martes, 25 de marzo de 2008

ERIC OLIN WRIGHT Y EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI

Entrevista realizada por José Miguel Ahumada, Egresado Ciencia Política UDP

Erik Olin Wright nos aclara su concepción del Socialismo y qué sentido tiene en el siglo XXI éste concepto. Además, habla sobre el rol del partido político en la transformación de la sociedad y aclara la relación entre socialdemocracia y socialismo. El Profesor de la Universidad de Wisconsin – Madison da cuenta de la estrategia que deben asumir los socialistas para la construcción del socialismo y hace una crítica al capitalismo desde el marxismo analítico.

¿Qué cree usted que significa “Socialismo” hoy?

La palabra “socialismo” nunca ha tenido un significado particular, por el contrario, siempre ha sido una etiqueta ideológica y política sujeta a debate tanto para sus adherentes como para sus oponentes. Por lo tanto, nunca ha sido posible dar al término una definición “autorizada”. Algunas veces el término adquiere un muy sólido y claro sentido relacionado a un contraste radical con el capitalismo: socialismo sería la negación del capitalismo. Capitalismo se entendería como un sistema económico basado en la propiedad privada y un mercado libre descentralizado; socialismo sería un sistema económico en el control público de la producción y una completa planificación central. Otras veces el término es usado en una forma muy superficial para designar un vago sentido de preocupación política en lo relacionado a la igualdad y la justicia social: en el socialismo, el sistema económico es orientado para servir a los intereses y aumentar el bienestar de la gente común. Un “gobierno socialista” sería por lo tanto, uno que trabaje para servir a los intereses de la gente común y corriente con ningún constreñimiento particular para realizar determinadas políticas públicas o diseños institucionales para cumplir con tales proyectos.

¿Quién es Eric O. Wright?

Erik Olin Wright es profesor del Departamento de Sociología de la Universidad Norteamericana Wisconsin – Madison, es uno de los intelectuales marxistas más importantes de la década. Sus libros se han concentrado en el análisis de la sociedad contemporánea desde la óptica de las clases sociales y sus conflictos. Erik Wright ha escrito “Classes”(Verso, 1985), “Class Counts” (Cambridge, 1997) y “Classes, the State and the Crisis” (Verso, 1978), entre otros, que tienen como centro de análisis, el estudio empírico de las clases, sus evoluciones y conflictos en las sociedad contemporáneas. Pertenece a una corriente dentro del marxismo llamada “marxismo analítico”, donde se incluyen intelectuales como Gerald Cohen, Adam Przeworski, Philippe Van Parijs y que se orientan desde una visión analítica (influenciada por las teorías del individualismo metodológico) y empírica para analizar el marxismo.

Personalmente encuentro que ninguna de estas definiciones de socialismo es particularmente útil para el mundo contemporáneo. La primera es muy restrictiva al identificar “socialismo” con una muy específica estructura institucional; la segunda es muy vaga al identificar el socialismo con un ideal demasiado amplio. Aquí es lo que entiendo por “socialismo”. Yo uso el término tanto para describir un conjunto de valores sociales relacionados con la idea de una sociedad justa y para describir uno conjunto de principios fundacionales para creación de instituciones que puedan permitir realizar tales valores.

Los valores planteados anteriormente pueden ser descritos como igualitarismo democrático radical. Permítame explicar las bases de esta idea. Yo usualmente divido esto en dos principios.

1. El principio igualitario de la sociedad justa: En una sociedad justa, todas las personas deberían tener un igual acceso a los medios materiales y sociales necesarios para vivir vidas de “autoflorecimiento” o “autorrealización”. Esta es una idea muy exigente de igualdad, ya que insiste en que deberíamos no sólo proveer a la gente con “igualdad de oportunidades” para, digamos, la educación o trabajo, sino que con igual accedo a los medios para desarrollar sus potencialidades humanos y vivir una vida completa.

2. El principio democrático de una sociedad justa: En una sociedad donde reine la justicia política, todas las personas tendrían un igual acceso a los medios políticos necesarios para controlar colectivamente las decisiones que les afecte su destino común. Esta es también un principio muy exigente, ya que requiere que el estatus social, de ingreso y material no tenga impacto en las decisiones colectivas democráticas, y que el ámbito de las decisiones democráticas abarque el rango total de los problemas que afectan a los intereses colectivos.

Si son tomadas seriamente, estos principios son bastante radicales por lo que requerirían una gran o fundamental transformación de las estructuras sociales, instituciones y relaciones de poder existentes en las sociedades para que sean realizadas.

