viernes, 31 de octubre de 2008

¿A dónde va a parar el dinero perdido con la crisis financiera?

Durante la crisis de los mercados financieros, el dinero no se evapora. Sólo pasa de unas manos a otras mediante un mecanismo de oferta y demanda (manejado por los súper grupos controladores del mercado) que primero desvaloriza el precio de las acciones para comprarlas y luego las revaloriza para venderlas.

Informe especial
Manuel Freytas (*)
manuefreytas@iarnoticias.com


En cuatro semanas continuadas de "crisis bursátil", de Wall Street hasta Tokio pasando por Londres, Frankfurt y París, los principales mercados de acciones internacionales muestran caídas vertiginosas, entre el 30% y el 50% en relación a su nivel un año atrás, señalan medios especializados.

Solamente en el curso de una semana, Wall Street llegó a perder USA 2.5 billones en valores de cotización en el mercado. No hay cifras precisas sobre las pérdidas que sufrieron las bolsas mundiales desde el agravamiento de la crisis financiera, pero hay quienes sostienen que los números superarían los US$ 20 billones, que se "perdieron" en valores accionarios (más adelante veremos que no es literalmente así).

Dinero "potencial"

Cuando se refieren a la baja de acciones bursátiles los analistas del sistema hablan de "pérdidas", dejando la sensación de una "evaporación del dinero" que en la realidad no existe.

Las acciones son "dinero de papel" (acciones de empresas o bancos) que adquieren su valor de mercado en la dinámica del sube y baja de las bolsas. De manera tal, que en las bolsas no se pierde dinero en forma directa, sino que se pierde valor de mercado de las acciones empresariales.

El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, considera que "muchos miles de millones de dólares o de euros eran artificiales antes de la corrección" bursátil, los economistas relativizan las cantidades que se manejan y dicen que el dinero está aún ahí.

"Cuando decimos que miles de miles de millones se perdieron, se trata de un abuso de lenguaje. Lo que deberíamos decir es que el valor en el mercado accionario bajó varios miles de miles de millones de dólares, lo que es totalmente diferente", dijo el británico John Sloman, de la Universidad de Bristol citado por AFP.

Para los economistas los mercados bursátiles no tienen una valorización absoluta. "El valor de un activo depende siempre de la relación entre la oferta y la demanda. Es el precio que usted obtiene tal día, si usted decide vender, y sólo concierne las acciones negociadas, no las que siguen en cartera", subrayó John Sloman.

El norteamericano Robert Shiller, de la Universidad de Yale, hace el mismo análisis. "Imagínese que un día usted le pide a una agencia que le calcule el valor de su casa si quiere venderla. Al día siguiente va a otra agencia y ésta le da un valor inferior en 10 por ciento. ¿Perdió usted dinero? Pues no, usted tiene todavía los billetes en el bolsillo o en su cuenta de banco", explicó a la agencia Associated Press.

"Los Estados contabilizan el dinero disponible sumando billetes y piezas en circulación, así como los depósitos que la gente tiene en el banco. Esta medida no refleja para nada las fluctuaciones cotidianas de los mercados bursátiles", argumentó Robert Shiller, quien reconoce que es "difícil y controvertido" distinguir riqueza y valor del mercado.

Es parecido con las bolsas. Nadie pierde dinero en el sentido estricto del término. No hay misterio, el dinero está ahí todavía. Es el mercado el que pierde valor", agregó.

Robert Shiller lo resume así: la noción de que uno pierde un montón de dinero siempre que baja la bolsa es una "falacia". Aclara que el precio de una acción nunca ha sido lo mismo que el dinero. Es simplemente "la mejor presunción" de lo que vale la acción.

El problema empieza cuando piensa que ese dinero potencial es lo mismo que el dinero en su cartera o en su cuenta corriente. "Eso es un gran error", dijo el profesor de economía de la Universidad de Harvard Dale Jorgenson.

Esto da la razón al ex magnate norteamericano Robert Sarnoff, muerto en 1997, para quien las finanzas son sólo "el arte de pasar el dinero de mano en mano, hasta hacerlo desaparecer".

Nada se pierde, solo se recicla

En resumen, en las jornadas "negras" que vienen experimentando los mercados del dinero, billones de dólares no se evaporaron sino que solamente se pasaron de unas manos a otras (y siempre según el valor que determina el mercado, y no en forma directa) mediante el mecanismo de compra y venta de acciones.

El dinero (durante las "crisis" o las "burbujas" capitalistas) no desaparece, solo pasa de un bolsillo a otro, y se concentra cada vez más porque cada vez son menos los grupos ganadores que controlan todo el capital circulante.

¿Que quiere decir esto, extrapolado a la crisis financiera?

Que cuando las acciones de empresas o bancos se desvalorizan sus activos y carteras de clientes no desaparecen, solo pierde valor de cotización en el mercado por su desvalorización bursátil. Una vez que las compran a precio de remate, los súper grupos "recompran" sus acciones y le restituyen su valor perdido de mercado. De esta manera, en el sistema capitalista nada se pierde: Solo se recicla y cambia de dueño.

Es como si una vivienda cotizase sus acciones en bolsa: Su precio se desvaloriza o sube, pero la vivienda sigue estando. Lo que cambia y fluctúa es su valor de mercado conforme a la "capitalización" o "descapitalización" bursátil.

O sea que las empresa y bancos, con sus activos físicos y financieros, que cotizan en bolsa no desaparecen, solo cambian sus valores de mercado que pueden subir o bajar, conforme la compra o la venta de sus acciones.

Una "crisis financiera" como la que estamos viviendo, es antes que nada un reciclamiento de la rentabilidad capitalista: Lo que estaba en un casillero, se traslada a otro. Lo que estaba en Merrill Lynch se recicló en el tablero contable de Bank Of América que compró a la entidad semiquebrada.

Mediante el "rescate financiero", los Estados imperiales USA-UE reciclaron una nueva "burbuja" ganancial no ya con dinero especulativo proveniente del sector privado, sino que ponen compulsivamente los recursos públicos al servicio de un nuevo ciclo de rentabilidad capitalista al margen de una ascendente crisis de la economía real que marcha por vía paralela.

Mediante el juego del "sube y baja" en las bolsas, los grupos súper concentrados que controlan el mercado, primero "desvalorizan" el valor de mercado de empresas y bancos para comprarlos baratos, y luego los "revalorizan" para quedarse con la diferencia.

Es decir, los grupos súper concentrados que compran las acciones en baja, no pierden dinero con su precio devaluado, sino que las compran barato para luego venderlas caras.

Hay un sector pequeños inversores (los llamados "ahorristas" o especuladores privados menos diversificados) que sufren el embate de la desvalorización con menor paraguas de contención que los grandes grupos de especuladores que controlan el mercado, a los que la descapitalización les afecta como una devaluación de su dinero con menos capacidad para recuperarse.

Cuando se habla de una pérdida teórica de US$ 8,300 billones en base a las cifras del Indice Compuesto Wilshire 5000 de Dow Jones (que observa las acciones de unas 5,000 empresas estadounidenses), o en las bolsas europeas o asiáticas, hay que tener en cuenta que más del 80% de las operaciones de las plazas globalizadas de especulación financiera están concentradas por los super-grupos que se degluten entre sí desvalorizando las acciones, comprando barato, y luego uno de ellos absorbe al otro.

La falacia de la "oferta" y la "demanda"

Según la teoría oficial, las acciones en los mercados bursátiles bajan o suben, según la dinámica de la "oferta" y la "demanda". Y, de acuerdo con esa teoría, los términos del inter-juego entre "oferta" y "demanda" son "libres", como corresponde a las reglas funcionales del "libre mercado".

Pero, en realidad esto es falso por una razón principal: La "oferta" y la "demanda" está manejada por grupos financieros súper concentrados que manejan los mercados bursátiles por medio de la "compra" o la "venta masiva" de acciones: Cuando "compran" masivamente las acciones suben, y cuando venden masivamente las acciones bajan.

Los mercados bursátiles se manejan como las casas de remate público: Sólo un pequeño grupo hegemónico (que se disputa las compras) controla la totalidad de las "ofertas" y establece sus bases, actuando como un cartel formador del precio de las acciones.

La dinámica del "sube y baja" de las bolsas está determinada y regulada por una relación matemática entre la masa de capital que "compra" (sube) y la masa de capital que "vende" (baja) , por lo cual el proceso está controlado por los grupos con mayor capacidad financiera que concentran la mayoría de las operaciones bursátiles en Wall Street y el resto de las bolsas mundiales.

Las bolsas, son una "superestructura" (por fuera de la economía real) de competencia ínter capitalista entre grupos súper concentrados que se disputan una masa circulante de acciones bursátiles cuyo precio está fijado por la ley de la "oferta" (compra de acciones) y la "demanda" (venta de acciones).

En conclusión, la dinámica del "sube y baja" de las bolsas no está regulada por la ley de la "oferta" y la "demanda" sino por la masa de concentración capitalista-financiera que compra o vende acciones, direccionando las bajas o las subas en los mercados.

Los mercados bursátiles no son "libres" (como establece el mito del "libre comercio") sino instituciones mercantiles que funcionan sujetas a la ley de la oferta y la demanda manejada por los grupos que hegemonizan el control y la información sobre su funcionamiento.

En consecuencia, en las bolsas solo se "oferta" (se vende) o se "demanda" (se compra) aquello que los grupos hegemónicos y controladores quieren.

Las bolsas (y las acciones) suben o bajan atendiendo a una dinámica marcada por los intereses de los controladores del mercado financiero.

La dinámica de la "compra" y "venta"

Por lo tanto, los mercados bursátiles no son regulados por la oferta y la demanda, sino por la competencia capitalista entre los súper grupos que hegemonizan la compra y venta de acciones en Wall Street (que concentra la mayoría de las operaciones mundiales y marca tendencia) y en los mercados bursátiles. Para dar un ejemplo: En Wall Street se cotizan acciones por un monto superior al conjunto de las bolsas europeas.

Su objetivo es preciso y determinado: Generar un proceso de quiebras y, consecuentemente una crisis del sistema financiero, que posibilite la depreciación a niveles límites de los activos y acciones empresariales que luego los grupos más súper concentrados (los operadores de la "crisis") comprarán a precio de remate.

En consecuencia, si que hay quebrar a Lehman Brothers o a Merrill Lynch para concentrar súper activos en Bank Of América o Morgan Chase, se hacen bajar (mediante rumores e información manipulada) las acciones de estos dos gigantes, y luego de su quiebra (como consecuencia de la depreciación de sus acciones) serán comprados a precio de remate o se fusionarán en otra sigla.

La dinámica de los mercados bursátiles, las "pérdidas" y las "ganancias" se rigen por dos movimientos esenciales:

1) Desvalorización: Los grandes grupos "inversores" (especuladores institucionales) "desvalorizan" las acciones de empresas y bancos (y consecuentemente su precio en dinero) para compra sus activos financieros y físicos a precio de ganga.

2) Revalorización: Luego de deglutirse a los quebrados mediante fusiones o compras, los súper grupos "ganadores" (que manejan a través de rumores y de información manipulada, el "sube y baja" de los mercados) "revalorizan" las acciones de la empresa o el banco comprado, restituyendo y superando su valor de capitalización original.

El dinero desvalorizado de las acciones de Merrill Linch, cuando las mismas se revaloricen, pasarán a los bolsillos de Bank Of América. De manera tal, que las pérdidas de capitalización por baja de acciones en el marcado accionario, duran el tiempo que dura la baja y se reanuda la tendencia alcista (manipulada por los que también manipulan las bajas).

Las acciones empresariales y bancarias se compran desvalorizadas y luego se las revaloriza, mediante el mismo mecanismo (de manipulación bursátil) con que se las desvalorizó.

O sea que, durante la crisis de los mercados financieros, el dinero no se evapora. Solo pasa de unas manos a otras mediante un mecanismo de oferta y demanda (manejado por los súper grupos controladores del mercado) que desvaloriza el precio de las acciones para comprarla y luego las revaloriza para venderlas.

Pero en esta dinámica nada se pierde, sino que se recicla. En otras palabras, cambian las denominaciones pero los accionistas y los gerenciadores (que son "anónimos") continúan con una mayor concentración de acciones en sus bolsillos.

En primer lugar, y como concepto central: La llamada "crisis financiera", es una crisis activada y controlada en todos sus resortes esenciales por medio del "rumor" y la información manipulada que hacen subir o bajar las acciones en Wall Street y las principales plazas financieras del Imperio.

La quiebra en cadena de bancos o de instituciones financieras es inducida, manipulada y estratégicamente operada para producir un reciclamiento de la rentabilidad financiera (en crisis con el colapso subprime) y una reconversión del sistema financiero que centralice el control y el funcionamiento del sistema capitalista mediante una mayor concentración de la riqueza (ley darwiniana del capitalismo).

O sea que el dinero no se perdió en descapitalización de mercado, solamente pasó de unas manos a otras.

Las acciones empresariales y bancarias se compran desvalorizadas y luego se las revaloriza, mediante el mismo mecanismo (de manipulación bursátil) con que se las desvalorizó.

Es decir que, durante la crisis de los mercados financieros, el dinero no se evapora. Solo pasa de unas manos a otras mediante un mecanismo de oferta y demanda (manejado por los súper grupos controladores del mercado) que desvaloriza el precio de las acciones para comprarla y luego las revaloriza para venderlas.

