newt Gingrich, ex presidente republicano de la Cámara de Representantes, dijo que eso era apoyar a “los enemigos de Estados Unidos”. Por lo menos tres senadores, también republicanos, criticaron al presidente, calificando su saludo a Chávez como un acto “irresponsable”, tal vez mostrando su “poca experiencia” en asuntos internacionales y hasta insinuando que ese gesto había debilitado a la superpotencia.

En una entrevista con el conductor conservador Sean Hannity, en Fox News, el ex vicepresidente Dick Cheney también expresó su disgusto por la foto de Obama con Chávez. “Bueno, no creo que ayude… Tienes a millones de personas en todo Sudamérica observando cómo actuamos, y si ven a un presidente estadunidense acercándose a alguien como Daniel Ortega o Chávez, no creo que eso ayude, creo que establece una perspectiva equivocada”. Tampoco le gustó que el mandatario se disculpe tanto en nombre de Estados Unidos. “Lo que encuentro preocupante es que ha ido a Europa, por ejemplo, y pareció disculparse profusamente allí, y después en México, y ahí también ofrecer disculpas, y así… Uno tiene que ser muy cuidadoso. El mundo, tanto nuestros amigos como nuestros enemigos, rápidamente tomarán ventaja si creen que están negociando con un presidente débil o uno que no defenderá de manera agresiva los intereses estadunidenses”.

Obama ya esperaba las críticas e incluso comentó a reporteros que “es poco probable que como consecuencia de saludar de mano y sostener una conversación amable con Chávez se pongan en peligro los intereses estratégicos de Estados Unidos”. Agregó que este debate ya se había dado durante la contienda electoral del año pasado, con la idea de que “si de alguna manera mostrábamos cortesía o abríamos un diálogo con gobiernos que previamente habían sido hostiles contra nosotros, esa sería una señal de debilidad. El pueblo estadunidense no aceptó eso, y hay una buena razón por la cual no se la tragó: porque no tiene sentido”.

Un libro y una foto de un saludo cordial parecen haber provocado histeria y pánico entre algunos aquí. Al parecer, a veces las palabras de un periodista en busca de la verdad y una imagen son más poderosas que las espadas.

Mientras, el libro circula por todas partes –sigue en la lista de los más vendidos en Amazon y otros comercios– contaminando con ideas peligrosas a toda otra generación dentro de Estados Unidos y provocando, al parecer, mucho temor entre algunos autoproclamados guardianes de la historia oficial.

La tasa de paro en España podría llegar a un catastrófico 30% en 2011, sin precedentes ni paralelos

Edward Hugh

"Básicamente, podríamos vérnoslas con dos escenarios, uno moderado y otro peor. En el escenario moderado, el desempleo total alcanzará los 4,5 millones de desempleados en diciembre de este año, y los 6 millones de parados en diciembre de 2010. En el escenario peor, estaremos ya en los 5 millones por navidades, y alcanzaremos los 7 millones a fines de 2010"

El prestigioso analista de Euro Watch, y colaborador en los EEUU del Global Macro EconoMonitor de Nouriel Roubini –uno de los contados economistas del establishment que predijo las dimensiones de la actual crisis económica—, dibuja una sombría panorámica para el futuro de la economía española, y señaladamente de su mercado de trabajo.

El número de desempleados en España volvió a subir en marzo: "sólo" 123.543 parados más. Digo "sólo" porque, evidentemente, es menos que el incremento de 154.508 registrado en febrero, o que los 198.530 parados más registrados en enero. Y, en efecto, muchas informaciones periodísticas rebosaban con los argumentos de la Secretaria General de Empleo, Maravillas Rojo (capaz, por lo visto, de obrar "maravillas"), según los cuales España, en el mes de marzo, habría registrado el menor incremento semestral de desempleo (en comparación con el mes anterior). Sin embargo, para quienes se acercan un poco más a la cosa desde el punto de vista del análisis económico (descreídos de maravillas milagreras) y toman en cuenta los factores estacionales, el incremento de un 3,55% en el mes de marzo revela una tendencia más o menos constante, y en modo alguno signos de mejora, a despecho de los programas de grandes estímulos. En marzo del pasado año, por ejemplo, el desempleo cayó cerca de un 0,62%.

Cuando observamos la situación año a año (lo que contribuye a eliminar, más o menos, la variación estacional), lo que encontramos es que la tasa interanual de incremento de un 56,69% fue de lejos la más alta, y si echamos una ojeada al diagrama que sigue, se ve que no hay indicios de moderación en la curva:

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martes, 21 de abril de 2009

¿Salimos del túnel?

Juan Torres López
Sistema Digital

Está circulando la idea de que la economía de Estados Unidos, y con ella la del resto del mundo, comienza salir de la crisis y que en muy pocos meses los datos de coyuntura cambiarán de registro para anunciar una sólida recuperación económica. Y es natural que la gente se pregunte si se trata más de un deseo que de una realidad contrastada.

Las razones que se están dando para argumentar esa opinión son variados. Se afirma que los multimillonarios planes de gasto de Obama no pueden tardar en espolear de nuevo al consumo y con él a las ventas y a la rentabilidad empresarial. También argumenta que los bancos comienzan a mostrar más actividad y resultados positivos, lo que definitivamente podría reavivar el crédito. Y, por supuesto, se piensa que con tipos de interés tan extraordinariamente bajos la recuperación no puede tardar en aparecer gracias a las mayores facilidades que representan para el consumo y la inversión.

Otros argumentos son bastantes más forzados. Algunos mantienen que la coyuntura cambiará de signo en este momento porque, si no, la recesión sería tan larga como la que más, algo que no se sabe bien por qué se considera que no pueda ocurrir. O incluso se dice que no llegará a ser tan grave como la Gran Depresión del 29 porque ahora, a diferencia de entonces, no se ha reducido la oferta monetaria sino que se ha estado inyectando liquidez casi sin descanso. Gracias, se dice, a que la Reserva Federal de Estados Unidos está dirigida por un académico que pasa por ser un gran experto en el análisis de aquella crisis.

Algunos datos podrían avalar efectivamente este cambio de tendencia. Los indicadores de ventas de algunos tipos de viviendas en Estados Unidos y la cartera de pedidos en algunas industrias parece que han comenzado a detener su caída, las encuestas de confianza a directivos y consumidores reflejan una cierta mejoría e incluso se podría interpretar que la caída del consumo se hubiera detenido.