El problema del diseño de instituciones está cargado de complejidades y controversias. Hubo un tiempo cuando, por lo menos algunas personas que se identificaban con fuertes ideas igualitaristas, creían que esos valores podrían realizarse con un alto control centralizado del Estado de los medios de producción y sobre las actividades económicas generales. El término “socialismo” era usado por muchas personas para describir tal diseño. En mi juicio, este tipo de diseño institucional fue en gran medida un fracaso para realizar aquellos ideales de democracia igualitarista. En vez de ese diseño altamente estatista, lo que yo creo que necesitamos es un diseño de “socialismo” que tome seriamente el prefijo “social”. Lo que quiero decir con esto es que debemos trabajar para desarrollar estructuras institucionales que efectivamente empoderen a la gente común para controlar las condiciones de sus propias vidas. Entiendo lo anterior como “socialismo como un empoderamiento social”. Es un tanto complicado explicar lo que esto realmente significa, pero la idea central es democratizar profundamente tanto el Estado como la economía, haciendo tanto el poder político como el poder económico completamente sujeto a la activa participación democrática de la gente común. Mientras esto ciertamente conlleva un rol mucho más fuerte del Estado en la organización de la vida económica que la que caracteriza al capitalismo, esto no es equivalente al control del Estado de los medios de producción y la completa planificación de la economía.

¿Cuál es su visión del actual gobierno de Michelle Bachelet?¿podemos hablar de un gobierno socialista o que, por lo menos, intente caminar hacia el socialismo?

Realmente no manejo la suficiente información sobre Bachelet o las políticas del actual Gobierno de Chile para hacer un juicio lo suficientemente coherente. Es, en cualquier caso, difícil analizar lo que un particular gobierno está “intentando” hacer, ya que esos intentos están fuertemente configurados o atravesados por constreñimientos, presiones y dilemas que deben hacer frente. Dado los constreñimientos del capitalismo global por ejemplo, cualquier gobierno debe preocuparse por un mercado estable, por la inflación o el “clima de inversiones”, etc. Esto significa que aunque un gobierno esté seriamente realizando procesos de control democrático profundos tanto del Estado como de la economía-lo que significa, moviéndose hacia una dirección hacia el socialismo del que te comenté-, mientras continúe existiendo dentro del capitalismo deberá intentar actuar en una forma que responda a estos constreñimientos, y esto puede encerrar un rango de políticas que en cierta forma pueden ser vistas como “pro-capitalista”. Esto no quiere decir, sin embargo, que un gobierno socialista en una sociedad capitalista está forzada a simplemente tomar tales constreñimientos como dados y conformar sus políticas a los deseos del capital o a la comunidad empresarial.

Los constreñimientos pueden ser confrontados; los límites de posibilidades pueden ser ampliados. Esto significa que cualquier gobierno seriamente socialista –cualquier gobierno que esté comprometido con moverse en la dirección de una sociedad socialmente empoderada- tendrá conflictos con la clase capitalista y otras elites. Un gobierno socialista sin conflictos dentro del capitalismo es poco probable que esté “intentando” moverse hacia el socialismo. Pero igualmente –y esto es importante- un gobierno socialista que pretenda que los constreñimientos no existan o se niegue a acomodarse a ellos –que rechace cualquier compromiso con el capital debido a sus principios- es también poco probable que sea efectivo y por lo tanto, poco probable que logre moverse a la dirección socialista por un tiempo importante.

¿Cuál es la diferencia entre un gobierno socialdemócrata y un proyecto socialista?

En mi marco de análisis del capitalismo y del socialismo, existen cinco caminos a través de los cuales el empoderamiento social puede realizarse. Los defino como:

1. Socialismo estatista

2. regulación económica socialdemócrata

3. democracia asociativa

4. capitalismo social

5. economía social

Estos constituyen cinco procesos o caminos diferentes a través de los cuales el poder social –poder arraigado en la organización colectiva de la gente común- pueden ejercer un control sobre la economía. En el capitalismo todos estos caminos son débiles. Mientras el empoderamiento social aumente su poder en cualquiera de estos caminos, el capitalismo se transformará en lo que llamaría una “forma híbrida” en la cual elementos capitalistas y socialistas están combinados: capitalismo, en un sentido, devienen en un capitalismo menor puro en la medida en que se profundiza el empoderamiento social.