De esta manera se cumple el axioma número uno del sionismo financiero que controla Wall Street: Comprar barato y vender caro.

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(*) Manuel Freytas es periodista, investigador y analista, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
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El mundo se cansa del dominio del dólar

Paul Craig Roberts
CounterPunch


¿Qué explica la paradoja de la fuerte subida del valor del dólar contra otras monedas (excepto el yen japonés) a pesar de la desproporcionada vulnerabilidad de EE.UU. a la peor crisis financiera desde la Gran Depresión?

La respuesta no yace en la mejora de los fundamentos de la economía de EE.UU. o en mejores perspectivas para que el dólar mantenga su papel de moneda de reserva. El aumento del valor de cambio del dólar se debe a dos factores:

Un factor es la huída tradicional hacia la moneda de reserva resultante del pánico. La gente hace simplemente lo que ha hecho siempre. Pam Martens predijo correctamente que la demanda de notas del Tesoro de EE.UU. provocada por el pánico fortalecería el dólar de EE.UU.

El otro factor es el desdoble del carry trade [financiarse en una divisa para invertir en otra]. El carry trade se originó en los tipos de interés extremadamente bajos en Japón. Inversionistas y especuladores pidieron prestados yenes japoneses a una tasa de interés de un medio por ciento, convirtieron los yenes en otras monedas, y compraron instrumentos de deuda de otros países que pagan tasas de interés mucho más elevadas. En efecto, estaban obteniendo fondos prácticamente gratuitos de Japón para prestarlos a otros que pagaban intereses más altos.

La crisis financiera ha revertido este proceso. Los tóxicos derivados estadounidenses fueron vendidos en todo el mundo por Wall Street. Han puesto en peligro los balances y la solvencia de instituciones financieras en todo el mundo, incluyendo a gobiernos nacionales como Islandia y Hungría. Bancos y gobiernos que invirtieron en los atribulados instrumentos financieros estadounidenses vieron que sus propios instrumentos de la deuda estaban en peligro.

Los que usaron préstamos en yen para comprar, por ejemplo, instrumentos de deuda de bancos europeos o bonos islandeses, enfrentaron pérdidas potencialmente catastróficas. Inversionistas y especuladores vendieron sus instrumentos financieros de mayor rendimiento en una lucha por conseguir dólares y yenes para pagar sus préstamos japoneses. Este hizo subir los valores del yen y del dólar de EE.UU., la moneda de reserva que puede ser utilizada para pagar deudas, e hizo bajar los valores de otras monedas.

La subida del dólar es temporal, y sus perspectivas son poco prometedoras. El déficit comercial de EE.UU. disminuirá por los menores gastos de los consumidores durante la recesión, pero seguirá siendo el mayor del mundo y EE.UU. no lo puede reducir exportando más.

La manera como se financia el déficit comercial de EE.UU. es que extranjeros compran más activos en dólares, que ya pesan demasiado en sus portafolios. El déficit presupuestario de EE.UU. es grande y crece, agregando cientos de miles de millones de dólares más a una deuda nacional que ya es muy grande. Ya que los inversionistas huyen de las acciones hacia notas del gobierno de EE.UU., el mercado de bonos del Tesoro de EE.UU. dependerá temporalmente menos de gobiernos extranjeros. No obstante, la carga sobre los extranjeros y sobre los ahorros del mundo de tener que financiar el consumo estadounidense, las guerras del gobierno de EE.UU. y su presupuesto militar, y el rescate financiero de EE.UU. es resentida cada vez más.

Este resentimiento, combinado con el daño hecho a la reputación de EE.UU. por la crisis financiera, ha llevado a numerosos llamados a favor de un nuevo orden financiero en el que EE.UU. juegue un papel de importancia sustancialmente menor. “Superar la crisis financiera” son las palabras clave para el resto de la intención del mundo de derrocar la hegemonía financiera de EE.UU. Brasil, Rusia, India y China han formado un nuevo grupo (BRIC) para coordinar sus intereses en la cumbre financiera de noviembre en Washington, D.C.

El 28 de octubre, RIA Novosti informó que el primer ministro ruso, Vladimir Putin, sugirió a China que los dos países utilicen sus propias divisas en su comercio bilateral, evitando así el uso del dólar. El primer ministro de China, Wen Jiabao, respondió que el fortalecimiento de las relaciones bilaterales es estratégico.
Europa también ha notificado que se propone ejercer un nuevo papel de liderazgo. Cuatro miembros del Grupo de Siete naciones industriales: Francia, Gran Bretaña, Alemania e Italia, utilizaron la crisis financiera para pedir reformas globales del sistema financiero mundial. Jose Manual Barroso, presidente de la Comisión Europea, dijo que un nuevo sistema financiero mundial es posible sólo “si Europa tiene un rol de liderazgo.”

El presidente ruso, Dmitry Medvedev, dijo que el “egoísmo económico” de la “visión unipolar del mundo” de EE.UU. es una “política sin porvenir.” Las masivas reservas de divisas extranjeras de China y su fuerte posición en la manufactura han dado a China el papel dirigente en Asia. El primer ministro adjunto de Tailandia, llamó recientemente al yuan chino “la legítima y ungida moneda convertible del mundo.”

Normalmente, los chinos se muestran muy circunspectos en lo que dicen, pero el 24 de octubre, Reuters informó que el People’s Daily, el periódico oficial del gobierno, en un comentario en primera plana, acusó a EE.UU. de saquear “la riqueza global mediante la explotación de la dominación del dólar.” Para corregir esta situación inaceptable, el comentario llamaba a que los países asiáticos y europeos “proscribieran el dólar de sus relaciones comerciales directas, basándose sólo en sus propias monedas.” Y este paso, dijo el comentario, es sólo un primer paso para el derrocamiento de la dominación del dólar.

Los chinos están expresando otros pensamientos que merecerían la atención de un gobierno estadounidense menos iluso y arrogante. Zhou Jiangong, editor de la publicación en línea, Chinastates.com, preguntó recientemente: “¿Por qué debiera China ayudar interminablemente a EE.UU. a hacer deudas en la creencia de que el crédito nacional de EE.UU. puede expandir sin límite?” La solución de Zhou Jiangong para los excesos estadounidenses es que China se haga cargo de Wall Street.

China tiene el dinero para hacerlo, y los prudentes chinos harían un mejor trabajo que la multitud de ladrones que han destruido la reputación financiera de EE.UU. mientras explotaban al mundo a la busca de bonificaciones multimillonarias en dólares.

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

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Paul Craig Roberts fue secretario adjunto del Tesoro en el gobierno de Ronald Reagan. Asimismo, fue redactor jefe asociado del Wall Street Journal, en su sección de editoriales, durante 16 años columnista de Business Week, y columnista de Scripps Howard News Service and Creator’s Syndicate en Los Angeles. Ha ocupado numerosas cátedras universitarias, incluyendo la Cátedra William E. Simon Chair en Economía Política, Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, Universidad de Georgetown e Investigador Invitado Sénior, Hoover Institution, Universidad Stanford. Fue condecorado con la Legión de Honor por el Presidente de Francia y con la Medalla de Plata del Tesoro de EE.UU. por “sobresalientes contribuciones a la formulación de la política económica de EE.UU.” Es co-autor de “The Tyranny of Good Intentions.”

Para contactos, escriba a: PaulCraigRoberts@yahoo.com
http://www.counterpunch.org/roberts10302008.html
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Académicos piden a Obama un “cambio fundamental” en la política con América Latina

En carta enviada al candidato demócrata Barack Obama, casi 400 académicos dedicados a las relaciones interamericanas demandaron un “cambio fundamental” en la política de Estados Unidos hacia América Latina.

A continuación, el texto, suscrito entre otros por Eric Hershberg, presidente de la Asociación de Estudios Latinoamericanos; Ariel Dorfman, de la Universidad Duke; Jean Franco, de la Universidad de Columbia; Arturo Arias, de la Universidad de Texas; Carmen Diana Deere, de la Universidad de Florida; Arturo Escobar, de la Universidad de Carolina del Norte; Mark Weisbrot, codirector del Centro para el Estudio Economía y Políticas, Emma Zapata Martelo, del Colegio de Posgraduados de México, y Magdalena Barros Nock, profesora investigadora del CIESAS de México.

“Senador Obama: Nos dirigimos a usted para felicitarlo por su campaña y para expresar nuestra esperanza de que, como próximo presidente de Estados Unidos, aprovechará una oportunidad histórica para mejorar las relaciones con América Latina. Como académicos enfocados en la región, también queremos comunicarle nuestro análisis del proceso de cambio que se da actualmente allá.

“Así como el pueblo estadunidense ha empezado a debatir cuestiones básicas en relación al tipo de sociedad que desea –gracias, en parte, a su propia candidatura, aunque también debido a la magnitud de la actual crisis financiera– así, también, lo están haciendo los pueblos latinoamericanos.

“De hecho, el debate sobre una sociedad justa se ha dado en Latinoamérica a lo largo de más de una década y la mayoría opta, como usted y muchos de nosotros en Estados Unidos, por la esperanza y el cambio. Como académicos con un compromiso personal y profesional con el desarrollo y la democracia en Latinoamérica, tenemos la esperanza de que en su presidencia Estados Unidos se pueda convertir en un aliado, y no en un adversario, de los cambios positivos que ya se están llevando a cabo en el hemisferio.

“El actual ímpetu en favor del cambio en Latinoamérica es un rechazo al modelo de crecimiento económico que se ha impuesto en la mayoría de países desde principios de los años 80; un modelo que ha resultado en la concentración de la riqueza, que ha confiado, sin éxito, en las fuerzas del mercado, sin restricción alguna para resolver los profundos problemas sociales, y que ha socavado el bienestar humano. El actual rechazo de este modelo cuenta con una base amplia y democrática. De hecho, los movimientos contemporáneos para el cambio en América Latina reflejan una participación significativamente mayor de trabajadores y campesinos, mujeres, afrodescendientes y pueblos indígenas; en dos palabras, movimientos de base.

“Esos movimientos están llegando al poder, uno detrás de otro. No son ni títeres, ni están cegados por el fanatismo y la ideología, como los pintan las caricaturescas descripciones de algunos expertos. Al contrario, estos movimientos merecen nuestro respeto, amistad y apoyo.

“Los latinoamericanos con frecuencia han visto a Estados Unidos no como un amigo, sino más bien como un opresor; el garante de un sistema económico internacional que funciona en contra, y no en favor de ellos, la verdadera antítesis de la esperanza y el cambio. El gobierno de Bush ha empeorado la situación y el prestigio de Estados Unidos en la región se encuentra a niveles históricamente bajos. La tendencia de Washington de luchar en contra de la esperanza y el cambio ha sido especialmente prominente en las recientes respuestas de Estados Unidos a los gobiernos democráticamente electos de Venezuela y Bolivia. Los sentimientos antiestadunidenses son fuertes, pero la historia demuestra que dichos sentimientos pueden cambiar. En los años 30, luego de dos décadas de conflicto en la región, Estados Unidos juró no intervenir y adoptó una Política del Buen Vecino. No por coincidencia, esa fue la época de mayor armonía en la historia de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina. En los años 40, casi todos los países de la región se convirtieron en nuestros aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Esto puede suceder una vez más.

“Existen muchos otros retos también. Colombia, el principal foco de la política del gobierno de Bush, es actualmente el escenario de la segunda crisis humanitaria más notable en el mundo, con 4 millones de personas desterradas internamente. Su gobierno, el cual criminaliza hasta las protestas pacíficas, busca una extensión de las políticas de comercio libre, en contra de las cuales gran parte del hemisferio está reaccionando ya. Cuba ha iniciado un proceso de transición que debería ser apoyado de manera positiva, como, por ejemplo, a través del dialogo por el cual usted aboga. Decenas de miles de mexicanos y centroamericanos migran para buscar trabajo en Estados Unidos, donde su poder laboral es de gran necesidad, pero su presencia es denigrada por un público que se ha opuesto siempre, desde que comenzó el desarrollo de las encuestas de opinión en los años 30, a la inmigración desde cualquier parte del mundo.

Rechazo a construir muros

“La forma de abordar el tema de la inmigración no es construyendo un gigantesco muro, sino más bien, Estados Unidos debería apoyar un desarrollo con mayor equidad en México y Centroamérica y, de hecho, a lo largo de toda la región. Además, Estados Unidos debe reconsiderar su política de control de drogas, que simplemente no ha funcionado y ha sido parte del problema de violencia política, especialmente en México, Colombia y Perú. Estados Unidos también debe renovar su apoyo activo en favor de los derechos humanos en la región. Desafortunadamente, en los ojos de muchos latinoamericanos, Estados Unidos ha llegado a mostrar su apoyo hacia regímenes de desigualdad.

“Finalmente, le imploramos que su gobierno se comprometa al firme apoyo de los derechos constitucionales, incluyendo la libertad académica e intelectual. La mayoría de nosotros es miembro de la Asociación de Estudios Latinoamericanos, la asociación profesional de expertos más grande de la región, y hemos vivido personalmente cómo los intentos del gobierno de Bush por restringir el intercambio académico con Cuba han resultado contraproducentes. Esperamos poder tener una pronta oportunidad para discutir éstos y otros temas relacionados con América Latina en su gobierno.