¿Es suficiente todo ello para pensar que salimos de la oscuridad del túnel? Yo comprendo que un elemento esencial para salir de esta crisis es devolver la confianza a consumidores y empresarios y que decir que se está acabando puede contribuir a ello. Pero eso es una cosa y otra es confundir el deseo con la realidad, incluso cuando también hay que evitar el resaltar siempre y sobre todo los aspectos negativos de la situación.

Es verdad que los planes de gasto que han puesto en marcha las administraciones, y especialmente en Estados Unidos, han evitado que se produzca un colapso generalizado de la actividad económica, aunque en algunas industrias y sectores en realidad se haya estado y se esté muy, muy cerca de ello. Y lógicamente, eso ha repercutido en la mejoría relativa que se contempla en algunos indicadores. Otra cosa es que sea seguro que eso sea suficiente y sostenible en los próximos meses. Cuando ahora se analizan en la distancia otros episodios recesivos se contemplan siempre en su desarrollo momentos de alzas momentáneas como pueden ser los que ahora estemos coyunturalmente viviendo dentro de un proceso inacabado de empeoramiento. No bastaría, pues, con una simple mejora sino que sería preciso que esta se sostuviera y se hiciera mucho más patente y generalizada en todos los sectores económicos.

El que fue Secretario de Trabajo con Clinton Robert Reich, comentaba hace poco que es posible que en Estados Unidos los consumidores estén disponiendo de algo más de liquidez gracias a los planes de Obama o incluso de los bajos tipos de interés, pero que eso no garantizaba mucho porque lo más probable es que las familias estén más preocupados que otra cosa por la evolución tan negativa del empleo y, por tanto, que el estímulo no se traduzca tan rápida o efectivamente como se está deseando en el la marcha general de la economía.

De hecho, me parece que al mismo tiempo es bastante evidente todo ese gasto no ha sido capaz hasta el momento de reactivar la vida económica suficientemente como indica, sobre todo, el constante aumento del paro y el aumento en el ahorro familiar.

Por otro lado, la teoría económica más elemental podría justificar la idea de que los tipos de interés tan bajos como los actuales necesariamente han de dinamizar el consumo y la inversión pero es que las cosas no funcionan como a veces se diseña en los manuales o en las cabezas de los dirigentes políticos. La realidad es que los tipos que están bajos son los oficiales pero en la práctica, cuando los empresarios o los consumidores van a las sucursales bancarias, lo que se encuentran son ofertas de crédito por las nubes: en España, los bancos estaban cobrando en enero una media del 11,58% en los préstamos al consumo y las cajas del 13,18%.

Lo que puede estar ocurriendo seguramente es que los bancos están salvando, aunque a esos precios muy altos, a sus clientes preferenciales y eso de alguna manera reactiva la situación pero no es realista pensar que esa sea una manera de dar oxígeno que a medio plazo resuelva la situación. Solo las empresas y consumidores más potentes pueden seguir funcionando con esos costes financieros y, en general, con el racionamiento del crédito todavía existente.

Por otro lado, la mejora en los balances bancarios que se interpreta como el origen de un definitivo incremento de la financiación que se necesita no es del todo real.

Se trata de beneficios forzados y probablemente momentáneos. Son expresión de esos márgenes que proporcionan los diferenciales de tipos entre el capital que reciben y el que prestan, ahora en niveles extraordinarios, de la masiva entrada de capital público y de los arreglos contables de los balances.

Después de haber hablado tanto de la necesaria independencia de los bancos centrales, ahora la Reserva Federal se está convirtiendo en la práctica en un instrumento fiscal más en manos de la política gubernamental y eso está permitiendo que los bancos aumenten su disponibilidad de capital pero de ninguna manera eso se está traduciendo en el incremento efectivo de la financiación. Entre otras razones, porque por muy elevada que está siendo es insuficiente si se tiene en cuenta que se estima que las pérdidas bancarias que habría que compensar solo en Estados Unidos tendrían un valor entre 1,3 y 1,5 billones de dólares.

Por otro lado, lo que está ocurriendo es que se están eliminando principios contables como el llamado "market-to-market" que obligaba a reflejar el valor de mercado actual de los activos y pasivos y gracias a lo cual los bancos pueden estar difiriendo o sencillamente ocultando su situación patrimonial.

Dentro de unos días se conocerá el "examen" que están pasando los bancos estadounidenses, ya después del maquillaje, y será el momento de saber hasta qué punto el stress que sufren es grave o no, aunque hasta el momento, y salvando el maquillaje contable, nada hace pensar que haya podido desaparecer la situación de insolvencia generalizada que paraliza la financiación de la actividad económica y que provoca la crisis.

Por otro lado, si fuera verdad que la economía estadounidense está cambiando de tónica, habría que tener en cuenta que ahora es cuando la crisis está afectando a nuevos países, como en América Latina y Europa del este, de modo que para que la economía mundial retomara la marcha no sería suficiente con un cierto despegue norteamericano sino que haría falta un impulso mucho más decidido, efectivo y dinámico.

En definitiva, yo creo que se puede afirmar que sí es cierto que se ha evitado el colapso pero que siguen latentes los problemas estructurales que dieron lugar a la crisis. No se ha avanzado prácticamente en nada en relación con la regulación financiera, la capitalización de los bancos se ha realizado a costa de una carga fiscal para los ciudadanos impresionante y si salvar definitivamente la insolvencia bancaria de partida y los diablos de la especulación y la continua generación de burbujas no han desaparecido del horizonte por muy disimulados que estén. Y para colmo, sabemos los peligros que conlleva tratar de buscar la reactivación a través de dinero muy barato cuando no se pone coto a los movimientos especulativos del capital. Si no se toman medidas más contundentes, y no solo en Estados Unidos, hablar de recuperación será una simple engañifa que se verá desmentida más pronto que tarde por nuevos episodios de inestabilidad y por un incremento continuado del paro y de las quiebras empresariales.

Juan Torres López es catedrático de Economía Aplicada (Universidad de Sevilla). Su página web: http://www.juantorreslopez.com

viernes, 17 de abril de 2009

¿Por qué la economía española sigue desplomándose?

