Sin Permiso
Carlos Abel Suárez entrevistó a Antoni Domènech en el programa La memoria del puente de Radio Reporter de Buenos Aires con motivo del 125 aniversario de la muerte de Karl Marx.
Hoy, 14 de marzo de 2008 se cumplen 125 años de la muerte de Marx. Y tenemos la fortuna de contar en este programa con el profesor Antoni Domènech, catedrático de Filosofía de las Ciencias Morales y Sociales de
Hace sólo 10 años, muchos daban a Marx por perro definitivamente muerto: por la caída del muro y de un "socialismo real" acaso injustamente asociado a su nombre, por lo que parecía un triunfo definitivo de la cultura material y espiritual de un capitalismo remundializado más eufórico que nunca –el llamado "fin de la historia"—, por el giro a la derecha del mundo académico y el transformismo de muchos intelectuales, mediáticos o no; en fin, por tantas cosas... Sin embargo, ahora parece evidente un regreso de Marx. Semanarios importantes como el Spiegel alemán le dedican portadas. Una encuesta de opinión de la revista Times, repetida luego con idéntico resultado por
Aunque sólo sea para que nuestros oyentes se ubiquen un poco, Carlos, déjame empezar diciendo que, si yo hubiera sido uno de los encuestados de
¿Qué factores crees tú que pesan más en este progresivo regreso de Marx?
Uno muy importante, presente en casi todos los autores que has mencionado, es la enorme vitalidad que a largo plazo han mostrado los diagnósticos de Marx, vitalidad verosímilmente derivada de una comprensión muy profunda de la dinámica económica e institucional del capitalismo como complejo fenómeno histórico. El desarrollo de la teoría económica académica del siglo XX ha superado ampliamente a Marx, si así quiere decirse, en lo que hace al análisis reductivo, estático y estático-comparativo, de la vida económica; pero nadie, ni siquiera Schumpeter –el conservador que tan hondamente admiró y entendió al Marx economista—, ha conseguido igualar su penetración analítica y su imponente amplitud de miras científicas en el estudio de las fuerzas dinámicas del capitalismo.
Ello es que el capitalismo contrarreformado y remundializado de nuestro tiempo se parece bastante al capitalismo prerreformado y mundializado de la belle époque del último tercio del siglo XIX, tan bien estudiado por Marx (y Engels) en su dinámica innovadora y, a la vez, depredadora, expropiadora, colonizadora y belicista. Vistas las cosas desde ahora, las tres o cuatro décadas de capitalismo socialmente reformado y conscientemente desmundializado que siguieron a la derrota militar y política del fascismo en
Luego está, claro, otro factor, que tiene que ver más con el lado de profeta moral de Marx que con su faceta analítica y de estudioso. Su veta de crítico moral de la cultura material e intelectual capitalista, su vigorosa crítica política de lo existente, sus recomendaciones de cambio social radical. Es el lado de Marx que más directamente interesará hoy a los oprimidos y explotados del mundo, a los rebeldes, a los inconformistas, a los hastiados de pensamiento único. Y es el lado, claro, que más preocupa a Ratzinger, que no está para contemplaciones en la denuncia de los "errores morales" de quien, por otro lado, no duda en considerar un genio analítico sin par.
Se dice a veces que ahora podemos comprender a Marx mejor que hace unas décadas. ¿Fue mal comprendido Marx, lo sigue siendo, en tu opinión?
Yo creo que sí. Por varios motivos. El más evidente, el que está en la cabeza de todo el mundo, el primero, es su falsificación e instrumentalización con fines políticos espurios, que nada tenían que ver con su ideario. Hay que recordar que una de las más aberrantes tiranías del siglo XX –el estalinismo— se construyó pretendidamente en nombre de Marx. Marx, que era un filósofo de la libertad, se debió de retorcer en su tumba. Pues bien; ahora que, si no llevo mal la cuenta, se van a cumplir 55 años de la muerte de un Stalin que, salvo unos pequeños grupúsculos totalmente irrelevantes, se ha quedado sin defensores ni justificadores, se puede decir que Marx ha sobrevivido incluso a eso, que ya es sobrevivir.
¿Fue sólo el estalinismo?
No. Ese es el aspecto más evidente, más superficial (intelectualmente hablando), sobre todo ahora, porque a estas alturas parece muy elemental, piénsese lo que se quiera de él, que Marx fue groseramente falsificado. Como se podría decir, acaso, que el Sermón de
¿Por ejemplo?
Te voy a dar dos ejemplos de palabras fundamentales en su ideario político-programático: "democracia" y "dictadura". "Democracia" significó aproximadamente lo mismo desde los tiempos de Pericles y Aristóteles hasta 1848 en Europa (y hasta 1915 en EEUU), a saber: gobierno o dominio de los pobres libres. Por eso la "democracia" les resultaba monstruosa a los "padres fundadores" de
¿Y en cuanto al término "dictadura"?