“Nuestra esperanza es que usted tome la oportunidad de inaugurar un nuevo periodo de entendimiento y colaboración para el bienestar del hemisferio. Lo que nosotros solicitamos es cambio, y no sólo en Estados Unidos”.

Atentamente

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Cumbre Iberoamericana declaró las "exequias del neoliberalismo"

Claudia Herrera Beltrán

Muchas veces responsabilizados de las crisis económicas por no seguir la ortodoxia financiera, presidentes reunidos en la Cumbre Iberoamericana esta vez alzaron la voz para declarar las “exequias” del neoliberalismo y exigir su participación en el diseño de la nueva arquitectura económica y de sus instituciones. En la primera discusión plenaria que se prolongó hasta la tarde por el interés mostrado por los mandatarios respecto de este problema, destacaron dos visiones. Una mayoría que con matices planteó reformar el sistema actual, que encabezó Rafael Correa, quien demandó poner “en el cesto de la basura las instituciones que no sirven” y puso sobre la mesa la propuesta de crear un banco y una moneda regional única para dejar de pagar “tributo señorial” en dólares.

Con la presencia de 19 de los 22 presidentes de Iberoamérica en el Centro Internacional de Ferias y Convenciones, cita a la que finalmente no llegó el venezolano, Hugo Chavez, el tema dominante volvió a ser la depresión financiera internacional. Esta vez no hubo tiempo para polémicas del tipo “por qué no te callas” del año pasado.

El espectro de posturas fue amplio. De un lado el presidente de México, Felipe Calderón, rechazó el “proteccionismo comercial” y del otro, el mandatario de Bolivia, Evo Morales, pidió no salvar el capitalismo a costa de los pobres.

Pero todos coincidieron en demandar un vuelco en el sistema económico. De hecho, en la edición 18 de la cumbre, el presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, marcó la pauta de la reunión al responsabilizar a los países desarrollados de la crisis financiera, y advirtió que las naciones pobres “son víctimas y no culpables”, razón por la cual deben participar en este proceso.

Planteó a sus homólogos la necesidad de “recuperar el papel del Estado, marginado por las tesis del Consenso de Washington” y pidió responder a la crisis con más integración, más comercio justo y menos subsidios.

Tras aclarar que prefería llamar las cosas por su nombre, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, fue la primera en declarar el fracaso del modelo neoliberal “que se creía indestructible”, y luego el dominicano Leonel Fernández, se adhirió a esta postura al hablar de las “exequias” del neoliberalismo.

La presidenta argentina coincidió con su “amigo” Lula. “Ya no es el efecto tequila, o el caipiriña, es el jazz. Tiene su origen en el mismo centro de construcción. Lo menos que podemos exigir es que se asuma ese fracaso para generar la formación de instrumentos alternativos” que permitan el flujo de créditos, agregó Fernández, al señalar que su creencia en “el papel insustituible del Estado” no es ideológica “sino pragmática”.

La política argentina aprovechó el foro para defender su decisión de estatizar el sistema de pensiones, que le ha significado severas críticas, incluida la del presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero –presente en la cumbre– debido al impacto que tendrá para empresas financieras y bancos españoles.

A diferencia de los presidentes de México y de Brasil –que no aludieron a la futura reunión en Washington a la que fueron invitados por George W. Bush– la mandataria anunció que acudirá al “ojo del huracán de la tormenta” para abogar por instituciones financieras internacionales más democráticas y gobernables.

Antes, la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, y el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, apuraron a reformar el Fondo Monetario Internacional; la chilena pidió democratizarlo, porque están subrepresentados países como Brasil, China y Rusia.

En la sesión vespertina, Correa resumió las intervenciones de los mandatarios en dos visiones: la que busca mantener o “parchar” el sistema y la que se propone crear uno nuevo y “mientras más rápido podamos tirar aquello mejor”.

Para ello propuso crear un Banco de Desarrollo del Sur análogo al Banco Mundial y un fondo de reserva común en América Latina para dejar de financiar al Primer Mundo, que cuando da préstamos “pone de rodillas” a los países subdesarrollados.

Precisamente en El Salvador, donde se sustituyó la moneda local por el dólar, llamó a dejar de hacer transacciones en dólares y pidió a los países que tengan “cuidado con la desesperación”, porque algunos ya han despreciado su moneda.

La cumbre tuvo su toque mexicano. Además de las canciones de Granada y El Carbonero que interpretó el cantante Alejandro Fernández en la inauguración y que hicieron cantar a algunos presidentes, el gobierno mexicano aportó –según la prensa salvadoreña– algunos escáners que reforzaron el fuerte dispositivo de seguridad policial y militar que protege a los mandatarios.

El País

sábado, 25 de octubre de 2008

Crisis y fin del "Libertarianismo"

El crack financiero demuestra que su ideología carece de sentido

Jacob Weisber
Slate Magazine

Una forma de diversión liviana en plena carnicería financiera ha sido ver cómo los ultraliberales, fundamentalistas del mercado, o neocon [llamados en el texto original 'liberales libertarios' y "Libertiaranism"] se apresuran a explicar que la crisis financiera global se debe a una excesiva intervención gubernamental, en lugar de insuficiente. Uno de los argumentos consiste en culpar a la Community Reinvestment Act [Ley de Reinversión Comunitaria], que impide a los bancos poner 'en la lista negra' a los barrios de minorías, negándoles el crédito. Otra teoría acusa a Fannie Mae y Freddie Mac de haber provocado la situación al haber subsidiado y garantizado hipotecas con un aval implícito del Gobierno. Una tesis alternativa sostiene que los anteriores rescates financieros animaron a los inversores a actuar temerariamente, contando con un ulterior rescate pagado por los contribuyentes.

Existen diversas réplicas a estas afirmaciones, y también contrarréplicas. Pero, resumiendo, los apologistas del ultraliberalismo están muy lejos de proporcionar una explicación convincente sobre qué ha fallado. Toda su argumentación recuerda a los cansinos debates de colegio mayor que proliferaron hacia 1989 acerca de si la caída de la Unión Soviética demostraba el fracaso del comunismo. Los marxistas académicos no estaban dispuestos a admitir que lo que sucedía en el mundo real pudiese invalidar su sistema de creencias. Utópicos de derechas, fundamentalistas del mercado están igualmente convencidos de que sus ideas todavía no se han puesto en práctica, y que funcionarían maravillosamente si la Historia de la Humanidad pudiese comenzar de nuevo. Como todos los auténticos ideólogos, siempre encuentran el modo de interpretar las crecientes evidencias de su error como pruebas de que llevaban toda la razón.

Ante esto, los demás sólo podemos responder: "¿Es que no habéis causado ya bastante daño?" Hemos escapado a duras penas a una depresión global y, felizmente, sólo nos encaminamos a la peor recesión en mucho tiempo. Y ello gracias a la debacle financiera global provocada por las ideas ultraliberales. Me falta paciencia para rebatir la noción de que averiguar cómo nos hemos metido en este lío es de algún modo intolerablemente perverso y fútil —que es la postura de Sarah Palin respecto al calentamiento global—. Cualquier investigación competente de la policía científica debería situar la teoría de los ultras de los mercados financieros autorregulados en la escena del crimen.

Más concretamente: en 1997 y 1998, la economía global se vio azotada por una serie de crisis financieras en cascada en Asia, América Latina y Rusia. El momento más alarmante fue tal vez la quiebra de un fondo de cobertura de riesgo llamado Long-Term Capital Management (LTMC), que amenazó la solvencia de las instituciones financieras que funcionaban como contrapartida para sus contratos de derivados, muy al estilo de Bear Stearns o Lehman Brothers este año. Tras el colapso de LTCM, se hizo del todo evidente, para cualquiera que prestase atención a esta cuestión por desgracia esotérica, que la desregulación de los derivados del mercado crediticio constituía un riesgo para el sistema financiero global, y que la supervisión y el establecimiento de algún tipo de límites eran medidas aconsejables. Se trataba de un problema muy preocupante y muy aburrido, una combinación peligrosa.

Como sucediera con los errores gubernamentales que hicieron posible el 11-S, la incapacidad para prevenir el crack de 2008 ha sido un pecado de omisión —debido menos a la desregulación en sí que a una falta de creencia en la regulación financiera como mecanismo legítimo—. En cualquier momento desde 1998 en adelante, Bill Clinton, George W. Bush, diversos miembros de sus Administraciones y una serie de líderes del Congreso con autoridad para la supervisión podrían haber alzado la voz para decir: "Oye, creo que corremos peligro y necesitamos unas cuantas reglas adicionales". El Washington Post ha sacado un excelente artículo esta semana sobre cómo se desbarató un intento de regular los derivados crediticios. Si los defensores de una regulación prudente hubieran sido más eficaces, se habría aprovechado una excelente oportunidad para evitar que la debacle de las hipotecas subprime [de alto riesgo] se convirtiese en un infierno financiero galopante.

Utópicos de derechas, los neocon están igualmente convencidos de que sus ideas todavía no se han puesto en práctica, y que funcionarían maravillosamente si la Historia empezara de nuevo

Hay mucha culpa que repartir, pero no se trató simplemente de un fallo colectivo. Tres altos cargos gubernamentales, más que ningún otro, son responsables de haber evitado una política eficaz de regulación durante un periodo de varios años. Alan Greenspan, el oráculo y ex presidente de la Reserva Federal; Phil Gramm, el despiadado ex presidente de la comisión de banca del Senado; y Christopher Cox, el presidente de la Comisión de Intercambio de Valores (CIV), que no ha pedido disculpas. Cúlpese a Greenspan por argumentar que el explosivo comercio con derivados era una forma benigna de protección frente al riesgo. Cúlpese a Gramm por asegurarse de que los derivados quedasen excluidos de la Ley de Modernización de Productos a Futuro, que él mismo sacó adelante en el Congreso en el año 2000. Cúlpese a Cox de abogar por la política de Bush de regulación 'voluntaria' de bancos de inversión en la CIV.

A Cox y a Gramm, en particular, se les acusa a menudo de estar en manos de la industria del comercio de valores. Eso no es del todo justo: ellos adoptaron posturas contrarias al intervencionismo por su filosofía política, que sostiene que los mercados siempre llevan razón y los Gobiernos siempre hacen mal en inmiscuirse. Comparten con Greenspan, el único miembro del trío en definirse abiertamente como ultraliberal, una profunda aversión por toda vulneración del derecho a comprar y vender. Esta creencia, que George Soros denomina 'fundamentalismo de mercado', es la mejor explicación de cómo la tendencia natural a volvernos permisivos con la normativa de regulación crediticia en un momento de prosperidad ha generado una calamidad global que se ha propagado tanto y tan rápidamente.

Lo mejor que se puede decir de estos fundamentalistas es que, como sus opiniones derivan de una teoría abstracta, tienden a ser gente de principios y rigurosa en su lógica. Los que están fuera del Gobierno, en sitios como el Cato Institute y la revista Reason, son tan coherentes en su oposición a los rescates gubernamentales como en su idea del tipo de regulación que habría evitado que ésta sea ahora necesaria. 'Dejad que quiebren los bancos en quiebra' es la fórmula de los puristas. Este punto de vista constituiría una estupenda lección de responsabilidad personal, creando miles de nuevos puestos de trabajo en las empresas proveedoras de alimentación benéfica y asistencial.

Lo peor que puede decirse de los ultraliberales es que son intelectualmente inmaduros, que están anclados a una visión del mundo que muchos de ellos sacaron de la lectura en sus años de instituto de las novelas de Ayn Rand. Como otros ideólogos, reaccionan al hecho de que el mundo no responda a su modelo preguntándose en qué punto se extravió la marcha del mundo. Su concepción heroica del capitalismo hace que les resulte difícil aceptar que los mercados pueden ser irracionales, malinterpretar los riesgos y asignar ineficazmente los recursos, o que los sistemas financieros, sin una enérgica supervisión gubernamental y una capacidad de intervención pragmática, constituyen una receta para el desastre. Están en bancarrota y, esta vez, no habrá rescate.

(Traducción: NGA)

Enlace a texto original
Vía Rebelión

martes, 21 de octubre de 2008

Francia: Cajas de seguridad y Marx, en alza

Por el miedo a sufrir un corralito o directamente a perder su capital, ahorristas franceses retiran depósitos para guardarlos en billetes o reconvertidos en oro en cofres de seguridad. También aumentaron las ventas de El Capital de Karl Marx.