Alberto Montero Soler
Le Monde diplomatique


La gravedad de la situación de la economía española y sus perspectivas actuales de empeoramiento a corto y medio plazo resultan, a estas alturas, evidentes para cualquier ciudadano.

El deterioro de las principales variables económicas, llegando muchas de ellas a niveles desconocidos en nuestra historia reciente, y la velocidad del proceso son rasgos indicativos de que se trata de un fenómeno sin precedentes cercanos que permitan las comparaciones salvo, tal vez, la crisis de 1992-93.

Es difícil cuestionar que la celeridad con la que está aumentando el desempleo constituye la manifestación más evidente de la gravedad de la crisis actual: desde enero de 2008 a finales de enero de 2009 aumentó en más de un millón de personas y se ha colocado en su nivel más alto desde 1996, con 3.327.800 desempleados (el 14% de la población activa). Por su parte, los datos de afiliación a la Seguridad Social recogen que en 2008 se destruyeron más de 840.000 puestos de trabajo.

Además, lo que tanto se temía, ha ocurrido: España ya se encuentra técnicamente en recesión dadas las caídas del PIB de los dos últimos trimestres de 2008 y todas las estimaciones indican que la contracción del PIB superará el 1,5% en 2009.

Hasta aquí pudiera parecer que no hay elementos diferenciales entre los rasgos de la crisis económica española y los de otras economías occidentales: en casi todos los países, la crisis financiera internacional está deteriorando, con intensidad y velocidad dispares, las principales variables de la economía real, aquéllas que en mayor medida inciden sobre la generación de riqueza y bienestar.

Este hecho ha favorecido que las autoridades económicas españolas hayan encontrado en la crisis financiera internacional el chivo expiatorio perfecto para atribuirle toda la responsabilidad de la situación actual y, remarcando machaconamente su carácter internacional, traten de eludir la cuota de responsabilidad que pudiera corresponderles por el estado de cosas actual.

Sin embargo, existe un importante elemento diferencial que, a simple vista, encaja mal con el recurso al automatismo simplista de atribuir al contexto de crisis internacional la causa única del curso que está siguiendo la crisis en España. Y es que, mientras que en el resto del mundo la crisis financiera ha adoptado diversas expresiones de esa naturaleza, ya sea en forma de quiebras y/o problemas graves de solvencia de instituciones financieras, en España esos problemas aún no se han manifestado. Lo cual, evidentemente, no quiere decir que no existan y puedan encontrarse latentes bajo una forma diferente esperando el momento de explotar.

Lo extraño es que, a pesar de ello, la intensidad y celeridad con la que se está deteriorando la situación económica es, con diferencia, la mayor de la Unión Europea y las perspectivas de que la situación mejore no son muy halagüeñas. ¿Cuál puede ser la razón?

Los desequilibrios que nadie quería ver

La comparación de la crisis en curso con la de 1992-93 permite destacar un importante elemento común: en ambos casos, los desajustes internos y externos de la economía española acaban por hacerse insostenibles y provocan la necesidad de un ajuste que, al no ser reconocido y conducido de forma ordenada por los respectivos gobiernos de turno, termina siendo impuesto sin contemplaciones por la vía del sector exterior.

Así nos encontramos con que, nuevamente, es la restricción externa la que está forzando el reajuste de la economía española, situándola frente a sus profundas contradicciones y poniendo en evidencia a los gobiernos de distinto signo político de las últimas legislaturas. Unos gobiernos que son responsables tanto de estimular un patrón de crecimiento insostenible económica y ambientalmente como de no embridarlo cuando los primeros síntomas de desequilibrio comenzaron a aparecer, confiando en que las fuerzas del mercado facilitarían un ajuste “suave” de la economía española.

En el origen de esos desequilibrios se encuentran una serie de circunstancias ampliamente vinculadas al nuevo contexto económico y de política económica resultante tras la creación del euro.

Y es que si una economía ha aprovechado con intensidad las ventajas de la creación del euro y, al mismo tiempo, ha descuidado los efectos perversos que de esas ventajas pudieran derivarse a medio plazo sobre sus equilibrios económicos básicos ha sido la española.

La etapa de bajos tipos de interés que se inaugura con la aparición del euro permitió que España, que había comenzado una larga fase de expansión económica en 1997, se beneficiara de unas condiciones que, dado el diferencial de inflación de la economía española respecto a sus socios europeos, distaban ampliamente de los que el Banco de España hubiera debido mantener de no haber cedido su soberanía monetaria al BCE.

Esto provocó que, en determinados períodos, los tipos de interés reales en España fueran negativos y, consiguientemente, que los incentivos al endeudamiento generalizado fueran casi irrefrenables. Pero, también, que España pudiera financiar en condiciones muy ventajosas este largo periodo de crecimiento de casi diez años consecutivos de crecimiento del PIB real por encima del 3%.

Esa fase expansiva estuvo acompañada de un importante proceso de creación de empleo (entre 1998 y el segundo trimestre de 2007, se crearon casi 7 millones de nuevos puestos de trabajo) y del incremento de las rentas económicas internas, siendo la construcción el principal motor de esta fase de expansión.

De esta forma, este largo periodo de expansión económica unido a las ventajosas condiciones para el endeudamiento permitieron que el incremento en la oferta de viviendas residenciales encontraran una demanda nacional en condiciones absorberla, reforzada por el incremento de la población inmigrante y el turismo residencial europeo.

Conforme la dinámica de revalorización continuada del precio de los activos inmobiliarios se mantenía en el tiempo, esa demanda fue adoptando progresivamente un perfil más especulativo; circunstancia que se acentuaba dada la baja rentabilidad ofrecida por los tradicionales activos financieros utilizados por la población para el mantenimiento del ahorro.

Este círculo, aparentemente virtuoso y, como tal, ensalzado por sucesivos gobiernos, entró pronto en una dinámica que acabó por tornarlo vicioso.

Los factores que coadyuvaron a esa mutación fueron, básicamente, tres. Por un lado, la hipertrofia del sector inmobiliario convertido en motor de la economía y espoleado por las expectativas de incremento continuado de los precios de la vivienda. En segundo lugar, el recurso generalizado al endeudamiento masivo por parte de familias y empresas. Y, finalmente, la dependencia para el mantenimiento engrasado de todo este engranaje del acceso por parte del sistema financiero a recursos financieros externos a bajo coste para poder atender la demanda de crédito interna habida cuenta de la baja tasa de ahorro nacional.