En estos términos, la distinción entre la “socialdemocracia” y lo que es convencionalmente llamado “socialismo” es una distinción que existe dentro de estos cinco caminos empoderamiento social: la socialdemocracia correspondería a la segunda y tercera de los caminos para proyecto socialista; el socialismo estaría arraigado en la primera de las alternativas dentro de los caminos nombrados. Las dos, por lo tanto, pueden ser vistas como componentes del “proyecto socialista” en un sentido amplio.

¿Cuál es el rol del Partido Político en la creación del socialismo?

La transformación del capitalismo hacia el socialismo necesariamente envuelve al Estado y su transformación. Tres de los caminos hacia el empoderamiento social envuelven directamente el ejercicio del poder estatal ( el socialismo estatista, la regulación económica de la socialdemocracia y la democracia asociativa) y las otras dos son afectadas significativamente por las formas en que el Estado crea las “reglas del juego” dentro del cual los movimientos sociales, los sindicatos, y otras formas de organización colectiva actúan para aumentar los otros dos caminos (capitalismo social y economía social). Los Partidos Políticos son las formas de organización colectiva a través de los cuales el Estado es transformado y el poder estatal es dirigido hacia específicos fines sociales, y por lo tanto, es difícil imaginar un movimiento fuerte que camine hacia el socialismo en los cuales los Partidos Políticos no sean importantes.

El problema, obviamente, es que los Partidos Políticos son en sí mismas instituciones con jerarquías internas y estructuras de poder. Algunas personas que actúan dentro de los partidos construyen sus vidas alrededor de su trabajo dentro del partido y llegan a tener intereses vinculados al partido como una Organización, no viendo al partido como un simple vehículo de la expresión de la voluntad popular. Políticos desean salir electos no sólo para avanzar en las causas del Partido, pero para avanzar en sus propias carreras políticas. Y estas fuerzas internas, como los sociólogos han argumentado a lo largo del siglo pasado, han creado tensiones inevitables entre los fines ideológicos del partido, sus bases sociales y las dinámicas organizacionales internas.

No existe una perfecta solución a esta tensión, no existe un simple camino para impedir esto. Lo mejor que podemos hacer, creo, es insistir en una cultura y práctica democrática robusta dentro de los partidos, donde la participación y deliberación popular son centrales y el liderazgo está en directa relación con las bases militantes. La organización democrática interna no es una panacea, y trae consigo sus propios problemas, pero considero que es una condición necesaria para un partido socialista que se mantenga anclado en el tema del empoderamiento social.

¿Qué estrategias debería un Partido Socialista tomar para avanzar en la creación del socialismo?

Si los socialistas entienden que el movimiento hacia el socialismo implica los cinco caminos para el empoderamiento social, entonces el problema estratégico se transforma en un problema relacionado con el pensar sobre retos estratégicos de cada uno de estos caminos. Esto nos abre a una arena más amplia para la acción estratégica y para el trabajo práctico en los múltiples espacios en los cuales el poder social, el poder estatal, y el poder económico interactúan.

En mi trabajo sobre estos temas, yo he distinguido tres diferentes “lógicas de transformación” arraigadas en las estrategias de empoderamiento social: la “ruptural”, la “intersticial” y el “simbiótico”. La primera corresponde a la idea de que las transformaciones envuelven quiebres y discontinuidades en las instituciones y estructuras sociales. La segunda, la transformación intersticial, corresponde a la idea de que nosotros podemos construir instituciones alternativas que encierren los principios de empoderamiento social dentro de la sociedad existente, en los espacios y grietas del sistema existente, y que esto puede eventualmente convertirse en corrosivo de las relaciones capitalistas de poder y desigualdad. Y la tercera lógica, simbiótica, se refiere a la estrategia de usar las instituciones existentes en formas que, simultáneamente, resuelvan problemas prácticos relacionados a esa institución y a la vez, expandan el ámbito del poder social.

Todas estas lógicas de transformación son importantes para, a largo plazo, crear el socialismo, pero éstas lógicas pueden ser más o menos centrales dependiendo del contexto histórico y las condiciones políticas. Mi sentimiento general en este punto es que, en las condiciones históricas actuales, las lógicas intersticiales y simbióticas son particularmente importantes. Las estrategias intersticiales centradas en expandir la economía social, por ejemplo, han desarrollado avances en muchos lugares, algunas veces sustentadas por innovadoras formas de políticas públicas como en la Provincia de Québec en Canadá.

Las estrategias intersticiales han sido también importantes en el avance de nuevas formas de capitalismo social, como en el movimiento de comercio justo y en varios esfuerzos de los movimientos sociales para imponer regulaciones en torno al trabajo y al medio ambiente a las corporaciones multinacionales. Las estrategias simbióticas de aumentar nuevas formas de participación popular en problemas colectivos –como el Presupuesto Participativo en Porto Alegre- como también bastante importantes.