Por Eduardo Febbro. Página 12

Desde París

Dos objetos contradictorios han visto sus ventas propulsadas por la crisis financiera internacional: las cajas fuertes y la obra de Karl Marx. Asustados por la amenaza de ver sus depósitos bancarios tragados por la montaña artificial de las finanzas, muchos ahorristas sacaron sus ahorros de los bancos y los pusieron en cajas fuertes personales, sea en forma de dinero o de oro. Las cifras del sector de las cajas fuertes muestran un crecimiento de ventas concentrado en un mismo período, septiembre y octubre. Christophe Camus, gerente de un portal Internet (infosafe.fr) especializado en la venta de cajas fuertes, reconoce que “desde hace un mes, las ventas de cajas fuertes aumentaron considerablemente. Es una locura”. La misma curva ascendente levanta las ventas y el interés por la obra del principal teórico de la crítica del capitalismo. Desde hace poco más de un año el pensamiento de Marx viene suscitando un interés constante. En Francia, a partir de 2007, Marx fue objeto de numerosos ensayos y ediciones especiales de revistas de gran circulación, incluidos los semanarios económicos. Pero en estos meses de septiembre y octubre, Marx se consagró dos veces. La primera, cuando el ultraliberal ministro alemán de Finanzas, Peer Steinbrück, declaró al semanario alemán Der Spiegel que “algunas partes de la teoría de Marx no son falsas”, entre ellas aquella que habla “de un capitalismo que termina por autodestruirse a fuerza de avidez”. La segunda, cuando la editorial berlinesa Karl-Dietz-Verlag reveló que las ventas de la obra mayor de Marx, El Capital, “aumentaron considerablemente”. En 2008 se vendieron 1500 ejemplares del primer tomo de El Capital contra 500 de los años precedentes. Según el editor de la editorial, los nuevos lectores del pensador alemán pertenecen “a una joven generación de intelectuales que se enfrenta al derrumbe del neoliberalismo y al de los pilares del sistema capitalista”. Giro sorprendente de la historia: a finales de 1989 los países de Europa del Este pertenecientes al ex bloque comunista derrumbaban a golpes de hacha las estatuas de Karl Marx. La estrepitosa caída del comunismo dio lugar a una celebración universal de la economía de mercado y a un entierro no menos universal de Karl Marx. Casi veinte años después, los espantados por el capitalismo vuelven a colocarlo en el pedestal. Sus defensores actuales no son nostálgicos de la hoz y el martillo, sino pulcros representantes del desorden liberal. En diciembre pasado, el semanario económico francés Challenges le consagró a Marx una edición especial. Presentada bajo el título “un análisis siempre actual”, la edición incluía una entrevista con Pascal Lamy, director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Lamy decía: “En la actualidad, si se quiere analizar el capitalismo de mercado mundializado lo esencial de la caja de herramientas reside en lo que Marx y algunos de sus inspiradores escribieron”.

Dos “objetos” del pasado han aparecido así en una misma corriente de actualización. Las cajas fuertes, esos pesados mastodontes de acero de formas repetitivas y diseños antiquísimos, acompañan al autor de El Capital en la aventura contemporánea. Alain Minc, un ensayista francés de corte liberal, comenta que Marx “es el único en haber pensado al mismo tiempo la economía y la sociedad”. Justamente, la sociedad ha encontrado un refugio más seguro que los bancos para salvar sus economías. Un vendedor de cajas fuertes de un gran centro comercial parisiense reconoce que “jamás he visto una cosa así. Como nadie sabe lo que va a pasar, la gente prefiere sacar la plata de los bancos y protegerla en su casa”. Nicolas Rebaudengo, director de la empresa Coffers-Forts Salon, calcula el aumento de las ventas en un 30 por ciento. “Con medias palabras, la gente nos dice que tiene poca confianza en su banco y así anticipan un eventual problema.” En otro negocio del ramo, BS Protection, las ventas subieron un 20 por ciento impulsadas por una clientela “que no pertenece a la cultura de la caja fuerte pero quiere saber cuánto le cuesta protegerse”.

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sábado, 18 de octubre de 2008

Entrevista al analista internacional Immanuel Wallerstein: "El capitalismo se acaba"

Antoine Reverchon

Firmante del manifiesto del Foro Social de Porto Alegre (“Doce propuestas para otro mundo posible”), en 2005, usted es considerado como uno de los inspiradores del movimiento altermundialista. Usted fundó y dirigió el Centro Fernand-Braudel para el estudio de la economía de los sistemas históricos y de las civilizaciones de la Universidad del Estado de Nueva York, en Binghamton. ¿Cómo sitúa la crisis económica y financiera actual en el “tiempo largo” de la historia del capitalismo”?

Immanuel Wallerstein: Fernand Braudel (1902-1985) distinguía el tiempo de “larga duración”, que ve la sucesión en la historia humana de sistema que rigen las relaciones del hombre con su entorno material, y, al interior de esas fases, del tiempo de los ciclos más coyunturales, descritos por economistas como Nicolas Kondratieff (1982-1930) o Joseph Schumpeter (1883-1950). Actualmente estamos evidentemente en una fase B de un ciclo de Kondratieff que ha comenzado entre hace treinta y treinta y cinco años, después de una fase A que ha sido la más larga (de 1945 a 1975) de los quinientos años de historia del sistema capitalista.

En una fase A, el beneficio es generado por la producción material, industrial u otra; en una fase B, el capitalismo debe, para seguir generando beneficios, refinanciarse y refugiarse en la especulación. Desde hace más de treinta años, las empresas, los Estados y las economías familiares se endeudan, de modo masivo. Actualmente estamos en la última parte de una fase B de Kondratieff, cuando la decadencia virtual se hace real, y las burbujas revientan las unas tras las otras: las bancarrotas se multiplican, la concentración del capital aumenta, la desocupación progresa, y la economía conoce una situación real de deflación.

Pero, hoy en día, ese momento de ciclo coyuntural coincide con, y por consecuencia agrava, un período de transición entre dos sistemas de larga duración. Pienso en efecto que hemos entrado después de treinta años en la fase terminal del sistema capital. Lo que diferencia fundamentalmente esa fase de la sucesión ininterrumpida de los ciclos coyunturales anteriores, es que el capitalismo ya no llega a “hacer sistema”, en el sentido en el que lo entiende el físico y químico Ilya Prigogine (1917-2003): cuando un sistema, biológico, químico o social, se desvía demasiado y demasiado a menudo de su situación de estabilidad, ya no llega a encontrar el equilibrio, y se asiste entonces a una bifurcación.

La situación se hace caótica, incontrolable por las fuerzas que la han dominado hasta ese momento, y se ve aparecer una lucha, y no entre los poseedores y adversarios del sistema, sino entre todos los actores, para determinar lo que lo va a reemplazar. Reservo el uso de la palabra “crisis” a ese tipo de período. Ahora bien, estamos en crisis. El capitalismo se acaba.

¿Por qué no se trataría más bien de una nueva mutación del capitalismo, que ya ha conocido, después de todo, el paso del capitalismo mercantil al capitalismo industrial, después del capitalismo industrial al capitalismo financiero?

El capitalismo es omnívoro, capta el beneficio donde es más importante en un momento dado; no se contenta con pequeños beneficios marginales; al contrario, los maximiza constituyendo monopolios –ha probado de hacerlo últimamente una vez más en las biotecnologías y en las tecnologías de la información. Pero pienso que las posibilidades de acumulación real del sistema han llegado a su límite. El capitalismo, desde su nacimiento en la segunda mitad del Siglo XVI, se alimenta de la diferencia de riqueza entre un centro, en el que convergen los beneficios, y periferias (no necesariamente geográficas) cada vez más empobrecidas.

Al respecto, la recuperación económica de Asia del Este, de India, de América Latina, constituye un desafío insalvable para la “economía-mundo” creada por Occidente, que ya no llega a controlar los costes de la acumulación. Desde hace decenios las tres curvas mundiales de precios de la mano de obra, de las materias primas y de los impuestos están en todas partes en una fuerte alza. El breve período neoliberal que se está terminando sólo ha invertido de modo provisorio la tendencia: a fines de los años noventa, esos costes eran ciertamente menos elevados que en 1970, pero eran mucho más altos que en 1945. De hecho, el último período de acumulación real – los “gloriosos treinta”- sólo fue posible porque los Estados keynesianos pusieron sus fuerzas al servicio del capital. ¡Pero en este caso también se llegó al límite!

¿Hay precedentes de la fase actual, tal como usted la describe?

Ha habido muchos en la historia de la humanidad, contrariamente a lo que refleja la representación, forjada a mediados del Siglo XIX, de un progreso continuo e inevitable, incluida en su versión marxista. Yo prefiero limitarme a la tesis de la posibilidad del progreso, y no a su carácter ineluctable. Por cierto, el capitalismo es el sistema que ha sabido producir, de manera extraordinaria y notable, el máximo de bienes y riquezas. Pero hay que considerar también la suma de las pérdidas que ha engendrado: para el medio ambiente, para las sociedades. El único bien, es el que permite obtener para el mayor número posible una vida racional e inteligente.

Ahora bien, la crisis reciente similar a la actual es el derrumbe del sistema feudal en Europa, entre mediados del Siglo XV y del Siglo XVI, y su reemplazo por el sistema capitalista. Ese período, que culmina con las guerras de religión, vio el derrumbe de la influencia de las autoridades reales, señoriales y religiosas sobre las comunidades campesinas más ricas y sobre las ciudades. Fue entonces cuando se construyeron, mediante tanteos sucesivos y de modo inconsciente, soluciones inesperadas cuyo éxito terminó por “hacer sistema” extendiéndose poco a poco, bajo la forma del capitalismo.

¿Cuánto tiempo debería durar la transición actual, y en qué podría desembocar?

El período de destrucción de valor que cierra la fase B de un ciclo Kondratieff dura generalmente entre dos y cinco años antes de que se reúnan las condiciones de ingreso a una fase A, en las que se puede extraer nuevamente un beneficio real de nuevas producciones materiales descritas por Schumpeter. Pero el hecho de que esta fase corresponda actualmente a una crisis de sistema nos ha hecho entrar en un período de caos político en el cual los actores predominantes, a la cabeza de empresas y de Estados occidentales, van a hacer todo lo que sea técnicamente posible por volver encontrar el equilibrio, pero es muy probable que no lo logren.

Los más inteligentes, ya han comprendido que había que establecer algo enteramente nuevo. Pero numerosos actores ya se mueven, de manera desordenada e inconsciente, para hacer emerger nuevas soluciones, sin que se sepa todavía qué sistema saldrá de esos tanteos.

Nos encontramos en un período, bastante raro en el que la crisis y la impotencia de los poderosos dejan sitio al libre albedrío de cada cual: hoy existe un lapso de tiempo durante el cual cada uno de nosotros tiene la posibilidad de influenciar el futuro a través de su acción individual. Pero como ese futuro será la suma de una cantidad incalculable de esas acciones, es absolutamente imposible prever qué modelo terminará por prevalecer. Dentro de diez años, tal vez se vea más claro; en treinta o cuarenta años, habrá emergido un nuevo sistema. Creo que, por desgracia, es igual de posible que se presencie la instalación de un sistema de explotación aún más violento que el capitalismo, como que se establezca un modelo más igualitario y redistributivo.

Las mutaciones anteriores del capitalismo han terminado a menudo en un desplazamiento del centro de “la economía-mundo”, por ejemplo de la cuenca mediterránea hacia la costa Atlántica de Europa, y más adelante hacia la de Estados Unidos. ¿Se centrará en China el sistema por venir?

La crisis que estamos viviendo corresponde también al fin de un ciclo político, el de la hegemonía estadounidense, iniciada igualmente en los años setenta. EE.UU. seguirá siendo un actor importante, pero jamás podrá reconquistar su posición dominante frente a la multiplicación de los centros del poder, en Europa Occidental, China, Brasil, India. Un nuevo poder hegemónico, si uno de se refiere al tiempo largo braudeliano, puede tomar todavía cincuenta años para imponerse. Pero se ignora cual sería.

Mientras tanto, las consecuencias políticas de la crisis actual serán enormes, en la medida en la que los dueños del sistema intentarán encontrar chivos expiatorios por el derrumbe de su hegemonía. Pienso que la mitad del pueblo estadounidense no aceptará lo que está sucediendo. Por lo tanto, los conflictos internos se exacerbarán en EE.UU., que está convirtiéndose en el país más inestable del mundo desde el punto de vista político. Y no hay que olvidar que nosotros, los estadounidenses, vamos todos armados...

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Immanuel Wallerstein, investigador del departamento de sociología de la Universidad de Yale, ex presidente de la Asociación Internacional de Sociología.

Traducido del francés para Rebelión por Germán Leyens
Via Rebelión
Via Le Monde

miércoles, 15 de octubre de 2008

Cuentos desde la tierra de la crisis

Alejandro Nadal

Hace cinco décadas los economistas Milton Friedman, Eugene Fama y Robert Lucas desarrollaron lo que se convirtió en la teoría estándar sobre mercados financieros. Su idea central es que los precios de los títulos financieros y acciones siempre tienden a su valor real. La razón es que los agentes individuales en estos mercados tienen un incentivo para determinar ese valor y asegurarse de no pagar más al comprarlo (o cederlo por menos). Esa información, proveniente de millones de agentes, es procesada en el mercado y, de este modo, el precio de mercado de un título se acerca más a su valor real que en el caso de la evaluación realizada por una sola persona.

Friedman y Lucas ya fueron galardonados con el premio Nobel y, hasta este domingo, Fama (economista de la Universidad de Chicago) era considerado puntero para obtener el galardón este año según Labrokes, la más importante empresa inglesa de apuestas. Es probable que la severidad de la crisis financiera global incline al comité Nobel a otorgar el premio a un economista un poco menos ortodoxo (Krugman).

Para Fama, los precios de títulos financieros fijados en el mercado concentran toda la información que un inversionista necesita conocer. Cualquier error será corregido porque los agentes que lo perciban aprovecharán la oportunidad para realizar ganancias extraordinarias. Las fuerzas de mercado se encargarían de eliminar los errores de valuación.