La burbuja inmobiliaria estaba servida y, como todo fenómeno especulativo, su continuidad dependía de que ninguno de los factores que la alimentaba colapsara.

Si a este patrón de crecimiento desequilibrado y de naturaleza especulativa se le suma el ya referido diferencial de la tasa de inflación española con respecto a las de sus socios europeos y sus menores niveles de competitividad, encontraremos el otro gran desequilibrio de la economía española: su tremendo déficit por cuenta corriente que llegó en 2008 al 10% del PIB.

Un déficit que ha persistido porque los distintos gobiernos han sido incapaces de atajarlo por la vía de reformas estructurales y porque, además, la pertenencia al euro, al tiempo que protegía a la economía española del ajuste por la vía de los ataques especulativos, también hacía inviable el instrumento que en varias ocasiones había permitido corregir este desequilibrio: la devaluación de la moneda.

Frente a estos desequilibrios, la economía española gozaba de dos importantes fortalezas.

Por un lado, la posición de superávit fiscal y los reducidos niveles de endeudamiento público en relación al PIB que le han permitido contar con un mínimo colchón de seguridad cuando la crisis comenzó a manifestarse pero que rápidamente, al menos en lo que al saldo fiscal se refiere, se han agotado.

Y, por otro lado, la relativa robustez de su sistema bancario y financiero como consecuencia de que desde el año 2000, el Banco de España obligaba a bancos y cajas de ahorro a dotar provisiones genéricas para que, en caso de que se produjera un aumento de la morosidad, la posición financiera de las instituciones no se viera afectada. Si a esas reservas, que cuando comenzaba la crisis eran de más de 30 mil millones de euros, se le añaden las inyecciones de liquidez desde el BCE, el Fondo de Adquisición de Activos Financieros creado por el gobierno y los avales del Estado para las emisiones de deuda que realicen, podremos entender por qué no ha quebrado aún ningún banco o caja de ahorros españoles.

Las burbujas siempre explotan

En todo caso, estas fortalezas han sido insuficientes para contener la intensidad con la que la crisis financiera internacional ha acelerado el proceso de ajuste de la economía española. Un ajuste que era de todo punto necesario pero que nadie se atrevía a enfrentar.

Y, así, cuando la desconfianza generalizada se extendió por los mercados monetarios mundiales, las instituciones financieras comenzaron a mostrar una preferencia absoluta por la liquidez y ésta desapareció de los mercados quebrándose, de esa forma, uno de los pilares sobre los que se había sustentado la fase de crecimiento acelerado de la economía española.

A ello se unió el endurecimiento de la política monetaria por parte del BCE, empecinado en contener el incremento de una tasa de inflación estimulada por el aumento de los precios tanto del petróleo como de los alimentos. La subida de los tipos de interés acabó por afectar al segundo de los pilares del “milagro” español: el endeudamiento de familias y empresas.

Las condiciones estaban servidas para que la burbuja inmobiliaria estallase y el ajuste fuera de todo menos de suave dada la importancia relativa de la construcción en el PIB y el empleo y sus importantes efectos multiplicadores sobre numerosos sectores económicos.

Lo grave es que a todo esto hay que añadir un factor adicional que puede condicionar en gran medida la duración de la crisis. Y es que el énfasis que el gobierno ha puesto en las necesidades del sistema bancario y financiero, como si el grueso de la crisis recayera sobre ese sector, contrasta con la tardía respuesta y los limitados recursos con los que está atendiendo los problemas de la economía real, ámbito en el que efectivamente está teniendo lugar el proceso de ajuste.

Una crisis de la economía real que se agrava por momentos por la restricción crediticia a la que han sometido las instituciones financieras a consumidores y empresas, destinando el dinero que tan generosamente les ha concedido el gobierno al saneamiento de sus balances en lugar de a la reactivación económica.

Es por ello que no cabe seguir atribuyendo a la crisis financiera internacional la responsabilidad absoluta del deterioro de la economía española sino que ésta obedece a dos causas fundamentales.

De un lado, a los desequilibrios acumulados durante un largo periodo de crecimiento y que la crisis internacional ha desatado con una virulencia tan sólo equiparable a la negligencia mostrada por los últimos gobiernos para reconducir los excesos de este patrón de acumulación.

Y, de otro lado, a la restricción crediticia impuesta por unas instituciones financieras que se niegan a realizar su función tradicional: canalizar el ahorro hacia las necesidades de financiación de consumidores y empresas a los que, en su momento, incentivaron a endeudarse y ahora se niegan a socorrer.

¿Cuánto puede durar esto? Es difícil de predecir dada la multiplicidad de factores en juego y la magnitud de los desequilibrios. ¿Podía haberse evitado? Se podía, hubiera bastado con unas menores dosis de autocomplacencia y de confianza en la supuesta tendencia inherente de los mercados para mantenerse en equilibrio.

Una vez más, la mano invisible de Adam Smith está acabando, a bofetadas, por poner las cosas en su sitio.

Alberto Montero Soler (amontero@uma.es) es profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga (España). Puedes leer otros textos suyos en su blog "La otra economía".

Enlace a texto en Rebelión

miércoles, 15 de abril de 2009

El G20, la crisis financiera y el neoliberalismo


David Harvey/Amy Goodman

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

TRANSCRIPCIÓN NO EDITADA –

AMY GOODMAN: Para hacer un cierto análisis sobre la cumbre del G20 en Londres y la crisis financiera en general, tenemos entre nosotros a un destacado pensador sobre la economía global, David Harvey. Es un geógrafo marxista y distinguido profesor de antropología en el Centro de Posgrado de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Es autor de varios libros: incluidos “The Limits to Capital “y “A Brief History of Neoliberalism.” Publicó una larga entrevista sobre la crisis financiera en la última edición de “n+1 magazine,” nplusonemag.com. David Harvey está ahora con nosotros Democracy Now!

Bienvenido a Democracy Now!

DAVID HARVEY: Gracias.