Cuando hoy hablamos de "dictaduras", nos referimos normalmente a dictaduras soberanas estereotípicamente representadas por algunas de las más monstruosas tiranías del siglo XX: las de Mussolini, Hitler, Stalin, Franco... Pero antes del siglo XX el término "dictadura" respondía todavía al concepto romano republicano de dictadura comisaria: la dictadura era una institución republicana por la cual el "pueblo romano" –es decir, el Senado—, en calidad de fideicomitente, y en condiciones extremas de guerra civil, encargaba a un dictator, en calidad de fideicomisario, el gobierno en solitario de
Con eso no hemos tocado, claro, sino aspectos, aun si importantes, muy periféricos de las dificultades que pueda encontrar hoy quien quiera entender el pensamiento político de Marx y Engels. Los he traído a colación, más que por su importancia, porque no resultan obvios: de lo último que nos percatamos es del cambio de significado de los conceptos, el cual abre siempre un campo potencial inmenso a la manipulación de las ideas. No digamos en un autor tan político y tan controvertido como Marx, que se ha prestado a las más groseras instrumentalizaciones y a las más bellacas difamaciones, con o sin "desplazamientos semánticos" de por medio...
Otro día tenemos que hablar, Toni, de esa instrumentalización en la que colaboraron intensamente tantos sedicentes marxistas del siglo XX, una instrumentalización de la que, como tú has observado alguna vez, llegó a percatarse ya el viejo Marx, hasta el punto de verse forzado a declarar alguna vez que "si esto es 'marxismo', yo no soy marxista". Desgraciadamente se nos está acabando el tiempo, aunque quedas emplazado a seguir hablando de Marx en otro programa. Pero yo no quisiera acabar el de hoy sin preguntarte por la influencia del pensamiento de Marx en la vida académica. ¿Hay también en las universidades un regreso de Marx?
Depende de los sitios. En América latina, es evidente que sí. Es mucho menos evidente en Europa o en EEUU. Lo que yo he podido observar en Europa son algunos resultados del reencuentro de los estudiantes de hoy no con el habitual Marx premasticado de manual, sino con algunos de sus textos importantes, sobre todo si las lecturas están bien dirigidas. Y lo que te puedo asegurar es que despiertan, si más no, gran curiosidad: no se esperaban eso; digámoslo así.
Las facultades de ciencias sociales, como las de filosofía, están en Europa y en EEUU sometidas a una especie de alianza impía tácita entre la verborrea relativista postmoderna y postestructuralista, anticientífica y antirracionalista, y una retórica autocomplaciente, pretendidamente muy "científica", dominada, sobre todo en las facultades de ciencias políticas, por la teoría de la elección racional: mientras los postmodernos huyen de la realidad social y política con delirantes imposturas ("todo es texto" y majaderías parecidas), los otros, los sedicentemente "científicos", huyen de la realidad social y política construyendo triviales pseudomodelitos diz-que-matemáticos que no son a menudo sino grotescas parodias de la teoría microeconómica neoclásica neciamente aplicadas con calzador a procesos políticos o sociales, y a todo eso, encima, no sólo horros de cualquier escrutinio empírico mínimamente serio, sino carentes de la menor autoconsciencia respecto de los hondos problemas filosóficos (y aun propiamente matemáticos) que entraña cualquier teoría de la acción intencional humana, y en particular, la teoría de la racionalidad.
En las facultades de filosofía, los relativistas postmodernos contrastan a veces con algunos pretendidos "analíticos" o (en filosofía política) con "teóricos ideales de la justicia", cuyos bizantinos distingos y disputas recuerdan a veces más a las cuestiones quodlibetales de la peor escolástica tardomedieval que a cualquier texto de Frege, de Neurath, de Wittgenstein, de Anscombe, de Gilbert Ryle o del mejor Rawls. Creo que los estudiantes de ahora, al menos los más inteligentes y sensibles, están hartos de eso. Yo detecto cierta avidez de conocimiento entre ellos –o esa ilusión me hago—; cierto hastío con las poses anticientíficas de una izquierda académica postmoderna cocida en el jugo de su propio narcisismo, y cierto desprecio, en el otro extremo, hacia los que se llenan la boca con la palabra "ciencia" (o con la palabra "análisis") sin pretender aparentemente otra cosa que una rápida promoción académica a cuenta de estériles piruetas con conceptos y esquemas analíticos, cuyo significado profundo ni siquiera tienen cabalmente entendido. En ese páramo cognitivamente hostil a la realidad que son muchas facultades de filosofía y de ciencias sociales hoy, la vuelta a Marx como científico social total –historiador, economista, politólogo, sociólogo, jurista, filósofo moral y amante de las ciencias naturales, todo de consuno— creo yo que a algunos les viene como agua de mayo.
Antoni Domènech es el Editor de SINPERMISO. Carlos Abel Suárez es miembro del Consejo de Redacción de SINPERMISO.
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