Hoy estos esquemas analíticos han caído en el descrédito, pero su lógica sigue dominando el análisis de las causas de la crisis. Y cuando se ve el mundo de esta manera, la respuesta a la pregunta sobre los orígenes de la crisis está necesariamente acotada: son factores externos los que la provocan. La lista de estos factores se compone de cosas como los errores de funcionarios en las agencias regulatorias, la aplicación de una política económica equivocada (burbujas à la Greenspan), o por el comportamiento desleal de algunos actores (conducta fraudulenta para aprovecharse de las hipotecas fáciles).

Estas percepciones sobre los orígenes de la crisis siguen siendo prisioneras de un paradigma analítico basado en la creencia en la bondad del mercado capitalista. Esta fe en el mercado sigue muy enraizada. Desde hace más de cien años los economistas se ahogan en un modelo diseñado para demostrar que cuando se dejan en libertad las fuerzas de la oferta y la demanda, el mercado alcanza una posición de equilibrio. A pesar de que en 1974 se demostró con teoremas irrebatibles que los modelos construidos alrededor de este paradigma no podían demostrar la convergencia, la teoría de equilibrio general siguió dominando la enseñanza de la economía. Mientras los modelos de equilibrio general llegaban a la bancarrota científica, su triunfo en el plano ideológico los convirtió en la plantilla que aún hoy moldea la visión de la gran mayoría de economistas.

Es de esperar que la crisis sirva para marcar el fin de la visión de que el mercado conduce al equilibrio. Hoy ya proliferan los modelos en los que los mercados se comportan con una dinámica interna distinta, esencialmente caótica. En lugar de conducir a escenarios de plácidos equilibrios, los modelos muestran que los mercados están plagados de desplomes y comportamientos de manada que conducen a situaciones catastróficas. En estas crisis, las pérdidas se acumulan y no existen mecanismos que permitan restañar las heridas de manera automática. Se parecen más a la realidad, ¿verdad?

Lo que estos modelos enseñan es algo todavía más alarmante. Los puntos de quiebre entre una situación de bonanza y una de crisis son repentinos y no parecen surgir de causas bien identificadas. No hay umbrales reconocibles. La irracionalidad de los agentes y otros parámetros indican que los mercados exhiben una tendencia a comportarse como procesos no lineales que conducen a situaciones peligrosamente inestables.

Algunos de los modelos nuevos demuestran que la economía de mercado no regulado puede llegar a comportarse como un reactor nuclear que sufre un accidente por pérdida de refrigerante: a cada instante el mercado acelera su transición a una situación incontrolable hasta producirse una explosión terminal. Este estado final corresponde al colapso del sistema de pagos, a una reacción en cadena de quiebras con desempleo masivo y a un colapso económico con desintegración del tejido social.

¿Cuál es la lista de prioridades de política económica que se desprenden de lo anterior? La principal lección de estos modelos es que no se puede controlar la dinámica de mercados financieros no regulados. Entre otras cosas, se requiere prohibir procesos especulativos y desestabilizadores. Quizás estas conclusiones no sorprendan a algunos de los que vivimos en la tierra de las crisis. Después de todo, la respuesta de las principales economías del mundo pone en práctica lo que economistas independientes estuvieron proponiendo como alternativa a la globalización neoliberal desde hace años.

lunes, 13 de octubre de 2008

Cómo arreglar el lío en Wall Street

Michael Moore

Los 400 estadounidenses más ricos – de verdad, son sólo cuatrocientos – poseen MÁS que los 150 millones de estadounidenses de más abajo en su conjunto. ¡400 estadounidenses ricos tienen más guardado por ahí que medio país! Su valor neto combinado es de 1,6 billones [1.600.000.000.000] de dólares. Durante los ocho años del gobierno de Bush, su riqueza ha aumentado en casi 700.000 millones de dólares – el mismo monto que ahora quieren que les demos para el “rescate.” ¿Por qué no van simplemente y gastan el dinero que ganaron bajo Bush para rescatarse? ¡Todavía pueden repartirse casi un billón de dólares que les queda!

Claro está que no van a hacer eso – por lo menos de buenas ganas. George W. Bush recibió un superávit de 127.000 millones de dólares cuando Bill Clinton le entregó el poder. Porque ese dinero era NUESTRO dinero y no el suyo, hizo lo que prefieren los ricos – lo gastó y nunca lo lamentó. ¿Por qué diablos íbamos a pensar en darles más de nuestro dinero a esos capitalistas inescrupulosos?

Quisiera proponer mi propio plan de rescate. Mis sugerencias, enumeradas a continuación, se basan en la singular y simple creencia de que los ricos deben salir del lío sin ayuda de nadie. Lo siento, muchachos, pero ustedes nos lo inculcaron una vez de más: No...hay...almuerzo...gratuito. ¡Y gracias por animarnos a odiar a los que reciben asistencia social! De modo que no habrá dádivas nuestras para ustedes. El Senado, esta noche, va a tratar de acelerar su versión de una ley de “rescate” para que sea votada. Hay que detenerlo. Lo hicimos el lunes con la Cámara, y podemos hacerlo de nuevo hoy con el Senado.

Es evidente, sin embargo, que no podemos seguir protestando sin proponer exactamente lo que pensamos que debe hacer el Congreso. Por lo tanto, después de consultar con una serie de personas más inteligentes que Phil Gramm, mi propuesta es la siguiente, conocida ahora como “Plan de Rescate de Mike.” Tiene 10 puntos simples, honestos, Son:

1.- NOMBRAD A UN FISCAL ESPECIAL PARA ENJUICIAR CRIMINALMENTE A TODO EL QUE HAYA CONTRIBUIDO A SABIENDAS EN WALL STREET A ESTE COLAPSO. Antes de gastar más dinero, el Congreso debe comprometerse, por resolución, a enjuiciar criminalmente a todo el que haya contribuido al intento de saqueo de nuestra economía. Esto significa que debe ir a la cárcel cualquiera que haya abusado de información confidencial, fraude de valores o cualquier acción que haya contribuido a provocar este colapso. Este Congreso debe pedir un Fiscal Especial que persiga vigorosamente a todo el que haya creado este lío, y cualquier otro que intente estafar al público en el futuro.

2. LOS RICOS DEBEN PAGAR POR SU PROPIO RESCATE. Puede que tengan que vivir en 5 casas en lugar de 8. Puede que tengan que conducir 9 coches en lugar de 13. Puede ser que el chef para sus mini-terrier tenga que ser reasignado. Pero no hay manera de que, después de hacer que los ingresos familiares bajen más de 2.000 dólares durante los años de Bush, la gente trabajadora y la clase media tengan que desembolsar aunque sean diez centavos para financiar la próxima compra de un yate. Si verdaderamente necesitan los 700.000 millones de dólares que dicen que necesitan hay una manera más fácil para que los junten:

a) Cada pareja que gane más de un millón de dólares al año y cada contribuyente que gane más de 500.000 dólares al año pagarán un impuesto adicional de 10% durante cinco años. (Es el plan del senador Sanders. Es como el coronel Sanders, sólo que él se propone freír los pollos apropiados.) Eso significa que los ricos todavía pagarán menos impuestos a los ingresos que cuando Carter fue presidente. Eso reunirá un total de 300.000 millones de dólares.

b) Como casi todas las demás democracias, cobrad un impuesto de 0,25% por cada transacción bursátil. Eso reunirá más de 200.000 millones de dólares en un año.

c) Como cada accionista es un patriota estadounidense, los accionistas renunciarán a recibir un cheque de dividendos durante un trimestre y en su lugar ese dinero irá al Tesoro para ayudar a pagar el rescate.

d) Un 25% de las principales corporaciones de EE.UU. no pagan actualmente NINGÚN impuesto sobre los ingresos. Los ingresos federales corporativos ascienden actualmente a un 1,7% del PIB comparado con un 5% en los años cincuenta. Si aumentamos el impuesto sobre los ingresos corporativos para volver al nivel de los años cincuenta, eso nos da otros 500.000 millones de dólares.

La combinación de todo eso debiera bastar para terminar con la calamidad. Los ricos podrán conservar sus mansiones y sus sirvientes, y a nuestro gobierno de EE.UU. (“¡LO PRIMERO ES EL PAÍS!”) le quedará un poco para reparar algunas carreteras, puentes y escuelas.

3.- RESCATAD A LA GENTE QUE ESTÁ PERDIENDO SUS CASAS, NO A LOS QUE CONSTRUIRÁN UNA OCTAVA CASA. Hay 1,3 millones de casas en ejecución hipotecaria ahora mismo. Es lo principal de este problema. Así que en lugar darle el dinero a los bancos como regalo, pagad 100.000 dólares para cada una de esas hipotecas. Obligad a los bancos a renegociar la hipoteca para que el dueño de la casa pueda pagar su valor actual. Para asegurar que esta ayuda no caiga en manos de especuladores y de aquellos que han tratado de ganar dinero jugando con casas, este rescate es sólo para la primera residencia de la gente. Y, a cambio del pago de 100.000 dólares por la hipoteca existente, el gobierno compartirá la propiedad de la hipoteca para que pueda recuperar parte de su dinero. Por lo tanto, el coste total inicial del arreglo de la crisis hipotecaria en la raíz (en lugar de hacerlo con los avariciosos prestamistas) será de 150.000 millones, no 700.000 millones de dólares.

Y dejemos algo en claro. Las gentes que no han podido pagar sus hipotecas no son “riesgos inaceptables.” Son nuestros compatriotas, y todo lo que querían era lo que todos queremos y que la mayoría todavía obtenemos: una casa que podamos llamar nuestra. Pero durante los años de Bush, millones de ellos perdieron los puestos de trabajo con paga decente que tenían. Seis millones cayeron en la pobreza. Siete millones perdieron su seguro de salud. Y cada uno de ellos vio como su salario real bajó en 2.000 dólares. Los que se atreven a despreciar a los estadounidenses que fueron afectados por un golpe de mala suerte tras el otro debieran avergonzarse. Somos una sociedad mejor, más fuerte, más segura, y más feliz cuando todos nuestros ciudadanos pueden permitirse vivir en una casa propia.

4.- SI VUESTRO BANCO O COMPAÑÍA RECIBE ALGUNA PARTE DE NUESTRO DINERO EN UN “RESCATE”, ENTONCES SEREMOS SU DUEÑO. Lo siento, así son las cosas. Si el banco me da dinero para que pueda comprar una casa, el banco será “dueño” de la casa hasta que yo lo devuelva todo – con intereses. Lo mismo vale para Wall Street. Todo el dinero que necesitáis para manteneros a flote, si nuestro gobierno os considera un bajo riesgo – y necesarios para el bien del país – lo recibiréis como préstamo, pero nosotros seremos vuestros dueños. Si cesáis los pagos, os venderemos. Es lo que hizo el gobierno sueco y funcionó.

5.- TODAS LAS REGULACIONES DEBEN SER RESTAURADAS. LA REVOLUCIÓN REAGAN HA MUERTO. Esta catástrofe sucedió porque permitimos que el zorro tuviera las llaves del gallinero. En 1999, Bill Clinton propuso una ley para eliminar todas las regulaciones que regían Wall Street y nuestro sistema bancario. La ley fue aprobada y Clinton la firmó. El senador Phil Gramm, el principal asesor económico de McCain, dijo cuando se firmó la ley:

“En los años treinta... se creía que el gobierno era la respuesta. Se creía que la estabilidad y el crecimiento provenían de la dominación del gobierno sobre el funcionamiento de mercados libres.

“Estamos aquí para revocar [eso] porque hemos aprendido que el gobierno no es la respuesta. Hemos aprendido que la libertad y la competencia son las respuestas. Hemos aprendido que si promovemos el crecimiento económico promovemos la estabilidad mediante la competencia y la libertad.

“Estoy orgulloso de estar aquí porque se trata de una ley importante; es una ley desregulatoria. Creo que es la ola del futuro, y estoy terriblemente orgulloso de haber sido parte de que se convirtiera en realidad.”

La ley debe ser revocada. Bill Clinton puede ayudar dirigiendo el esfuerzo por la revocación de la Ley Gramm y por el restablecimiento de regulaciones aún más duras respecto a nuestras instituciones financieras. Y cuando hayan terminado de hacerlo, pueden restablecer las regulaciones para las líneas aéreas, la inspección de nuestros alimentos, la industria petrolera, OSHA [Agencia de la Seguridad y la Salud Ocupacionales], y toda otra entidad que afecte nuestras vidas de todos los días. Todas las provisiones de supervisión para cualquier “rescate” deben contener dineros para su imposición y penas criminales para todos los delincuentes.

6.- SI ES DEMASIADO GRANDE COMO PARA PERMITIR QUE FRACASE, SIGNIFICA QUE ES DEMASIADO GRANDE PARA EXISTIR. El que se permita que sucedan esas mega-fusiones y que no se impongan las leyes antimonopolio y anti-cartel ha permitido que una serie de instituciones financieras y corporaciones lleguen a ser tan grandes, que la idea misma de su colapso llega a significar un colapso aún mayor de toda la economía. Ninguna compañía debiera tener ese tipo de poder. El así llamado “Pearl Harbor económico” no puede ocurrir si hay cientos – miles – de instituciones en las que la gente tiene su dinero. Cuando se tiene a una docena de compañías productoras de coches, si una se revienta, no enfrentamos un desastre nacional. Si existen tres periódicos con propietarios distintos en la ciudad, una compañía mediática no puede decidirlo todo (Ya sé... ¿Qué estoy pensando?! ¿Quién lee un periódico en estos días? ¡Seguramente estamos contentos de que todas estas fusiones y adquisiciones nos hayan dejado con una prensa fuerte y libre!) Hay que promulgar leyes para impedir que las compañías sean tan grandes y dominantes que con un solo peñasco en un ojo, el gigante se cae y muere. Y no se puede permitir que ninguna institución establezca esquemas monetarios que nadie puede entender. Si no pueden explicarlos en dos frases, no debieran aceptar el dinero de nadie.