AMY GOODMAN: ¿Qué piensa que se proponen los dirigentes del G20? ¿Y qué hay que hacer en este país?

DAVID HARVEY: Lo que tratan de hacer es reinventar el mismo sistema. Y pienso que es una preocupación colectiva, y que hay mucho regateo sobre los detalles. Pero el argumento fundamental que presentan es, ¿cómo podemos realmente reconstituir el mismo tipo de capitalismo que teníamos y que hemos tenido durante los últimos treinta años de un modo ligeramente más regulado, benevolente, pero sin cuestionar lo fundamental? Y pienso que es hora de que cuestionemos lo fundamental.

AMY GOODMAN: ¿Qué es lo fundamental?

DAVID HARVEY: Lo fundamental tiene que ver con el increíble aumento en la consolidación, si se quiere, del poder de clase. Quiero decir que, desde los años setenta, hemos visto un tremendo aumento en la desigualdad, no sólo simplemente en este país, sino en todo el mundo. Y, en efecto, los recursos del mundo han sido acumulados más y más y más en pocas manos. Y pienso que si uno considera la naturaleza de los programas de rescate, los programas de estímulo y todo el resto, lo que realmente hacen es tratar de mantener intactos esos recursos mientras hacen que el resto de nosotros paguemos la cuenta. Y por lo tanto, creo que es hora de poner fin a eso y, en realidad, deberíamos sacar más de los recursos y lograr mucho más igualdad.

AMY GOODMAN: ¿Y cómo hacemos para sacar más de los recursos? ¿Cómo habría más igualdad?

DAVID HARVEY: Pienso, por ejemplo, que la naturaleza del rescate de los bancos y el tipo de reestructuración que tienen lugar tratan de salvar a los bancos y salvar a los banqueros, y darle duro a la gente. Quiero decir, que a la larga somos los que vamos a tener que pagar por esto. Por eso lo que pido es una conciencia política de lo que está sucediendo.

De hecho, ha estado sucediendo durante los últimos treinta años, paso a paso. Ha sido disfrazado en este tipo de retórica sobre la libertad individual y la libertad de los mercados y todo ese tipo de cosa. Pero si se mira en retrospectiva, se ve que no es la primera crisis financiera que hemos tenido. Hemos tenido muchas de ellas durante los últimos treinta años, y todas tienen el mismo carácter. Tuvimos nuestra crisis de ahorros y préstamos en los años ochenta. Hubo una crisis de la deuda mexicana en 1982, cuando México iba a ir a la quiebra. Y si hubiera ido a la quiebra, los bancos de inversión de Nueva York se habrían derrumbado. ¿Y qué hicieron? Rescataron a México, rescatando al hacerlo a los banqueros de inversiones de Nueva York, y luego hicieron que lo pagara el pueblo mexicano.

AMY GOODMAN: ¿Por qué se hubieran derrumbado los bancos en Nueva York?

DAVID HARVEY: En primer lugar, porque habían prestado el dinero a México. Y si México simplemente hubiera incumplido su deuda, eso habría sido – ¿qué hubieran hecho los banqueros? Habrían perdido una suma tremenda.

AMY GOODMAN: Si usted fueraTimothy Geithner, si fuera el Secretario del Tesoro —

DAVID HARVEY: Sí, si fuera Secretario del Tesoro

AMY GOODMAN: — ¿qué haría exactamente?

DAVID HARVEY: Oh, tomaría un montón de ese dinero, y lo pondría en una especie de corporación de reconstrucción nacional. Y diría: “Mirad, vuestro primer deber es encargaros de la crisis de la crisis de las ejecuciones hipotecarias y de la gente que ha sido embargada. De modo que tenéis que ir a ciudades como Cleveland y semejantes que han sido devastadas, y entrar en áreas en California y semejantes y ocuparos de la crisis hipotecaria.”

AMY GOODMAN: ¿Y cómo lo haría?

DAVID HARVEY: Bueno, pienso que una de las maneras como se podría hacer eso es comenzar a comprar todas esas casas a punto de ser embargadas y colocarlas en algo como, no sé, una asociación habitacional municipal o alguna forma colectiva de ese tipo, y luego permitir que la gente permanezca en esas casas, a pesar de que ya no sean necesariamente propietarios. De modo que los derechos de propiedad cambiarían de mano.

Quiero decir, tenemos un mito en este país de que la propiedad de la vivienda es el evangelio, como si lo fuera. Pero para mucha gente, la propiedad de su casa no es una buena idea. Y pienso, realmente, no es una buena idea en general.

AMY GOODMAN: ¿Por qué?

DAVID HARVEY: Por dos motivos. Hace que uno sea realmente muy vulnerable si es un propietario de casa fuertemente lastrado por deudas. Y, en realidad, la legislación inicial era interesante, el debate al respecto en los años treinta, cuando en cierto modo decían que los propietarios de casas no se declaran en huelga, y el motivo es que – tienen que pagar su hipoteca. Y así, se convierte en una cruz sobre sus espaldas. Y eso hace que sean muy vulnerables a las fluctuaciones en el mercado como las que vemos ahora mismo, particularmente si tienen hipotecas con interés variable, cosas de ese tipo, y pueden ser fácilmente ser atrapados. De modo que, en efecto, lo que hemos visto en el mercado de la vivienda es un tremendo saqueo de los recursos de algunos de más vulnerables del país. Quiero decir, ha sido la mayor pérdida de riqueza de activos de la población afro-estadounidense que haya habido en la historia.

AMY GOODMAN: ¿Y la reacción de algunos que dicen que nunca debieran hubieran comprado casas para comenzar, porque no se lo podían permitir?

DAVID HARVEY: Bueno, vale para algunos de ellos, pero es una historia familiar. La primera ola de embargos sucedió realmente en vecindarios empobrecidos, afro-estadounidenses, inmigrantes y muy a menudo hogares de madres solteras. Y, sí, no debieran haberse convertido en propietarios de casas. Pero, por otra parte, estaban tomando un riesgo. ¿Pero quiénes tomaron los verdaderos grandes riesgos en la economía, si no fueron los banqueros? De modo que, en cierto sentido, son los que se ven obligados a pagar, mientras los banqueros se siguen llevando una tremenda cantidad de dinero.

AMY GOODMAN: ¿Cuál es la conexión entre el aburguesamiento urbano y la crisis hipotecaria?