Es imposible proveer una receta abstracta sobre “qué hacer”. Los partidos socialistas en cualquier arena histórica deberían observar las posibilidades de acción y progreso sobre cada uno de los cinco caminos y pensar sobre la apropiada estrategia ruptural, intersticial y simbiótica que permitan facilitar el movimiento dentro de esos cinco caminos.

¿Es el capitalismo inherentemente negativo? ¿por qué?

Esta es la pregunta más fácil. La respuesta es Sí. Es más fácil especificar la acusación al capitalismo que elaborar una estrategia para su transformación. Creo que el capitalismo es inherentemente negativo, lo que implica, según mi visión, que las estructuras esenciales que hace del sistema social un sistema “capitalista” generan una variedad de severos males en la vida de la gente y que esos males pueden ser superados sólo contraatacando este proceso capitalista.

Si bien el capitalismo es inherentemente negativo, hay dos cosas por las cuales yo no entiendo lo de “inherentemente negativo”. Primero, no considero que el capitalismo sea enteramente negativo, o sea, que no posea atributos positivos, y por sobre todo, que históricamente no haya sido positivo en relación a otras alternativas. El Capitalismo es un poderoso motor de cambio tecnológico y crecimiento económico y esto ha, ciertamente, contribuido para expandir las potencialidades humanas en muchas formas. Por lo tanto, el reclamar que el capitalismo es inherentemente negativo significa que, en balance, por lo menos en esta etapa del desarrollo capitalista, los efectos negativos del capitalismo superan sus efectos positivos. Segundo, el reclamo que el capitalismo es inherentemente negativo no significa que el único camino para contrarrestar estos males sea la destrucción del capitalismo. Diabetes es una enfermedad que es “inherentemente negativa” porque sus mecanismos específicos generan males en la vida de las personas con esa enfermedad, pero estos males pueden ser muy neutralizados contrarrestando la diabetes con insulina. Moverse en la dirección del socialismo es la terapia más importante para el capitalismo, y moviéndose hacia el socialismo, el capitalismo deviene progresivamente en menos capitalismo (la forma híbrida se ve progresivamente permeado por el empoderamiento social). Signifique o no lo último una transición a una sociedad dentro del cual el capitalismo está completamente subordinado y opera sólo dentro de los espacios determinados por el socialismo dominante es una pregunta abierta.

¿Por qué creo que el capitalismo es inherentemente negativo? Mi crítica al capitalismo puede ser descrita en diez proposiciones. Me extendería mucho si elaboro y defiendo cada una de estas proposiciones acá, pero las nombraré aquí (en mi segundo capítulo de mi libro Envisioning Real Utopias, disponible como borrador en mi página web www.ssc.wisc.edu/~wright, desarrollo estas diez proposiciones en detalle):

1. Las relaciones de clase capitalista perpetúan formas innecesarias de sufrimiento humano. La idea básica aquí es que la “pobreza en medio de la abundancia” es una característica inherente del capitalismo y está asociado a las desigualdades propias de las dinámicas del mercado.

2. El capitalismo bloquea la universalización del florecimiento humano. El Capitalismo no simplemente perpetúa formas de sufrimiento humano que podrían ser eliminadas dado el nivel de desarrollo económico, si no que también bloquea el acceso a las condiciones de florecimiento humano a la gran mayoría de las personas. Esto es por la ausencia de sentido que el capitalismo le asigna a la gran mayoría de los trabajadores, las impresionantes desigualdades de oportunidades en la distribución de bienes e ingresos, y la hiper competitividad de las relaciones capitalistas.

3. El capitalismo perpetúa déficit de libertad y autonomía individual que son eliminables. El capitalismo es generalmente pensado como si resguardara por excelencia la libertad individual, pero las grandes desigualdades de bienes dentro del capitalismo implican que la mayoría de la gente es forzada a trabajar para otros, y dentro de su trabajo, de someterse a la dominación de sus jefes.

4. El capitalismo viola los principios liberales igualitarios de justicia social. Los liberales igualitarios ponen la igualdad de oportunidades en el centro de su idea de la sociedad justa, pero el capitalismo inherentemente brinda a algunos injustas ventajas sobre el resto a través de los bienes heredados y las desigualdades de ingreso que permiten que los padres compren privilegios a sus hijos.

