domingo, 4 de enero de 2009

Jeffrey Sachs: "No va a ser tan duro como la Gran Depresión"

CLAUDI PÉREZ (El País)

Prototipo del intelectual moderno, Jeffrey Sachs (Detroit, EE UU, 1954) es uno de los economistas más influyentes del mundo, aunque en los últimos tiempos ha dejado de lado la ortodoxia académica para centrarse en aspectos relacionados con la pobreza, el hambre, el cambio climático y, últimamente, también en España. Sachs viaja a menudo a Madrid como asesor de la Fundación Ideas y se reúne asiduamente con miembros del Gobierno. Sobre la economía mundial es pesimista: "Si se cometen más errores, la recesión puede derivar en una depresión". Sobre España, también: "A la economía española va a llevarle mucho tiempo salir de ésta". Aunque no todo son malas noticias. "España es claramente la nueva voz más importante en problemas globales como el hambre o la pobreza", apunta.

Pregunta. Hace medio año hablaba de riesgos de recesión en la economía internacional. ¿Ve ahora una depresión en el horizonte?

Respuesta. Han pasado un montón de cosas desde entonces. Era difícil ver cuántas trampas había en el camino y prever los serios errores que se han cometido. Ahora ya estamos metidos en una recesión mundial muy profunda. Si se cometen más errores, puede derivar en una depresión. Si el paro en EE UU sube hasta el 13% desde la tasa actual, lo que supondría poco más o menos duplicar el desempleo, podríamos entrar en territorio de depresión.

P. La economía española ya roza esos números y las previsiones son mucho más sombrías: se espera que la tasa de paro supere el 15% en 2009...

R. Pero los números no significan lo mismo. En EE UU, un 13% supondría superar con creces la tasa de paro normal, y eso sería ponerse en una situación insostenible. Lo de ahora es una brusca desaceleración. Pero si se cometen más errores, como dejar caer la industria automovilística de Detroit por la falta de apoyo público, puede llegar la depresión.

P. ¿Dónde hay que buscar a los responsables de la crisis?

R. En los bancos, sin duda. Pero no son los únicos. Yo diría que Alan Greenspan también tiene una responsabilidad capital: él era el banquero central de EE UU, y su política monetaria y la política económica durante su mandato han desempeñado un papel muy significativo en esta crisis. Incentivaron el sobreendeudamiento, el apetito desmesurado por el crédito en un periodo de exuberancia con montones de especulación y de fácil acceso al crédito, que han resultado muy perniciosos.

P. ¿Ve cerca el final, o es tan pesimista como otros economistas del estilo de Nouriel Roubini, que augura un cataclismo?

R. Bueno, Roubini es alumno mío. Pero ahora habrá que pensar en aprender de él.

P. ¿Tan mal lo ve?

R. Creo que esta recesión va a ser más seria que otras, pero no tan dura como la Gran Depresión. También creo que Asia debería ser capaz de mantener el crecimiento económico en niveles positivos; no veo un colapso global. Además, me siento mejor con el presidente Obama a punto de entrar en el despacho oval. No creo que eso vaya a provocar una recuperación milagrosa, pero puede asumir un tipo de liderazgo que ha brillado por su ausencia en Estados Unidos y puede mejorar la cooperación global, algo en lo que también ha fallado Bush. En suma, creo que podremos sentirnos mejor en poco tiempo, no lo suficiente como para detener la recesión, pero sí como para reducir el miedo que flota en el ambiente.

P. ¿Qué le parece el equipo económico de Obama?

R. Es un buen equipo, muy experimentado. Espero que preste atención a los aspectos internacionales de la crisis y no se centre demasiado en los problemas internos.

P. ¿Dónde queda el famoso cambio?

R. Es verdad que sus asesores económicos están muy relacionados con la Administración de Clinton. Tal vez no sea un cambio radical. Pero es el propio Obama quien introduce ese componente. Eso sí, con gente experimentada.

P. ¿Cómo evalúa el tándem George Bush-Henry Paulson?

R. Ha sido muy flojo, obviamente: un pobre trabajo, con pésimos resultados. Bush es el peor presidente de la historia en política exterior, en política interior, en política económica y social... Paulson no ha sido el peor, pero tampoco es que haya sido muy efectivo.

P. ¿Están funcionando los planes de rescate?

R. Probablemente hayan ayudado a prevenir un completo colapso. Pero no están funcionando en el sentido de restaurar la confianza y detener la espiral negativa en la que se han metido también las fuerzas de la economía real. Lo de dejar caer Lehman Brothers fue un error garrafal de política económica. El mundo cambió drásticamente ese día. Todo el esfuerzo público desde entonces se ha orientado a resguardar a los bancos del colapso. Eso se ha logrado en parte, pero los planes no han tenido éxito en solucionar la crisis de confianza, ni han impedido el aterrizaje forzoso de nuevos bancos, ni en el objetivo de fijar el fondo de esta recesión...

P. ¿Qué medidas echa de menos?

R. En Estados Unidos se pusieron sobre la mesa los 700.000 millones de dólares por la vía de la urgencia, sin ninguna planificación, dos días después de la quiebra de Lehman Brothers, en un movimiento desesperado por el pánico financiero. Paulson presentó en el Congreso un documento de apenas tres páginas, sin conceptos, sin dar una idea a los congresistas acerca de cómo iba a gastar ese dinero, cómo se iban a comprar los activos dañados de la banca. Pero la prueba de que no había ningún guión es que después el dinero se ha usado para recapitalizar los bancos, sin una estrategia clara. Es el plan de una Administración fallida. En Europa hay otros problemas: un montón de líderes, un montón de países buscando un consenso nada fácil. Europa tiene esa paradoja: un solo dinero para muchos presidentes, lo que genera fricciones. La ventaja es que el sector bancario no está tan afectado como el norteamericano, aunque haya entidades con serios problemas.

P. España sufre la crisis global, pero tiene sus propias dificultades. ¿Qué le augura a la economía española?

R. El final del ciclo inmobiliario ha sido abrupto, se trata de uno de los países que más han sufrido junto con Estados Unidos, el Reino Unido, Irlanda o Australia. Va a llevar tiempo salir de ésta. Porque además de los problemas financieros que se derivan del pinchazo inmobiliario, la economía real tiene que reorientarse desde el fuerte peso de la construcción hacia un modelo con nuevas exportaciones. Se abre un periodo de serias dificultades. A la vez, España es claramente la nueva voz más importante en problemas globales como el hambre o la pobreza. Está demostrando mucho interés por aprovechar las nuevas oportunidades que vendrán de África. Tengo algunas sugerencias para el Gobierno: podría ayudar a la recuperación aquí el desarrollo en África, en campos como las energías renovables o la construcción. Hay que encontrar la manera de financiar esas posibilidades.

Enlace a texto original en El País

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