DAVID HARVEY: El proceso de aburguesamiento urbano aquí en Nueva York y sitios parecidos tuvo que ver con una especie de reconstrucción de entornos urbanos, y gran parte de esa reconstrucción representó, en particular cuando fue dirigida por las corporaciones, una gran inversión en viviendas. Entonces existe el problema de quién va a comprar esas viviendas. Y no es sólo aburguesamiento urbano, también es mucha nueva construcción, nuevos condominios, y todo lo demás.

Y es algo interesante. Las finanzas controlan la creación de viviendas, la producción de viviendas, y también su consumo. Se presta dinero a las empresas constructoras. Van y aburguesan un vecindario. Prestan dinero a la gente que va a ocupar las viviendas. E incluso si no lo tienen – tienen que encontrar ese mercado para el aburguesamiento una vez que el proceso está en marcha. Y así, es la conexión, los operadores financieros juegan a ambos lados de la cancha, si se quiere.

AMY GOODMAN: ¿Puede hablar de lo que llama “el derecho a la ciudad”?

DAVID HARVEY: Lo que quiero decir con el derecho a la ciudad es que ahora tenemos, creo, una verdadera necesidad de democratizar las decisiones sobre cómo ha de ser una ciudad y de qué debe tratar, para que podamos tener realmente un proyecto colectivo sobre el rediseño urbano – del mundo urbano. Quiero decir, aquí en esta ciudad, efectivamente, el derecho a la ciudad ha sido controlado por el alcalde y la Oficina de Desarrollo y las constructoras y los financistas. La mayoría de nosotros en realidad no tenemos mucho que decir. Quiero decir, hay especies de organizaciones comunitarias, etc. De modo que pienso que la democratización de la ciudad, del proceso de toma de decisiones en la ciudad, es crucial. Y pienso que queremos recuperar el derecho a la ciudad para todos nosotros, para que todos podamos tener acceso no sólo a lo que existe en la ciudad, sino también para que podamos reformar la ciudad con una nueva imagen, de un modo diferente, que sea más justo socialmente, más sustentable en lo medioambiental, etc.

AMY GOODMAN: ¿Qué significa la actual crisis para el futuro del capitalismo, David Harvey?

DAVID HARVEY: Ya sabe, las crisis son terriblemente importantes en la historia del capitalismo. Son lo que yo llamaría una especie de racionalizadores irracionales del sistema. Lo que pasa es que el capitalismo se desarrolló de una cierta manera, tiene problemas reales, luego entra en crisis, y sale como el ave fénix en otra forma. Pasamos por una larga crisis en los años setenta. Hubo una larga crisis en los años treinta. De modo que una crisis, es un impulso de reconfiguración de lo que va a ser el capitalismo. Y ahora mismo, como he dicho, los que mandan se ocupan más de tratar de reconstruir la estructura pre-existente del poder o de salvar la estructura pre-existente del poder sin intervenir en ella de ninguna manera.

Tal como lo veo ahora mismo, sin embargo, podríamos estar en un tipo diferente de mundo. Véalo de esta manera. El capitalismo ha crecido históricamente a una tasa de crecimiento compuesta de un 2,5% desde 1750. Y en años buenos, crece a un 3%. Obama dijo el otro día: “Bueno, en un par de años, volveremos a un crecimiento de un 3%. Gordon Brown dice: “Bueno, en realidad, la economía se duplicará en los próximos años.” Ahora bien, cuando el capitalismo fue constituido por todo lo que pasaba alrededor de Manchester y unos pocos otros sitios álgidos en 1750, una tasa compuesta de crecimiento de un 3% no era ningún problema. Ahora estamos ante una situación en la que se va a hablar de una tasa compuesta de crecimiento de un 3% para todo lo que pasa en Asia del Este y del Sudeste, Europa, Norteamérica y todo el mundo. Estamos frente a un mundo diferente.

La economía total en, digamos, 1750 era de unos 135.000 millones de dólares. Fue de 4 billones de dólares al llegar a 1950. Es de 40 billones de dólares al llegar al 2000. Ahora es de 56 billones de dólares. Si se duplica el próximo año, estamos hablando de 100 billones. Y al llegar el año 2030, habrá que encontrar empleos para 3 billones, si se quiere, oportunidades rentables para que el capital opere en ese momento.

Ahora bien, hay límites, y pienso que estamos llegando a esos límites desde el punto de vista medioambiental, social, político. Y pienso que es hora de que comencemos a pensar realmente en una alternativa. En otras palabras, tenemos que pensar en una economía de crecimiento cero.

AMY GOODMAN: ¿Qué significa eso?

DAVID HARVEY: Significa que en lugar de crecer a un 3% por año, la economía sólo se mantiene constante.

AMY GOODMAN: ¿Y cómo se hace eso?

DAVID HARVEY: Eso significa que tiene que ser no-capitalista, porque eso significa que no va haber lucro para nadie. En efecto, se tendrá que tener una economía sin fines de lucro. Y cómo se hace eso, claro está, es una pregunta muy, muy grande. Yo no tengo el anteproyecto para eso. Pero pienso que es una de las preguntas cruciales en las que deberíamos comenzar a pensar desde ahora mismo. Y lo que me inquieta es que ahora mismo pasamos por esta crisis, y no nos hacemos ese tipo de grandes preguntas que debiéramos estar formulando.

AMY GOODMAN: ¿Qué opina de la masiva protesta contra el pequeño porcentaje del dinero del rescate, el que va a los ejecutivos, algo con lo que ciertamente la gente se puede identificar?

DAVID HARVEY: Bueno, a mí – realmente, me molestó todo ese lío sobre AIG. Quiero decir, estamos hablando de los 165 millones de dólares en bonificación, ¿o 235? En enero de 2008, el total de bonificaciones colectivas de Wall Street llegó a 32.000 millones de dólares. Y en esos días, dos millones de personas ya habían perdido sus casas. Imagínese, dos millones de personas han perdido sus casas; Wall Street se recompensa con 32.000 millones de dólares. Nadie se enojó por eso. Y yo estaba extremadamente furioso al respecto. Me parecía que era un robo de clase. Es como si los banqueros bajaran a la bodega de un barco que se hunde, agarraran todo el oro, vuelvan a subir, se suban a un bote salvavidas, se vayan y dejen a todos los demás en el barco naufragante. Y en esos días, pensamos que era una vergüenza. Y fueron 32.000 millones en lugar de los 165 o 235 millones de los que se habla ahora.