7.- NINGÚN EJECUTIVO DEBIERA SER PAGADO MÁS DE 40 VECES LO QUE GANA SU EMPLEADO PROMEDIO, Y NINGÚN EJECUTIVO DEBIERA RECIBIR NINGÚN TIPO DE “PARACAÍDAS” QUE NO SEA EL SALARIO MUY GENEROSO QUE ÉL O ELLA GANARON MIENTRAS TRABAJARON PARA LA COMPAÑÍA. En 1980, el presidente promedio de una compañía ganó 45 veces lo que ganaban sus empleados. En 2003, estaban ganando 254 veces lo que ganaban sus trabajadores. Después de 8 años de Bush, ahora cobran 400 veces lo que gana su empleado promedio. El que algo semejante haya podido pasar en compañías públicas desafía la razón. En Gran Bretaña, el presidente de compañía promedio gana 28 veces lo que recibe su empleado promedio. ¡En Japón, es sólo 17 veces! Lo último que oí es que el presidente de Toyota se da la gran vida en Tokio. ¿Cómo se las arregla con tan poco dinero? En serio, es una vergüenza. Hemos creado el lío en el que estamos al permitir que la gente en la cúpula se hinchen más allá de lo creíble con millones de dólares. Esto tiene que terminar. No sólo ningún ejecutivo que recibe ayuda por este lío debiera beneficiarse al hacerlo, sino todo ejecutivo que llevó a su compañía a la ruina debiera ser despedido antes de que la compañía reciba alguna ayuda.

8.- FORTALECER LA FDIC [Corporación Federal de Seguros de los Depósitos Bancarios] Y CONVERTIRLA EN UN MODELO PARA PROTEGER NO SÓLO LOS AHORROS DE LA GENTE, SINO TAMBIÉN SUS PENSIONES Y SUS CASAS. Obama tuvo razón ayer cuando propuso expandir la protección de la FDIC para los ahorros de la gente en sus bancos a 250.000 dólares. Pero el mismo tipo de seguro gubernamental debiera ser dado a los fondos de pensión de nuestra nación. La gente nunca debería tener que preocuparse de si podrán contar o no con el dinero que han ahorrado para su vejez. Esto significará una estricta supervisión gubernamental de compañías que administran los fondos de sus empleados – o tal vez signifique que las compañías tengan que entregar esos fondos y su administración al gobierno. Los fondos de pensión privados de la gente también deben ser protegidos, pero tal vez sea hora de considerar que los fondos de pensión no sean invertidos en el casino llamado mercado bursátil. Nuestro gobierno debiera tener un deber solemne de garantizar que nadie que envejece en este país tenga que preocuparse de que pueda terminar desamparado.

9.- TODOS TIENEN QUE RESPIRAR A FONDO, CALMARSE Y NO PERMITIR QUE EL MIEDO DOMINE LA SITUACIÓN. ¡Apagad la televisión! No estamos en la Segunda Gran Depresión. El cielo no cae sobre nosotros. Los eruditos y los políticos nos mienten tan rápida y furiosamente que cuesta no ser afectado por toda la ofensiva del miedo. Hasta yo, ayer, os escribí y repetí lo que escuché en las noticias, que el Dow tuvo la caída más grande en un día de su historia. Bueno, es verdad si se habla de puntos, pero su caída de un 7% no llega ni cerca del Lunes Negro en 1987 cuando el mercado bursátil perdió en un día un 23% de su valor. En los años ochenta, cerraron 3.000 bancos, pero EE.UU. no tuvo que cerrar. Esas instituciones siempre han tenido sus altas y bajas y todo termina por arreglarse. Tiene que ser así, ¡porque a los ricos no les gusta que sufra su riqueza! Tienen un interés creado en calmar las cosas y volver a meterse al Jacuzzi.

Por loca que se haya vuelto la vida, decenas de miles de personas obtuvieron un préstamo para un coche esta semana. Miles fueron al banco y obtuvieron una hipoteca para comprar una casa. Los estudiantes que acababan de volver a la universidad vieron que los bancos estaban más que contentos de endeudarlos durante los próximos 15 años con un préstamo estudiantil. La vida ha continuado. Ni una sola persona ha perdido parte de su dinero si está en un banco, o en valores del Tesoro o un Certificado de Depósito [CD]. Y lo más sorprendente es que el público estadounidense no se haya tragado la campaña de amedrentamiento. Los ciudadanos ni pestañaron, y en lugar de hacerlo dijeron al Congreso que tomara ese plan de rescate y se lo metiera por donde le cupiese. ESO fue lo impresionante. ¿Por qué no sucumbió la población ante las advertencias repletas de temor de su presidente y sus compinches? Bueno, sólo puedes decir ‘Sadam tiene la bomba’ tantas veces antes de que la gente se dé cuenta de que eres un mierdecilla. Después de ocho largos años, la nación está cansada y simplemente no lo aguanta más.

10.- CREAR UN BANCO NACIONAL, UN “BANCO POPULAR.” Si realmente ardemos por imprimir hasta un billón de dólares, ¿por qué no nos lo damos a nosotros mismos, en lugar de dárselo a unos pocos ricos? Ahora que somos dueños de Freddie y Fannie ¿por qué no establecemos un banco popular? Que suministre préstamos a bajas tasas de interés a todo tipo de gente que quiera tener su casa, comenzar un pequeño negocio, ir a la universidad, encontrar una cura para el cáncer o crear el próximo gran invento. Y ahora que somos dueños de AIG, la mayor compañía de seguros del país, tomemos el paso siguiente y suministremos seguros de salud para todos. Medicare para todos. Nos ahorrará mucho dinero a la larga. Y no seremos Nº 12 en la lista de expectativa de vida. Podremos tener una vida más larga, gozar de nuestra pensión protegida por el gobierno, y viviremos para ver el día en el que los criminales corporativos que crearon tanta miseria salgan de prisión para que podamos contribuir a reacostumbrarlos a la vida civil – una vida con una linda casa y un coche que no use gasolina que haya sido inventado con ayuda del Banco Popular.

Atentamente

Michael Moore

MMFlint@aol.com

MichaelMoore.com

P.D. Llamad ahora a vuestros senadores. Esta noche van a intentar su propia versión de Saqueo de EE.UU. Y que vuestros representantes sepan que estáis de acuerdo mi plan de 10 puntos.
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
http://www.michaelmoore.com/words/message/index.php?id=237
via Rebelion

JOHN REED: UN PERIODISTA QUE ESTREMECIÓ AL MUNDO

Por HERNÁN URIBE



El estadounidense John Reed, quien fuera uno de los periodistas de mayor fama del Siglo XX, nació en Portland el 22 de octubre de 1887 y murió en Moscú un 17 del mismo mes tres días antes de cumplir 33 años cuando transcurría 1920 y sólo un año después de publicar su libro más célebre que con propiedad tituló “Diez días que conmovieron al mundo” que es un notable reportaje acerca de cómo se instaló en la entonces Rusia el primer régimen socialista de la tierra.

Corresponsal en la Primera Guerra Mundial (PGM) que estalló en 1914, Reed llegó a Rusia en 1917 donde fue testigo de los sucesos que antecedieron a la toma del poder por los bolcheviques y de la propia Revolución de Octubre nombre así asignado por el calendario ruso de entonces aunque en Occidente correspondía al siete de noviembre.”Diez días...” se editó por vez primera en Estados Unidos y lleva un prefacio de Lenin en tanto que en la publicación en idioma ruso la prologuista es Nadezda Krupskaya, esposa del líder máximo de la revolución socialista y a la vez Comisaria (ministra) de Cultura.

El magistral texto ha permanecido hasta hoy como un ejemplo para la profesión periodística. En el prólogo, el autor apunta:”Durante la lucha mis simpatías no eran neutrales. Pero al trazar la historia de estas grandes jornadas, he procurado estudiar los acontecimientos como un cronista concienzudo que se esfuerza por reflejar la verdad”.Agrega: “Este libro es un trozo de historia tal como yo la he visto. Sólo pretende ser un relato detallado de la Revolución de Octubre, es decir, de aquellas jornadas en que los bolcheviques a la cabeza de los obreros y soldados de Rusia, se adueñaron del Estado y lo pusieron en manos de los Soviets”.

En el prefacio a la edición norteamericana Vladimir Ilich Lenin escribió. “Desde el fondo de mi corazón lo recomiendo a los obreros de todos los países. Desearía que este libro circulara por millones de ejemplares y fuera traducido a todas las lenguas, porque traza un cuadro exacto y extraordinariamente vivo de acontecimientos que tan gran importancia tienen para la comprensión de la revolución proletaria”. A su vez, Kruspskaya razonó: “El libro de John Reed ofrece un cuadro de conjunto de la insurrección de las masas populares tal como realmente se produjo (…) En su género, el libro de Reed es una epopeya”. Remarca. “No suelen escribir así los extranjeros sobre la Rusia Soviética. O no entienden los acontecimientos o generalizan los hechos aislados. Verdad es que ninguno fue testigo personal de la revolución".

Buen poeta y cuentista reputado, donde Reed brilló fue, empero, en el periodismo. En esta área, como lo confirman sus trabajos y como él mismo lo proclamara, no fue neutral, mas se atuvo al principio básico del oficio que es reflejar la realidad mediante una investigación científica –en el sentido de la objetividad– para el análisis de los orígenes y perspectivas de los sucesos. Max Eastman, coeditor de la revista “The Masses” en la que trabajó Reed, afirmó en un homenaje a su memoria: “Reed conocía el frío tono de la voz del científico que ve las cosas como son. Fue un poeta que entendió la ciencia, un idealista capaz de enfrentarse con los hechos. El se ubicó en el cenit de la profesión de periodismo en los Estados Unidos”.

A los 24 años se fue a México donde reporteó la Revolución Mexicana desde 1911 hasta 1914 y esa experiencia la vertió en su libro “México Insurgente”, en el que narra sus vivencias con las tropas del general Pacho Villa. Años después esos reportajes servirían de base para una película hollywudense del mismo nombre. Otros filmes, Reds (Rojos) y Campanas Rojas aluden asimismo a la vida de Reed. Su labor informativa en la PGM se encuentra en su obra “La guerra en la Europa oriental”, de 19l6.

En el plano ideológico, se adivinará, optó por el marxismo y fue uno de los fundadores del Partido Comunista de Estados Unidos y luego miembro del Comité Ejecutivo de la Tercera Internacional, razón por la cual se encontraba en Moscú cuando lo atacó el tifus que lo mató. Incorporado a las batallas sociales fue enjuiciado y encarcelado al tiempo que a su regreso a EE.UU. procedente de la Rusia Soviética se le aplicó la “Ley de Espionaje”, aunque no fue condenado.

domingo, 12 de octubre de 2008

Lecciones de la mayor estafa (publicitada) de la historia

Alizia Stürtze
Gara


Portada de la revista «Time» del 29 de setiembre sobre el colapso de Wall Street: «El precio de la codicia», con un fotomontaje de un toro (muy macho) llorando. Portada de la misma revista del 13 de octubre: «Vuelven los tiempos duros», con una conocida foto de la crisis del 29 en la que se ve gente haciendo largas colas en New York para conseguir un plato de sopa... Las bolsas se hunden; hay falta de confianza; el paro aumenta; nuestros ahorros peligran... Una vez más, quieren que interioricemos que todo es debido a la propia naturaleza humana (en este caso, a uno de los siete pecados capitales, la avaricia) y que, por ello, nos enfrentamos a una nueva plaga bíblica o a los conocidos siete años de vacas flacas (burbujas que revientan), que suceden a los correspondientes siete años de vacas gordas (burbujas que se inflan). ¡Castigo de Dios! por haber creído, nosotros también, en las virtudes milagrosas del libre mercado y del «capitalismo popular» y haber olvidado las sabias palabras de Tomás de Aquino de que el dinero es infecundo y, por tanto, «no puede engendrar dinero» porque supone obtener beneficio sin trabajar y aún durmiendo, lo cual va contra la ley del Señor que dice: «Comerás con el sudor de tu frente». ¿Seguro que Bush y su equipo de halcones leen la Biblia?

La cuestión es paralizarnos por el miedo, anestesiarnos el justo e imprescindible derecho a la rabia y a la protesta, hacernos creer que el menor de los males es inyectar dinero a los banqueros, impedirnos interpretar que, detrás de todo esto, hay víctimas (nosotros) y hay culpables, y que esos culpables no son sólo (que también) unos trileros o unos despiadados tiburones que han aparecido por ahí, por Wall Street o internet, haciendo de las suyas, sino parte inherente al sistema capitalista que, por su propia naturaleza, se basa en la especulación y que, como decía Marx, tiene por objetivo básico multiplicar su dinero al máximo, pasando lo menos posible por el penoso proceso de la producción.