5. El capitalismo es ineficiente en ciertos aspectos cruciales. Existen cuatro formas particulares sobresalientes de fuentes de ineficiencia en el capitalismo: la subproducción de bienes públicos (o sea, de bienes que benefician a todos pero que no pueden generar ganancias para el mercado), externalidades negativas (como no tomar en consideración los efectos negativos sobre otros de las elecciones económicas de uno, como la tendencia de las firmas capitalistas a la polución) y el monitoreo y fortalecimiento de los contratos de mercado.

6. El capitalismo tiene una sistemática predisposición al consumismo. Cuando la productividad aumenta existen siempre dos posibilidades como resultado: puedes producir la misma cantidad de stuff con menos input o puedes o puedes producir más stuff con el mismo input. Debido al carácter competitivo del mercado en la economía capitalista y la lógica de maximización de ganancias, existe una tendencia sistemática en el capitalismo hacia el segundo de estas opciones. El resultado es el “consumismo” –una economía cuyas dinámicas están predispuestas en favor del consumo sobre la posibilidad de aumentar el tiempo libre.

7. El capitalismo es ambientalmente destructivo. Tanto debido a la predisposición al consumismo por parte del capitalismo como por las ventajas en términos de ganancia al ignorar los costos ambientales, el capitalismo intensifica la destrucción del medio ambiente.

8. La penetración del mercado en cada una de las esferas de la vida amenaza a valores fundamentales. El mercado puede ser una forma económicamente eficiente de organizar la producción y distribución de muchos bienes, pero a pesar de eso, mucha gente siente que existen aspectos de la actividad humana que no debieran ser organizados por el mercado, a pesar de que sean “eficientes” en el sentido técnico económico del término. Algunas actividades no deberían estar sujetas a la “maximización de las ganancias”. Ejemplos claros de esto incluye la venta de partes del cuerpo o la compra de bebés para la adopción. Existen leyes que restringen al capitalismo de crear estos mercados. Pero en otras áreas donde el capitalismo ha penetrado también amenaza a importantes valores humanos: el cuidado de niños y ancianos, la salud, las prisiones, servicio militar, religión y el arte serían ejemplos. Los valores asociados con tales actividades tienden a degradarse cuando son organizadas en formas que maximizan el retorno de las inversiones capitalistas.

9. El capitalismo corroe la comunidad. La competencia intensiva como característica del mercado capitalista y las formas sociales de clivajes y desigualdades que generan minan las solidaridades colectivas y el sentido de “estamos todos en el mismo barco”.

10. El capitalismo mina la democracia. El capitalismo constriñe la democracia a través de tres mecanismos: primero, saca del debate público un rango de decisiones cruciales que tiene importantes consecuencias colectivas sobre la vida de las personas, particularmente las decisiones sobre asignación de las inversiones; segundo, porque los ingresos vía impuestos dependen en forma significativa de las inversiones empresariales, la habilidad de una colectividad democrática para generar un profundo rango de bienes públicos y servicios sociales es constreñido por las preferencias de los poseedores del capital; y tercero, la concentración de bienes e ingresos en el capitalismo crean desigualdades considerables en el poder político mientras que los recursos económicos puedan ser usados para fines políticos.

Ninguna de estas proposiciones son simples y sencillas, y ciertamente ninguna de ellas es incontroversial. Todas envuelven un diagnóstico de ciertos tipos de consecuencias negativas que son –hipotéticamente- generados por la estructura básica del capitalismo como un sistema de producción con unas relaciones de clases definidas por el control privado de los medios de producción, y la coordinación económica organizada a través de los intercambios descentralizados del mercado. Las proposiciones en sí misma no indican el grado a través de los cuales los efectos pueden ser neutralizados creando instituciones contra capitalistas dentro de la sociedad capitalista. El diagnóstico de que estos son males generados por el capitalismo puede ser correcto y puede ser también cierto que estos males pueden ser significativamente aminorados a través de varios tipos de cambios institucionales que no necesariamente reemplazan completamente al capitalismo.

Las diez proposiciones definen lo que es negativo del capitalismo desde una perspectiva normativa del igualitarismo democrático radical. Si se demuestra que estas proposiciones son falsas, en el sentido de que el capitalismo, dejado a su propia lógica, supere todos estos males, entonces el impulso para articular parámetros de una alternativa emancipadora no tendría sentido. Pero dado el actual estado de conocimiento sobre las propiedades y dinámicas del capitalismo, parece muy poco plausible que pueda superar tales males. Si lo anterior es correcto, entonces cualquier esfuerzo para aminorar estos males debe, en última instancia, confrontar al capitalismo mismo. Ese es el corazón del proyecto socialista.

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