Ese dinero ya se fue. Quiero decir, cuando ese sujeto escribió al New York Times, diciendo algo como: “No voy a – simplemente voy a devolver la mía” – va a devolver 740.000 dólares o algo así. Y dijo: “Pero a mi familia no la afecta.” Pero ahora mismo hay gente muriendo de hambre en muchas partes del mundo. Hay niños muriendo de hambre por esto. No pasa nada al respecto. Y eso me parece –

AMY GOODMAN: ¿Así que cuál es la diferencia entre el año pasado y ahora?

DAVID HARVEY: La diferencia entre el año pasado y ahora es que, en realidad, la cosa ha empeorado mucho. Quiero decir, los activos tóxicos, si se quiere, se hacen más y más evidentes. Y hemos tenido, por cierto, la destrucción de los bancos de inversión, Lehman en quiebra y otros fusionados, etc. Pienso que la diferencia ahora mismo es que evidentemente Wall Street tiene que reestructurarse por completo.

Pero no pienso que podamos hacernos ilusiones pensando que no hay en realidad mucho dinero – hay gente que todavía gana mucho dinero en Wall Street.

AMY GOODMAN: ¿Quiénes?

DAVID HARVEY: Es sólo que ahora está consolidado, tal como está. En este país quedan cuatro grandes bancos. Y es una tremenda centralización y consolidación de poder de clase.

AMY GOODMAN: Profesor Harvey, ¿qué es neoliberalismo?

DAVID HARVEY: Neoliberalismo, para mí, fue un proyecto político, que se formó en los años setenta. Y fue un proyecto político para tratar de consolidar y reconstruir el poder de clase. Y lo hizo, si se quiere, mediante todo un conjunto de mecanismos sobre privatización, sobre libres mercados, responsabilidad individual, retiro del Estado de la provisión social. Pero el Estado nunca se retiró de la economía. Quiero decir, ése es un mito. El Estado ha estado rescatando a gente todo el tiempo. En realidad, la crisis de ahorros y préstamos, que mencioné antes.

Pero en cuanto los peces gordos tienen problemas, el Estado los rescata. Y eso es lo que llamamos riesgo moral, lo que es en realidad porque se rescata a Wall Street todo el tiempo, Wall Street toma altos riesgos. Y han tomado riesgos inmensamente altos durante los últimos treinta años y una y otra vez hasta que fueron atrapados. Y cada vez que son atrapados, viene el Estado y los salva. Es la conexión, si se quiere, entre el Estado y Wall Street. Es la conexión que hay que romper.

AMY GOODMAN: ¿Y cuál considera usted es el papel de los movimientos sociales?

DAVID HARVEY: Pienso que ahora mismo es un momento desesperado, en el sentido de que si vamos a salir de esta crisis de cualquier otra manera, va a ser gracias a la formación de movimientos sociales muy potentes que digan: ¡basta ya! Tenemos que cambiar el mundo de un modo muy, muy diferente.

Ahora, movimientos sociales de este tipo no se forman de un día para el otro. Necesitan un cierto tiempo, quiero decir, es interesante si se mira hacia atrás. En 1929, hay un derrumbe del mercado bursátil. Los movimientos sociales no comienzan realmente a moverse hasta 1932, 1933. Les tomó unos tres años. Ahora mismo, pienso que estamos en una crisis de legitimación. Están tratando de rescatar al sistema tal cual es. Y pienso que más y más gente comienza a decir que éste es un sistema ilegítimo, y por ello tenemos que pensar en hacer algo diferente.

De eso, es probable que salga todo tipo de diferentes movimientos sociales. Tenemos este movimiento, que es un movimiento relativamente nuevo, llamado el movimiento Derecho a la Ciudad. Aquí, en la Ciudad de Nueva York, y en varias otras ciudades en EE.UU. Hay una coalición nacional. Es pequeña ahora mismo, y se está organizando. Pero ese tipo de cosa puede crecer muy rápido. De modo que es probable que haya muchos movimientos de ese tipo.

En otros países, ya hay movimientos sociales bastante masivos. Este país está un poco atrasado en esa trayectoria.

AMY GOODMAN: ¿Y a cuáles identificaría como movimientos sociales masivos en otros sitios?

DAVID HARVEY: En Brasil, por ejemplo hay – existe un movimiento Derecho a la Ciudad en Brasil en relación con la provisión de viviendas y alojamientos, etc. Existe un movimiento de campesinos sin tierra en Brasil, que es muy, muy activo y muy exitoso en muchas de las cosas que hace. Así que, esos movimientos son verdaderamente muy fuertes. Existe un movimiento campesino en India, también, que en realidad es bastante fuerte.

Y así, pienso que actualmente existe una verdadera oportunidad, en la que también tenemos que pensar en que esas cosas se junten globalmente, lo que es, claro está, donde se originó el Foro Social Mundial. Y así, hay maneras como podemos comenzar a pensar en la coordinación entre diferentes partes del mundo.

AMY GOODMAN: Profesor Harvey, ¿dónde entra en juego la guerra en todo esto? EE.UU. sigue continuando su guerra en Iraq, aunque el presidente Obama dice que terminará por retirarse de ese país, pero está expandiendo ahora la guerra en Afganistán, no sólo 17.000 soldados más, luego otros 4.000 – eso asciende a 21.000 – ahora el Pentágono pide otros 10.000 soldados?

DAVID HARVEY: Correcto, correcto. Bueno, es interesante que esto tenga dos aspectos. Primero, desde 1945, lo que llaman el complejo militar-industrial, ha sido un vehículo terriblemente influyente en los acontecimientos estadounidenses. Ha sido el centro de lo que llamamos keynesianismo militar. Quiero decir, es el sector al que se permitió un amplio financiamiento deficitario, y es el sector que se expandió inmensamente bajo Reagan y que nunca ha dejado de presionar, a pesar del fin de la Guerra Fría. De modo que ha habido una función económica muy importante en lo que a los militares se refiere.