La sed de beneficio, es decir, el robo, es el motor último del capitalismo. Y los estados capitalistas (las democracias burguesas) son sus representantes y por ello, precisamente, vehiculizaron a partir de los 80, con Reagan y Thatcher, la desregularización y liberalización de los mercados de capitales en un momento en que, en nombre del neoliberalismo, protegieron a los grandes frente a la crisis de sobreacumulación. Ello ha supuesto que la desconexión entre la economía real (en estancamiento) y la especulativa (febrilmente activa) sea cada vez más abismal. Y sin plusvalía real, a largo plazo, no hay especulación que valga. Por eso, detrás de esta nueva burbuja, vendrán otras, quizás más catastróficas. No se trata pues de errores que hay que corregir imponiendo mayor control. Se trata de un sistema mortífero que va a pretender seguir imponiendo la ley del mercado al planeta entero y contra el que hay que pelear.

Ahora que, una vez más, nos quieren hacer cargar a la clase trabajadora con la mayor estafa económica (publicitada) de la historia, con esa obscena e impune sangría que pretenden taponar con cientos de miles de millones de dinero nuestro, quienes gobiernan los medios, los políticos y la «élite pensante» (esos avispados economistas que no dan una) pretenden que creamos que «todo va a ser diferente a partir de ahora». Según no paran de recordarnos esa nueva generación de agresivos ministros y ministras, consejeros y consejeras del I+D+i, la solución es «ser competitivos». El problema es que, tras la mágica palabra, se ocultan las viejas recetas de siempre: trabajos basura, precariedad, dobles jornadas de trabajo, reducción del gasto social, abaratamiento de los despidos, descenso del consumo, empeoramiento de la calidad de vida para la gran mayoría, inseguridad, paro..., mientras, de un modo cada vez más opaco, siguen privatizando el dinero y los servicios públicos, la sanidad y la educación, en cada vez menos manos.

Estatalización de las pérdidas y privatización de los beneficios: «socialismo para los ricos y libre mercado para los trabajadores» que diría el demócrata Gore Vidal. Para el capitalismo, nunca existió ni existirá el libre mercado. Y es que, como recuerda James Petras, es él quien, a través del Estado, controla los presupuestos, los impuestos, las inversiones y los incentivos. Es él quien determina «quién debe regular a quién, a qué costo y en beneficio de quién», y eso que llaman competitividad no es sino aumento de la tasa de explotación de la gran mayoría.

En la recesión actual, es ese capitalismo parasitario el que, al tiempo que pide miles de millones a los gobiernos, exige que nadie se los controle y que, eso sí, exista un control presupuestario estricto y notorios recortes en lo social. El cinismo llega hasta el punto de que, en el Estado español, se baraja la posibilidad de conceder una amnistía fiscal «para que aflore el dinero negro procedente de operaciones de billetes de 500 euros» y haya así más liquidez. La medida, dicen, podría afectar la moral del contribuyente, pero se llevaría a cabo ¡para proteger un bien mayor!

Esos economistas burgueses, incapaces de presagiar este colapso porque su única función es justificar un sistema degenerado y en quiebra, esos «gurús» que teorizaban sobre las virtudes del neoliberalismo y las maravillas de la «ingeniería financiera» (que ahora, en un brusco cambio semántico, llaman «productos tóxicos»), proclaman ahora enfervorecidamente que la solución pasa por una mayor regulación y planificación y por recuperar la confianza, porque es la confianza (o la falta de ella) la que determina el crecimiento o la recesión capitalistas. Olvidan (o quieren olvidar) que el sistema capitalista, por su propia naturaleza, no puede ser regulado ni planificado, y que el grado de confianza está arraigado en condiciones objetivas: la actual crisis no es producto sino causa del absoluto recelo ante la situación generada por un largo período de especulación incontrolada.

Además, carentes de cualquier atisbo de memoria histórica, no contemplan el hecho de que el capitalismo sale de sus crisis con un claro aumento de concentración de capital. Nos hablan de millonarias «pérdidas», como si los billetes desaparecieran de pronto de la chistera, pero el dinero ganado no se ha volatilizado: al reventar la burbuja, lo que sí puede haber hecho es cambiar de manos, como lo demuestra la cantidad de adquisiciones que está habiendo y que anuncian el mayor nivel de concentración bancaria de la historia. No está habiendo, como dicen, nacionalizaciones de bancos. El pueblo no es ahora propietario de banco alguno. Lo que ha hecho el Estado es comprar sus pérdidas con el dinero de los contribuyentes, para volverlos rentables y revenderlos a sus «legítimos dueños» para que sigan haciendo de las suyas... que para eso son banqueros con contabilidades paralelas.

Como recuerda Alan Woods en «La crise du capitalisme mondial», Lenin señalaba que la política es economía concentrada. Esta crisis económica que asola el mundo tiene y va a tener serios efectos sicológicos en todas las clases sociales. Mientras hemos vivido con «cierta alegría», la ideología burguesa sobre las maravillosas virtudes del sistema ha calado en la clase obrera y, muy principalmente, en sus cada vez más degeneradas organizaciones políticas y sindicales, repletas de cuadros con el porvenir asegurado. Pero ahora que nos va a tocar pagar la recesión y «cargar con el muerto» tenemos que recuperar las ideas fundamentales del socialismo. No queremos un capitalismo del siglo XXI. Queremos un socialismo del siglo XXI.

La mundialización se manifiesta como una crisis mundial del capitalismo. El capitalismo no es ineluctable ni eterno. No se trata pues de ayudar a los mercados a «salir del paso», ni de salvar a los banqueros. Se trata, como dice Petras, justamente de lo contrario: de socorrer a los desamparados y penalizar a los acaudalados. Se trata de eliminar la dictadura del capital financiero, terminar con la economía de casino, arrancar al sector privado las principales palancas de la economía, nacionalizando la banca, las compañías de seguros y las grandes empresas. Sólo cuando la sociedad controle las fuerzas productivas se podrá realizar un plan de producción racional en beneficio de la mayoría y no de un puñado de riquísimos parásitos y especuladores.

Como decía Victor Hugo y recuerda Alan Woods: «Ningún ejército es más poderoso que una idea a la que le ha llegado ya la hora».

Via Rebelión

sábado, 11 de octubre de 2008

Ni Hayek ni Keynes, hoy más que nunca Marx

Vivimos tiempos de incertidumbre. Quienes valoran la extensión de la crisis del capitalismo son los movimientos alternativos, sus gestores y causantes. Los diagnósticos y proyecciones sobre la globalización neoliberal lanzados hace 20 años por los movimientos antiglobalización o antisistémicos han dado en la diana. Las políticas de privatización, apertura comercial, financiera y flexibilidad laboral escondían un enorme grado de explotación y especulación. El resultado sería inevitablemente el colapso general del planeta.

Nada hacía presagiar otro sendero. Sin embargo, resulta extraño que los economistas neoliberales se queden perplejos y apunten a pecados bíblicos como la tacañería y la avaricia para explicar la crisis. ¿Acaso piensan en otra racionalidad del capitalismo? Su incultura parece situarse en las mismas cotas que la crisis. Son de hondo calado. De nada les ha servido obtener master o doctorados en Chicago o la fundación Heritage. Lo recomendable hubiese sido darles a leer los cuentos de Charles Dickens y poner sobre su mesa los estudios históricos de Sombart relacionando el burgués con la propensión al lujo y el origen del capitalismo. Pero la mala memoria de los actuales tecnócratas de las finanzas coincide con la derrota de su doctrina del libre mercado. No les gusta reconocer que el derroche es parte de la mentalidad plutocrática de la evolución del capitalismo. No hay banquero que no haga ostentación de su riqueza en forma de yates, coches de lujo, organice viajes de placer, comidas opíparas, orgías, adquiera ropas de marca, participe de prostitución de alto copete, y se vanaglorie de comprar y vender obras de arte. De otra manera no serían capitalistas. El robo y la piratería es consustancial a los orígenes del capitalismo y precede la globalización neoliberal. Baste recorrer las calles de Florencia o de Venecia para saber de qué hablamos. Los Medici y los Sforza. Palacios y riquezas en diferentes arquetipos muestran su poder y el de sus repúblicas. Sorokin lo ejemplarizó con una metáfora. El capitalismo no puede vivir en una sociedad de credo comunista, se debe al lujo. El capitalismo no tiene salida al margen de sus parámetros de consumo y de organización económica. Requiere tragar, engullir, es violento y necesita un mayor grado de fuerza bruta para apuntalarse. Se mantiene gracias a la eficiente acción de las clases dominantes y de las elites económicas, verdaderas controladoras del Estado y de sus aparatos de dominación política. Hipótesis comprobable si vemos el itinerario que se pretende seguir al “donar” millones de dólares o euros a quienes han provocado la mayor crisis social y económica hasta ahora conocida debido a su falta de escrúpulos para obtener un plus y engordar sus cuentas corrientes a costa del contribuyente. No podía ser de otra manera.

Marx tenía razón. Cuando los gobiernos conservadores y neoliberales se prestan a rejuvenecer el sistema financiero por medio de un intervencionismo estatal se refuerza el carácter de clase del Estado. Es el capitalista global el que está representado en su forma equivalente general. En momentos de necesidad emerge su esencia. Inyectar millones y millones de dólares o euros para evitar una catástrofe financiera o una caída espectacular de los valores bursátiles, supone orientar políticamente las decisiones. Pero igualmente, conlleva salvar a los grandes empresarios y las trasnacionales. El horizonte es reflotar el sistema. No se busca una crítica sobre las causas que han motivado llegar hasta aquí. No se preguntan sobre los orígenes de un orden social fundado en la expoliación de los recursos naturales, en la degradación del medio ambiente, y en una continuada y constante pérdida de derechos sociales, políticos y económicos de las grandes mayorías. Es decir, no se trata de dar un giro de 180 grados. La respuesta a la crisis consiste en velar su causa, la irracionalidad de la explotación del hombre por el hombre y del hombre hacia la naturaleza. En ocultar el beneficio de las empresas trasnacionales, dueñas de las tecnologías y las patentes capaces, primero, de crear hambrunas en continentes enteros y, después, de llevar a la muerte a miles de niños obteniendo pingües beneficios para aumentar rendimientos en condiciones de monopolio. Empresas patrocinadoras de guerras espurias, de venta de armas, de trabajo infantil y de inmigración ilegal. Factores que coadyuvan para abaratar costes de producción y aumentar su control sobre gobernantes corruptos y dóciles.

No nos llamemos a engaños. Insuflar dinero a los grandes bancos y salir en defensa de sus consejeros y altos cargos es parte de una estrategia pendular. Cuando no resulta oportuno tejer con Hayek, se teje con Keynes. Unas veces desde la oferta y otras desde la demanda. Tanto monta, monta tanto. En cualquier caso, el resultado es el mismo. La relación capital-trabajo se asienta sobre la expropiación del excedente económico producido por el trabajador en condiciones de apropiación privada. Así, quienes pagan los platos rotos de esta estrategia son los de siempre. Las clases explotadas y oprimidas del campo y la ciudad. Salvar el orden económico, sin modificar su estructura y su organización, conlleva un aumento de la desigualdad social y la explotación. Pero el discurso de la cohesión social recubre esta opción bajo el eufemismo de apoyar una estrategia de aumentar prestaciones a los más débiles. Políticas para los desamparados y los pobres de solemnidad. Así, se soslayan las indemnizaciones millonarias a los ejecutivos de los bancos y las empresas trasnacionales cuyos contratos blindados se gestionaron con anterioridad. Los impuestos de todos irán a los bolsillos de unos pocos y servirán para pagar una buenas vacaciones y aligerar el estrés de su ineficaz gestión. Ninguno pasará por la cárcel, previo juicio. Tampoco se verá sometido al escarnio público ni se avergonzará. Seguirán en sus trece, para ellos, nada ha fallado; esperarán agazapados la siguiente oportunidad. Su relato será simple: han sido unos pocos inescrupulosos los causantes del desastre. Las aguas deben volver a su cauce. El capitalismo retomará su rumbo y otra vez se podrá robar a manos llenas. Por este camino el planeta desaparecerá. Ni Hayek ni Keynes, hoy más que nunca Marx.

Marcos Roitman Rosenmann
Via El Clarin

El sistema financiero internacional un sistema mafioso

Comprender la estafa: ver video documental

La crisis económica que sacude el sistema financiero internacional ocupa actualmente la primera plana en la prensa. Usted sigue la actualidad pero sin comprender mucho porque el sistema es complejo. Ud. escucha hablar de productos derivados, crisis hipotecaria, credit crunch, hedge funds y otros conceptos técnicos. Ud. escucha a expertos y analistas dar comentarios de la crisis. Pero Ud. todavía no ha visto en la prensa alguien que le explique que este sistema financiero es una verdadera estafa a los trabajadores del mundo entero controlado por une verdadera mafia de banqueros. Reproducimos a continuación la contribución de Juan Antonio Hernández que nos explica históricamente cuanto tiempo dura este engaño.

El Banco de Inglatera, comprender la historia de su fundación es aprender como funciona hoy el sistema financiero internacional, sistema que reposa sobre la confianza y el engaño.
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Es conocido que los reyes feudales solían dar protectorado a los alquimistas, los cuales, bajo la promesa de convertir cualquier metal en oro los convertían en gallinas productoras para el monarca... pero de eso nada de nada.

A medida que los habitantes del reino se acostumbraban a morder las monedas para comprobar su autenticidad [que no sólo era metal corriente bañado en oro o algo dorado sin valor alguno]; comenzaba el declive económico y el desprestigio del rey.