El segundo aspecto es que, como hemos visto durante el reciente par de años, los precios de las materias primas son muy inestables. Y el control sobre materias primas y recursos se hace absolutamente crucial. De modo que, a mi juicio, gran parte del intervencionismo en Oriente Próximo y otros sitios se ha desarrollado claramente alrededor del interés de EE.UU. por el control de los suministros de petróleo. Y no es sólo por eso, sino que está en gran medida conectado con eso, de modo que entonces se presentan argumentos que dicen que tenemos que librarnos de un dictador. Bueno, ha habido una plétora de dictadores en todo el mundo que a EE.UU. no le han importado para nada, porque no controlaban petróleo. Y así, el tipo de maquinaria bélica y las máquinas clandestinas comienzan a convertirse en muy importantes en términos de mantener el acceso corporativo a los recursos del mundo y, en un cierto momento, también a los recursos laborales del mundo, no sólo los recursos naturales.

AMY GOODMAN: ¿Cómo ve usted a EE.UU. en relación al resto del mundo, el equilibrio del poder? EE.UU. frente a Europa, EE.UU. y a China - ¿ve a China emergiendo como un importante poder económico dominante?

DAVID HARVEY: No, no veo que se convierta en un importante poder económico dominante. Creo que fue ese informe del Consejo Nacional de Inteligencia, que apareció el año pasado. En cierto modo decía, EE.UU. ya no va a ser el poder dominante en el mundo. Va a ser un protagonista muy importante en el mundo, pero tenemos que contar con un mundo multipolar, en el que Asia del Este y del Sudeste, por ejemplo, serán tan poderosas económicamente como EE.UU. La Unión Europea, si hace bien las cosas, probablemente será tan poderosa como EE.UU. De modo que EE.UU. tiene que contar con un mundo multipolar.

Es algo que en realidad es inestable y potencialmente más peligroso. Nos guste o no lo que EE.UU. ha hecho con su dominación, por lo menos se trataba sólo de EE.UU. contra el tipo de mundo de la Unión Soviética. Cuando uno comienza a considerar el mundo multipolar, comienza a recordar lo que pasó en los años treinta, cuando los grupos decidían que iban a hacer las cosas por su propia cuenta y se metían en conflictos los unos contra los otros. Y me preocupo por el futuro –

AMY GOODMAN: ¿Qué quiere decir con “los grupos”?

DAVID HARVEY: En esos días, la Esfera de Co-prosperidad japonesa; Alemania, con sus propios intereses; los británicos. Y cada cual iba por su propia cuenta. Y pienso que la amenaza del G20 es que vamos a ver una especie de ruptura de la economía global siguiendo esas líneas. Y lo que podría ser algo bueno, en el sentido de que si hay una ruptura y al mismo tiempo emergen coaliciones, es una cosa, pero si se convierte en una ruptura y luego en rivalidades entre los bloques de poder, pienso que se puede convertir en algo muy peligroso.

AMY GOODMAN: ¿Su evaluación del presidente Obama?

DAVID HARVEY: Pienso que necesita un movimiento social realmente fuerte y poderoso que lo respalde para que haga las cosas que realmente tiene que hacer. Ahora mismo, tiene que encarar al Congreso. Y hay un grupo en el Congreso que yo llamaría el partido de Wall Street, que está profundamente implantado en el Partido Demócrata, y profundamente implantado en el Partido Republicano. Y por ello, no puede enfrentar a Wall Street, en vista de la importancia del partido de Wall Street en el Congreso. Quiero decir, por ejemplo, nuestro senador por Nueva York, Charles Schumer, ha reunido cantidades inmensas de dinero de Wall Street, y es un gran amigo de Wall Street. Y por lo tanto, los demócratas no se van a oponer a Wall Street. Y de una u otra manera, los republicanos no se van a oponer a Wall Street. No sé exactamente dónde quiere llegar Obama, pero ciertamente no irá contra Wall Street, a menos que toda una fuerza popular lo obligue a hacerlo.

AMY GOODMAN: ¿Piensa que el neoliberalismo está muerto? ¿Y qué es lo que le causa más esperanzas?

DAVID HARVEY: No creo que el neoliberalismo esté muerto, si uno dice que el neoliberalismo tiene que ver con la consolidación del poder de clase, porque en realidad se ve una mayor consolidación de ese poder ahora mismo, en lugar de una disminución. Y es lo que yo – cuando hablo del rescate bancario, es lo que están haciendo. De modo que estoy bastante preocupado.

AMY GOODMAN: ¿Usted estaba contra los rescates bancarios?

DAVID HARVEY: Bueno, yo estaba a favor de la solución de la crisis de las ejecuciones hipotecarias. Usted verá, si se hubiera solucionado la crisis de la vivienda, los bancos no poseerían activos tóxicos. Si se hubiera ido y rescatado a toda la gente, no habría un problema en Wall Street. Y no estarían ahí con todos esos activos tóxicos. No hubiera habido embargos de viviendas. De modo que deberíamos haber intervenido en eso directamente al comienzo y haber controlado realmente la crisis de las ejecuciones hipotecarias.

AMY GOODMAN: ¿Y por qué no lo hicieron?

DAVID HARVEY: Porque eso hubiera significado el rescate de pobres afro-estadounidenses y gente de ese tipo, y no es lo que les preocupa. Están preocupados de la protección de los banqueros, no por la protección de la gente.

Por lo tanto eso me da esperanzas, porque ahora pienso que la gente podrá darse cuenta, de que es eso lo que en realidad ha estado ocurriendo durante los últimos treinta años y que ahora realmente es puesto de relieve – Quiero decir, ahora te salta a la cara directamente. Es lo que está sucediendo. Y tiene que pasar algo diferente. Tiene que aparecer algún tipo de movimiento y decir: “Mirad, ya basta. No vamos a continuar de esa manera.”

AMY GOODMAN: Profesor David Harvey, quiero agradecerle sinceramente por haber estado con nosotros.

DAVID HARVEY: Yo le doy las gracias.

AMY GOODMAN: David Harvey es un geógrafo marxista y distinguido profesor de antropología en el Centro de Posgrado de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. “The Limits to Capital,” uno de sus libros, “A Brief History of Neoliberalism.”

http://www.democracynow.org/2009/4/2/marxist_geographer_david_harvey_on_the
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