¿Qué comerciante vendería su mercancía a un rey que pagaba con monedas bañadas en oro y cuyo valor era cero? Sólo los súbditos tenían que soportar cargar con semejante moneda birria [1] sin valor fuera del reino y reinado de dicho señor monarca.

El engaño se hizo mayor

Unos le achacan el merito a los templarios, otros a los judíos; en incluso puede que ambos, pues estas dos sectas herméticas poseen la infraestructura y el compromiso entre sus integrantes para mantener la fidelidad al grupo.

Lo cierto, que un territorio tan inseguro y en donde las comunicaciones triplicaban su tamaño por su inestabilidad, iba hacer posible el nacimiento del papel-birria. Era cuestión, a un módico precio, de dejar el oro en depósito y partir con un pagaré cifrado que se cobraría en el destino. Tal vez, una vez llegado al destino se le mostraría una rustica e inexpugnable caja fuerte que por otro módico precio se le guardaría el oro.

Viendo y comprendiendo la seguridad del sistema, el propietario optaría por dejar el oro en depósito y manejarse con los pagares-papel, y más cuando el recién nacido banco le garantizaba que todo lo expedido por el propietario lo amortizaría la entidad.

Sólo bastaba que el sistema se extendiese y que los comerciantes confiaran en la fiabilidad del sistema para dar nacimiento a la estafa bancaria.

Mientras los incautos depositaban oro constante y sonante, el banco expedía papel por el doble de su valor en depósito lo que hacia crecer la masa monetaria en circulación cuyo mayor beneficiario era el propio banco, pues podía imprimirse los papeles-birria que quisiese para comprar lo que desease... tierras, palacios, empresas, etc...

La estafa adquiere dimensiones estatales

Esta datado en 1694 cuando el rey holandés de la casa de Orange, más tarde conocido como Guillermo III de Inglaterra, pidió oro a un grupo de banqueros holandeses dirigidos por William Paterson.

El préstamo de 1.200.000 libras de oro, tomaría en contrapartida su devolución más un 6% de interés, así como, la autorización para nominarse Banco de Inglaterra, y un extra que incluía la autorización para producir dinero hasta completar la cantidad de 1.200.000 libras que no tenían. Es decir, que el rey devolvería el oro mas un 6%, y a su vez, producían papel por la misma cantidad que prestando al pueblo, les producía otro 6%, por tanto se harían con 2.400.000 más un 12%.

Esta doble deuda, al rey y al pueblo (más bien al pueblo que pagaba con sus impuesto la deuda real y su propia deuda) sería la deuda nacional inglesa inexistente antes de Guillermo III y para 1948 contabilizaba ya 24.000 millones de libras.
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Primera parte del documental. Subtítulos en castellano.

En los siguientes tres videos que le presentamos a continuación (la primera parte aquí arriba, los otros dos aparecen más abajo) hacen parte del documental «Zeitgeist» palabra de orígen alemán y que se puede traducir como «El Espíritu del Tiempo».

El documental «Zeitgeist» comprende varios capítulos, que abarca el orígen de la religión cristina y busca debatir sobre manipulaciones, conspiraciones y otros dogmas de nuestra sociedad humana. Nosotros le presentamos los capítulos 9, 10 y 11 de dicho documental, los cuales están bien documentados históricamente sobre el tema de la estafa financiera que abordamos en este artículo, tema muy poco conocido en la opinión pública y que cada día se está hablando más de boca a oreja. Comprender esta historía nos ayuda a comprender la crisis financiera de hoy en día.
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La estafa se hizo internacional

Guillermo siguió tomando prestado hasta 16 mil de libras-oro mientras el banco emitía por la misma cantidad prestada, y como el billete circulaba avalado por el rey como si fuera oro, igualmente en sus colonias con la extensión del imperio y más tarde en resto de países, pues el banco opta por entregar papel al gobierno como si realmente fuera el metal.

Ya no hay oro circulando, sólo papel-birria que no tiene complementariedad con el metal debido a ese factor multiplicador que produce el interés. Si uno presta un kilo de oro y pide el 6%, lo razonable es que nos devuelvan el kilo de metal más un 6% de metal.
¿Y de dónde saldría tanto oro?

La estafa se hizo gigantesca

Al comienzo, el banco sólo emitía billetes hasta cubrir el oro que le dejaban en depósito, conservando una cantidad para atender imprevistos por reembolsos. Pero dándose cuenta de la preferencia del público por el papel mucho mas liviano que el metal, se dispone imprimir más billetes dejando tan sólo una reserva del 10%.

Semejante negocio no paso desapercibido al resto de usureros y el número de bancos creció y multiplicaron como hongos hasta contabilizar 684 bancos emitiendo su propio billete en el período 1694-1830.

Fue, tal vez por encargo, en 1844 cuando el canciller Robert Peel toma la iniciativa de crear el acta Bank Charter y borrar de un plumazo al resto de competidores para imprimir billetes, lo que da la exclusiva al grupo privado del Banco de Inglaterra.

Lo que vino a continuación fue peor, los 600 ex-bancos se reunieron formando el grupo Joint Stock Banks para la emisión de cheques (falso billete) pensado y destinado para la circulación de grandes cantidades... lo que excluye a los pobres y deja semejante herramienta entre los pudientes.

Lo bueno, es que ya no necesita la confianza o aval real que garantiza la emisión; son los propios depositantes que gracias a la confusión crean dinero a partir de nada.

El truco bancario es muy simple. Entendiendo ese 10% que guarda en sus reservas para atender imprevistos, si alguien deposita 1 millón, ellos prestan 9 millones. Si no se devuelve el préstamo, nos quedamos con lo material (la garantía que deja el que contracta la deuda: una vivienda, una fabrica, etc. tasadas al 80% del valor), y si devuelve los 9 millones más interés, pues de 1 millón constante y 9 millones virtuales, hemos creado una fortuna.

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Segunda parte del documental.

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Esos 9 millones que no existían sino en el fraude contable que ejecutaban como activo en realidad no son más que un pasivo o deuda para el pobre que se le ocurrió pedir el crédito. Esto es una máxima para el sistema «el papel billete-birria se convertirse en algo tangible».

El billete en si mismo no se come ni te protege del viento y la lluvia... ¿entonces para que sirve? Para facilitar el comercio, pero perversamente, y su emisión en manos privadas extendiendo créditos, para gobernar el mundo.

Ellos crean los períodos de expansión llenando el país de dinero, luego programan la recesión retirándolo a través de sus sucursales y los pobres endeudados dejan sus posesiones materiales en sus manos. No digamos ya del poder político cada vez mas sometidos a los medios de comunicación; se crean grandes entramados mediáticos que venden la imagen de sus pupilos como la mejor opción posible, pero para que nada se les escape, también manejan la de su opositor; salga quien salga, siempre ganan. Pobre del político que no se les someta; pasa a ser cadáver.

Desde aquí, podemos dirigirnos hacia dos puntos, o explicar desde una economía normal cuyos ciudadanos crean una masa de ahorro que se convertirá en inversión lo que sería una economía local y sostenible, a una economía donde de la nada se convierte en billetes que proporcionan grandes créditos a grandes empresas que en su intento de devolución se ve obligada a producir enormes cantidades sin importar que el mismo sea absorbido por la sociedad con tal de cumplir con los acreedores.

Pero dejando atrás, o para otro texto, lo que representa el crédito en una economía local (Y=C+A) o en una economía adulterada, nos dirigiremos hacia el baluarte del capitalismo para desvelar sus intrigas.

De Inglaterra nos trasladamos a EEUU

Una vez que teníamos al imperio trabajando endeudado para los usureros, se mira de reojo al próximo aspirante que tiene todas las condiciones para ser una gran potencia. Pasan unos años hasta que la reina le firma a E. Rostchild la carta llamada Declaración de Balfour (1917) donde Inglaterra se compromete a crear un estado judío en Palestina.

En 1913, el Congreso Norteamericano dispone que la Reserva Federal Americana es una entidad privada con el privilegio de emitir billetes. Si alguien busca quien compone este grupitos de bancos tan afortunados, pues dará con la banca Rostchild, el banco de Hamburgo, etc... y como nota, debemos destacar, que el primer billete de 500 creado por Israel, se imprimía con el rostro de un Rostchild. Pero si quiere un dato histórico de cómo actuaban estos conspiradores, entienda que los años anteriores al fabuloso regalo entregado por el Congreso estadounidense a un grupito privilegiado [de banqueros], fueron muchos los bancos que tuvieron que cerrar por falta de liquidez...

Alguien hacia correr el rumor que tal banco no tenía liquidez o era insolvente, y cuando la gente acudía en masa a retirar su dinero hacían que tal rumor se convirtiera en realidad.

¿Sabe quién lanzaba los rumores pues tenía el conocimiento necesario del mecanismo bancario de retención del 10% en depósito, y que retirada súbita cogería a contrapié al desafortunado propietario que se vería obligado a solicitar ayuda o a vender su entidad comercial?

Si hombre, sí yo pongo JP… Usted ponga Morgan; es más, la nota histórica le servirá para que sirve los interbancarios o prestamos entre bancos; y si se pierde esa ayuda entre bancos por cualquier motivo, unos irán a la quiebra mientras otros saldrán fortalecidos al hacer la compra de su adversario o simplemente hacerlo desaparecer como competidor.

Hay datos suficientes [históricos, ver videos adjuntos en este artículo] para seguir lo que realmente pasó entre 1880 – 1911. Las crisis bancarias en Estados Unidos fueron generalizadas (gracias a Morgan y compañía) mostrando a la ciudadanía la necesidad que la Reserva Federal estadounidense fuera privatizada; algo de lo que se arrepentiría más tarde el presidente norteamericano por haber dejado todo el poder económico en manos de un grupito de usureros.

Para más, el congresista Louis T. McFadden (durante 12 años presidente del Comité de Bancos y Circulación Monetaria) pidió una investigación al Congreso sobre la actividad criminal de la Reserva Federal y bancos de la Reserva Federal, sugiriendo sus implicaciones en el crack de 1929.

Consta en los registros del congreso, página 1295 y 1296, de la Cámara del 10 de Junio de 1932: «Sr. Presidente, tenemos en este país una de las instituciones más corruptas que el mundo ha conocido...»

Pero volvamos al asunto dejando en el aire lo prometido a Inglaterra y lo prometido a los dirigentes norteamericanos de la época; en definitiva sus pupilos o esbirros, lo cierto que los usureros son los causantes del crack de 1929 para convencer a los políticos de la rigidez que supone que el dólar tenga un equivalente en plata y oro tal y como reconocía la constitución y las normas internacionales al respecto (1 dólar es una medida farmacéutica de 371gramos de plata, a igual a 24,7 en oro, igual a dólar español de Miller, el Deker holandés, etc.).

Viendo que la limitación del oro y plata, limita la producción de billetes, en 1932, Delano Roosevelt, decreta desligar el oro del dólar en el mercado interno, dejándolo sujeto para el mercado exterior (no le quedaba más opción al ser una medida internacional).

Imagínese Usted que hasta la fecha fatídica guardaba su dinero en un banco y de la noche a la mañana descubre que no tiene aval; puede Usted partir con todo el depósito hacia algún país que aún imprima con aval y hacer el cambio a su moneda, luego volver y hacer el intercambio en oro dejando al país parasitado con unos billetes un tanto extraños como divisa pero por simple regla este ultimo devolvía a EEUU para recibir su aval en oro.

Tendremos que esperar los años 1960, en que J. F. Kennedy promueva el acta 11110 (aún vigente) para intentar devolver el dólar a su origen constitucional por el cual sólo el Estado tiene derecho a imprimirlo, y el mismo debía tener una equivalencia en plata u oro.

John F. Kennedy lo había visto claro y resultaba increíble que unos privados imprimiesen el dólar que luego vendían al Estado con interés (por letras del tesoro); ¿Quién avalaba a ese dólar? Pero sobre todo era ese interés cobrado el que generaba la deuda nacional estadounidense, tal como ocurriera en la Inglaterra de Guillermo.

Tercera parte del documental.

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Kennedy conjuro, con su Secretario del Tesoro, producir dólares en relación a la reserva de oro y plata existente, y así salieron unos billetes (4.292.893.815 de 1 y 2 pues los de 10 y 20 jamás llegaron a salir) con numero de serie en rojo (los de la Reserva Federal son en verde) acompañados por la frase United State of... «pagará al portador» (mientras que los de la Reserva Federal viene con R.F, «moneda de curso legal»).
Kennedy sabía que sus dólares avalados por plata y oro e impresos por el congreso terminarían por desplazar, por simple lógica, a los de R.F pues nadie es tan tonto que prefiera cheques [o dinero] sin fondo; y más cuando James J. Saxon, interventor de circulación del presidente estadounidense, animaba a entregar poder a bancos que no fuesen de la Reserva Federal para que los mismos pudiesen suscribir obligaciones estatales y así conseguir debilitar a la poderosa R.F, que al cobrar interés no hacían más que aumentar la deuda estatal estadounidense.

Ya saben el resto, meses más tarde Kennedy es eliminado y el 99% de los billetes se retiran del mercado... el papel [birria-adefesio] sin aval imperará hasta nuestros días (la Comisión Warren incluyó en su panel a John J. MaCloy, hombre sin experiencia criminal pero ex - presidente del Chase Manhatan Bank).

Juan Antonio Hernández

Via Red Voltaire